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El separatista Carles Puigdemont anunció que volverá a ser candidato para presidir Cataluña en las elecciones de mayo

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Carles Puigdemont, el catalán que fue presidente regional de su tierra durante 21 meses y huyó de España tras declarar la independencia de Cataluña en 2017, anunció este jueves que volverá a ser candidato para las elecciones catalanas del 12 de mayo.

“Es el momento de estar aquí. Que quede claro que ésta es mi prioridad: culminar con éxito el proceso de independencia que iniciamos en octubre de 2017”, dijo Puigdemont.

Lo hizo desde Elna, la localidad a 30 kilómetros de la frontera con España y donde el independentismo acopió las urnas que se utilizaron para el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre de 2017 que el Tribunal Constitucional declaró ilegal.

“No soy conformista. No me gusta resignarme. No busco qué es lo más cómodo a nivel personal -agregó-. Ahora que se abre la oportunidad de hacer posible la restitución de esa presidencia injustamente, ilícitamente destituida, no renegaré de esta responsabilidad.”

Hubo aplausos y coros que coros que lo vivaban: “¡Presidente! ¡Presidente!”.

“Me habéis estropeado la sorpresa”, bromeó Puigdemont, antes de confirmar lo que vino a anunciar: “Por esto he decidido presentarme a las próximas elecciones al Parlament de Cataluña”.

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Considerado hasta hoy un prófugo de la Justicia española, Puidgemont será el primer beneficiado por la ley de amnistía que enfrenta al Congreso de los Diputados y al Senado.

Fue parte del acuerdo que el partido de Puigdemont, Junts per Catalunya, firmó con el PSOE de Pedro Sánchez para apoyar la reelección del actual presidente y, a pesar de que ya fue aprobada por los diputados, el Senado está haciendo todo lo posible por frenarla.

De todos modos, los senadores -entre los que el Partido Popular, la principal fuerza de la oposición, tiene mayoría absoluta- sólo podrán demorar la aprobación definitiva de la ley de amnistía que, según los plazos legales, podría entrar en vigencia a mediados de mayo.

El acuerdo de Bruselas

Según sus propias palabras, Puigdemont aspira a la “restitución a la presidencia de la Generalitat para retomar el camino que la represión y la división bloquearon”.

Carles Puigdemont tras anunciar su candidatura. Foto ReutersCarles Puigdemont tras anunciar su candidatura. Foto Reuters

Se refirió así a la intervención del gobierno nacional que cayó sobre Cataluña en 2017 y por la cual fue destituido su gobierno y disuelto el Parlamento.

Desde Francia, el catalán, de 61 años, advirtió: “Ellos saben que no hemos renunciado a nada y que no lo haremos. Y que mantenemos la legitimidad y la legalidad tanto del referéndum como de la votación de independencia. Lo hemos escrito en el acuerdo que firmamos -subrayó-. Que nadie se engañe. Nosotros somos estos”.

Ironizó, además, sobre el pacto con el PSOE consensuado fuera de España que le permitió a Pedro Sánchez renovar su mandato en La Moncloa: “El acuerdo de Bruselas fue el que lo hizo presidente del gobierno español, ¿le dice algo a la gente? El acuerdo de Bruselas fija el marco”, aseguró.

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¿Volverá a España para hacer campaña?

Del debut de la aplicación de la ley depende el regreso al pago de Puigdemont. Aunque su abogado, el penalista chileno Gonzalo Boye, no descartó que el ex presidente catalán vuelva a España a hacer campaña y hasta que sea detenido.

Si se produjera, esa encarcelación sería más cinematográfica que verdadera ya la ley de amnistía, una vez vigente, evaporará los cargos y denuncias que puedan pesar sobre Puigdemont.

Hasta el anuncio del adelanto electoral catalán que el actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, anticipó la semana pasada -cuando no logró el apoyo del Parlamento local para aprobar los presupuestos para 2024-, Carles Puigdemont, hoy eurodiputado, se perfilaba como cabeza de lista de Junts en las elecciones al Parlamento Europeo de junio.

Abandonar esta idea y declararse candidato a presidente de Cataluña significaría, además, perder la inmunidad jurídica que lo protegió hasta ahora como europarlamentario, beneficio con el que fue maniobrando cada vez que se lo quitaron y logró esquivar la extradición a España.

“Han fracasado los intentos de extradición en todas las jurisdicciones en las que lo han intentado”, recordó Puigdemont este jueves.

“Fuimos al exilio por las mismas razones por la que deberemos volver”, había dicho el ex presidente apenas supo que habría elecciones anticipadas en Cataluña.

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Unión de las fuerzas independentistas

“Con el calendario que propone el presidente Pere Aragonès, es evidente que podré estar presente en el debate de investidura y me haría mucha ilusión”, expresó desde su auto-exilio en Bélgica.

No es la primera vez que Puigdemont se postula desde el ostracismo como un candidato fantasma. En diciembre de 2017, en las elecciones convocadas por la intervención del gobierno nacional de Mariano Rajoy, Puigdemont no ganó pero logró reunir la mayoría necesaria para ser investido presidente. Lo intentó de mil formas a distancia, pero fracasó: la toma de posesión del gobierno debe ser presencial.

Un día antes de que Puigdemont anunciara su candidatura, el actual presidente catalán, Pere Aragonès, evitó opinar sobre su rival electoral: “Todo el mundo deber ser libre de presentarse”, dijo Aragonès durante un desayuno organizado por la agencia Europa Press.

