Juan Fernando Quintero fue monumental en el Cilindro. La noche de Avellaneda erigió la estatua del colombiano, que tuvo el mejor partido en Racing desde su llegada. Y claro, era un partido para que se luciera, para que sea aquel Quintero que había hecho historia en River, pero que era tan solo un recuerdo muy lejano del pasado. El camino a la gloria no fue fácil, pero Juanfer presentía que su paso por el Cilindro tenía un porqué, un motivo de ser. Ese motivo es ser campeón de la Sudamericana, algo que le había prometido a Gustavo Costas a mitad de año, cuando se rumoreaba que su futuro podría estar en Qatar.

Y ante Corinthians confirmó que ese objetivo sigue latente y es su gran motor. Cuando Racing la pasaba mal y perdía ante los de Ramón Díaz, que pudieron haber liquidado el duelo en los pies de Rodrigo Garro que enfrentó cara a cara a Gabriel Arias, que enmendó su error del 0-1 y salvó a los de Costas, Juanfer apareció en todo su esplendor.

Cuando las papas quemaban, el enganche se hizo cargo. El colombiano agarró la pelota y pateó el penal como si la clase que tiene la hubiese dejado en la mesita de luz. Fuerte al medio, así remató el colombiano para darle el empate a Racing. Tres minutos después, el cafetero durmió a toda la defensa del Timao para enfrentar a Hugo Souza y poner el 2-1 definitivo en a los 39 minutos del primer tiempo.

Y como nunca antes desde su llegada, Juanfer se hizo cargo de Racing, que tambaleó por algunos momentos, pero encontró en él un sostén, un tipo que le daba calma en medio de la vorágine en la que suele entrar el Racing de Gustavos Costas que, a veces, le cuesta entender que replegarse es la mejor opción.

La salida de Quintero fue una devolución a la medida de lo hecho por el colombiano en la noche: aplausos, ovación y reconocimiento. Si la victoria y el pase a la final tienen un nombre, es Juan Fernando Quintero.

Y el triunfo no solo es un manto de alegría para los hinchas, porque para el propio enganche es una bendición en un año muy difícil en el que su familia atravesó problemas puertas adentro que lo obligaron a viajar de urgencia a Colombia en un par de ocasiones. “No hay palabras para explicarlo. Fue un año muy difícil. Le quiero dedicar este triunfo a mi familia porque sufrimos mucho. Lamentablemente, no pueden estar, pero acá estamos. Soy un privilegiado del club por tener estos momentos”, dijo Juanfer entre lágrimas. En el Cilindro, Juan Fernando Quintero, jugó e hizo jugar para que Racing vuelva a una final internacional luego de 32 años de sequía.