POLITICA
Yemen y Arabia Saudita, entre la guerra y la innovación
Durante décadas, Yemen ha estado sumido en guerras civiles, decisiones políticas fallidas y un ciclo continuo de pobreza. Este contexto de inestabilidad no solo afecta a la población yemení, sino que también tiene repercusiones geopolíticas y económicas que se extienden a la región del Golfo y más allá.
El conflicto actual en Yemen comenzó en 2014, cuando el grupo rebelde hutí, compuesto principalmente por chiitas zaidíes del norte del país, tomó la capital, Saná, y derrocó al gobierno reconocido internacionalmente de Abd-Rabbuh Mansur Hadi. Los hutíes, respaldados por Irán debido a su afinidad religiosa y política, han sido vistos como una amenaza para la estabilidad regional. Además, los hutíes, cuyo nombre oficial es Ansar Allah («Partidarios de Dios»), se originaron en la década de 1990 como un movimiento político y religioso que luchaba contra la marginación de la comunidad zaidí, una rama del islam chiita. A lo largo de los años, el grupo se ha consolidado como una fuerza insurgente bajo el liderazgo de Abdul-Malik al-Houthi. Esta situación alarmó a los países vecinos, especialmente a Arabia Saudita, que considera que la creciente influencia de los hutíes y su relación con Irán constituye una amenaza directa para su seguridad nacional y estabilidad regional.
Abd-Rabbuh Mansur Hadi.
En 2015, Arabia Saudita, junto con una coalición donde estaban los Emiratos Árabes Unidos, intervino militarmente en Yemen con el objetivo de restaurar al presidente Hadi en el poder. Esta intervención se enmarca dentro de un contexto más amplio de rivalidad geopolítica entre Arabia Saudita e Irán. Para los sauditas, el control hutí sobre Yemen no solo representa una amenaza militar en su frontera sur, sino también un riesgo para una de las rutas marítimas más importantes del mundo: el estrecho de Bab al-Mandab, por donde transita una parte significativa del comercio mundial de petróleo. Por tanto, garantizar el libre paso de mercancías y la seguridad en esta vía es crucial tanto para Arabia Saudita como para la economía global.
La intervención militar saudita también responde a la necesidad de limitar la influencia iraní en la región. Irán ha sido acusado de proporcionar apoyo militar y logístico a los hutíes, lo que ha intensificado la rivalidad entre estos dos poderes regionales. Arabia Saudita, por su parte, considera que su papel en Yemen es fundamental para mantener el equilibrio de poder en el Golfo y evitar que un grupo insurgente consolide su poder en un país vecino. Esta guerra ha atraído la atención de actores internacionales como Estados Unidos, que ha brindado apoyo logístico y de inteligencia a la coalición liderada por los sauditas. La participación de potencias extranjeras ha ampliado el conflicto, creando una crisis humanitaria sin precedentes.
Paralelamente a la intervención militar, Arabia Saudita ha lanzado el ambicioso proyecto Saudi Vision 2030, encabezado por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán. Este plan busca diversificar la economía saudita, reducir su dependencia del petróleo y transformar al país en un hub tecnológico y económico global. Uno de los pilares fundamentales de Saudi Vision 2030 es el desarrollo tecnológico, que incluye la inversión en sectores emergentes como la inteligencia artificial, la robótica y las energías renovables. El proyecto Neom, una ciudad futurista que promete ser un centro de innovación, es un ejemplo claro de los esfuerzos de Arabia Saudita para posicionarse como líder en tecnología y modernización en la región.
Mohamed bin Salmán (Foto: AFP).
La intervención militar de Arabia Saudita en Yemen también se ve reflejada en estos esfuerzos de modernización. A medida que el país invierte en nuevas tecnologías y moderniza sus capacidades de defensa, busca proyectar su poder regional no solo a través de la fuerza militar, sino también mediante un enfoque estratégico que combine desarrollo y seguridad. Además, el reino ha emprendido iniciativas humanitarias significativas en Yemen. A través del Centro de Ayuda Humanitaria y Socorro Rey Salman, Arabia Saudita ha proporcionado alimentos, atención médica y asistencia a los desplazados por el conflicto. Estos esfuerzos humanitarios forman parte de la narrativa saudita de liderar la estabilidad en la región y de ser un actor comprometido no solo con la defensa de sus intereses, sino también con el bienestar de sus vecinos.
