Connect with us

POLITICA

Santiago Caputo es empleado, pero no del Estado: ahora tiene nuevo empleo en el sector privado

Published

on



Santiago Caputo empezó a trabajar formalmente, pero no para el Estado. En una extraña movida, formalizó un empleo con una empresa justo cuando cruzaba por primera vez las puertas que trabajó para abrir durante meses y meses de campaña: las de la Casa Rosada. Mientras empezaba la labor más importante de su vida, como el arquitecto del “primer gobierno libertario”, se opuso a plasmarla en un contrato. Eludió, de esa manera, las limitaciones del empleado o funcionario por ética pública y, sorpresivamente, en paralelo, se lanzó a un nuevo emprendimiento y comenzó una relación de dependencia con una empresa agropecuaria. Cuándo tiene tiempo para cumplir con su cargo no oficial y para trabajar -en simultáneo-, en otra compañía, es una de las tantas incógnitas de su situación laboral.

Fuentes cercanas a Caputo dijeron a LA NACION que al no ser funcionario público, prefiere no comentar sobre sus temas personales.

Por qué no trabaja para el Estado cuando controla gran parte de él, es una interrogante que genera inquietud, por tratarse de una de las personas más influyentes en todo el esquema de gobierno y de poder del oficialismo.

No sólo no está sujeto al régimen de funcionario público, que implica presentar declaraciones juradas disponibles online e incompatibilidades propias de la ley de ética pública, sino que tampoco es empleado en relación de dependencia del Poder Ejecutivo. Ni de ningún poder. Pese a su designación en el Boletín Oficial el 30 de enero, Caputo no figura como trabajador formal del Gobierno en las bases de datos de Anses, actualizadas al 21 de agosto de 2024, ocho meses después de la resolución que lo confirmó como asesor en la Secretaría General de la Presidencia, bajo la órbita de Karina Milei.

La sorpresa es que consiguió su primer trabajo en blanco en enero, pero no en la gestión libertaria. El 1 de enero de este año, apenas 20 días después de que asumiera La Libertad Avanza en la Casa Rosada, Caputo empezó a trabajar formalmente para una empresa llamada Zefico. Se trata de una sociedad constituida por Pablo Costa, padre de uno de sus íntimos amigos de su infancia, Lucas Costa, y amigo de su padre (fallecido), Claudio Caputo, que era su escribano.

Se conocieron porque la familia Caputo tenía casa en el barrio privado Martindale, en Pilar, al igual que los Costa. Esta familia tiene campos y se dedica al negocio agropecuario, especialmente a la compra y venta de granos como soja, maíz, trigo y ganado. Incurriría en una hipotética incompatibilidad al cobrar de una empresa que se dedica al agro y ser, al mismo tiempo, de las primeras personas que podrían enterarse de medidas claves para el campo, como una devaluación o una baja de retenciones.

Al no ser funcionario, no incumple la ley ni incurre en incompatibilidad por el mero hecho de no estar designado formalmente. Esta situación es descripta como muchos como una verdadera laguna normativa en el plexo de leyes y regulaciones relativas a la ética pública. ¿Qué pasa cuando un individuo controla y toma decisiones gubernamentales de manera expresa y evidente, pero no tiene un cargo?

Zefico, su empleador, no tenía movimientos ni tampoco un solo trabajador hasta que contrató a Caputo. Según fuentes que conocen este vínculo, la sociedad se constituyó para poner a su nombre las propiedades rurales de la familia, mientras que otra, Camalu SA, también bajo la titularidad de Pablo Costa y en la que trabajan sus hijos, concentra las operaciones comerciales del negocio. Hoy, su único empleado registrado es el “asesor presidencial”.

Según la resolución de enero, Caputo comenzó a trabajar bajo un régimen de prestación de servicios profesionales autónomos. Es posible que, como muchos empleados del Estado hace décadas, facture a la Secretaría General su trabajo como asesor.

Además, en los últimos meses hubo cambios significativos en su perfil de contribuyente. Frente a la AFIP, hasta diciembre, era monotributista categoría B (la segunda más baja, con una facturación mensual máxima aproximada de $175.000). Desde enero, subió a la F que, con las actualizaciones hechas a partir de la reglamentación de la Ley Bases, le permite facturar hasta $24,25 millones por año, unos $2 millones por mes.

Según la AFIP al 17 de agosto, también está activo en la tercera categoría de Ganancias, desde enero de este año. La categoría en la que se encuentra es de relevancia, porque si tan sólo percibiera un sueldo de Zefico (que es una sociedad anónima), tributaría en la cuarta categoría por su relación de dependencia y servicios profesionales. Pero, en su caso, su categorización implica que percibe ingresos adicionales, por fuera de un salario.

