SOCIEDAD
Entre el camino correcto, el que se espera y lo que asoma con La Niña
El gobierno de Javier Milei, a través de la Secretaría de Bioeconomía que conduce Fernando Vilella, le dio otro gesto esta semana al sector agropecuario: eliminó la obligación de registrar exportaciones de productos regionales en las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE). Para varias legumbres, arroz, maní, maíz pisingallo, entre otros productos, ya no será un requisito hacer el trámite. Según el Gobierno, con esta decisión se bajó a la mitad la cantidad de productos alcanzados con las DJVE. En el sector lo celebraron.
Lo anterior es otro paso más de muchos que el Gobierno ha dado en su objetivo de simplificar y quitar trabas burocráticas al negocio del sector. La semana anterior, por ejemplo, había eliminado exigencias para los exportadores de granos y otras actividades que se tenían que cumplir para permanecer en el Registro Único de Operadores de la Cadena Agroindustrial (RUCA). Entre las cuestiones que eran absurdas, por ejemplo, se removieron para los exportadores la exigencia de que los interesados en seguir en el registro debían informar detalles de las cuentas bancarias con las que operan, sus movimientos en los últimos seis meses y las líneas de financiamiento otorgadas por entidades.
A todo esto se pueden sumar otras medidas, como haber bajado de cinco a dos las declaraciones obligatorias para los productores agrícolas en el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA). En tanto, vale recordar, desde el inicio se removieron las trabas para exportar carne, trigo y maíz.
Todo lo anterior indica que, en general, el Gobierno está cumpliendo la promesa de facilitarle la vida a los productores. Quedan, no obstante, pendientes, como el fin del impuesto PAIS que encarece las importaciones, y un tema siempre presente en la mente de los productores: el fin de las retenciones.
Después de sucesivos fracasos por ver extinguidos los derechos de exportación, hay un clima de confianza entre los productores de que esto, en algún momento, ocurrirá con este gobierno. El punto flaco es que no hay una fecha cierta o un gesto concreto que, por ejemplo, se podría haber dado con la siembra de trigo en marcha.
Como se dijo, muchos se aferran a la esperanza, quizá la última para seguir en el sistema, sobre todo quienes tienen una pequeña escala. Lo expresó estos días Jorge Esponda, un productor que viene de sembrar 55 hectáreas con trigo en Roldán, Santa Fe. Teniendo en cuenta todas las cuestiones pendientes, y tras calcular que las retenciones, sumado al cepo, se llevaron de su zona entre 12.000 y 15.000 dólares por hectárea, dijo luego que ve una “esperanza”.
Así como el Gobierno viene mostrando que está dispuesto a seguir desregulando, lo que se verá con otras resoluciones que están por venir, también está atendiendo el negocio del sector: en estas horas se conocerá, por ejemplo, la nueva distribución de la cuota Hilton, a días de que se inicie el año comercial 2024/2025.
Hablando de ciclos, los productores están con los ojos en la campaña 2024/2025. ¿Qué dicen las proyecciones al respecto? Muchas cosas, según lo que ocurra con el clima y los precios. De acuerdo con un reporte de la consultora AZ Group, para la zona núcleo “se ve que la alternativa agrícola más rentable en la campaña sería la secuencia trigo/soja. Con los precios que promete el Matba-Rofex y con rendimientos de 45 quintales para el trigo y 26 para la soja de segunda, daría lugar a un resultado de US$846 por hectárea en campo propio y de US$330 en tierras alquiladas”.
“Le sigue el maíz de primera si alcanza un rinde de 105 quintales por hectárea -si la chicharrita lo permite-. Promete 832 dólares por hectárea en campo propio y 317 en alquilado”, señala. Agrega que “la peor performance relativa sería para la soja de primera, que daría un resultado de 613 dólares por hectárea en campo propio y solo 97 dólares en tierra alquilada si se alcanzan 40 quintales por hectárea y se asegura un precio de US$303″.
Sin embargo, también hay que hacer jugar el clima. ¿Qué pasaría con La Niña? Según indicó, si el rendimiento del maíz disminuyera 10%, los resultados en campo propio caerían a US$687 por hectárea y a US$172 por hectárea en campo alquilado. En tanto, con 30% de merma los resultados serían de US$380 y de -US$135 por hectárea, respectivamente.
Sobre la soja estimó que una baja del 10% del rinde por La Niña llevaría a un resultado de -7 dólares en campo arrendado. En tanto, si esa merma fuera de 30% pasaría a -219 dólares por hectárea.
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