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Pensaba ir a la cancha como hincha, pero lo citaron a jugar y pudo conocer a Lionel Messi: “Me ayudó Suárez”

Andrés Rivas logró conocer a Lionel Messi gracias a Luis Suárez. (Foto: IG @andres.rivas9)La foto de Rivas con Luis Suárez que muestra el cambio de camisetas. (Foto: instagram andres.rivas9)

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Poco importó el 0-0 del amistoso que disputó el Inter Miami ante la Selección de El Salvador, porque todas las miradas se las llevó Lionel Messi, que enloqueció al público salvadoreño y también a sus rivales. Entre ellos estaba Andrés Rivas, que se cruzó con Leo dentro de la cancha pero sí lo hizo en el vestuario: logró conocerlo gracias a la ayuda de Luis Suárez.

Leé también: Jugadores de El Salvador fueron al vestuario del Inter Miami para saludar a Messi y se llevaron una sorpresa

“Cuando salió la noticia del partido, no lo creía hasta que se hizo oficial. Yo quería tener una entrada para ver el partido como un hincha más”, comenzó Rivas en un dialogo exclusivo con TN.

Y agregó: “Gracias a las actuaciones en mi club, me convocaron a un microciclo con la Selección y quedé en la nómina final. Los entrenamientos fueron intensos, pero nosotros veíamos el partido como once contra once, ahí somos todos iguales”.

Rivas, futbolista de Santa Tecla club de El Salvador, también contó que estuvo un año jugando en la Reserva de Godoy Cruz de Argentina y fue allí donde más creció su fanatismo por Messi.

La foto de Rivas con Luis Suárez que muestra el cambio de camisetas. (Foto: instagram andres.rivas9)
La foto de Rivas con Luis Suárez que muestra el cambio de camisetas. (Foto: instagram andres.rivas9)

“Cuando terminó el partido, todos fuimos a saludar a los jugadores de Inter. Le pedí a Sergio Busquets y a Jordi Alba que me firmaran la camiseta. Después le dije a Busquets si le dejaba mi camiseta para que me la firmara Messi y me invitó al vestuario”, contó.

Finalmente, reveló cómo hizo para llegar hasta el campeón del mundo: “Yo estaba con otros compañeros y fue nuestro capitán quien le preguntó a Suárez si podía cambiar la camiseta conmigo. Pero hubo un problema: él quería la que ya estaba firmada (se ríe), así salí corriendo a buscar otra para cambiarla”.

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“Le pedí una foto (a Suárez) y le pregunté si me podía tomar una también con Messi. Justo antes de que se fuera, Leo salió, nos regaló una firma y nos tomamos una fotografía. Fuimos unos privilegiados”, relató, profundamente agradecido por esta oportunidad inigualable que le dio el fútbol.

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El lugar de encuentro que le gana a Tinder y donde 2 de cada 10 llegaron a formar familia

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Más allá de las aplicaciones de citas, el lugar de trabajo también puede ser tierra fértil para encender el amor, aunque algunas empresas todavía frunzan el ceño. Es que más de la mitad de los argentinos encuentra a su media naranja dentro de su entorno laboral. Incluso en estos tiempos de relaciones digitales.

Es que, como describe Alexis Alderete, psicólogo y especialista en sexología clínica, la proximidad física, intelectual y emocional que se comparte a diario dentro de un mismo espacio de trabajo, más los intereses y proyectos en común, son factores que «desarrollan y promueven el enamoramiento en el trabajo».

Y el compartir el ámbito laboral es a la vez positivo para los integrantes de la pareja. «Hay un mejor apoyo emocional al enfrentarse a los desafíos laborales. El hecho de tener con quién establecer conversaciones incómodas, sin sentirse juzgado, impacta en la confianza de uno mismo. Estos cambios se notarán en el manejo del estrés», explica.

En la previa de San Valentín, una encuesta con más de 3.300 personas que realizó el portal de empleo Bumeran muestra cómo se dan esas relaciones. Según reflejó, el 53% hizo match en la oficina. ¿Cómo fue correspondido ese romance? El 32% de los encuestados tuvo una relación y el 27% salió algunas veces. Y casi 2 de cada 10 formaron una familia. Otro dato llamativo es que la mayoría la mantuvo en secreto: sólo el 31% lo hizo público y un porcentaje similar apenas lo compartió con algunos colegas.

La historia de Ricardo Bäcker (79) y Sandra Olive (58) pincela muchas de estas cifras. El matrimonio se dedica a la consultoría en recursos humanos, coaching, headhunting (una técnica de reclutamiento) y alineación de equipos de liderazgo. Todo a nivel ejecutivo. Y se conocieron en el ámbito laboral.

En la década del 90, Sandra tenía 20 años cuando empezó a trabajar como emprendedora de profesores de inglés en una consultora internacional de impuestos donde Ricardo era uno de los directivos. Entonces no pasó nada, siguieron sus caminos laborales y cada uno formó su familia. Pero en 2002 se reencontraron en otra consultora, donde Ricardo ahora era el presidente y Sandra, gracias al contacto de una de sus ex alumnas, ofrecía sus servicios de clases de inglés. Y cuando él dejó esta empresa para abrir su propia consultora, le ofreció a Sandra ser parte de su staff.

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Ricardo y Sandra se enamoraron en el trabajo y llevan 20 años juntos. Ricardo y Sandra se enamoraron en el trabajo y llevan 20 años juntos.

