ECONOMIA
Luis Caputo afronta primera licitación de deuda del Tesoro y un nuevo canje de deuda en medio de la baja del dálar
El ministerio de Economía enfrentará este miércoles 14 de mayo la primera licitación de deuda del Tesoro de este mes, en la que deberá conseguir fondos para cubrir vencimientos por un monto de $5,4 billones, según las estimaciones privadas.
La novedad en esta oportunidad es que, además, la Secretaría de Finanzas lanzó un canje de deuda en el que ofrece la conversión de un bono CER -que ajusta por inflación- que vence el 30 de junio de 2026 (TZX26) por un bono Dual ajustado por TAMAR (la tasa de referencia que publica el Banco Central de la República Argentina (BCRA) para los plazos fijos mayoristas) que caduca el 15 de diciembre de 2026 (TTD6).
Será el tercer test tras la salida parcial del cepo, y se desarrollará en un escenario favorable, dado que la inflación de abril que difundirá el INDEC mañana mostraría una desaceleración fuerte frente al 3,7% de marzo, según las estimaciones de consultoras privadas.
Además, en la antesala de esta licitación, el dólar mayorista cerró para la venta en $1.125, con lo cual tuvo una baja diaria de $6,50 y se acerca gradualmente al piso de la banda de flotación que actualmente está cerca de $990.
En este entorno benigno, el foco del mercado estará puesto en el porcentaje de roll over, dado que en la anterior colocación de deuda realizada el 24 de abril renovó el 70% de los vencimientos, y también en la tasa que el Tesoro estará dispuesto a convalidar.
Deuda en pesos: estas son las opciones de inversión
Para enfrentar esta licitación, la secretaría de Finanzas elaboró un amplio y variado menú de 7 opciones, en el que reaparecen las LECAPs a corto plazo.
La canasta contempla cuatro LECAPs, con vencimientos este año: el 30 de junio (S30J5), el 31 de julio (S31L5),el 29 de agosto (S29G5), y el 28 de noviembre (S28N5).
El menú también ofrece un Bono del Tesoro cupón cero ajustado por CER (BONCER), que caducan el 30 de octubre de 2026 (TZXO6), y un Bono del Tesoro Capitalizable en pesos (BONCAP) que expira el 30 de enero de 2026 (T30E6).
También incluye una Letra del Tesoro TAMAR (LETAMAR)con vencimiento el 30 de abril de 2026.
Los analistas de Facimex Valores precisaron que lo que vence en esta licitación asciende a $5,4 billones tras el canje que el BCRA realizó el lunes de la LECAP S16Y5 (que explicaba la mayor parte de los vencimientos) por la LECAP de septiembre. Y estimaron que de los $5,4 billones, un 9% está en poder del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, un 42% en manos de bancos privados y un 15% en Fondos Comunes de Inversión.
La recepción de las ofertas para la licitación comenzará a las 10.00 horas de este miércoles y finalizará a las 15.00 horas, mientras que para la presentación al canje arrancará a las 11.30 horas y terminará a las 15.00 horas.
La visión de expertos sobre el canje de deuda y expectativas
Los analistas del Delphos Investment señalaron que el canje apunta a «contribuir a la estrategia de desindexación y extensión de duración de la deuda».
«Consideramos que esta conversión está pensada especialmente para beneficiar a instituciones financieras, muchas de las cuales mantienen en cartera una gran proporción de títulos CER contabilizados a valor amortizado. El canje les ofrecería una vía atractiva para rotar parte de esas posiciones», evaluaron.
En sintonía, Roberto Geretto, head Portfolio Manager de Adcap Grupo Financiero, opinó que el objetivo del canje «es desindexar la deuda, donde también se estaría estirando unos meses el vencimiento».
«No se espera que tenga un gran atractivo este canje, ya que se podía hacer previamente por mercado secundario», alegó.
Lucas Buscaglia, analista de Research de Balanzm concordó que esta operación «apunta principalmente al sector público, como parte del compromiso con el FMI para reducir la indexación de la deuda».
Por su parte, Pablo Lazzati, CEO de Insider Finance juzgó que el Bono Dual TAMAR que se ofrece en el canje es «atractivo porque como la inflación está tardando un poco en converger al 1% y estos activos duales lo que ofrecen es cobertura si el IPC no baja lo planeado -pagando por inflación- y, sino, pagando por tasa fija».
