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Bournemouth derrotó 2-1 a Manchester City por la Premier League

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Bajo el paraguas de la pizarra de Andoni Iraola, de nuevo exitosa ante un grande, el Bournemouth acabó con la racha de 32 partidos sin perder en la Premier League del Manchester City, derrotado 2-1 con una lección táctica del técnico español y con los tantos de Antoine Semenyo y Evanilson, suficientes para certificar un insistente dominio que durante setenta minutos provocó la pérdida del liderato del cuadro ‘citizen’.

Otra vez Iraola volvió a exhibirse ante un miembro del ‘Big Six’ y frente a otro técnico español. Ya triunfó hace dos jornadas ante el Arsenal de Mikel Arteta (2-0), a quien propinó la misma medicina que al Manchester City: presión asfixiante arriba, líneas adelantadas, atrevimiento a raudales y cero especulaciones: su Bournemouth, siempre mira hacia delante y más en un escenario, el Vitality Stadium, que se ha convertido en un feudo terriblemente complicado para cualquier equipo.

Y da igual el nivel del rival, porque en ese estadio los grandes también sufren. Lo demostró el Arsenal, derrotado hace apenas dos jornadas como aviso para los hombres de Pep Guardiola, a quienes les esperaba un hueso duro de roer para mantener su hegemonía en lo más alto de la clasificación.

La caída de cuadro ‘gunner’ en su visita al Newcastle (1-0) también era un aliciente de primer nivel para el Manchester City, que podía colocarse a siete puntos de distancia de uno de sus posibles máximos rivales por el título. Pero enfrente, el Bournemouth, era mucho Bournemouth con Andoni Iraola y su pizarra como punta de lanza para asestar otro golpe en la Premier League.

Su equipo empezó como casi siempre, sin ningún tipo de complejo y menos ante uno de los clubes del llamado ‘Big Six’. Sin miedo alguno, desde el pitido inicial se lanzó a por el City con una presión asfixiante con las líneas muy adelantadas. La apuesta era arriesgada, pero surtió su efecto desde muy pronto, cuando marcó territorio con una doble ocasión de Semenyo y Kulivert que desbarató Ederson con una doble parada que frenó al Bournemouth.

El brasileño se encargó de sostener a sus compañeros durante casi todo el partido. Sólo cedió en una ocasión, a los diez minutos, cuando Milos Kerkez se deshizo de Phil Foden por el costado izquierdo y llegó hasta la línea de fondo para colocar la pelota en el punto de penalti. Por allí apareció Semenyo, que a la media vuelta abrió el marcador para el Bournemouth.

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El equipo de Iraola navegaba cómodo por el césped del Vitality Stadium y con el acierto de Semenyo vio reforzada su idea. Mientras, el Manchester City vivía atascado por una espesura desesperante para Guardiola, que desde el banquillo veía como sus hombres insistían por el centro, con Ilkay Gündogan carente de profundidad y muy desaparecido, igual que Bernardo Silva, Foden y Mateus Nunes.

Y es que Guardiola, sin Sávio Moreira y sin Jérémy Doku, ambos en el banquillo, perdió poder por las bandas y se ahogó en sus constantes intentos de penetrar por el centro mientras el Bournemouth disfrutaba de la situación con una calma solo rota por un disparo de Erling Haaland desde dentro del área que al filo del descanso se marchó cerca del poste de la portería defendida por Mark Travers.

Fue la única ocasión del Manchester City, que inició la segunda parte como la primera, absolutamente condenado ante la presión del Bournemouth y con otra vida extra gracias a otra parada de Ederson ante Evanilson después de una internada de Semenyo. El guardameta brasileño estaba empeñado en sostener a sus compañeros, que aprovecharon las intervenciones del único jugador enchufado de los ‘citizens’.

