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Elecciones en Estados Unidos: cuando el centro político no llena las expectativas, los electorados derivan hacia el extremo

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La elección presidencial en EE.UU. de este martes parece confirmar la vigencia de una etapa en la cual cuando el centro político no conforma las expectativas, los electorados derivan hacia el extremo. Un comportamiento que exhibe la indignación pero también una caótica necesidad de cambio. No solo ahí, por cierto. Esta campaña mostró con claridad que la clase media, que en 2022 había respaldado al gobierno de Joe Biden en las elecciones de medio término pese a una inflación singular para ese país de 9%, reclamaba mucho más que la baja de ese índice de costo de vida, que logró con singular eficacia la administración demócrata. Buscaba crecer.

Un votante republicano, un argentino que fue camionero y estudió economía en nuestro país antes de emigrar sin lograr validar sus títulos, le comentó a este cronista meses atrás que la elección iba a culminar con un portazo porque “todo está caro”. El hombre eludió análisis complejos, apuntó a la incomodidad por el precio en el almacén o el del combustible. Esa amargura de las clases media, que tanto conocen los argentinos, es un signo de la época.

La gran crisis de 2008 fue el germen de un extremismo de ultraderecha que rugió contra la política tradicional y el sistema debido a que aquel tsunami económico había abandonado en las orillas del reparto a legiones con el futuro cancelado. Las nuevas generaciones involutivamente se desarrollan peor que las anteriores. Trump es hijo de esa crisis. Llegó en su primer gobierno montado en la protesta por el impacto social del derrumbe del 2008 que Barack Obama no restauró. Ahora regresa también al galope de otra crisis social, aunque el país tiene otro perfil, pero aprovechó que la gente del llano no lo registra. Como dijo el camionero argentino, las demandas son básicas. Se vota en contra de lo que hay.

El problema de esta construcción es la consecuencia. Trump es un líder caótico, agresivo y con un ideario por momentos mesiánico. Ha anunciado la expulsión de los migrantes, incluso hasta los legales, con la noción de que el extranjero, el otro, es el causante de las calamidades nacionales. También promete alzar una extraordinaria barrera proteccionista, contra China especialmente, y el resto del mundo también, para reconstruir un EE.UU. de industria nacional que ya no existe debido a la globalización. La combinación de ambas iniciativas puede ser frustrante para sus votantes.

La banca Morgan calcula que la inflación aumentará al menos dos puntos, y es probable que la Reserva Federal, entonces, revierta la política de baja de tasas. Una mala noticia para el sur mundial por la huida previsible de las inversiones. No es claro, tampoco, cómo la región atajará a ese aluvión de expulsados que en su salida cancelará remesas vitales para sus países de origen. Todo suena a pesadilla.

Esta victoria agrega incógnitas fundamentales en geopolítica. Trump, en su primer mandato, rompió la Doctrina Atlántica con Europa y debilitó notoriamente a la OTAN. Ahora le ha dado señales a Rusia de que la guerra con Ucrania se resolverá con la derrota de Kiev lo que puede potenciar otros arrebatos, por parte de Turquía en el Egeo o de Azerbaiyán en Armenia; e Israel no olvida que el magnate fue el primer líder norteamericano que consideró “legales” los asentamientos de colonos en los territorios palestinos. Trump se afirma en una noción de insularidad que no es nueva. Su lema America First lo tomó de la pre Segunda Guerra, cuando EE.UU. evitaba involucrarse en ese conflicto y hasta dejó por largo tiempo en soledad a un desesperado Winston Churchill.

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El triunfo de Donald Trump: ¿Por qué fallaron las encuestas en Estados Unidos?

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La enorme mayoría de las encuestas había anunciado una elección extremadamente reñida entre Donald Trump y Kamala Harris en Estados Unidos, algo que finalmente no se concretó: el republicano arrasó en el colegio electoral, recuperó el control del Senado y ganó también el voto popular (aún falta determinar por cuánto). El debate sobre el trabajo de los encuestadores creció estas últimas horas.

Un promedio de 17 encuestas de RealClearPolitics, asignaba un 0,1% a favor de Harris en el voto popular el día de las elecciones. Salvo algunas excepciones como Atlas/Intel, Rasmussen Reports, The Wall Street Journal, CNBC y FoxNews, el resto pronosticó un empate o un triunfo de Harris entre uno y 4 puntos.

Scott Keeter, asesor senior de encuestas del Pew Research Center, dijo a Clarín que “las encuestas nacionales y de los estados en disputa mostraron que la carrera estaba extremadamente reñida. Y aunque Donald Trump ganó una mayoría considerable de votos del colegio electoral, su margen promedio de victoria en esos estados fue de aproximadamente tres puntos. Fue una elección reñida”.

“Con base en el recuento de votos actual en los estados en disputa, el error promedio de las encuestas parece ser un poco más de 2 puntos porcentuales en el margen. No es un error grande, pero debido a que todos los errores fueron en la misma dirección, es probable que algo sistemático los haya causado”.