«Es por esta doble cobertura que entendemos que tendrán una buena adhesión», auguró.
Eric Ritondale, economista jefe PUENTE, cree que el canje busca «continuar desindexando los bonos en moneda local, y para el Tesoro implica recibir un instrumento que consideramos está cotizando relativamente caro y colocar otro que cotiza relativamente barato».
A su vez, Alan Versalli research analyst de Cocos Capital, planteó que «se ofrece el canje apostando a que haya apetito por estirar duration a cambio de tasa dual en un marco donde, desde el BCRA, afirman buscar que la oferta y demanda determinen la tasa de interés»
«Ante la expectativa de mayor escasez de pesos en el futuro, deberíamos observar mayores tasas reales. Luce atractivo si la expectativa de la nominalidad es que retome rápidamente el sendero a la baja luego del dato de marzo» de 3,7%, razonó.
Deuda en pesos: ¿Cuáles son las perspectivas para la licitación?
Algunos analistas dudan de que se pueda alcanzar una renovación de los vencimientos del 100% y esgrimen, que no sería problemático porque el Tesoro tiene depósitos en pesos en el BCRA por $13,7 billones, por lo que puede profundizar el roll off de la deuda en pesos. También minimizan que la posibilidad de que los pesos que eventualmente queden afuera puedan presionar sobre el dólar oficial.
Además, la mayoría de los expertos cree que el Tesoro no convalidará tasas más altas que en el mercado secundario para garantizar un rolleo del 100%.
Buscaglia evaluó a iProfesional que «si bien es probable que el roll-over esté por debajo del 100%, en línea con la estrategia de remonetización de la economía, quizá no sea necesario para el Tesoro conceder premio en las tasas».
«Con el tipo de cambio cerca del centro de la banda y un sistema financiero más líquido que en la licitación anterior, no vemos incentivos para convalidar tasas significativamente por encima del mercado para alcanzar un buen nivel de renovación. En caso de ofrecer premio, creemos que podría concentrarse en el tramo largo, aprovechando el rally reciente de la deuda en pesos y la mayor calma cambiaria para extender duration y descomprimir los vencimientos de corto plazo», argumentó.
De igual diagnóstico, Lazzati dijo que «es muy probable que el Gobierno intente no renovar el 100%, dejando pesos en el mercado para continuar con el impulso de reactivación que vienen buscando con las últimas medidas», y aseguró que «una renovación parcial del stock no generaría un impacto directo en el precio de tipo de cambio» oficial.
El economista Federico Glutstein coincidió en que puede haber un roll over inferior al 100%, pero remarcó que «tasas más altas no veo que convaliden, más sabiendo que la inflación volvió en tendencia a la baja».
Asimismo, estimó que «los pesos que queden pueden ir a otras opciones de inversión, no veo que vaya a presionar al mercado de divisas».
Versalli también remarcó que «es esperable que el rollover se ubique por debajo del 100%, como viene sucediendo en las últimas licitaciones, pero el Tesoro dispone de depósitos en el BCRA por $13,7 billones», y sostuvo que «es esperable que haya apetito del mercado por la tasa fija, en especial aquellas con vencimiento anterior a octubre».
En Delphos también enfatizaron que «el Tesoro enfrenta este vencimiento con un colchón de pesos muy significativo, de más de $20 billones, compuesto por los depósitos en el BCRA, en bancos comerciales, y por los $11 billones transferidos semanas atrás por el BCRA en concepto de utilidades, por eso, no sería esperable que convalide tasas con un premio considerable sobre el mercado con el objetivo de alcanzar una tasa de rollover por encima del 100%».
«Por el contrario, la lógica del contexto actual indica que, si el sector financiero demanda pesos como contracara del aumento del crédito, el Tesoro estaría dispuesto a emitir, en línea con su voluntad de continuar reduciendo la tasa de interés de la economía, al tiempo que se profundiza el proceso de desinflación y disminución de la nominalidad», fundamentaron.