Y salvo un arranque de Foden, que falló en un disparo desde del punto de penalti, el City pareció tirar la toalla definitivamente cuando restaba media hora para el final; y el agitador fue otra vez Kerkez, que sumó otra asistencia tras otra internada por el costado izquierdo que acabó con un centro al corazón rematado a la red por Evanilson.

El 2-0 mostró la plenitud del Bournemouth. Kerkez era un puñal, Semenyo un incordio constante, Evanilson un obrero rematador, Christie un figura todoterreno… Era una orquesta perfectamente afinada con ganas de sangre y sin opciones para la especulación. No cedió terreno, no se echó atrás y fue a por un mayor premio que estuvo a punto de lograrlo con un fantástico disparo de Marcus Tavernier que golpeó en el palo y cuyo rechace, a portería vacía, mandó a la grada Adam Smith.

Con veinte minutos por delante, el City, desesperado, por fin reaccionó y arrinconó al Bournemouth, que sintió el verdadero agobio de un equipo herido tras un cabezazo de Josko Gvardiol que recortó distancias para los hombres de Guardiola a falta de ocho minutos para el final. Con el tiempo añadido y con Doku en el césped, Haaland pudo empatar sobre la bocina con un doble intento que primero salvó Travers gracias a un paradón de fonambulista y que después, de forma inexplicable, en el rechace y a bocajarro, estrelló contra el palo.

La oportunidad del noruego fue el canto del cisne para el City, que por lo menos murió en la orilla del empate. Pero, a los puntos, durante el resto del partido, ganó el Bournemouth para sumar tres puntos merecidísimos cimentados en la figura de Iraola, el auténtico artífice de la derrota del City, la primera de su historia en la Premier League ante el equipo del sur de Inglaterra. Y es que, el líder, con la victoria del Liverpool, ya no es líder. Cayó a la segunda posición por culpa de un equipo capaz de agitar la consistencia de cualquier rival.

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Milan venció 3-1 a Real Madrid en el Santiago Bernabéu, por la fecha 4 de la Champions League

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Real Madrid está en crisis. Todos los malos síntomas de una temporada sin fútbol se confirmaron con su segunda derrota consecutiva en el Santiago Bernabéu. Goleado por el Barcelona en el clásico liguero y con una debilidad alarmante cuando se esperaba la reacción en Europa, ante un Milan que explotó las carencias defensivas de un equipo bloqueado al que no encuentra solución Carlo Ancelotti.

El campeón de Europa es decimoséptimo en la nueva ‘Champions’. En el polo opuesto al punto de inflexión que deseaba Ancelotti tras el varapalo del clásico. Cediendo hasta 40 remates en sus tres últimos partidos en el Santiago Bernabéu y nueve goles. Un equipo falto de intensidad que no explota el potencial ofensivo de los considerados mejores jugadores del mundo y que se adentra en un momento duro sin consecuencias por la altura de la temporada en la que se produce.

Ahora mismo cualquier rival de cierta entidad, aunque sea un Milan en horas bajas en Italia, con poco daña mucho al Real Madrid. Nervioso. Permisivo. Sin intensidad defensiva donde no se debe permitir a ningún equipo tocar sin sentir el aliento. Apenas tres faltas en el primer acto, con dos errores de bulto de Tchouaméni que acabaron con la paciencia de la afición del Bernabéu.

De nuevo obligado a remontar en Europa. Un capítulo repetido en exceso. Habrá un momento que el Bernabéu no entre en combustión y se canse de tirar del equipo. Esperaba una reacción con carácter de un equipo descansado, la que demanda la goleada recibida en su estadio en el clásico. Y no llegó por lo endeble que se ha convertido. Cuando parecía que aumentaba la entrega al ver a Mbappé defender una acción, a Bellingham robar lanzándose o la entrega de Fede Valverde. Un fallo de concentración lo tiró todo por tierra de nuevo.