La alternativa para darse esta situación tributaria es que Caputo, además de estar empleado por Zefico, tenga a su nombre una sociedad irregular, unipersonal o de hecho, cosa que hasta esta edición, no figuraba ante AFIP.

En la foto general, como contribuyente, reporta ingresos como empleado, pero también que percibe dinero por su participación societaria en alguno de estos casos. Las personas físicas que están inscriptas en esta categoría pagan el tributo producto de actividades comerciales independientes, la titularidad de una empresa unipersonal (no es su caso), servicios profesionales si se prestan dentro de una estructura comercial o como parte de una empresa, en algunos casos.

El hecho de que la empresa solamente pague contribuciones patronales por él, y no otras cargas (como aportes a la seguridad social o a la obra social), abona que este sería el caso. Fuentes cercanas a la familia Costa indicaron que Caputo “participaba” como director desde antes, aunque no hay ningún acta disponible que de cuenta de su designación.

LA NACION consultó a Pablo Costa, el dueño de la empresa, por esta situación. Prefirió no dar respuestas, pero indicó que quien se encarga del día a día actualmente es su hijo, que tampoco ofreció respuestas. Caputo no hizo comentarios ante la consulta de este medio.

Caputo nunca había registrado antes una relación de dependencia. En informes públicos no figura que sea titular de una tarjeta de crédito a su nombre y los sistemas bancarios del país no reportan movimientos crediticios con él como titular, como sería tomar una deuda.

POLITICA

Adolfo Aristarain fue condecorado con la Medalla de Oro del cine español

Published

on


Como no pudo viajar a España, España viajó a la Argentina; y en la noche del jueves la plana mayor de la Academia de Cine de España con su presidente a la cabeza, el ilustre crítico de cine y gestor cultural Fernando Méndez-Leite, se hizo presente en el auditorio del Malba para otorgarle la Medalla de Oro 2024 al realizador Adolfo Aristarain, quien se convierte así en el primer realizador argentino en recibir esta distinción que reconoció a nombres fundamentales del cine español como Fernando Rey, Carlos Saura, Paco Rabal, Sara Montiel, Fernando Fernán-Gómez, Ana Belén o Antonio Banderas, entre otros y que de esta manera, además, se entrega por primera vez fuera de territorio español.

“Algunos os preguntareis por qué un homenaje español a un director argentino. Un buen día de 1967 Mario Camus, a quien no había forma humana de subir a un avión tuvo un momento de debilidad, quien sabe por qué razón, y voló a Buenos Aires para rodar una película con el cantante Raphael, Digan lo que digan. Acá le asignaron un ‘primero’ de lujo que se llamaba Adolfo Aristarain. Y Mario y Adolfo, un caso extremo de afinidades electivas, se hicieron íntimos desde entonces”, rememoraba con su natural erudición el presidente de la Academia española para luego detallar que buena parte de los inicios de la carrera del realizador de La parte del león y Un lugar en el mundo, transcurrieron en España: “Y nosotros nos los apropiamos, y ahora lo añoramos”, destacó.

Fue un discurso emotivo, marcado por décadas de reconocimiento para un director definido como “un creador clave en la historia común del cine argentino y del español de las últimas décadas”. “No se puede entender el estrecho vínculo de nuestras industrias sin pasar por Aristarain, un creador honesto, inspirado, decidido y solvente que lleva toda su vida “saltando el charco” sin perder un ápice de su personalidad y su talento”, tal como añadió Méndez-Leite en otro pasaje de su alocución.

Desde su butaca, el realizador de películas ya clásicas del cine argentino lo escuchaba con emoción acompañado por su mujer, la guionista Kathy Saavedra, y por referentes de nuestra industria como Cecilia Roth o Héctor Olivera. Entre el público, se mezclaban desde Julieta Cardinali a Peter Lanzani, Sabrina Farji, Diego Sabanés, Fernando Martín Peña, Marcelo Piñeyro, Diego Lerman, Teresa Bulgheroni, presidenta de la Fundación Malba, y el director del BAFICI, Javier Porta Fouz. Y en unos cuidados clips que se proyectaron en la sala los testimonios de Eusebio Poncela, José Sacristán, Alberto Ammann, Aitana Sánchez-Gijón, Achero Mañas, Darío Grandinetti, Miguel Ángel Solá y Mercedes Sampietro, entre tantos otros, sumaban a ese reconocimiento que en el auditorio del Malba también añadió en la platea a la Academia de Cine de la Argentina y a la oficina cultural de la Embajada de España.

