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SOCIEDAD

Así fue la última reunión entre El Mayo Zambada y el Chapo Guzmán: “Habrá guerra civil”

Traición y “guerra civil”, las hipótesis que definen la tensa relación entre Los Chapitos y el Cártel de Sinaloa al mando de Ismael El Mayo Zambada

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Mayo y el Chapo (Foto: Steve Allen)
Mayo y el Chapo (Foto: Steve Allen)

Habrá “guerra civil” si no cedemos el control a las nuevas generaciones. Estas habrían sido las palabras que Ismael El Mayo Zambada habría lanzado a su interlocutor a principios de 2014; Joaquín El Chapo Guzmán, sería capturado semanas después en un operativo de la Secretaría de Marina en Mazatlán, Sinaloa.

Los dos narcotraficantes más buscados de las últimas décadas (de los cuales sólo detuvieron a uno) se reunieron en el Rancho El Huinacaxtle, ubicado en el municipio El Dorado, en Culiacán, donde el Chapo Guzmán habría vivido sus últimos tres años en libertad.

Ahí, según las declaraciones ministeriales de Carlos Manuel Hoo Ramírez -una de las personas más cercanas a Guzmán Loera-, el propio Mayo Zambada le advirtió al Chapo que era tiempo de “retirarse” y dar paso a las nuevas generaciones.

“Habrá una guerra civil dentro de nuestra organización. O les cedemos el control o ellos lo tomarán por su cuenta”, se lee en las declaraciones que publicó el periódico Excélsior en 2014.

Las declaraciones de Hoo Ramírez apuntan a que dicha reunión entre El Mayo Zambada y El Chapo Guzmán habría ocurrido a mediados de noviembre de 2013; tres meses antes de que él y su jefe fueran capturados en el departamento 401 de la Torre Miramar: a unos 163 kilómetros de distancia de donde se reunieron y -según presumió el entonces procurador General de la República, Jesús Murillo Karam– “sin un sólo disparo”.

Iván Archivaldo Guzmán Salazar y Joaquín Guzmán Loera
El hijo mayor de «El Chapo» Guzmán se habría mandado a componer un narcocorrido tras la segunda detención de su padre en 2014 (DEA/Cuartoscuro)

¿El Mayo entregó al Chapo?

Previo a la reunión que mantuvieron en Culiacán, el gobierno federal realizó un operativo por la región, pues se tenía la “sospecha” de que el Chapo Guzmán -prófugo de la justicia desde el año 2001- se encontraba en la zona.

Producto de ese operativo más de una decena de sicarios fueron capturados por las fuerzas federales, entre ellos el responsable de la seguridad de Ismael El Mayo Zambada.

Al testimonio de Hoo Ramírez se suma el parte de los marinos que detuvieron al líder del Cártel de Sinaloa. Afirmaron que un hombre de 1.80 metros, vestido con playera azul polo y pantalón de mezclilla les pidió ayuda e informó que un sujeto armado se encontraba en la Torre Miramar.

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Con los indicios que tenían los marinos, acudieron al lugar para confirmar que se trataba del propio Hoo Ramírez y del Chapo Guzmán. Pero después de los hechos el periodista y especialista en temas de seguridad, Roberto Saviano, aventuró varias hipótesis:

El Chapo Guzmán se entregó después de la charla con su compadre; el hombre que dio aviso a los marinos era un agente encubierto; o se trataba de un enviado por el propio Mayo Zambada para “traicionar” a la persona con quien por años lideró al Cártel de Sinaloa.

CDS
La «guerra civil» entre el Mayo Zambada y Los Chapitos

Se cumplió la premonición del Mayo Zambada

Meses después -y otra fuga y captura de por medio- Rosa Isela Guzmán Ortiz, supuesta hija del Chapo Guzmán, declaró al periódico británico “The Guardian” que a su padre lo traicionaron el Mayo Zambada y el gobierno federal; la presunta primogénita del capo aseguró que se trató de “celos” porque su padre quería dejar el mando del Cártel de Sinaloa a su hijo Iván Archivaldo Guzmán Salazar.