Puigdemont reconoció el desánimo y la pérdida de confianza de parte de la sociedad catalana: “Dejamos el trabajo a medias y en todos estos años no hemos sabido corregir la desunión y el enfrentamiento interno. Y eso ha conducido a la fragmentación y la desconfianza”, admitió e invitó a Esquerra a una unión del independentismo.

“Estoy aquí para terminar el trabajo -prometió Puigdemont-. Ningún día hemos dejado de trabajar para encontrar la manera”.



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Donald Trump tendrá ahora más amigos en los gobiernos Europa: quiénes son

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El primer Donald Trump apenas tenía amigos en Europa. Más allá del húngaro Viktor Orban, sólo podía contar con partidos en la oposición y que normalmente tenían vetado el acceso al poder incluso en coaliciones porque la derecha tradicional respetaba un cordón sanitario que los dejaba fuera.

Cuando el magnate viajó a Bruselas no era un apestado porque era el presidente estadounidense, pero la incomodad de prácticamente todos los líderes europeos era evidente. “Europa construye puentes, no muros”, escribía en Twitter por entonces Manfred Weber, líder de los conservadores del Partido Popular Europeo, en referencia al muro que Donald Trump empezó a construir en la frontera con México.

Aquella Europa murió. Todavía no construye muros, le basta con vallas, pero Weber ahora pide más vallas y que las pague la Unión Europea.

La próxima vez que Trump aparezca por el “agujero del infierno”, como llamó hace años a Bruselas, encontrará otro escenario. Cada vez son más los dirigentes europeos que aplauden al magnate estadounidense y sus eurodiputados, que antes no contaban para nada, son ahora la tercera fuerza del Parlamento Europeo. Un repaso al mapa europeo muestra un escenario mucho más trumpista que hace ocho años porque la Europa actual es la más conservadora desde 1945.

Donald Trump recibió al primer ministro húngaro Viktor Orban en la Casa Blanca cuando era presidente, en 2019. Foto: AP

Trump puede contar con la Italia de Giorgia Meloni, que se vanagloriaba el jueves de haber sido la primera dirigente europea en mantener una conversación telefónica con el futuro presidente estadounidense. Meloni, líder de la formación postfascista ‘Hermanos de Italia’, tuvo que girar hacia un europeísmo impostado y tuvo que aceptar la OTAN porque en Italia hay incluso bases militares estadounidenses, pero la victoria de Trump le permitirá volver a sus esencias y chocar de nuevo con Bruselas.

Además de Meloni, el futuro presidente de Estados Unidos podrá contar con más jefes de gobierno, todos sentados en el Consejo Europeo, órgano que reúne a los dirigentes de los 27 Estados miembros de la Unión Europea.

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Tiene al húngaro Viktor Orban, el veterano de las cumbres, tiene al eslovaco Robert Fico y pronto podría tener al checo Andrej Babis y esloveno Janez Jansa. Pero más allá de los primeros ministros en ejercicio, Trump puede contar con muchos más apoyos.

Los gobiernos sueco y finlandés, de partidos de centro derecha, sólo se sostienen gracias a partidos de ultraderecha que le prestan apoyo parlamentario y que apoyan abiertamente a Trump.

Como el holandés, donde la extrema derecha de Geert Wilders domina la coalición de Gobierno, aunque su líder se haya quedado fuera. Además, a medio mandato de Trump, en la primavera de 2027, podría caer de su lado una pieza de caza mayor si el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen, antiguo Frente Nacional, consigue de una vez auparla a la presidencia de la República francesa, como Bruselas teme cada vez más.

El líder de extrema derecha de los Países Bajos, Geert Wilders, otro posible aliado de Donald Trump. Foto: EFEEl líder de extrema derecha de los Países Bajos, Geert Wilders, otro posible aliado de Donald Trump. Foto: EFE

Los ultras tendrían ya entonces minoría suficiente para bloquear cualquier decisión en el Consejo Europeo, porque todas las decisiones importantes se toman o por unanimidad o por mayoría cualificada.

Un nuevo escenario

De alguna forma nace un nuevo atlantismo. El tradicional, el que dio seguridad a Europa durante más de siete décadas, murió con la elección de Trump porque ahora tiene apoyos en Europa.

Los nacionalistas, los nativistas, los partidos defensores de políticas identitarias empiezan a tener tanto peso como los que defienden las democracias liberales y los mercados abiertos. Partidos de extrema derecha como VOX en España aplauden la victoria de un presidente que impuso y probablemente impondrá aranceles a productos de exportación europeos tan significativos como el champagne francés, el aceite de oliva español o los autos alemanes.

Trump y sus socios europeos son contrarios a buena parte de las estructuras que soportan las democracias: desde los contrapesos de los Estados de derecho hasta la independencia de la Justicia y de la prensa hasta tener una sociedad civil crítica y libre.

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La ultraderecha europea fue siempre antiestadounidense porque Estados Unidos defendía los principios que ellos detestan. Pero con Trump, esa ultraderecha que es además prorrusa será también favorable a las políticas de Estados Unidos.

Esta nueva relación de fuerzas en Europa hace además que Bruselas tenga menos respaldo cuando le toque enfrentarse a Washington. Durante el primer mandato de Trump, la Comisión Europea respondía a cada arancel con otro arancel. Bruselas, decía, no buscaba la bronca, pero si Trump avanzaba desde la ‘capital europea’ se respondía. Con varios gobiernos alineados con Trump esa posición de fuerza va a ser mucho más difícil de mantener.

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