Su historia sobrevoló las fronteras cuando fue rescatado después de haber realizado un aterrizaje de emergencia en una laguna congelada en la alta montaña, donde se refugió toda la noche en medio de un fuerte temporal de nieve y frío extremo.

Ezequiel «Queque» Parodi (42) se autodescribe como bush pilot, es decir, un piloto especializado en volar naves de pequeño tamaño sobre regiones despobladas y deshabitadas. Nació el 21 de noviembre de 1981 en Monte Grande, pero en el 2000 se mudó a Esquel para ayudar a su papá en un negocio de electrónica y también aprovechó para estudiar marketing. No se fue más de la Patagonia: en 2002 se instaló en Villa la Angostura y desde 2013 habita en Trevelin, Chubut.

Se enamoró y dedicó su tiempo al snowboard después de que lo llevaran a cambiar una batería en la cumbre de una montaña y le entregaran una tabla. En 2017 se rompió el sistema de articulación del hombro entrenando en una rampa. Con el final de esta pasión y sin brújula, transitó 4 años buscando un nuevo rumbo hasta que decidió emprender el camino para el cual estaba destinado. Siempre soñó con ser piloto, pero no le alcanzaba el dinero para afrontar el costo de estudiar la carrera aeronáutica.

La posibilidad llegó cuando fue contratado por un centro de investigación. “No había contenido aeronáutico en redes argentinas. Hacer videos era parte de mis hobbies. Además, hice drones comerciales para poder hacer tomas en montañas. Después, me ofrecieron desarrollar un dron para el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación con el objetivo de ayudar en los incendios forestales. Por unos meses, fabriqué varios para equipar al cuerpo de bosques. Invertí las ganancias en mi sueño: fundar una escuela de vuelo. Mi primer avión fue un Cessna 152 MAT LV-0ND”, recapitula, en diálogo con Clarín.

El 4 de octubre de 2018 consiguió su objetivo. Se recibió en Trelew, Chubut, y obtuvo la licencia de piloto privado de avión. Al siguiente día, le entregaron su primer avión. Desde aquel momento, no paró de volar. De hecho, el máximo lapso de tiempo que estuvo sin maniobrar un avión fue de 20 días por el accidente en montaña.

Su fervor por la aviación lo impulsó a desarrollar otras habilidades: adquirió la licencia de piloto comercial de avión en febrero de 2021 y en septiembre del mismo año recibió la de instructor de vuelo. En mayo de 2022 llegó la de piloto aeroaplicador (para sembrar o fumigar los bosques nativos desde el aire) y en octubre de 2023 alcanzó la de jefe de aeródromo público sin servicio de tránsito aéreo.

La vida de Queque está asociada a situaciones de riesgo. El accidente que sufrió el 29 de junio, cuando regresaba de la localidad de Cholila, Chubut, donde realizó un vuelo de carga (entregó antenas de Starlink y palas para mover nieve), fue el peor episodio de toda su carrera.

El avión que manejaba descendió rápidamente hasta tocar la nieve y capotar en la laguna congelada. En la montaña, experimentó un desgaste físico considerable mientras luchaba por sobrevivir. «Estuve a punto de sentir pánico cinco minutos antes de que apareciera el helicóptero. Ya estaba cansado y no tenía resto físico para dar un paso más. Sentí que Dios me probó hasta ese momento”, reflexiona.

El piloto pasó 36 horas a la intemperie. Después de una dura noche, «caminé desde las 6 de la mañana hasta que me rescataron unos pilotos de helicóptero. Llegué agotado y sin sentir partes del cuerpo por el frío. Mucha gente se sumó al rescate y les estoy muy agradecido», había dicho entonces.

La experiencia le brindó mayor margen de seguridad. Aprendió y capitalizó: “Esto que me pasó tiene que servir para que no le suceda lo mismo al que vuela en montaña”, dice. ¿Cuál fue el destino del avión? «Estuvo ocho días en la montaña porque el hielo no se rompió. Con un taladro midieron su espesor, había más de 20 cm, desarmaron la aeronave y la recuperaron con un helicóptero«, responde.

“Creo que lo menos complicado de todo fue haber estado en la montaña porque en ese momento estás en modo supervivencia. Lo más duro fue lo que vino después: realidades burocráticas, opiniones negativas, que son más traumáticas que las de pelear por tu propia vida”, analiza.