Pese a la hipótesis de la traición, el periodista Carlos Loret de Mola publicó en 2016, a dos meses de la tercera captura del Chapo Guzmán, que hubo al menos otras tres reuniones con el Mayo Zambada; además, agregó que en sus declaraciones ante el Miniserio Publico, el líder del Cártel de Sinaloa condenado a cadena perpetua en Estados Unidos recalcó que su compadre no lo había “puesto”.

Si bien las relaciones entre “Los Chapitos”, “La Chapiza” o “Los Menores” se fracturaron desde la detención del Chapo Guzmán, se incrementaron con las declaraciones de Vicente Zambada, alias “El Vicentillo”, en el juicio contra Guzmán Loera; pero se tensaron más cuando los hijos de este último comenzaron a atacar a los principales operadores del Mayo, entre ellos “El Morgan”, a quien asesinaron en junio de 2021.

Pero la “guerra civil” que pronosticó el Mayo Zambada al interior del Cártel de Sinaloa se acrecentó más con la hipótesis del periodista Antonio Nieto, quien aventuró que la detención de Ovidio Guzmán a principios de 2023 fue un mensaje directo del compadre del Chapo Guzmán: “o se relajan o los relajamos”.

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SOCIEDAD

el «difícil» país de Europa que en una década duplicó la inmigración argentina

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Quienes desde Argentina se van a vivir a París, a Roma o a Madrid, no dan muchas vueltas para contar ¿por qué Francia/Italia/España? Pero si se mudan a Oslo…¿Por qué Noruega? Y en esa respuesta, hacen varias millas.

Casi nunca es un para probar suerte. La curiosidad aumenta.

¿Cómo se pasa de vivir con las cuatro estaciones del año bien marcadas, de habitar una Buenos Aires donde ni el frío ni el calor son extremos, a pasar a nevadas con -25 grados, a veranos de noches que tienen la luz del día y a inviernos con días tan oscuros como la noche?

No es fácil cambiar el Obelisco por un fiordo. Pero Noruega crece en el interés de más argentinos que buscan un escape nórdico.

«En Bergen, en el oeste, en el puerto hay un mercado de pescado, muy turístico, y la mitad de los que trabajan en el puesto más grande son argentinos«, dice a Clarín Claudio Giacomino, el embajador argentino en Oslo.

Esa ciudad (desde la capital se llega en un vuelo de una hora o se tarda siete en un tren que ofrece «las vistas más espectaculares del hemisferio norte») es la más lluviosa de Europa. De los 365 días del año, es probable que llueva entre 209 y 239 días.

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«Lo de Bergen sólo es un ejemplo, la mayoría está en la capital. Pero te da una foto de las estadísticas, que oficialmente dicen que hay unos 3.000 argentinos en Noruega. El número es bajo, pero se duplicó en 10 años«, sigue. Hay que tener en cuenta que Noruega es un país con baja población: 5,5 millones, comparados por ejemplo con los 48 millones de España.

No se puede saber cuántos argentinos llegan al año, «porque no están obligados a registrarse en el consulado y muchos entran con la doble ciudadanía (alguna europea)».

De nuevo, ¿por qué Noruega? «Probablemente en la decisión de venir jugó un rol que este es un país simpático para los argentinos. Se percibe como ‘bien organizado’, ‘modelo de la perfección’, algunas personas dicen: ‘Ya que voy a emigrar, voy a un lugar así‘».

Gracias al petróleo y el gas natural, la economía noruega es una de las más fuertes del mundo. Y se nota en los altos niveles de vida y el bienestar social.

El diplomático está casado con una misionera, por eso sabe que «acá la yerba se consigue en locales de cosas exóticas», al igual que el membrillo. Y se acuerda del sketch de Les Luthiers en el que inventan un conflicto entre Argentina y los noruegos, porque, sin motivo real de antipatía, el enojo se da porque «aumentan el precio de bacalao».

«En Oslo se sabe algunas cosas de Argentina, además de Messi. Nos asocian con el vino (se venden más de 100 marcas nuestras), con la carne (somos el país desde donde más la importan), incluso es muy gracioso que los camarones se publicitan como ‘de origen argentino’. Ese es el marisco argentino que más se vende acá».

