En el frutero de una mesada, en la bolsa de residuos, en los restos de comida y hasta en la abertura de una botella de vino o de cerveza: se ha vuelto muy común encontrar a la “mosca de la fruta” en cualquier rincón de la casa. Esa es la forma popular de llamarla, aunque su nombre científico es Drosophila melanogaster. Si bien estas mosquitas siempre estuvieron en el ambiente, la pandemia y el encierro crearon entornos con condiciones ideales para su ciclo biológico, y de este modo marcaron una bisagra en su proliferación.

Aunque este tipo de mosca —que también se conoce como “mosca del vinagre”— está lejos de encender las alarmas que enciende el mosquito Aedes aegypti (transmisor del dengue), eso no impide que sea completamente molesta en la diaria de un hogar, o de una oficina.

Atraída por el olor, sobrevuela todos aquellos alimentos no refrigerados, maduros, en proceso de fermentación o descomposición. La poca higiene propicia un ciclo que, una vez que inicia, se hace difícil de frenar.

“Cuando nos referimos a este mosquito, hablamos de un artrópodo, insecto díptero ciclorrafo. Esto realmente en los hogares no existía porque antes estábamos poco tiempo dentro de las casas y había más ventilación. Con la pandemia que vivimos, eso cambió. La gente empezó a notarlas en la cocina y también en los baños”, explica Hugo Pizzi, médico infectólogo y experto en enfermedades tropicales, en diálogo con Clarín.

Pizzi señala que este tipo de mosca —que llega a medir 2 o 3 milímetros y posee ojos rojos— se instaló porque “estábamos siempre encerrados y no se sacaba mucho la basura”. Es decir, una cuestión que va directo a los hábitos de higiene.

“Y esta busca cualquier elemento con fermentación, desde una fruta, restos de comida, restos de cáscara de una fruta, la abertura de botella con restos de cerveza o vino. Todo lo que fermente es ideal para el mosquito. Puede ser que en verano existan un poco más, porque el proceso putrefactivo es más rápido, pero no es un factor determinante”, añade el experto.

La duración del ciclo biológico —que puede ir de unos 25 a 30 días— consiste en cuatro fases:

• Huevo: tiene entre 12 y 24 horas para eclosionar. La hembra fecundada inserta su ovipositor en el fruto y deposita entre 400 y 500 huevos.

• Larva: pasa por tres estadios en aproximadamente cuatro días. Siempre se alimenta de la pulpa de la fruta o de los alimentos fermentados mientras está en su proceso.

• Pupa: realiza su metamorfosis en aproximadamente cuatro días.

En general, el hogar con falta de higiene, el agua y el ambiente adecuado brindan una tríada biológica perfecta para que la mosca de la fruta esté siempre. Por eso, cuando se habla de ellas se hace referencia a que son, sobre todo, una molestia doméstica que cuesta erradicar.

Pero esta mosca no es considerada una plaga, y nada tiene que ver con las denominadas Ceratitis capitata (Mosca del Mediterráneo) y Anastrepha fraterculus (Mosca Sudamericana), que sí están concebidas bajo esa categoría y que se vinculan con la producción frutihortícola de la Argentina debido a los daños que produce en la fruta.

“Biológicamente no ocasionan grandes problemas. No transmiten enfermedades, aunque sí pueden ser vectores mecánicos. Como siempre buscan lugares fermentativos, o lugares en descomposición, puede que en sus patas lleven de un lugar a otro alguna bacteria”, remarca Pizzi.

Tal vez el repelente casero más común para combatirlas sea el que combina agua, azúcar morena, jabón líquido y vinagre de manzana. Para armar este repelente natural se deben mezclar bien los cuatro ingredientes, colocar esa preparación en los lugares de la cocina donde se crea que pueden acumularse moscas, y dejar que actúe al menos 24 horas.

Más allá de esa medida, o que incluso se utilicen los repelentes que están disponibles para otros tipos de mosquitos, Pizzi aclara: “El error de la gente es que no se enfoca en la limpieza absoluta, lo quiere liquidar como liquida a los demás mosquitos, y eso solo mata al adulto, pero no rompe el ciclo biológico. Los huevos siguen eclosionando”.

La mejor recomendación, entonces, es la de mantener hábitos de limpieza. Pero mejorar esos hábitos puede acompañarse con la eliminación de todas las fuentes de atracción de los insectos (potenciales zonas para colocar los huevos).

• Comer la comida madura y congelar frutas y verduras que no se quieran desperdiciar (esto para evitar los daños evidentes provocados por las moscas).

• Vaciar y cambiar los tazones de comida de las mascotas.

• Poner tela metálica de buena calidad sobre las ventanas y puertas para impedir la entrada de las moscas adultas desde afuera.

• Dejar bien cerrados envases de productos que fermenten como el vino o la cerveza.

• Limpiar y desinfectar de forma habitual los trituradores de basura, fregaderos y también los cestos de basura.