POLITICA
Un menemismo del Siglo XXI en pie de guerra contra todos
Columna publicada originalmente en La Nación
“El pueblo no es una población, sino una construcción política –sostiene Chantal Mouffe–. El pueblo no está dado, hay que construirlo”. La viuda de Laclau aconseja crear un líder redentor, trazar una frontera entre buenos y malos, y encarnar un pueblo que necesariamente es un recorte ficcional y mítico, y por cierto siempre funcional a la estrategia de poder. Los libros de Mouffe y Laclau han sido cuidadosamente estudiados por algunos intelectuales del oficialismo, que todo este año han confeccionado un eficaz juego en espejo con el populismo de izquierda: el pueblo no es un colectivo empírico u objetivo sino una subjetividad provechosa y antojadiza; una invención, una retórica.
La disputa que hoy se entabla de manera tajante entre dos populismos de signo opuesto tiene su manifestación más evidente en el cántico central que unos les dedican a los otros. El kirchnerismo recurre al mismo que en su momento le propinaban a Raúl Alfonsín y a Mauricio Macri: “Traigan al gorila de Milei, para que vea que este pueblo no cambia de idea, sigue las banderas de Evita y Perón”. Milei no se considera “gorila”. Y entonces sus acólitos, con la misma melodía, les responden a sus archienemigos: “Saquen al Pingüino del cajón para que vea que los pibes cambiaron de idea, llevan las banderas que trajo el León”. El duelo muestra la necesidad kirchnerista de reafirmar desesperadamente que, aunque las “grandes mayorías” los abandonaron en las urnas, el “pueblo” sigue estando de su lado. Y en la otra trinchera se evidencia el propósito libertario de sugerir que los jóvenes y los pobres les han sido arrebatados al peronismo y que hay un nuevo “pueblo”, refractario a los antiguos tópicos de un modelo detonado. Cada uno dibuja los contornos móviles de su propio pueblo, según la conveniencia. Y lo que más perturba a los soldados de la dinastía Kirchner no es la ideología del general Ancap sino el coincidente desdén institucional, el similar rasgo agonal y plebeyo que irradia y los sectores sociales bajos –antes “nacionales y populares”–, que ahora lo sustentan.
Contradiciendo su afirmación de que el pueblo “no cambió de idea”, los cristinistas se preguntan puertas adentro si no se habrá modificado definitivamente el subsuelo sociológico de la patria, aquel que dio cimientos y sentido al movimiento justicialista, y los inquieta hasta el desconcierto que además estos anarcocapitalistas se autoperciban como el “menemismo del siglo XXI”, puesto que al fin y al cabo esa apuesta no deja de ser peronista. Un peronismo de mercado que se asienta en el territorio, que obtura cualquier metamorfosis interna en esa dirección y que contiene, por paradoja, a sectores frecuentemente adversos a toda esa familia política. Digamos que el menemismo es el padre y hasta el abuelo de la “casta”, y que presentarse todo el tiempo como impolutos verdugos de esta entidad demonizada mientras le rezan a Carlos Menem constituye una risible contradicción flagrante, con consecuencias en materia de un pragmatismo sucio que cada tanto emergen, y que desbaratan el relato de la “pureza”, aunque los fanáticos las justifiquen o no las quieran ver.
Es en este contexto de intensa desorientación donde Cristina Kirchner busca ordenar la cancha: Milei gana por el fracaso primero de la gran apuesta del “no peronismo y del antiperonismo” (sic) por Macri –dijo ella esta semana–. Y después, gana porque la expectativa de reeditar lo que pasó durante “década ganada” también fracasó (Alberto Fernández): “Si ves los resultados de la elección, Milei saca el 30% en las PASO y un poquito menos en las generales. Es un tercio perfecto. Nosotros llegamos a un 37%. Después el antiperonismo se desplazó y le dio el triunfo a Milei”. La arquitecta egipcia parece suponer que kirchneristas y libertarios están virtualmente empatados, y que un cardumen al que le sigue negando su denominación de origen –republicanos– fue el factor clave en el éxito final. Su análisis resalta, tal vez sin quererlo, la relevancia y el peso específico de algo que alguna se vez se llamó el “campo republicano” y que hoy parece cerrado por derribo. Fue a los republicanos –”imbéciles centristas biempensantes” (Milei dixit)– a quienes más munición gruesa les descargó el Presidente a lo largo de su primer año de gestión. En el foro de la internacional derechista que se celebró estos días en Buenos Aires, el Topo del Estado demostró más encono con ellos que incluso con la izquierda populista. ¿Descuenta que los republicanos ya no existen y jubilaron sus viejas convicciones, y que solo basta “domar” al republicanismo de superficie para cooptarlos de manera