Las consecuencias del conflicto son inmensas, y han generado declaraciones tanto de líderes políticos como de expertos internacionales. Kenneth M. Pollack, analista de inteligencia de la CIA y experto en política de Oriente Medio, ha expresado preocupaciones sobre la moralidad de la intervención militar de Arabia Saudita en Yemen, destacando que el apoyo iraní a los hutíes ha sido limitado y que la magnitud de la respuesta saudita es cuestionable. Por otro lado, académicos como Bruce Riedel, del Brookings Institution, han explicado que la intervención de Arabia Saudita en Yemen está motivada por razones estratégicas de seguridad nacional, ya que los sauditas consideran a los hutíes como una amenaza inaceptable para su seguridad. Aunque la intervención militar comenzó con la expectativa de ser breve y decisiva, el conflicto ya lleva ocho años y ha tenido un costo elevado para ambos lados.
El conflicto en Yemen ilustra las profundas complejidades geopolíticas que enfrenta la región del Golfo. Para Arabia Saudita, Yemen es más que un vecino en crisis; es un país estratégico cuya estabilidad o inestabilidad tiene repercusiones directas en la seguridad regional y el equilibrio de poder en el Golfo. La intervención saudita, motivada por razones de seguridad nacional y económicas, busca contener la influencia de Irán y asegurar la paz en la región. A la vez, el ambicioso proyecto Saudi Vision 2030 refleja la visión de Arabia Saudita de convertirse en un líder regional no solo en términos militares, sino también en desarrollo económico y tecnológico. Con el tiempo, la visión de un Golfo estable y próspero dependerá de la capacidad de Arabia Saudita para equilibrar estos objetivos y contribuir al progreso regional de manera sostenible, así como de la disposición de sus vecinos para colaborar en este proceso. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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POLITICA
Cómo influye el descanso en el rendimiento deportivo
Si no se duerme bien o directamente no se duerme, la actividad física y mental se ve alterada y el rendimiento disminuye. Por lo tanto, el objetivo del sueño es restaurar el cerebro del desgaste sufrido durante el estado de vigilia y reorganizar funcionalmente los circuitos neuronales.
El sueño contribuye a la consolidación de la memoria y el aprendizaje. En el deporte, el aprendizaje de nuevas técnicas requiere de la ejecución de tareas muy diversas y de forma simultánea. Después del periodo de práctica, la adquisición de la técnica exige un periodo de consolidación.
Se demostró que el periodo de consolidación que se produce durante el sueño, está muy relacionado con el tiempo invertido en la fase NREM, que corresponde a la segunda parte de la noche.
En relación al deporte, si bien ciertas cualidades físicas generales no se modifican mucho, sí lo hacen algunas que son determinantes en el rendimiento deportivo: la vigilancia, el tiempo de reacción, la precisión gestual, la destreza, y la capacidad para recibir estímulos y generar respuestas están deterioradas.
Se aprenden y consolidan mejor las tareas motoras, sobre todo las técnicas, cuando los jugadores están muy pendientes de hacerlas bien, sin despreciar las de carácter no intencionado, que también mejoran después del periodo de sueño.
El sueño sirve para recuperar y retener el material aprendido de forma oportunista a lo largo del día o del entreno, como gestos y jugadas de compañeros, de los que no se es consciente mientras está trabajando y que favorecen un mejor rendimiento personal y del grupo.
La falta de descanso incide sobre el rendimiento de las tareas técnicas automatizadas, sobre todo cuando no están presentes en acciones controladas enteramente por la conciencia.
Explicado de una forma muy simplificada, durante el sueño tiene lugar un reprocesamiento de las actividades hechas durante la vigilia y se reorganizan las conexiones neuronales dejando un cerebro limpio para recibir nueva información al día siguiente.
Fuente: SJD
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