Para Geretto, «el escenario base es que renueve todo el vencimiento, ya que principalmente ofrece Lecaps cortas que suelen tener buena demanda, por lo que el dólar no debería verse afectado«. Y coincide en que «no se espera que convaliden tasa más altas, ya que tienen pesos en la cuenta del BCRA para cubrir este vencimiento».
En sintonía, Pedro Siaba Serrate, jefe estratega de PPI, estimó que «van a tener menos dificultades que en las licitaciones anteriores para obtener un ratio de roll over más elevado, dado un nivel de liquidez más alto y mejores perspectivas para la deuda en pesos».
«Asimismo, reabrir instrumentos de corto plazo también juega a favor de obtener más demanda. No creo que busquen incrementar las tasas que refleja el mercado secundario», afirmó.
En Max Capital tampoco auguran dificultades para el rollover: «Los instrumentos ofrecidos son cortos, lo que debe encontrar demanda fácilmente y la liquidez del sistema está en máximos del mes (LEFI $8,3 billones»).
«Todos estos factores deberían tender a que las tasas de corte no se ubiquen muy por encima del secundario, al menos en el tramo corto. Sí podríamos ver algún premio para extender duration o en instrumentos más ilíqiudos como la TAMAR», especularon.
El analista financiero Gustavo Ber tiene expectativas positivas en la licitación «a partir del sostenido apetito por colocaciones en pesos, aun cuando no se cubriera la totalidad de los vencimientos a partir de la mayor demanda de créditos privados, y prevé «las LECAPS serán las más demandadas, ya que siguen siendo los vehículos preferidos, tal como refleja su sostenida curva».
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ECONOMIA
Por qué una posible deflación puede ser un problema para la economía y el plan de Milei
Desde que inició el año, exceptuando febrero y marzo, el Índice de Precios al Consumidor (IPC), viene bajando contundentemente. De acuerdo al INDEC, en enero marcó un 2,2%; en febrero subió a 2,4%; en marzo se disparó a 3,7%; en abril retomó la baja yendo al 2,8%; y, finalmente, en mayo marcó un 1,5%, la inflación mensual más baja en los últimos 5 años.
Así, una de las mayores preocupaciones de los argentinos comenzó a ceder, y esos «demonios de la inflación», tal como los calificó el expresidente Alberto Fernández, pareciera estar dando señales de agotamiento. Pero, lejos de celebrar, el gobierno de Javier Milei empezó a mirar con cautela un escenario que, aunque aún parece impensado para el país, podría volverse una complicación: la deflación. La caída sostenida de los precios, que en mayo ya se vio en los mayoristas con un -0,3%, está generando debates en la Casa Rosada. ¿Por qué algo que suena como un alivio para el bolsillo puede ser un problema?
Por qué una posible deflación puede suponer un problema para la economía argentina
Primero, no hay que reducir las consecuencias de la deflación a, únicamente, una inflación inexistente, sino también a una posible caída del consumo, endeudamiento y otras dificultades económicas muy perjudiciales para el país. Una de las calamidades podría desatarse si la deflación se vuelve una constante, donde los consumidores no se verán incentivados a adquirir más que lo indispensable, no comprarán casas, autos o artefactos costosos porque considerarán que continuará bajando. En consecuencia, esta actitud podría desencadenar infortunios tales como la caída del consumo, sobreabastecimiento, cierre de fábricas, y despidos masivos, entre otros.
Otro problema es el peso de las deudas. Con deflación, el valor real de lo que se debe crece, porque los ingresos de empresas y familias caen en términos nominales, pero las cuotas no. Se cancelarían paritarias y aumentos, y se comenzaría a cuidar más el salario, lo que podría complicar a un sector privado que ya está ajustado y a un gobierno que busca mantener el equilibrio fiscal.
Tal es así que, el propio Milei dejó entrever esta preocupación en mayo del año pasado donde dijo que «ya hubo semanas de deflación en alimentos» y que «los salarios vienen creciendo más que la inflación», pero en febrero de 2025, en una entrevista televisiva, soltó que «el país está en deflación hace meses» y que «la inflación tiene fecha de defunción a mitad del año que viene». Estos comentarios, aunque destacan el control de los precios, reflejan también una cautela: la deflación debe ser manejada con precisión para no descarrilar la economía.
