SOCIEDAD
Luciano Castro: se desafía en teatro, imagina su vejez y piensa el amor en voz alta: “Necesito por completo de Griselda”
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MAR DEL PLATA.- No va a los balnearios de moda, sino al que concurre hace décadas y donde sus vecinos de carpa son familias marplatenses que no ven en él al personaje público, sino al amigo de cada verano que llega muy temprano para surfear olas y en el que se reúnen sus hijos con sus amigos para pasar el día.
Luciano Castro es uno más. Se crio en esta ciudad, donde este verano se atrevió, y salió airoso, al desafío de protagonizar su primer unipersonal de teatro. De sábados a lunes hace Caer (y levantarse) en Chauvín, escrita por Patricio Abadi y Nacho Ciatti, una épica en torno a la vida de un boxeador en desgracia.
Es mediodía y allí están Esperanza y Fausto, los hijos que tuvo con la modelo, actriz y conductora Sabrina Rojas, eligiendo el almuerzo playero, mientras unas vecinas amuchadas bajo el sol le juegan una broma como si se tratase de un amigo más.
“Acá somos los mismos de siempre, son muchos años, hace diecisiete que vengo a esta playa, pero hay gente que viene a este lugar desde hace cuarenta años”, explica el actor y señala a ese “vecino ilustre” de las olas y el viento. “Somos un grupo y eso nos da tranquilidad, porque levantamos la cabeza y sabemos quién es quién. Mis hijos pueden estar sueltos, jugar sin riesgos; es una playa local”.
Luciano Castro está en “modo padre”. Lo acompaña Mey Scápola, su amiga y la directora de la obra que interpreta por la noche. En un rato, seguramente aparezca en escena Griselda Siciliani, su novia, a la que se referirá en algún tramo de la charla sin evitar el tema. El verano pasado era Flor Vigna quien surcaba estas arenas. Todo cambia, como el tiempo en un verano que oscila entre el calor agobiante y los días muy frescos.
“En esta playa mi hija tiene amigas desde los tres años, hace diez que viene acá. Anda sola, todo es muy seguro, y eso me hace estar relajado, no me genera un estrés”, reconoce el actor e inmediatamente les indica a sus hijos -les recalca enfáticamente- que tengan cuidado con el oleaje.
Al mar se lo ve rebelde, como la esencia de este hombre que cumplirá en marzo sus cincuenta años y al que se percibe muy aplomado artística y personalmente. Mientras se escuchan las palmas de los bañistas -señal inequívoca de un niño perdido que busca a sus padres- Castro toma agua, se sienta en la arena y charla. Habla mucho. Muy distinto al pibe de Villa del Parque que había debutado en Jugate conmigo, el programa de Cris Morena, siendo un adolescente.
–Los cincuenta años son considerados “la mitad de la vida”, un número simbólico. ¿Cómo los atravesás?
–En lo laboral, haciendo el unipersonal y con mi debut en el Teatro San Martín en el mes de mayo.
–¿Y en lo personal?
–Apostando a una calidad de vida que no tiene que ver con la plata. Está todo premeditado, a eso voy.
–Planificar la vida…
–Cuando las cosas están premeditadas, el margen de error es menor, porque todo depende de vos, no sale mágicamente de la galera.
En el aspiracional Teatro San Martín porteño hará El Sansón de las islas, una obra de Gonzalo Demaría -actual director del Teatro Nacional Cervantes-, dirigido por Emiliano Dionisi. “A finales de febrero comenzaremos a ensayar. El sueño de cualquier actor es trabajar en el San Martín”.
–No todos lo logran. Soledad Silveyra jamás fue convocada por los directores que manejaron el Complejo Teatral de Buenos Aires…
–A mí me llamaron hace un año y laburo hace treinta y cuatro años. No te digo que lo descartaba, pero uno termina diciendo “ya fue”.
–Sin embargo…
–Me armé el año para pegarme un baño de cultura y rodearme de gente que me de más handicap, que me prestigie. Estoy volviendo a hacer todo lo que hacía cuando empecé y trabajaba en el teatro independiente buscando un reconocimiento.
