“Fue un año de pedir que todo cambie. Con un montón emociones que me atravesaron, pero sigo de pie”, dice Mariela Flores, la mamá de Joaquín Sperani, el chico de 14 años que fue asesinado por su mejor amigo, de la misma edad, el 29 de junio de 2023 en Laboulaye, una pequeña ciudad ubicada a 365 kilómetros de la capital de Córdoba, en el sur provincial.

El agresor fue declarado inimputable y luego de estar alojado unos meses en el Complejo Esperanza, un centro para menores en conflicto con la ley, se reencontró con su familia que, por recomendación de la Justicia, se mudó a otra ciudad.

El 29 de junio de 2023 fue jueves. Esa tarde, Joaquín salió en bicicleta de su casa hacia la escuela, pero cuando llegó al edificio del Instituto Provincial de Enseñanza Media (Ipem) 278 “Malvinas Argentinas”, su mejor amigo lo estaba esperando en la puerta.

Joaquín no ingresó al aula y en los videos de las cámaras de seguridad que hay en esa zona se lo ve caminar junto a su amigo hasta una casa abandonada ubicada a unos 100 metros, en la misma manzana de la escuela.

Joaquín entró, pero nunca salió de esa tapera en la que su mejor amigo lo mató golpeándolo en la cabeza con un hierro.

La noche del jueves 29, los padres del chico comenzaron a buscarlo entre sus familiares y amigos y cuando no encontraron respuesta denunciaron su desaparición.

Dos días después, el domingo 2 de julio, cuando todo el pueblo estaba buscando a Joaquín en la zona de campos que rodea a Laboulaye, una prima del adolescente encontró su cuerpo en el patio de la casa abandonada ubicada en un lote cercano al IPEM Malvinas Argentinas.

Ese mismo día, acorralado por las pruebas que se habían reunido en su contra, su mejor amigo confesó el crimen. “Yo lo maté”, les dijo a los investigadores mientras Martín Sperani y Mariela Flores, los papás de Joaquín, estaban en una oficina contigua en la comisaría del pueblo.

Fue así durante todo este año. Mariela sacó fuerzas de cualquier lugar para hablar sobre su pérdida y sobre la necesidad que cambien las leyes en el país.

“Nos entregaron a nuestro hijo en un cajón y nos tuvimos que arreglar con eso porque el Estado está ausente y los menores no van presos”, expresó y agregó: “Hemos pasado por un montón de emociones, pero acá estamos de pie, tratando de seguir para que algo cambie”.

Mariela y Martín Sperani se reunieron en distintas oportunidades con funcionarios del Gobierno nacional y este viernes afirmaron que están al tanto del ingreso de un proyecto de ley en sintonía con su pedido.

“Nos reunimos con Patricia Bullrich y con asesores del Ministerio de Seguridad. Tuvimos la oportunidad de expresar lo que sentimos como familiares de víctimas y pedimos que haya un cambio en la legislación que ya tiene cuatro décadas”, puntualizó la mujer.

La mamá de Joaquín Sperani sostuvo que miró de frente a los funcionarios judiciales que determinaron la inimputabilidad del adolescente que mató a su hijo.

“La Justicia se lava las manos, nos silencia, no te deja nombrar a los victimarios. Las víctimas nos quedamos sin derecho, es como que el Estado está apañándolos. Hay una falta de derechos para las víctimas”, indicó Mariela Flores.

En cuanto a la vida en Laboulaye desde que sucedió la tragedia, contó que, además de cambiar a los directivos, hay un mayor seguimiento de lo que hacen los chicos.

Este año, el hermano de Joaquín que hoy tiene 13 años quiso volver a la escuela a la que iban los dos. “Como papás tenemos otra dinámica. Mi hijo nos pide que lo acompañemos a la escuela”, expresó Mariela, que asegura que en los pueblos es normal que los chicos vayan solos desde la casa.

“Nunca me imaginé que algo así pasaría. Unas semanas antes del hecho, a este chico lo tuve en mi casa ayudándolo a estudiar”, indicó.

“Planteamos que debe haber excepciones a la ley para que el Estado esté presente en distintos momentos”; aseguró Mariela y acotó: “En casos aberrantes, debe haber una presencia diferente en el que haya un seguimiento del menor (agresor)”.

Por otro lado, la mujer indicó que no hay banderas políticas detrás de su reclamo. “Por qué tenemos que esperar que estos menores vuelvan a matar para que se haga algo”, opinó.

Hasta este viernes en que Clarín se contacto con la familia de Joaquín, no habían decidido qué actividad realizar para recordarlo y para seguir pidiendo justicia. “Estamos desgastados y vulnerables”, aseguró la mamá del adolescente asesinado por su amigo.

El sábado a las 18, la familia ofrecerá una misa en la iglesia de Laboulaye para rezar por Joaquín.