Por su parte, el ministro de Economía, Luis Caputo, ponderó en diciembre de 2024 que la inflación del 2,4% era la más baja en cuatro años y que el objetivo es bajar el crawling peg del 2% al 1% para sostener la estabilidad cambiaria. Sin nombrar directamente la deflación como un riesgo, «Toto» dejó claro que se está estudiando cómo evitar que la baja de precios se salga de control, se convierta en un problema y frene la recuperación económica, que, según él, crece al 6% anual.
Pero, ¿realmente es posible que el país caiga en una deflación generalizada? Los datos del INDEC muestran que la deflación se limita a sectores como los mayoristas, pero el IPC general, aunque mayormente a la baja, sigue en terreno positivo. Aunque, si la tendencia continúa, podría verse una caída del consumo, menos inversión empresarial y un freno en el crecimiento, justo en el año donde la administración libertaria más se jacta de sus triunfos. En otras palabras, el gobierno analiza minuciosamente que la inflación permanezca a la baja, resguardando el poder adquisitivo y el valor de la moneda, pero no pareciera querer arriesgarse ante los contras que podría generar una deflación en el IPC.
Un ejemplo histórico
En 1990 y a principios de la década de los 2000, Japón experimentó fuertes problemáticas económicas en un período conocido como «década pérdida», aunque en realidad se extendió por más de una década. Puntualmente, por el final de los ’80 este país vivió una burbuja económica impulsada por un auge en los mercados inmobiliarios y bursátil. Pero, cuando esta burbuja estalló a principio de la otra década, la situación económica entró en una fase de estancamiento, marcado por una deflación persistente.
Allí, el Índice de Precios al Consumidor comenzó a registrar caídas sostenidas a partir de 1998, con tasas de deflación que oscilaron entre -0,5% y -2% anual en varios años. Lo que inició como una caída positiva y que favorecía a los consumidores, se volvió en una caída de los precios de las acciones y propiedades, generando que muchas empresas y bancos tomaran deudas o se dieran a la quiebra.
Mientras esto ocurría, el Banco de Japón no reaccionaba acorde a esta nueva realidad y mantuvo tasas de interés relativamente altas, lo que agravó la contracción del crédito. Incluso, con tasas cercanas a cero. Además de esto, los consumidores japoneses se amoldaron a que los precios continuarían bajando, lo que desincentivó brutalmente el consumo y la toma de créditos. Porque, ¿por qué adquirir un producto hoy que mañana podría estar más accesible?
Con ese espíritu, las compras de electrodomésticos, automóviles o viviendas quedaron relegadas, lo cual generó que el consumo privado creciera apenas un 0,7% anual, entre 1992 y 2002, según el Banco Mundial. En una línea similar, el PBI de Japón también se vio afectado, logrando crecer a una tasa promedio de menos del 1% anual; durante la década de 1990, contrastando negativamente con el 4-5% anual de los decenios previos.
Empeorando la situación, la deflación también incrementó el valor de las deudas reales, ya que los ingresos nominales de las empresas y los trabajadores disminuían, pero las obligaciones financieras seguían constantes o aumentaban en términos reales. Afectando así a las empresas que ya estaban endeudadas con grandes sumas, como el sector bancario, y presionándolos a enfrentarse a una toma de préstamos que serían incobrables, acto que se denominaría «préstamos zombies».
En conjunto y a largo plazo, la deflación no solo afectó la década de los ’90, sino que tuvo efectos adversos prolongados durante los siguientes años que las administraciones de turno, tal como ocurrió en 2010, debieron tratar aplicando medidas como «Abenomics» que consistía en: inyectar grandes sumas de dinero en la economía para combatir la deflación y estimular el crecimiento; y aumentar los gastos gubernamentales, como programas sociales y asistencia.
Con estos antecedentes es evidente porqué al gobierno de Milei le preocupa que el país pueda llegar a experimentar la deflación, sobre todo si no está gestionada cuidadosamente y en contextos de fragilidad financiera.