Donald Trump volverá a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025. Foto: AP

“Dos posibles explicaciones son que, de manera similar a 2020, las encuestas pueden haber subrepresentado ligeramente a los republicanos y a los partidarios de Trump. O las encuestas pueden no haber captado adecuadamente la propensión de los diferentes grupos a votar, ya sea por no haber detectado una participación mediocre entre los demócratas o el entusiasmo entre los republicanos. Tomará algún tiempo determinar cuál de estas dos cosas, o qué combinación de las dos, es correcta”, agregó.

El experto resaltó que “las encuestas en realidad nos dijeron mucho sobre las elecciones. Pintaron un cuadro claro de un electorado descontento. Mostraron que los votantes estaban profundamente concentrados en el dolor económico causado por la inflación. Y mostraron que más votantes confiaban en Trump que en Kamala Harris para arreglar la economía”.

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“Las encuestas preelectorales también mostraron preocupaciones de amplio alcance entre los partidarios de Trump sobre el impacto de la inmigración ilegal. Para los partidarios de Trump, de hecho, la inmigración fue uno de los principales problemas de la elección, según nuestras propias encuestas preelectorales”, agregó.

“Y las encuestas mostraron que un presidente en ejercicio claramente está por debajo del nivel de aprobación pública. Ningún presidente en ejercicio ha ganado la reelección con un índice de aprobación tan bajo como el de Joe Biden. Gracias a las encuestas, sabíamos todo eso antes del día de la elección”, señaló.

Algunas hipótesis

James Campbell, profesor de Ciencias Políticas, experto en elecciones presidenciales y opinión pública de State University of New York, dijo a Clarín: “Sospecho que las encuestas se equivocaron por dos razones. Primero, un número significativo de partidarios de Trump están alejados de las instituciones (incluidas las organizaciones de encuestas) y evitan participar en las encuestas. Vimos esto en 2016 y 2020, cuando las encuestas generalmente subestimaron el voto para Trump. Los encuestadores no parecen haber descubierto cómo corregir este sesgo”.

“Segundo -sigue Campbell- la entrada tardía de Harris como reemplazo de Biden en el Partido Demócrata también puede haber contribuido al error de las encuestas. Harris era una candidata que no había sido probada (untested candidate) y por lo tanto, llevó a cabo una campaña discreta y muy guionada. Además evitó las conferencias de prensa, lo que significó que gran parte de su apoyo en las encuestas puede haber sido efímero o superficial”.

Nick Beauchamp, profesor de Ciencias Políticas, experto en opinión pública y campañas de Northeastern University, dijo a este diario que “las encuestas fueron bastante precisas. A nivel nacional, mostraban a Harris con una diferencia de 1 a 2 puntos, y parece que Trump ganará con una diferencia de 1 a 2 puntos, por lo que el margen de error es de 2 a 3 puntos, que es más o menos la media. Pero, al mismo tiempo, estos errores han tendido a ir en la misma dirección, por lo que las encuestas volvieron a subestimar la proporción de votos republicanos, como ha sucedido en tres de cuatro de las contiendas presidenciales en los últimos 50 años aproximadamente”.

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Kamala Harris reconoció la derrota y ofreció a Donald Trump una transición pacífica. Foto: REUTERSKamala Harris reconoció la derrota y ofreció a Donald Trump una transición pacífica. Foto: REUTERS

Para Beauchamp, “parte del error esta vez podría deberse a problemas de medición en curso, donde los votos de Trump se cuentan por debajo de lo previsto. Ese es un problema conocido y los encuestadores intentaron corregirlo con ponderaciones, pero esas correcciones pueden no haber sido suficientes. Otra parte de este error, sin embargo, podría deberse a cambios de última hora: Harris había estado perdiendo terreno de manera constante en el último mes, y puede ser que las encuestas simplemente estuvieran un poco por detrás de esta tendencia”.

Alexander Theodoridis, profesor y codirector de Encuestas de la Universidad de Massachusetts Amherst, señaló a Clarín que “en la era actual, las encuestas son una tarea complicada. Ya no podemos depender de llamar a números de teléfono generados al azar y esperar que la gente responda. Esto significa que hay mucho trabajo por hacer para que las muestras no aleatorias se parezcan lo más posible a la población de posibles votantes. Teniendo en cuenta los desafíos, es realmente notable la precisión de las encuestas en general, y eso parece haber sido así en esta elección”.

El experto señala que “las encuestas previas al día de las elecciones, tanto a nivel nacional como en los estados clave, nos decían que iban a ser unas elecciones muy reñidas que podrían ir en cualquier dirección. En consecuencia, las victorias de Trump en los estados clave son constantes, pero relativamente estrechas. Es posible que las encuestas aún no incluyan a un determinado grupo de votantes de Trump, pero los resultados de las elecciones realmente no se desviaron tanto de las encuestas hasta dónde podemos saber hasta ahora”.

Bruce Cain, profesor de Ciencias Políticas de Stanford University, dijo que “a diferencia de 2016 y 2020, los encuestadores eran muy conscientes antes de las elecciones de que podían volver a equivocarse. Hay muchas teorías al respecto, pero el problema no es que no lo hayan intentado. Por alguna razón, es más difícil medir el verdadero nivel de apoyo a Trump, posiblemente debido a la desconfianza de mucha gente hacia la prensa y los académicos. Parece que a muchos republicanos e independientes conservadores no les gusta Trump, pero sí sus políticas. Puede que sea así de simple”.

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