El amor llegó mucho más tarde: recién en 2014, 20 años después de haberse conocido y de horas de oficina y cafés compartidos. Tras el conflictivo divorcio del hombre, su compañera de trabajo –que también se había separado– lo vio deprimido y solitario, y lo invitó a cenar con sus tres hijos. “A partir de ese momento, el vínculo se convirtió en personal y evolucionó hasta que empezamos a salir”, confiesan, en diálogo abierto con Clarín.

“Desde que la conocí me pareció una persona extremadamente resolutiva. Me fascinó su garra y profesionalismo. Cuando cambió mi situación personal, comencé a verla como la compañera de vida ideal. Me atemorizaba la diferencia de edad, pero cuando lo hablamos me dijo que nadie tiene comprado el futuro y que lo importante es estar bien hoy. Ya llevamos 10 años juntos”, resume Ricardo.

“Pasábamos mucho tiempo juntos y un día se animó a revelar sus sentimientos. Me dijo que quería intentar una relación conmigo”, relata Sandra. La propuesta no la intimidó: “esto es re jugado. Si me va mal voy a tener que buscar laburo en otro lado, pero voy para adelante”, compartió con su amiga.

Al principio, mantuvieron reserva. Tras algunos meses, una vez seguros de que el vínculo era serio, lo expusieron con sus colegas de oficina. La recepción fue buena, aunque no ajena a ciertas rispideces. “Ahora te van a dar todos los proyectos buenos a vos por ser la pareja de», se escuchaba en algún pasillo. Cuando ella fue ascendida a directora, los otros socios no querían que participara de la “mesa chica”. Murmuraban que “no podía convertirse en una empresa familiar”. Sandra se sintió discriminada.

¿El amor en la oficina puede afectar el desempeño laboral? “No hay una mirada única sobre esta situación. Pero puede provocar efectos sobre nuestra motivación, modos de relacionamiento con el equipo y el entorno y, dependiendo de los roles laborales de los involucrados, algún conflicto de intereses que, probablemente, deba atenderse”, responde Raúl Lacaze, especialista en mercado laboral, ante la consulta de Clarín.

Y Alderete explica que el impacto va a depender de la dinámica que tenga la pareja y de cómo gestionen la relación dentro del ámbito laboral.

Retomando el informe de Bumeran, el 55% afirmó que la relación amorosa tuvo un efecto positivo en su desempeño laboral mientras que el 45% consideró lo contrario. ¿Cómo los afectó positivamente? Para la mayoría mejoró su motivación (44%) y para otros les brindó apoyo emocional (13%) y los ayudó a mejorar su motivación y reducir su estrés laboral (9% en ambos casos).

En contraste, para los que tienen una opinión negativa, el romance afectó su reputación (40%), les hizo sufrir distracciones frecuentes (20%), los expuso a conflictos emocionales (20%) y les dificultó tomar decisiones objetivas (20%).

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Frente a este panorama, Sandra y Ricardo mantienen un equilibrio, pero priorizan la pareja. “No nos ‘matamos’ llevando adelante nuestra empresa, pero opinamos y solemos tener discrepancias. El hecho de estar juntos nos permite dedicar mucho tiempo a pensar. En el desempeño laboral nos potenciamos. Ella tiene vocación por la comunicación, el manejo de redes, una energía renovada y una vinculación con el mundo de las mujeres que trabajan en empresas que complementan mis habilidades. Ella es más intuitiva y yo más analítico”, postula Ricardo.

Y Sandra suma: “otra cuestión que manejamos bien es la visibilidad: Ricardo es generoso, festeja mis triunfos. Él me enseñó esta profesión. Además, estar en pareja con alguien que hace lo mismo que vos te da la posibilidad de compartir otros espacios. Por ejemplo, en la pandemia hicimos juntos una certificación en neurociencias”.

Respecto a la la posición de las organizaciones frente a las relaciones amorosas entre sus integrantes, el 64% de los encuestados señala que no existe una política formal al respecto en su trabajo, pero el 15% indica que estas relaciones directamente están prohibidas. Un 7% menciona la existencia de un protocolo específico y el mismo porcentaje debe informarlo a recursos humanos.

Frente a estos datos, Lacaze analiza: “Generalmente, las grandes empresas y/o corporaciones cuentan con políticas explícitas, tanto para las incorporaciones como para tratar los casos de parejas que se forman durante su desempeño en la organización. Pero, tal vez, no sea tan común su difusión porque pueden ocurrir cambios en su tratamiento o excepciones a considerar”.

Consejos para manejar las relaciones amorosas en el trabajo

Alderete explica la importancia de establecer límites y estrategias para que la relación no termine afectando el desempeño laboral y evitar los temidos chismes. “En las primeras etapas, serán parte de las conversaciones de sus pares. Por ende, deben ser discretos en sus conductas y prudentes en cómo llevan adelante las muestras de cariño para no ser víctimas de alejamientos o de conversaciones que puedan afectarlos”, recomienda.

Si el vínculo es con un jefe, también aconseja que una de las partes cambie de área para que el entorno no perciba que hay un “favoritismo”. En cuanto a la toma de decisiones, sugiere que la intimidad emocional no afecte a la imparcialidad ni efectividad del desempeño del área. Si el líder no sabe diferenciar su responsabilidad, puede esparcir información sensible (como despidos de colegas o el rango salarial).

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Para Lacaze es clave la ubicuidad y el criterio de los involucrados para escapar de la toxicidad. “La organización debe estar atenta y ser empática para brindar alternativas que superen un potencial conflicto de intereses. Y los actores deben tener madurez y sentido común para que su relación no perjudique a la gestión ni al clima laboral del equipo”.

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