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ECONOMIA
La fórmula con la que Venezuela bajó sus altísimos niveles de inflación y que Milei también quiere aplicar
Hace unos años, Venezuela colmaba los titulares internacionales por sus dramáticos índices de inflación, manifestaciones violentas en las calles que terminaban con represión y miles de ciudadanos que emigraban ante la imposibilidad de tan siquiera comprar alimentos. Uno de sus picos más críticos fue en 2018, cuando el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) anunció una hiperinflación que ascendió a 1.698.488%, lo que generaba que los ciudadanos debieran salir a hacer sus compras más simples con carretillas repletas de bolívares.
Las imágenes de billetes apilados, siendo utilizados para manualidades artísticas o simplemente tirados en las calles, eran postales de cada día. Así como también la emigración masiva, donde más de 7,7 millones de venezolanos, según la ONU, huyeron a países vecinos en busca de estabilidad económica. Pero, el panorama cambió radicalmente en 2024 cuando, sorpresivamente, logró estabilizar su situación, con una inflación acumulada 48%, «la más baja en más de una década», destacó Nicolás Maduro en enero de este año.
La caída de la inflación en Venezuela, la más baja en 12 años
La evolución de la inflación según el OVF, desde el 2018 -el pico más alto- hasta el 2024 fue así: en 2018 marcó un 1.698.488%, casi 1700%; en 2019 bajo a 7.374,4%; en 2020 se redujo a 2.959%; y en 2021, cuando el país salió de la hiperinflación, se situó en 686%. A partir del 2022 fue bajando rápidamente, tocando el 305,7%; en 2023 a 193%; y en 2024 cerró el año con 48% (según los datos gubernamentales), pero el Observatorio aseguró que en realidad cerró en 85%. Aún así, sigue siendo la más baja en 12 años.
Pero, ¿cómo lo logró? La respuesta es la dolarización endógena y un giro de 180° en las políticas económicas, un modelo que, irónicamente, coincide con las medidas que quiere aplicar el presidente Javier Milei, pese a su rechazo hacia Maduro y las claras diferencias ideológicas.
Intervención estatal
En 2018, el panorama venezolano era desolador. La hiperinflación hacía que los precios se duplicaran cada pocos días, y el bolívar había perdido prácticamente todo su valor. Las políticas de control de precios, como la Ley Orgánica de Precios Justos implementado sugerida personalemente por Maduro, con la que buscaba fijar los costos de productos de la canasta básica, pero terminaron generando escasez y un mercado negro donde los bienes se vendían a precios imposibles.
Estas medidas, que implicaban una intervención directa del Estado para contener de manera artificial los precios, no lograron contener la inflación, sino que empeoraron la situación. Casualmente, un programa similar, también llamado «Precios Justos», fue adoptado en nuestro país por el exministro de Economía y excandidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa en 2022. Y también de igual forma, en lugar de estabilizar y garantizar que se puedan seguir adquiriendo productos baratos, la inflación argentina se disparó al 211,4% en 2023, confirmando el fracaso de este tipo políticas intervencionistas en ambos países.
Respondiendo a la premisa, el punto de inflexión en el país comandado por Maduro llegó a partir de 2019, cuando su gobierno relajó los controles estatales que asfixiaban al sector privado y que provocaban el desabastecimiento, y también cesó las expropiaciones masivas. Además, abandonó el rígido control cambiario, permitió la circulación de divisas extranjeras y redujo las restricciones de precios. Esto dio paso a la dolarización endógena, un proceso espontáneo donde los ciudadanos y comerciantes comenzaron a usar el dólar como moneda de facto, sin un marco legal formal dictado por el Ejecutivo.
De acuerdo a la consultora venezolana Ecoanalítica, en 2021, casi el 70% de las transacciones comerciales se realizaban en dólares, incluyendo la compra de los productos de la canasta básica, indumentaria, y pago de servicios, entre otros. Este cambio permitió estabilizar los precios, ya que el dólar, a diferencia del bolívar, no estaba sujeto a la devaluación constante, y logró hacer salir a Venezuela de la híper. Los «bodegones», tiendas de productos importados, proliferaron, y los supermercados volvieron a llenarse de bienes, aunque a precios accesibles solo para quienes tenían dólares, ya fuera por remesas o actividades informales.