–Es interesante pensar en ese “armado de la vida” y focalizar, atraer lo que se busca…
–No me guiaba por esas teorías, me manejaba más por un instinto animal, por lo que aparecía e iba resolviendo. Ahora trato de premeditar lo que hago y estoy trabajando un montón para que las cosas me salgan bien. Esto no me genera estrés ni sacrificio, sino placer. Quizás no me doy cuenta en lo inmediato, porque no tengo una gran capacidad de disfrute.
–¿Cuánto te importa la opinión del afuera?
–Depende de quien venga. Tengo amigos que son durísimos conmigo y sus opiniones me influyen, no tengo ni quiero amigos tibios. Hay una fantasía creada alrededor mío que pertenece al afuera, por eso quiero amigos que vayan al frente, que me digan: “Gordo, te equivocaste”. A los cincuenta años es poco lo que me llega de verdad.
–En cuanto a aspectos de tu vida personal, ¿también sos de pedir consejos?
–Sí, por supuesto.
Su afirmación es enfática. Arrastra la sílaba. Que no queden dudas. “Olvidate, ¿pido consejos, Mey?”, le pregunta a su directora amiga. “Pido consejos hasta para levantarme de la cama. Hacer una cagad… atrás de otra es un don que tengo; cuando tengo que hilar fino, siempre pregunto. Cuando estoy muy creído en la mía es cuando más tengo que pedir la opinión de otros”.
–No está mal apostar por la propia creencia, aún cuando aparezca una equivocación. El error también merece una reivindicación…
–Además, podés pedir un consejo y que te confirmen lo que vos pensás.
–Los cincuenta años te encuentran de novio…
–Estoy de novio, estoy re de novio, y en un momento genial con mis tres hijos.
Castro también es padre de Mateo, quien nació en 2002, fruto de una relación anterior con una mujer que no lleva una vida pública, a diferencia de otras de sus exparejas, como la locutora Elizabeth Vernaci.
–¿Todo se acomoda?
–Todo se acomoda. Lo que no estaba tan acomodado se comienza a acomodar solo. El tiempo siempre tiene la razón y las cosas decantan. Laburo, estudio y crio a mis hijos. Mi trabajo real es ser cada vez mejor persona.
–Está quien puede vivir sin el amor de una pareja, no es tu caso.
–No. Necesito por completo de Griselda, saber su opinión y estar de novio, son cosas que me hacen bien a mí y punto, nada más.
Griselda Siciliani es la ex de Adrián Suar, con quien tuvo a su hija Margarita. Castro trabajó en Polka muchos años, bajo las órdenes de Suar. Siciliani compartió el escenario con el padre de su hija haciendo la obra Felicidades en El Nacional porteño durante el invierno pasado. ¿Una gran familia? En el medio, Sabrina Rojas siendo hostil hacia la actual novia del padre de sus hijos. Y la mamá de Margarita respondiendo con humor, altura y elegancia. Sucede en las mejores familias. Todo digno de un culebrón.
–Lo que hacés actualmente en Caer (y levantarse) es un quiebre en tu carrera.
–Cuando apareció la crítica de LA NACIÓN me llovieron llamados, me decían: “Gordo hijo de p… ¿estás haciendo eso?”. Me da pudor invitar a la gente, pero tengo que tener un poco más de generosidad conmigo y con lo que hago. Animarme a que me vengan a ver.
–Por otra parte, tampoco era sencillo abordar el género de la comedia que trabajaste durante tantos años.
–Hay que hacer comedia, ser galán y te tiene que ir bien en todo para después poder elegir. Tuve mucha fortuna. Mi mayor logro fue lograr tener un nombre propio. Te puede gustar o no lo que hago, pero soy yo. Hoy me busqué a una socia (Mey Scápola) y me lancé a hacer el unipersonal, pero para poder tomar esa decisión tenés que tener un recorrido previo, con más buenas que malas. El unipersonal nos costó nueve meses, fue un parto. En esta misma playa, atrás de la pileta, nos sentamos con Mey a conversar por primera vez.