definitiva? ¿Pensarán los muchachos del Instituto Patria, hoy la mancha venenosa de la política, ponerles anzuelos a los republicanos disconformes para inclinar la balanza y derrotar al derechista irredento? ¿Acabó la vieja dicotomía “populismo versus república” y estamos en presencia de una nueva grieta todavía innominada? ¿Es posible una democracia entre dos extremos? Esta última pregunta es la menos formulada y la más inquietante. Imaginemos que la cadena infinita de desregulaciones operadas por Federico Sturzenegger continúan siete años más, y que al ganar alguna vez la oposición a Milei sobreviene una sistemática y larga regulación puntual en sentido contrario. ¿Es viable un país pendular y refundacional que viene cada tanto a modificar de raíz el disco rígido? Para que no queden dudas Milei dejó sentada su posición en la Conferencia de Acción Política Conservadora: “No hay lugar para quienes reclaman consenso, formas y buenos modales. Las formas son los medios, se las evalúa según su efectividad para alcanzar determinados fines. Y hoy someternos a la exigencia de las formas es levantar una bandera blanca frente a un enemigo inclemente. El fuego se combate con el fuego, y si nos acusan de violentos les recuerdo que nosotros somos la reacción a cien años de atropellos”. Las llamadas formas son las reglas democráticas y el lenguaje de la convivencia; de nuevo el fin justifica los medios, y la política es una guerra entre ángeles y demonios. Los reaccionarios lo ovacionaban de pie. Técnicamente, Chantal Mouffe lo habría aprobado. Guste o no guste, en este primer round esa táctica resultó exitosa.
POLITICA
El sorprendente parecido entre Maru Botana y una de sus hijas que generó impacto en redes sociales
Sofía Solá, una de las hijas de Maru Botana, se volvió furor en las redes sociales hace un tiempo. Gracias a sus increíbles y creativos videos en los que muestra sus looks, su rutina y las actividades que comparte con amigos y familia, la joven de 19 años se convirtió en una verdadera influencer. En TikTok, ya logró acumular casi 70 mil seguidores, mientras que en Instagram tiene más de 35 mil.
Sofía comenzó a entrar de lleno en el mundo del entretenimiento hace un par de años, cuando empezó a estudiar modelaje y manifestó que la moda era su verdadera pasión. Por ahora, es la única de entre sus hermanos decidida a seguir los pasos mediáticos de su madre. En la actualidad, brilla en pasarelas y participa en mega producciones de fotos para importantes marcas argentinas como Ricky Sarkany, Kosiuko y Paula Cahen D’Anvers.
Si bien su popularidad viene en alza desde hace rato, en los últimos días se hizo súper viral en TikTok gracias a un video en el que aparece junto a su madre. Maru y Sofía se sumaron el popular trend de la canción “Guay” de Dj Agus Lima. Para este challenge, los usuarios tienen que bailar con sus madres mientras muestran sus parecidos con ella.
“Culpa de mi madre nací bonita”, dice la canción al ritmo de la cual Sofía y Maru movieron las caderas frente a la cámara. Este clip de 11 segundos logró enloquecer a los usuarios, quienes no dudaron en expresar su sorpresa sobre lo grande y hermosa que está la modelo. Asimismo, admiraron la onda y el estilo de la cocinera para el baile.
“¿Qué? ¿Cómo que ya crecieron los hijos de Maru Botana? ¿Cuántos años tengo?”; “Espero que esa sea la hija más grande de Maru porque estoy muy viejo si no” y “Nuestra querida Maru tiene estilo propio, bellas”, fueron algunos de los mensajes con más likes del posteo.
En el video, se las ve a ambas vestidas con un estilo cowboy. Sofía eligió un conjunto de pantalón y campera de jean, con unos flecos en cuero marrón oscuro que le añadieron un estilo campestre al outfit. Para coronar, vistió un body con brillos y transparencias a tono. Maru no se quedó atrás y optó por un pantalón engomado negro, un chaleco con flecos del mismo color y una remera blanca para cortar con la onda monocromática del outfit.
Según mostraron en videos y fotos, el clip viral lo hicieron minutos antes de ir a ver al DJ Hernán Cattaneo en familia, en la provincia de Mendoza. Con mucha onda y lentes de sol, los cuatro hijos mayores de Maru Botana y Bernardo Solá disfrutaron de la increíble fiesta al aire libre con la compañía de mamá. Al evento, también asistieron otros famosos e influencers del momento.
Horas después de que el video se hiciera viral, Maru Botana también hizo uso de sus redes sociales y publicó un resumen del viaje a Mendoza junto a sus hijos. “Viajé con mis hijos y amigos de mis hijos a mi adorada Mendoza. Yo disfruto mucho de esta vida, ¡y sobre todo de estos planes que me encantan!”, escribió al pie de la publicación.
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