Es decir, la dolarización revitalizó el comercio y los servicios, haciendo que también resurjan los conciertos, las actividades recreativas y el turismo, –pero lo más importante– devolviéndole la estabilidad a la economía. Otro condimento necesario fue, sin dudas, el alivio de las sanciones estadounidenses en 2023 que permitieron un aumento del 17,2% en la producción petrolera del 2024, incrementando los ingresos del país, que centra su actividad en un 87% en la exportación del petróleo.
Y, en Argentina, donde la inflación llegó a tocar picos históricos y la presión de la llegada de la hiperinflación era cada vez más inminente, el gobierno libertario propuso la misma fórmula: avanzar hacia una dolarización popular incentivada en su totalidad por la gente. El paralelismo es inevitable, y las consecuencias positivas de esta posible aplicación tendrían también.
Si en Venezuela logró dejar atrás el uso de carretillas de bolívares y alcanzar una inflación del 48% el año pasado, ¿por qué no funcionaría en Argentina, que está avanzando con la reducción en el uso de los fondos públicos, se eliminaron las políticas intervencionistas y todo ente gubernamental que, a consideración del Ejecutivo, no eran útiles? Sin embargo, la administración libertaria aún tiene complicaciones para llevar a cabo este plan, pese a que se otorgaron incentivos para blanquear y usar sin problemas los «dólares del colchón».
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ECONOMIA
Billeteras virtuales, bancos o brokers: la opción donde ganás más haciendo trabajar tus dólares
La fiebre por hacer rendir los dólares pisa cada vez más fuerte entre los argentinos, que hoy buscan cómo sacar el mayor jugo posible a sus ahorros sin resignar liquidez ni seguridad. Frente al avance de la bancarización digital, hoy la pelea se da entre billeteras virtuales, brokers y bancos que compiten por captar los u$s1.000 —o más— del pequeño ahorrista. ¿Dónde rinde más? ¿Y qué hay que mirar antes de decidir?
Billeteras virtuales: tasas y acceso inmediato
El ecosistema fintech explotó en los últimos años, y hoy aplicaciones como Mercado Pago, Ualá y Astropay permiten no solo almacenar dólares digitales, sino también obtener un rendimiento anual sin moverse del celular.
Ualá sorprende con un fondo común de inversión en dólares que promete una tasa de hasta 6% anual. ¿Qué significa esto? Que si un usuario deposita u$s1.000 en la plataforma, al cabo de un año podría llevarse u$s60 adicionales. La liquidez es clave: se puede rescatar en pocos clics, sin períodos de bloqueo.
Por su parte, Astropay compite fuerte en el segmento cripto, permitiendo invertir dólares digitales con una tasa del 6% anual, aunque el gran detalle está en el costo de entrada: para acceder, hay que comprar dólar digital dentro de la plataforma a una cotización que puede estar por encima del dólar MEP tradicional, hoy en torno a los $1.205 por cada billete.
En el caso de Mercado Pago, la apuesta es más conservadora: paga un 2,6% anual sobre los saldos en dólares, con la ventaja de ofrecer acceso inmediato y reputación de gigante Fintech —y próximo banco—, aunque la ganancia por u$s 1.000 en un año ronda apenas los u$s 26.
La clave en este segmento es la liquidez: la mayoría de las billeteras permite rescatar el dinero en el día y no exige grandes montos mínimos.
Sin embargo, quien busque tasas más —y mayores riesgos— altas tendrá que mirar las siguientes alternativas.
ALyCs, brokers y el «carry trade digital»
Los agentes de liquidación y compensación (ALyCs) y brokers digitales supieron leer el pulso del ahorrista argentino y hoy ofrecen productos con rendimientos que superan holgadamente a la banca tradicional y a varias billeteras.
Ejemplo: Balanz, que despliega una batería de fondos en dólares como el Money Market, con una tasa diaria de 0,02% que, anualizada, da cerca de 7,3%. Así, u$s 1.000 colocados durante un año dejarían alrededor de u$s73, siempre que el rendimiento diario se mantenga estable.
Además, la liquidez es inmediata (T0): el rescate se concreta en el acto, ideal para quienes no quieren atarse a ningún plazo fijo.
