SOCIEDAD
Qué pasará con los amparos particulares contra las prepagas tras la orden oficial de bajar las cuotas
La polémica en torno a los aumentos en los cobros de las prepagas suma un nuevo capítulo: el Gobierno oficializó este miércoles la decisión de que las empresas retrotraigan las cuotas a los montos de diciembre y que recalculen su valor ajustándolo por inflación (IPC). La mira oficial se puso judicialmente en 16 pregagas y en Galeno, el Hospital Británico, el Hospital Alemán, Medifé, Swiss Medical, Omint y la Organización de Servicios Directos Empresarios (OSDE). Esta última prepaga -como es el caso del Hospital Italiano- enfrenta un amparo colectivo por los incrementos de cuotas desde principios de año y ahora la pregunta que surge es qué pasará con la acción conjunta frente a esta resolución.
“Tanto el amparo del Italiano como el de OSDE deberían seguir tramitando normalmente por el momento. Ambos amparos cerraron los adherentes, es decir, no se pueden incluir a nuevos. Lo que podría llegar a pasar potencialmente con el de OSDE, a diferencia del Italiano, es que la acción se declare como abstracta por la Cámara Federal de Paraná con relación a cuotas futuras, porque es lo que regula esta resolución, pero no todo el amparo. El amparo tiene dos pilares: la refacturación de las cuotas, pero también los amparistas lo que han solicitado son las devoluciones de lo que se pagó de más”, explican a Clarín abogados especialistas en el tema.
La decisión del Gobierno se conoció a través del portavoz Manuel Adorni, quien precisó que “por disposición del Ministerio de Economía un grupo de empresas de medicina privada, que representa casi el 75% de los afiliados van a retrotraer el valor de sus cuotas a diciembre de 2023, ajustada por IPC a partir de allí”. El vocero explicó que las empresas deberán aplicar como máximo el índice IPC por los próximos seis meses.
Ante esto, todavía hay que ver si las prepagas pueden llegar a iniciar un amparo contra la nueva resolución. Según expresan los especialistas, podrían argumentar una vulneración de derechos adquiridos, ya que primero fueron autorizados para controlar sus precios y esta disposición significaría cambiarlo: “Esto puede llegar a tratarse en la Corte Suprema, porque una u otra parte termina apelando y yendo a última instancia”.
Lo que no está claro con esta resolución administrativa es qué pasará con lo ya facturado por encima de la inflación por algunas empresas de salud privada durante estos meses previos.
“Lo que va a quedar ahí, que seguramente va a tener que continuar o se presentarán nuevas acciones, es la forma en que a los afiliados les van a tener que devolver el dinero o les harán las reimputaciones de lo que pagaron desde enero hasta la fecha en futuras cuotas. Creo que cuando quede claro la forma en que se les va a imputar la devolución a los afiliados, no va a haber más amparos”, señalan desde el Estudio Jurídico consultado.
Como explicó Clarín recientemente, los afiliados de OSDE vienen luchando desde hace meses bajo una acción colectiva que llegó a recibir una sentencia del Juzgado Federal de Concepción del Uruguay 2 a favor de la medida cautelar para aquellos demandantes, estableciendo que había que retrotraerse al sistema anterior al decreto 70/23, es decir, cobrar cuotas al valor de diciembre.
“Los afiliados presentaron algunas notas como para decir que a partir de esta cautelar, y a partir de que están notificados de la cautelar, refacturen. Sin embargo, al día de hoy, en ningún caso de los adherentes que tenemos en Concepción del Uruguay, OSDE cumplió con la sentencia. El juez nunca sacó una resolución cuando los abogados le denunciamos los incumplimientos. Ahora, esta resolución administrativa aplica a todos los afiliados de OSDE, hayan o no realizado un amparo”, detallan al respecto.
No es el mismo caso el del Hospital Italiano, prepaga que no está dentro de las mencionadas por el comunicado del Gobierno: “Ellos siguen con el amparo, y los afiliados que no lo hayan hecho van a tener que ir por un amparo individual. Están más desprotegidos. Esta resolución beneficia a algunos afiliados, no a todos. El Italiano, Accord Salud, son tres o cuatro que no están contempladas. Se consideraría que estas prepagas pueden continuar con sus aumentos como lo venían haciendo. Y en el caso del Hospital Italiano hubo ciertos adherentes que le han aumentado cerca del 150%”.