Los que llegan… ¿se quedan? «Hay gente que lo lleva muy bien, otra que no lo soporta… el frío o que sea de noche durante todo el día. Yo, en invierno, cuando eso sucede, esquío dos veces por semana para no vivirlo con oscuridad«, explica Giacomino.

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Durante los meses invernales (los -17 grados «no son raros») las horas de claridad son mínimas, el sol aparece muy brevemente y las jornadas son, en realidad, noches largas. En contraste, el verano es de días interminables. Pero eso hace que los paisajes se disfruten hasta cualquier hora.

El salario mínimo, que es un gran imán hacia esa latitud, no está establecido por ley. La mayoría de los sueldos se negocian en convenios colectivos. En sectores donde sí existe un acuerdo de base, como la construcción, el mínimo ronda las 210 NOK por hora (unos 19 dólares).

«Llegan argentinos de menos de 30 años, trabajan en hoteles, en restaurantes. Los trabajos menos calificados no bajan de los 1.500 euros por mes. Pero el promedio es de 3.000 euros (brutos). También llegan científicos. Pero muchos más son trabajadores golondrina» que llegan en temporada alta a Oslo, cierra el embajador.

Los impuestos, las retenciones, al sueldo bruto rondan el 25%, y en general son 37,5 las horas de trabajo semanales. El costo de vida es alto, y alquilar un dos ambientes en Oslo ronda los 1.600 euros al mes. Por eso, los primeros meses, los de menos de 30 viven con varios compañeros de cuarto.

Residir y trabajar en Noruega

¿Qué hacen los argentinos en Oslo? A Florencia, que le dicen “Opi”, tiene 36 años, y hace tres habita la capital de ese país, se lo preguntan todo el tiempo. Por eso tiene un podcast: el @podcastdenoruega, y un programa de radio sobre el tema.

Por amor su hermano eligió Oslo hace 20 años, “y le fue bárbaro”, dice. Esa fue su cercanía con el norte extremo. También en Instagram (@porteniosenoslo) muestra cómo es estar allá. Sin reservas. Como cuando resalta que a las 19.30 la oscuridad es la de la medianoche y que «hay que ponerle buena energía».

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Con su marido, Nicolás, cobraron la indemnización de la aerolínea en la que trabajaban y que en la pandemia cerró sus oficinas en Argentina, y la invirtieron en viajar a Italia a tramitar la ciudadanía de él.

Noruega no es miembro de la Unión Europea, pero sí del espacio Schengen. El passaporto rosso les servía para aprovechar los convenios e instalarse legalmente en su nuevo hogar nórdico. Ella, que no tiene doble ciudadanía, al estar casada, pidió la “reunificación familiar”.

A diferencia de otros destinos europeos, el escape nórdico puede ser imposible sin papeles. Para residir y trabajar en Noruega, los ciudadanos argentinos necesitan un permiso de residencia por trabajo. Y para poder trabajar, hay que tener una oferta de trabajo concreta a tiempo completo y con un salario que no puede ser menor a las escalas salariales de ese rubro. Además, si bien el uso del inglés está extendido, saber hablar el noruego es normalmente un requisito básico.

Si hubiésemos querido, al día siguiente podríamos haber empezado a trabajar. Nos tomamos dos semanas, y lo primero que conseguí fue limpiando en un hotel. Estuve un mes y pico y me pasé a gastronomía, incluso trabajé en el restaurante de la Ópera, y ahí duré 8 meses”, dice a Clarín.

Después consiguió trabajo como ejecutiva de ventas en una aerolínea. «Muy rápido pude trabajar en lo mío. Y mi marido cumplió su sueño: es entrenador de un equipo de inferiores de fútbol. Acá podés reinventarte«.

Noruega, que ahora está en otoño y en temporada alta turística, muestra sus colores amarillos y rojos. «Pero en invierno ves todo, todo, blanco. Oslo queda más tranquila y la gente se va a trabajar a los centros de esquí. En primavera las flores explotan después de tanta nieve… y el verano es espectacular. Hace 28 grados», describe.

Los domingos en ese país hasta las farmacias de adentro de los hospitales están cerradas. Es que trabajar los fines de semana o en «horas incómodas», después de las 19, se paga extra o el doble.