Hoy Parodi es propietario de la escuela de vuelo Patagonia Bush Pilots, habilitada por la ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil). La compañía, que es líder en vuelos de aventura, cuenta con su propia flota de cinco aviones de distintos modelos y características.

Queque atesora los vuelos bush como los más emocionantes en la ruta de un piloto. Los descubrió en Alaska, en medio de un viaje que había hecho a Estados Unidos para hacer un curso de recuperación de maniobras anormales. El concepto remite a todas las operaciones aéreas llevadas a cabo en áreas remotas no preparadas para el despegue o aterrizaje de aeronaves.

“Es una propuesta de aviación que no existía en Argentina. Se usa para ayuda humanitaria, como llevar materiales a lugares de difícil acceso o una emergencia sanitaria en medio de la Cordillera. Se distingue del helicóptero por 20 metros de diferencia para aterrizar. Además, el costo operativo en un helicóptero es siete veces mayor”, conversa con este medio.

La localidad de Trevelin y sus parajes están constituidos como “capital nacional de vuelos Bush y vuelos de montaña en la República Argentina”. “Desde hace años, todo lo que hago es intentar hacer crecer esta actividad. Viajé a Buenos Aires para reunirme con la nueva interventora de ANAC y analizar la posibilidad de que los vuelos bush puedan regularizarse. Si bien no están prohibidos, son necesarios parámetros para garantizar mayor seguridad”, señala.

“Tras el accidente de montaña, empecé a delegar roles importantes en otros profesionales porque me di cuenta de que no puedo controlar todo. Cuando volví a subirme a un avión, sentí concentración por de más para tener más espacio ante una emergencia. Con esta situación aprendí que una onda descendente te puede llevar incluso hasta el piso cuando no hay actividad convectiva. Esto es un caso nuevo de estudio”, asegura.

Con el acento puesto en el turismo ecológico y aventura responsable, creó el canal de YouTube “Patagonia Bush Pilots” en el que ofrece una experiencia de bush flying y múltiples tips de seguridad.

Sin esperar nada a cambio, asume los riesgos y costos de los vuelos. En su labor humanitaria, pone a disposición todos los recursos aeronáuticos y personales a la provincia de Chubut para trasladar las donaciones de medicamentos que se distribuyen entre Corcovado, Carrenleufú y Cerro Centinela.

Cuando hay casos de difícil acceso, sin rutas, Defensa Civil me llama para ponerme en conocimiento del hecho. Traslado a quienes toman la dirección del asunto y comunican qué hacer, es decir, desde el aire deciden qué y cómo actuar desde tierra. Una situación que se repite es gente perdida en la montaña”, ilustra.

Vuelos de suministro de carga suele recibir uno por mes y los de emergencia son impredecibles, 24 por 7. “Hemos trasladado tres toneladas de comida en 11 horas de vuelo, con muchas idas y vueltas, al medio de la cordillera. Cuando hay nevadas grandes, sobrevolamos los lugares con Defensa Civil y lanzamos desde el avión frazadas, comida y medicamentos”, describe.

«Volar con buenas condiciones meteorológicas, es como subirte a la alfombra mágica de Aladín. A la gente de mi pueblo con miedo a estar en el aire le regalo vuelos para que descubran que Trevelin es el lugar más aeronáutico del país. Quiero que sea parte de su idiosincrasia”, se enorgullece.

Emma (12) es el fruto del intenso amor que comparte con Fernanda. Se conocieron a los 3, pero volvieron a encontrarse a los 14. “Siempre supe que nos íbamos a casar. Cuando terminó su relación de noviazgo, estuvimos cuatro meses hablando por teléfono y nos pusimos de novios. A los 20, se vino a vivir conmigo a Villa la Angostura y nunca más nos separamos”, relata.

Hoy, Fernanda, administra el complejo de cabañas que tienen en Trevelin y Emma vuela desde los 4 años. “La veo como instructora de escuela, pero ella decidirá”, fantasea.

“Volar es mi vida. Me genera una sensación de libertad absoluta. Me emociona que mis alumnos puedan experimentar cómo es moverse en tres dimensiones. El desafío más grande de mi carrera es que se regularicen los vuelos bush”, sentencia.