Agregan que la actualización tendría que haberse hecho tomando el aumento del haber jubilatorio. Porque para el jubilado que cobra el haber mínimo -que, además, es el que más demandas de amparo hace, tanto individuales como colectivas- es imposible pagar la cuota si no tiene algún familiar que lo haga por él.
“Hay dos fallos de amparos individuales contra Medicus y Swiss Medical que resultaron muy beneficiosos al respecto. El Juzgado Comercial Nº 8 ajustó las cuotas al incremento de los haberes jubilatorios. Eso protege al afiliado, al jubilado, ante los aumentos que no podría afrontar de ninguna forma”, concluyen.
SOCIEDAD
En el corazón del Barrio Chino: el imponente restaurante cantonés con una particular forma de atender a los clientes
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En medio del multitudinario Barrio Chino porteño, Royal Mansion no pasa desapercibido. A diferencia de otros restaurantes populares de la zona, que apuestan a una escenografía arquetípica (dragones, lámparas de papel, guirnaldas), este local esquiva el lugar común y ofrece un esplendoroso salón de glamour aristocrático. Sillones capitoné, elegantes sillas tapizadas, boxes que suman intimidad, un primer piso apartado, grandes lámparas con formas de mandalas, colores dorados y rojos por doquier. De dueños cantoneses, la especialidad de la casa es el llamado dim sum, un concepto que engloba platos compuestos de pequeños bocados, que en China suelen comerse al comienzo del día.
“La tradición es comer dim sum en el desayuno o en el almuerzo, pero cada vez hay más restaurantes, incluso en China, que los ofrecen hasta bien entrada la noche”, cuenta J., uno de los tres socios del restaurante que curiosamente prefiere no revelar su nombre y apellido, y tampoco quiere sacarse fotos para la entrevista. “Lo que importa es el lugar, no nosotros”, se disculpa repetidamente, de manera educada y con timidez oriental.
La amplia carta, con más de 100 opciones, arranca con dumplings de todo tipo y color, incluyendo ravioles chinos a la plancha, al vapor o fritos, además de esponjosos panes rellenos de cerdo y crujientes empanaditas de camarones. Hay pato laqueado y garras de pollo braseadas; fideos de arroz anchos y patitas de cerdo; arroz glutinoso y pescado entero; costillitas fritas y tofu picante; tripas crocantes y calamares salteados. Siendo una gastronomía de Cantón, la mayoría de los platos no son picantes, aunque hay excepciones para los que aman el ardor del ají.
Entrar a Royal Mansion es como sumergirse en un mundo onírico, delicioso, donde se une la tradición con la modernidad. Para sorpresa del visitante, un robot con cara de gato aparece entre las mesas llevando la comida mientras se exhiben antiguas vaporeras de bambú, humeantes teteras doradas y vasija importada por ellos mismos desde China.
–¿Como se les ocurrió abrir Royal Mansion?
–Somos tres socios que venimos de la gastronomía. En mi caso, nací en Cantón y llegué a la Argentina en 1993. A los pocos días, todavía sin saber el idioma, me contrataron de mozo en un tenedor libre chino, un formato de restaurante que por ese entonces estaba de moda. En China yo era profesor de Lengua, así que mi primera experiencia en gastronomía fue acá en la Argentina. Luego tuve mi propio tenedor libre. Poco antes de la pandemia, nos dimos cuenta, con mis socios, de que faltaban en Buenos Aires propuestas de cocina china más real, que fueran más parecidas a lo que se come en Cantón. Nos contactamos con cinco cocineros en China, que trabajaban en un hotel con dim sum, y los convencimos de venir. Abrimos Royal Mansion a principios de enero de 2020; enseguida tuvimos que cerrar todo un año por culpa del Covid-19.
–Ya con estos años de experiencia, ¿qué descubrieron? ¿El comensal argentino estaba preparado para una cocina china más real?