–No todo actor se atreve a pisar solo la escena.
–Lorena Vega me dijo: “es el arte de sobreponerse constantemente”.
El invierno teatral del actor lo encontrará protagonizando Caer (y levantarse) los martes y de miércoles a domingo se subirá al escenario de la sala Casacuberta del San Martín para hacer Sansón de las islas, la historia de un boxeador que queda ciego, en el contexto de la dictadura militar y con la acción transcurriendo en un estudio del viejo Canal 7. Se trata de una historia que rubricó Gonzalo Demaría hace algunos años y que esta temporada verá la luz. Osmar Núñez será uno de los actores que acompañará a Castro.
“Quiero volver a sentirme un estudiante de teatro, ser el actor que siempre quise o soñé, con mejores o peores funciones; no pretendo ser Alfredo Alcón, no me vuelvo ´intelectualoide´ porque cambié de género, sino que necesito abarcar más para llegar más alto”. El medio siglo le sienta bien. “Estoy en la edad justa para hacer todo esto”, se sincera con no poco sentido común.
“Pa, ¿me das agua?”. Su hijo le pide el ¿termo? ¿cantimplora? Reparadores en la primera jornada realmente agobiante del verano marplatense.
–¿Cómo te imaginás dentro de treinta años?
–Siendo el abuelo de Felipe Colombo.
-Felipe Colombo no es mucho más chico que vos.
–No sé si voy a actuar toda mi vida, no me veo actuando de grande.
–Te imagino productor. De hecho, ya lo sos.
–En esa me veo siempre. Con Mey (Scápola) ya estamos pensando en lo nuevo.
–Entonces, no te ves subiéndote al escenario en la vejez.
–No es porque no me guste, pero actuar requiere poner el cuerpo siempre, no sé si voy a estar con tanta entereza, con tantas ganas de verme y sentirme bien. Si llego a los 80, lo primero que hago es un fiestón.
–¿Te preocupa el aspecto del cuerpo?
–No tiene que ver con mi desarrollo, tiene que ver con la educación del deporte. Si no fuese quien soy y tuviese un comercio, estaría igual físicamente.
–Es una filosofía…
–Se me hace muy difícil explicar que no tengo este cuerpo por ser actor o haber sido galán. Me encanta madrugar, salir a surfear. A las diez de la mañana ya estoy aburrido, porque todos siguen durmiendo. A mí me hace bien la vida que llevo. Hubo un momento en el que decidí cambiar la noche por el día, fue cuando me di cuenta que el día era hermoso. No me pasó nada que no le haya pasado a cualquiera.
–¿Un deseo?
–Quiero que todo vaya más tranqui.
Caer (y levantarse). Todos los días a las 22 en la sala Chauvín, San Luis 2849, Mar del Plata
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¿Cuál es el juego que ayuda a alertar los síntomas de Alzheimer y demencia? Así funciona
A medida que se va avanzando en edad, la salud mental y cerebral es una de las preocupaciones que se hace más frecuente. Es en este caso, cuando las personas empiezan a indagar sobre estrategias para preservarla durante mucho más tiempo.
La demencia y el Alzheimer son las enfermedades más temidas, pues ambas causan pérdidas en la memoria y afectan la capacidad de razonamiento. Sobre esto, la ciencia ha estudiado y compartido algunos datos que pueden ser de interés.
Manuel José Fernández Iglesias es un científico español que realizó un videojuego en colaboración con una gran compañía y con el aval de importantes sociedades médicas para anticipar las señales de estas dos afecciones.
En conversación con W Radio, Fernández Iglesias reveló detalles sobre ‘The Mind Guardian’, el proyecto realizado junto a Samsung, que emplea pruebas médicas tradicionales e inteligencia artificial.
El videojuego antes mencionado cuenta con el aval científico de la Sociedad Española de Neurología y de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental. Se puede acceder a él a través de un celular y solo debe disponer de 45 minutos para jugarlo.
De acuerdo con el experto, “este juego está diseñado para personas mayores de 55 años” y no es un diagnóstico médico. Para él, es más bien una herramienta que permite revisar cómo se encuentra el paciente mediante pruebas que miden la memoria episódica, la procedimental y la semántica.
