POLITICA
Un blanco tratado como tinto. El vino que abre una grieta entre los consumidores (y los expertos)
Ásperos cuando no intomables: a veces desequilibrados; otras, un tanto desagradables. En la escena local de los llamados vinos naranjos, el camino está plagado de buenas intenciones, pero no tan buenas concreciones, con ejemplares que no están a la altura de lo que una persona acostumbrada a beber vino de buena calidad espera. De hecho, son contados los que combinan propósito y buena factura. Aunque, por suerte, los hay. Solo es cuestión de descubrirlos entre tanto vino de moda.
Es que el naranjo hoy es tendencia en la Argentina y en el mundo, y las cartas de los restaurantes trendy y los estantes de las vinotecas lo saben. De ahí que haya una sobreoferta de estos vinos cuyos orígenes pueden rastrearse unos 8000 años atrás a regiones de Europa como Georgia. Pero, ¿qué es el vino naranjo?
“Es un vino proveniente de uvas blancas las cuales, a diferencia de su elaboración clásica, se fermentan con las pieles con el objetivo de extraer polifenoles y pigmentos que profundizan el color y el matiz de los vinos hacia tonos más dorados y en algunos casos de color naranja –responde Juan Pablo Murgia, enólogo de la bodega Otronia que produce un naranjo de Torrontés en Chubut–. En su elaboración se extraen aromas, sabores y texturas que los hacen especiales y con otras aristas”.
Si bien se trata de vinos con siglos de historia, desde hace unas décadas protagonizan un revival a partir de productores como Radikon o Gravner, en la región de Friuli, en Italia, con grandes exponentes que luego han sido imitados en todo el mundo. “En un contexto de vinos prolijos, lo más perfectos posible, estos productores proponían vinos con borras, con colores que harían pensar en un vino oxidado, pero detrás de los cuales había un estilo, una tensión y un sabor muy divertidos y a la vez sofisticados, e incluso con potencial de guarda”, cuenta Alejandro Iglesias, sommelier de Club Bonvivir.
El auge del naranjo dio lugar a una explosión de estilos, “Existen distintos estilos: algunos más pulidos, otros un poco más salvajes; algunos limpios, otros turbios –enumera Santiago Mayorga, enólogo que elabora un naranjo en la bodega mendocina Cadus–. En definitiva, tienen una paleta aromática mucho más intensa, con aromas más profundos, de flores, frutas, cáscaras de cítricos y especias, que se producen por el contacto con las pieles”.
“Cuando comenzamos con el proyecto de investigación en torno a los naranjos nos encontramos con que no había una categoría bien definida, con naranjos tradicionales como los que se hacen en Georgia hasta un vino que se macera con cáscaras de naranjas en Huelva, España –cuenta Javier Lo Forte, enólogo de Pulenta Estate–, En nuestra interpretación del naranjo hicimos foco en las pieles de variedades blancas fermentadas con una orientación similar a la de un vino tinto, buscando extraer estructura, color y, delicadamente, una carga aromática en la que se eviten los amargos. En nuestro caso, apuntamos a un vino limpio, tanto en términos gustativos como en ausencia de turbidez”.
En nombre de la tendencia
En ausencia de una historia local en torno a este tipo de vino, hoy en la Argentina casi cualquier cosa puede llamarse naranjo. Pero el problema no es la diversidad, sino que muchos “experimentos” se embotellan, ofreciendo al consumidor productos desprolijos, que conviven en la góndola con vinos sanos y disfrutables.
“Hoy la categoría es bastante singular –advierte Iglesias–. Conviven vinos muy bien elaborados, respetando el carácter de los naranjos europeos, con otros productos llenos de borras y otros problemas que se desarrollan por una vinificación no tan cuidada. Es una categoría que gana consumidores, incluso algunos dispuestos a tomar vinos que no estén del todo sanos en pos de estar al día con lo que sucede en el mundo del vino”.
“En la Argentina hace de 10 o 12 años que se elaboran vinos naranjos –agrega Andrés Rosberg, ex presidente de la Asociación de la Sommellerie Internacional y sommelier ejecutivo de Hornero Restaurante & La Morada Lodge–. Los primeros años los resultados fueron algo dispares en términos de calidad, y tal vez por eso tuvo que pasar un tiempo hasta que los consumidores comenzaran a adoptar estos vinos. Hoy en día, sin embargo, encontramos un número cada vez mayor de exponentes de calidad y una amplia gama de estilos, desde naranjos delicados con una leve astringencia hasta bombas sin filtrar absolutamente salvajes”.