En la misma línea, IOL invertironline lanzó el FCI Dólar Ahorro Plus, con una tasa del 7% anual y rescate en 24 horas (T+1). La diferencia con las billeteras es que estos productos suelen tener exposición a instrumentos financieros del exterior y, en algunos casos, menor volatilidad.
Para quien busca una tasa top y disponibilidad casi inmediata, es un combo difícil de igualar.
Otra opción a destacar es Cocos Capital, que hoy promociona dos alternativas: «Dólares Plus», con una tasa del 8% anual, y «Dólares Ahorro», que ronda el 4%. En ambos casos, u$s 1.000 podrían convertirse en u$s 80 o u$s 40 respectivamente, aunque habrá que analizar si se trata de productos administrados en el país o a través de custodios internacionales, lo que puede implicar otras reglas de juego y riesgos distintos.
En el mundo cripto, LB Finanzas ofrece una tasa de 3,7% anual en dólares digitales (USDT), pero el acceso requiere comprar dólar cripto, lo que implica pagar un precio más elevado por cada billete y aceptar la volatilidad de ese segmento.
Los bancos no la quieren dejar pasar
La banca tradicional finalmente reaccionó a la competencia de las fintech y brokers, y volvió a subir las tasas de los plazos fijos en dólares a niveles no vistos desde la convertibilidad. Hoy es posible conseguir rendimientos de entre 3,25% y 5,5% anual, según la entidad.
El caso más atractivo lo encabeza Supervielle, que paga 5,5% anual a 12 meses: invertir u$s 1.000 deja un interés de u$s 55 al año, siempre que se dejen quietos los dólares durante todo ese tiempo. Lo siguen Banco Macro (5,15%), Banco Nación (5% en su versión digital), BBVA y Comafi (ambos con 4,5%), mientras que Galicia y ICBC ofrecen 3,75% y 3,25% respectivamente.
La gran desventaja del plazo fijo bancario es la falta de liquidez: una vez constituido, no se puede cancelar antes del vencimiento. Además, la operatoria exige contar con dólares billete ya acreditados en la cuenta, y las condiciones pueden variar según la entidad.
Para quien prioriza seguridad y está dispuesto a dejar el capital inmovilizado 12 meses, la banca vuelve a ser competitiva, aunque pierde frente a los brokers en flexibilidad y tasa.
Más allá de esto, el banco digital, Brubank también se suma a la pelea con una propuesta diferente: el fondo común de inversión SBS LATAM Dólar, que permite invertir directamente en dólares con un rendimiento anual estimado en torno al 2%. ¿Qué significa esto? Que un usuario que deposita u$s1.000 podría obtener una ganancia de unos u$s 20 en un año, con la ventaja de rescate simple y sin la obligación de inmovilizar el dinero.
¿Dólar tradicional, digital o cripto?
La pelea por el dólar digital tiene reglas claras: las billeteras ofrecen agilidad y bajo monto de entrada, pero con tasas más bajas. Los brokers y ALyCs lideran en rentabilidad y liquidez, aunque suelen requerir mayor conocimiento financiero y monitoreo de riesgos. El banco, por su parte, recuperó atractivo en tasa, pero mantiene el «candado» de la inmovilidad y suma el riesgo local propio de Argentina.
En el mundo cripto, la tasa puede ser interesante, pero el «precio de entrada» suele ser más caro y depende de la cotización de este mismo dólar, siempre por encima del MEP o del billete. Además, el respaldo y la solvencia de cada fintech varían, lo que suma otra capa de análisis por parte del inversor.
¿Dónde conviene poner los dólares?
Si la prioridad es máximo rendimiento y disponibilidad casi total, los brokers como Balanz, IOL o Cocos hoy marcan la cancha. Para quienes quieren dormir tranquilos y no tocar el dinero durante un año, la banca tradicional recupera algo de protagonismo. Y si lo que importa es la inmediatez y el acceso fácil, las billeteras virtuales siguen siendo la puerta de entrada más ágil, aunque con una tasa algo menor.
Invertir u$s 1.000 puede dejar entre u$s 20 y u$s 80 según el producto elegido. Pero en un país donde la única constante es el cambio, el consejo sigue siendo el mismo: leer atentamente la letra chica, comparar y entender que toda promesa de rentabilidad viene siempre acompañada de su propia dosis de riesgo.
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