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«Los argentinos no tienen mala fama. Acá no hay discriminación, hay gente de todo el mundo. Estamos estudiando noruego, pero no te lo exigen. Sí te piden inglés y, a veces, ‘idioma escandinavo’ (el sueco suena similar) en los trabajos. Hay mucho influencer que te dice ‘Vengan acá a hacerse millonarios’, y los argentinos ya saben que no es tan así», aclara Opi.

El sueño noruego

Agustina Grupe (30) y su novio, Martín, además de sus trabajos en una escuela -ella es asistente extracurricular- y en una universidad -él está cursando un máster-, tienen un emprendimiento de tortas en Oslo.

La mayoría de sus clientes (y de sus amigos) son argentinos, desesperados por sus alfajores de maicena. Usan un dulce de leche noruego que se llama hapå, menos dulce y con una consistencia similar al repostero. «Es mucho más barato que el importado de Argentina», dice Agustina.

Llegaron hace dos años desde Córdoba capital, después de haber vivido tres en Alemania, donde emigraron para que cada uno curse una maestría. Él la terminó, aplicó a trabajos en toda Europa, y en Oslo recibió la mejor oferta.

Agustina y su pareja, en un spot turístico noruego.

«Yo tenía primos viviendo acá, así que no lo dudamos y nos vinimos», dice Agustina. Comparado con Berlín, nota el alto costo de vivir en este punto del norte: «Todo es más caro, y como Noruega no es Unión Europea, hay escasa oferta en el supermercado«. Pero más le molesta la oscuridad.

«En invierno se siente mucho, hay que estar preparados. En diciembre del año pasado, con -20 grados… es frío, frío. Hasta el transporte urbano está calefaccionado, pero por las tormentas y la nieve muchas veces está interrumpido. Eso te hace no querer salir de casa, y recomiendan salir igual, para no perder la costumbre», describe.

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«El idioma es raro cuando se lee, pero la pronunciación se aprende rápido. Muchos argentinos que conozco acá hablan noruego, y nosotros nos manejamos bien. Toda la comunicación cuando tenés un negocio es en noruego. A los seis meses de haber llegado tuvimos que dar exámenes de contabilidad, de ley de trabajo, para abrir la empresa, que eran obligatoriamente en noruego y no te permitían ni diccionario. El primero lo dimos cuatro veces cada uno hasta pasar», cuenta Romina Yanarello.

Tiene 28 años, vivía en Banfield y con su novio, Nicolás Peranic (30), antes de Oslo, donde llegaron en 2020, vivieron en Copenhague.

«A mí me ofrecieron un puesto de jefa de pastelería en Noruega y decidimos venirnos. Ahí fue cuando mi novio consiguió un puesto en un restaurante 3 estrellas Michelín acá también y dijimos ‘vamos con todo’… pasó lo que pasó con la pandemia y las empanadas«, narra.

Romina y Nicolás, dos empresarios gastronómicos en Oslo, con el foco puesto en la comida argentinaRomina y Nicolás, dos empresarios gastronómicos en Oslo, con el foco puesto en la comida argentina

Está pareja de gastronómicos fue noticia en varios medios de Noruega por haber tenido entrenamiento de elite en restaurantes fine dining y haber sorteado la pandemia vendiendo empanadas argentinas.

«Un montón de gente empezó comprarnos desde casa y nos surgieron ofertas locas de abrir un restaurante. Pero no teníamos ni plata ni idea de cómo hacer negocios acá, así que empezamos a averiguar un poco, abrimos la empresa, que se llama De Mi Tierra AS, y en estos últimos tres años pudimos ya abrir dos locales más acá y un restaurante, que lo arrancamos hace menos de dos meses y se llama Sur», cuentan.

Lo «más duro» fue que jamás tuvieron inversores. «Nunca sacamos un préstamo, nada. Hicimos y hacemos todo esto a pulmón, con muchísimo laburo y amor. Siendo honesta, es duro emprender. Pero acá vale la pena«, resume Romina.

A modo de gratitud por las oportunidades que tuvieron en Noruega, el 90% de los empleados de esta pareja son argentinos. Y para los comensales, de todas las nacionalidades, está la impronta argenta: el pan son figacitas de manteca, la empanada de carne es «cortada a cuchillo», y todos los cortes premium son «de origen argentino».

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