Nadie quiso perderse esta celebración que fue conducida por otro nombre reconocido a dos orillas del atlántico como Leonardo Sbaraglia, quien invitó a Héctor Olivera y a Cecilia Roth a brindar sus testimonios sobre la trayectoria del galardonado. Con su prodigiosa memoria, el nonagenario productor y director de La Patagonia rebelde recordó el primer encuentro con Aristarain y como se inició el vínculo que nutrió desde las ligeras La playa del amor y La discoteca del amor a una obra capital como Tiempo de revancha: “Fue un placer hacerla, estrenarla y que hoy sea un clásico del cine nacional. Con Adolfo tuvimos por ahí una cuestión… porque gastaba mucho celuloide”, dijo con su fino sarcasmo recordando sus años de productor al frente de Aries Cinematográfica, en un acto dominado por un alegre clima de camaradería, algunas confusiones verbales resueltas con cómplice humor y, sobre todo, mucho afecto.

“Hace dos semanas entregué el premio de la Academia de Cine Argentina a un Adolfo que no estaba, hoy por suerte está. ¡Me quedé con el premio Adolfo, te lo tengo que dar!”, señaló a su turno Cecilia Roth para destacar la importancia de la Medalla de Oro española: “Para mi hablar de él es extraño porque lo mezclo un poco con la vida misma”. Destacó su coherencia, generosidad y su “absoluta conciencia de lucha, por haber sido siempre fiel” a sí mismo. “Siento que fue y es mi maestro en el cine”, dijo la actriz, y declaró: “Soy tu fan”.

Aristarain, que desde 2003 tiene la doble nacionalidad argentina y española, se hizo presente en el escenario para recibir, de manos de Fernando Méndez-Leite, la Medalla de Oro de la Academia de Cine que agradeció emocionado aunque sin esquivar los contextos actuales: “Quiero agradecer a la gente de la Academia de Cine de España, a Fernando, a Chusa Monjas, a Juan Morán y Rafael Portela, por haber venido hasta aquí a entregarme la medalla, que tendría que haber sido al revés y haber viajado yo, pero un poco por miedo, y por un problema de salud, no me animé”, comenzó el veterano cineasta su discurso en el que agradeció a nombres fundamentales para su trayectoria, leyó un fragmento de su libro El oficio del cine y se plantó nuevamente de frente ante el gobierno actual: “En este país el Gobierno ha manifestado su desprecio por el cine y yo lo que me canso de repetir, además de sentir mucho desprecio por el gobierno que tenemos en este momento, es que no tenemos que defender al cine, es mucho más grave que eso, hay que defender al país. Lo están saqueando y cuando consigamos que este gobierno cambie, que se vayan lo antes que se pueda, el cine va a seguir resurgiendo, al cine no lo van a matar”, cerró ante el aplauso de los presentes donde se mezcló la tensión que vive la industria cinematográfica local junto al reconocimiento internacional para uno de sus nombres más importantes a través del tiempo.

Otros directores opinan sobre Adolfo Aristarain

“Las películas de él, en mi vida, fueron importantes como espectador. Yo recuerdo cuando ví La parte del león, en plena dictadura parecía mentira que se hiciera esa película. Tiempo de revancha y Últimos días de la víctima, lo mismo. Nunca paró, porque después Un lugar en el mundo, te abría la cabeza, Martín (H), Lugares Comunes, Roma o La ley de la frontera, un western divertidísimo, demuestran que Adolfo hizo todas grandes películas y además es una persona de una gran calidez que siempre te alentó. Él y Kathy son enormes”.

Marcelo Piñeyro

“Hay dos rasgos que lo convierten en un lobo solitario en la historia de nuestro cine, que tienen que ver con el momento en que comienza a dirigir. A fines de los ‘70. Por un lado, ese fuerte clasicismo muy de Hollywood pero también enlazado con algunos directores de la época de oro del cine argentino, como Fregonese o el Ayala de Con gusto a rabia. Él no busca tanto crear un estilo personal como centrarse en los personajes y desde ahí lograr conectar con el público. Por otro lado, en plena dictadura, logra hablar tangencialmente de lo que estaba pasando, sin alegorías, sino exponiendo los resortes que se estaban moviendo y el público reconoce. Esos dos méritos son los que hacen tan singular a su cine”.

Diego Sabanés

“Para mi es uno de nuestros más grandes cineastas, me daría muchas ganas de que siga filmando y que filme pronto una nueva película. Como fan me gustaría eso aunque no se si él quiere. Sus películas nos marcaron un montón. En mi caso, tanto él como Leonardo Favio, José Martínez Suárez, Manuel Antín o Torre Nilsson son grandes referentes. En su caso, La parte del león, Tiempo de revancha, Un lugar en el mundo son grandes clásicos de nuestra historia cinematográfica. Considero que es un gran maestro y por eso quería estar hoy acá y darle un abrazo”.

Diego Lerman

Continue Reading

LO MAS LEIDO

Tendencias

Copyright © 2024 - NDM Noticias del Momento - #Noticias #Chimentos #Politica #Fútbol #Economia #Sociedad