Entonces, ¿por dónde incursionar en el mundo del naranjo, sin riesgo a sufrir la experiencia? Quienes no tienen ningún interés en beber un vino turbio, con borras, pueden optar por vinos filtrados, que permiten explorar sabores y texturas diferentes, pero con claridad en la copa. Algunos recomendables exponentes mendocinos son Pulenta Estate Naranjo, Cadus Appellation Naranjo y Mundo Revés Cuvée Qvevri Naranjo. En Salta se destacan el Pequeñas Fermentaciones Naranjo de El Porvenir de Cafayate, y el Sierra Lima Alfa Torrontés Sacha Naranjo. Y en el extremo sur, el Otronia Lagunar Torrontés de Chubut.
Para los que no tiene problemas con la presencia de borras, una etiqueta bien lograda es Un Elefante en un Bazar, que produce Elefante Wines en Valle de Pedernal, San Juan.
POLITICA
Otro tipo de ciudadanía que puede ser revocada en Estados Unidos y que no es la de nacimiento
El debate sobre la ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos adquirió una nueva dimensión tras la orden ejecutiva de Donald Trump, que limita este derecho constitucional para inmigrantes irregulares. Sin embargo, existe un tipo de ciudadanía que puede ser revocada desde mucho antes del gobierno del republicano.
Naturalización: la ciudadanía que puede ser revocada desde antes de Trump
Hay tres vías principales para obtener la ciudadanía estadounidense:
- La ciudadanía por nacimiento en Estados Unidos (jus soli).
- La ciudadanía por ascendencia (jus sanguinis).
- La ciudadanía por naturalización.
La ciudadanía estadounidense por nacimiento y por ascendencia no se pueden perder por causas ajenas a la voluntad de una persona, a menos hasta ahora, que sigue en debate la orden ejecutiva de Trump. Actualmente, el mandatario enfrenta oposición y demandas en su iniciativa.
Sin embargo, la ciudadanía que sí se puede perder es la que se obtiene por naturalización, que presenta algunas diferencias sustanciales, como la posibilidad de ser revocada.
La naturalización se obtiene tras haber residido como residente permanente en Estados Unidos durante tres o cinco años, según si la estadía se obtuvo por trabajo o por vínculo familiar. Es decir, es un tipo de estatus al que pueden aspirar migrantes extranjeros.
¿Por qué la ciudadanía por naturalización puede ser revocada?
La ciudadanía por naturalización puede ser revocada mediante un proceso de desnaturalización, a pesar de estar establecida en la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA, por sus siglas en inglés). Esto aplica solo en casos específicos:
- Siempre que haya sido adquirida de manera fraudulenta o ilegal.
- Siempre que el ciudadano pertenezca a organizaciones prohibidas.
- Siempre que el ciudadano sea dado de baja deshonrosa del servicio militar.
¿Es posible renunciar a la ciudadanía estadounidense?
Aunque la ciudadanía por nacimiento y ascendencia no puede revocarse por causas externas, todas las formas de ciudadanía pueden ser renunciadas. Sin embargo, este proceso implica cumplir con ciertos requisitos, como el pago de impuestos, y tiene sus limitaciones.
De acuerdo con el sitio oficial del Gobierno de Estados Unidos, la renuncia a la ciudadanía estadounidense significa:
- Dejar de tener derechos y responsabilidades como ciudadano estadounidense.
- Necesitar adquirir la ciudadanía de otra nación o correr el riesgo de ser “apátrida” (persona sin nacionalidad).
- Conseguir una visa para regresar a Estados Unidos.
¿En qué consisten las ciudadanías que no se pueden revocar?
La ciudadanía por nacimiento es la que el presidente Trump limitó tras una orden ejecutiva. Está protegida por la Enmienda 14 de la Constitución de Estados Unidos, que indica: “Toda persona nacida o naturalizada en Estados Unidos y sujeta a su jurisdicción, será ciudadana de Estados Unidos y del estado en el que resida”.
Es decir, independientemente del estatus migratorio de sus padres, un hijo de inmigrantes ilegales o residentes no permanentes cuenta con todos los derechos y las obligaciones que van aparejadas con la ciudadanía estadounidense.
Por otro lado, la ciudadanía por ascendencia es aquella obtenida por “estirpe genética”. No hay un límite de edad para solicitarla y está regulada en varias disposiciones de la INA.
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