Lo cometió Tchouaméni en un saque de esquina y Militao llegó tarde a la cobertura. Ya había rematado a placer en el primer palo Thiaw, asestando un golpe a la intención madridista de agradar con un juego que no llega. No logra dar con la tecla Ancelotti. Y ya son demasiados partidos. Castigado en su banda derecha, que reforzó con Fede Valverde como ayuda a Lucas Vázquez, superado por la potencia de Leao y con las incorporaciones de Theo.

El único cambio tras el revolcón del clásico fue la presencia de Modric. Y este Real Madrid pide más mano de entrenador. Sin mirar galones, algo difícil de ejecutar. Mbappé, con ganas de goles que le acerquen a su identidad, había avisado con un disparo cruzado nada más alzarse el telón con el emotivo homenaje a la Comunidad Valenciana.

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Pronto se vio el flanco débil del Real Madrid, con la primera incorporación de Theo Hernández que detenía Lunin. Pero nada pudo hacer, indefenso, tras un saque de esquina en el testarazo de Thiaw. Por enésima ocasión se desplegaba el escenario de la remontada europea en el Bernabéu. Con una rápida reacción cuando Tchouaméni, sintiéndose señalado, ponía un pase en profundidad a Mbappé que dejaba un regate de calidad y un disparo potente ante el que se lució Maignan.

Se esperaba a un Vinícius con ganas especiales de brillar tras lo ocurrido con el Balón de Oro. El Milan, endeble defensivamente, parecía la víctima idónea. Y Paulo Fonseca se protegió con defensa de cinco. Su plan daba resultado hasta que ‘Vini’ fue derribado por Emerson en una acción protestada por todo el conjunto italiano. El colegiado dudó y acabó pitando penalti. Quien no dudó fue el brasileño en la mejor ejecución de una pena máxima desde que las lanza. Con paradiña y toque suave a la red.

El primer paso estaba dado pero las dudas no se habían despejado. El Milan se sintió cómodo en cada posesión y Lunin se lucía con su primer paradón de la noche, asumiendo el rol salvador de Courtois al volar al palo para sacar el disparo ajustado de Reijnders. Impotente de nuevo en un fallo en el inicio de jugada de Tchouaméni, tras sacar un disparo seco abajo de Leao, que recibió de espaldas y se giró sin ser encimado por Militao, cuando Morata, el más atento a la jugada, mandó a la red el rechace para convertir al Real Madrid en su víctima preferida. El equipo al que más marcó en su carrera.

Un nuevo intento a la carrera de Mbappé, frustrado en el remate por Maignan, fue el último intento del primer acto antes de la frustración del segundo. Nunca hubo ambiente de remontada por las malas sensaciones que transmitieron los jugadores madridistas en el césped. Bloqueados, sin generar acciones ofensivas de peligro en equipo, solamente desde acciones individuales que no encontraron el gol.

De nuevo inferior al rival en la segunda parte, sin imponer su imponente físico, sin su habitual capacidad de reacción tras los golpes en la ‘Champions’. Un disparo blando de Vinícius en el arranque dio paso un sentimiento de debilidad, temblando en cada carrera de Leao.

Otra vez salvado por Lunin con la parada del partido a un cabezazo de Leao tras centro de Emerson. Debilidad por ambos costados. Sin marca de los centrales. De nuevo la impotencia de Mbappé, infeliz como 9, en remates desesperados que no encuentran el gol. Con Bellingham mascando ansiedad en cada disparo, rematando a la grada la más clara, cuando llegó la sentencia.

Ya había estrellado en la cruceta un remate de espuela tras córner Morata cuando Leao explotó su potencia, sin tambalearse ante el intento de frenarlo de Militao, empequeñeciendo a Lucas en carrera para dejar clara la necesidad de acudir al mercado para cubrir la baja de Carvajal. Reijnders fusilaba a Lunin e impulsaba el peor momento del Real Madrid en años. Esta vez no hubo espacio para la heroica y hasta se anuló un tanto de Rüdiger. El campeón queda tocado en su orgullo.

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