“El juego plantea tres experiencias que están en relación con aspectos de la memoria, con la capacidad que tienes para recordar cosas, por ejemplo la lista de la compra, para recordar tareas que tienes qué hacer en la mañana o en el trabajo”, dijo.
A través de este aplicativo no solo se podrá saber si una persona ya tiene un deterioro cognitivo, sino que según los resultados, podrá anticipar si es un posible candidato y tomar las medidas necesarias.
“Se ha demostrado que si se detecta el deterioro cognitivo en una etapa temprana, es muy posible aumentar el tiempo en que los síntomas no se vuelven incapacitantes”, apuntó Fernández.
Si la respuesta obtenida supone alguna alerta de riesgo, es importante someterse a un diagnóstico médico y a unas pruebas más profundas para determinar qué es exactamente lo que se tiene.
Además de funcionar como un “aviso”, esta aplicación brinda una serie de ejercicios que lo pueden ayudar a mejorar la capacidad cerebral. “El propio juego te explica qué hacer ya para mejorar esa reserva cognitiva y tratar el deterioro”, señaló.
Para el desarrollador lo más importante es generar conciencia y fomentar el cuidado, tal como se hace con el estado corporal al asistir a un gimnasio para mejorar la calidad de vida.
El Tiempo (Colombia)
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Han estado en Gears of War y experimentado con la VR, pero esto último se acabó. La realidad virtual recibe un mazazo de última hora
People Can Fly es un estudio que, durante toda su vida, se ha centrado en los shooters, género que les ha dado importantísimos resultados y apoyos, como ser los mejores aliados de Epic Games durante 11 años o desarrollar Gears of War: Judgment. Sin embargo, en 2022 comenzaron a apostar por la realidad virtual con Green Hell VR y luego Bulletstorm VR, hasta el punto de abrir sus brazos a este mercado con un futuro ambicioso, uno que ha sido truncado: el estudio ha anunciado que su incursión en la VR ha llegado a su fin.
La compañía, con sede en Varsovia, ha explicado que, tras un análisis profundo de su situación actual y las perspectivas del mercado de la realidad virtual, ha decidido enfocarse exclusivamente en el desarrollo de videojuegos AAA y lo que ellos llaman compact-AAA, un tipo de proyecto algo más comedido, pero con el alma de un gran presupuesto similar a Outriders. Una decisión importante tomada debido a la significativa reducción de las inversiones en nuevas producciones de VR por parte de los fabricantes de hardware, lo que afecta negativamente al potencial comercial de este segmento.
Eso sí, y a pesar de este cambio, People Can Fly mantendrá el trabajo en su Project Bison, un juego VR que se encuentra en sus etapas finales de desarrollo y cuya publicación está prevista para el cuarto trimestre de 2025. La compañía ha llegado a un acuerdo con su filial Incuvo para finalizar los trabajos de este proyecto, siendo, aparentemente, el último apretón de manos entre ambas compañías tras haber trabajado en los dos juegos para VR antes mencionados.
People Can Fly no cierra, sino que se limitará a los juegos que había hecho hasta ahora
Este cambio en la dirección de People Can Fly también implica que el estudio no encargará a Incuvo el desarrollo de nuevos títulos de VR en el futuro. Con la finalización de Bison, el estudio no tiene planes de continuar con el desarrollo o la publicación de más juegos de realidad virtual, concentrándose en proyectos de gran envergadura para plataformas tradicionales. Esto marca el final de una etapa breve para la compañía en el ámbito de la realidad virtual, en la que People Can Fly había estado explorando posibilidades antes de la crisis en este mercado.
A partir de este momento, títulos como Proyecto Gemini y Proyecto Maverick ejemplificarán el enfoque de la compañía en los próximos años. Asimismo, los polacos tienen entre manos el co-desarrollo del nuevo Gears of War: E-Day con The Coalition, por lo que la presencia del estudio europeo en el mercado se mantendrá vigente en los próximos años.
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