–Algunos sí, pero la mayoría no. Antes de abrir, yo viajé por Perú, Estados Unidos y Canadá, donde hay gente mucho más acostumbrada a la verdadera cocina china. Es verdad que en esos países la inmigración es más antigua, pero cuando vas a un restaurante allá, ves todo tipo de público comiendo con palitos, animándose a probar cosas que no conocen. Acá estamos recién arrancando.
–¿Cuál es el plato que más piden los argentinos?
–Nosotros hoy tenemos dos cartas, una más tradicional, que es la que piden nuestros paisanos, y otra más corta, con esos platos que más se ven en este barrio: chau mien, chop suey, chau fan, arrolladitos primavera, pollo con almendras, ese tipo de sabores. Muchos de los argentinos piden casi todo de esa segunda carta, y solo algún plato de la primera. Aunque por suerte, cada vez son más los que se animan y vienen especialmente para probar los otros platos, los que son más chinos.
–¿Y qué es lo que menos les gusta a los argentinos?
–Las garras de pollo con salsa de porotos negros fermentados. En parte fue nuestra culpa: cuando hicimos la primera traducción de ese plato, nos confundimos, y en la carta pusimos pata de pollo. Entonces muchos lo pedían y, luego, cuando veían que eran las garras, lo devolvían. Por eso tenemos un menú con fotos, para que los argentinos puedan ver qué es cada cosa. Y cuando alguien pide algo que nos parece que no le va a gustar, los mozos le advierten. Por ejemplo, las patitas de cerdo con vinagre dulce o el tendón de res con masa glutinosa. Son platos muy distintos a los que se suele comer acá. Igual, para mí, está bueno animarse. Cuando yo llegué a la Argentina, probaba de todo, incluso cosas que nunca había comido antes, como la pizza.
–¿Y hubo algo que no te haya gustado para nada?
–Me siguen costando los dulces. Acá comen postres demasiado dulces, mucho más que en China. Por eso, cuando tenemos un cumpleaños, le compramos la torta a algún paisano, porque las de las panaderías de acá nos empalagan.
–Ustedes tienen un robot como camarero. ¿De dónde salió esa idea?
–Lo vimos afuera y nos pareció divertido, así que lo importamos de China. Es un robot que va por las mesas llevando los platos. Más que nada lo usan los propios mozos, como una ayuda, cuando tienen que llevar varios platos al mismo tiempo. Tiene cara y orejas de gatito y cuando los chicos lo tocan, les pide con su voz de gatito que no lo hagan.
–¿Hay diferencias en el modo de pedir la comida entre chinos y argentinos?
–Sí, los argentinos quieren primero la entrada, luego el plato principal, y finalmente el postre. Mis paisanos en cambio saben que los platos van saliendo de la cocina, algunos más rápido, otros tardan más, pero sin un orden especial. Y piden varias cosas a la vez, porque todo se comparte al medio de la mesa.
–Si tuvieras que recomendar un menú para cuatro argentinos, ¿qué les dirías?
–Empezaría con dim sum: unos panes al horno rellenos de cerdo a la barbacoa, unos ravioles al vapor con camarones, otros ravioles de cerdo, luego un rollo de arroz con camarones, algunas verduras chinas salteadas, también las chauchas con cerdo picado y cebada, y por último, unos fideos de arroz anchos al wok. De postre, la tarta de huevos crocante.
–¿Tenés más clientes de la colectividad china o argentinos?
–Depende del día. En feriados y fines de semana vienen muchos chinos, porque son los días que ellos no trabajan. Pero, en general, el 60% y 70% de los clientes son argentinos. Y también vienen muchos turistas chinos, incluso varios que vienen de lugares como Estados Unidos, y que cuando llegan nos dicen que nuestra comida china es más rica que la que consiguen en los países donde viven. Lo que pasa es que en los Estados Unidos ya muchos restaurantes no ofrecen comida que se hace in situ, sino que les compran a fábricas y solo calientan los platos.
–¿Qué papel tiene un restaurante como el tuyo en la Argentina?
–Creo que la gastronomía es una herramienta importante para darnos a conocer, para llevarnos bien. Venís de noche, comés un buen plato, tomás un rico vino… No hay nada mejor para fortalecer las relaciones entre chinos y argentinos.
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