ECONOMIA
Vuelan las tasas y se congela el crédito: el nuevo rol de los bancos en el plan torniquete de Caputo

El ambiente en las oficinas de los bancos fue caótico en las últimas jornadas. Mientras algunos ejecutivos hablaban con los funcionarios del BCRA para tratar de entender la «letra chica» del nuevo sistema de encajes, los que operaban en las mesas veían cómo el nivel de las tasas de interés llegaba a niveles insólitos, prácticamente prohibitivos.
La principal crítica que se escucha hacia el gobierno es que, al elevar la exigencia de encajes y, además, al obligar a los bancos a mantener un nivel diario -y no ya un promedio mensual- se producirá un caos organizativo por parte de los bancos, que harán un manejo más ineficiente de su liquidez. Ergo, que todo apunta a que las tasas de interés seguirán su camino ascendente.
Tal como están las cosas, solamente las empresas muy necesitadas por urgencias de caja se animaron a tomar crédito tras la licitación del Tesoro del miércoles pasado. Por supuesto, se trata de préstamos de cortísimo plazo, que se otorgan a una tasa anualizada de 100%. Se trata de empresas de primera línea, que se vieron obligadas a pagar una tasa real que cuadruplica el nivel de inflación. Hasta hace poco más de un mes, esa misma tasa rondaba el 32%.
En otras palabras, la economía ingresó en una etapa de virtual congelamiento del crédito. «Lo que se ve es muy preocupante. Que una empresa o un individuo quiera tomar crédito con este nivel de tasas es algo que mete miedo. Es garantía de mayor morosidad futura y muestra de mucha desesperación», confiesa el ejecutivo de uno de los mayores bancos de capital privado.
Tasas imparables e impacto en la actividad económica
Y la perspectiva no puede ser otra que la de un enfriamiento de la actividad económica, tanto a nivel de producción como de consumo. Como destacó Ricardo Arriazu, uno de los econmistas más cercanos al gobierno, desde el levantamiento del cepo, el crédito sólo se expandió en u$s1.000 millones, un 27% del ritmo de aumento de los depósitos.
Por otra parte, el último dato informado sobre la mora de los usuarios de tarjeta de crédito es de 4,5% -el doble del promedio reciente-. Y los bancos consideran inevitable que esa cifra crezca.
En cuanto a las empresas, si la tasa ya resulta prohibitiva para las compañías de primera línea, con una operación de gran volumen y fuerte generación de caja, lo que queda para las pymes es un escenario de franca crisis. La financiación bancaria, que ya era complicada, está prácticamente vedada, y las empresas más necesitadas de caja recurren al descuento de cheques, a tasas que califican como «usureras».
Pero, aun así, hay algo más preocupante. En los bancos están convencidos de que todavía no se vio lo peor en materia de volatilidad de tasas. Creen que, en la medida en que el Gobierno mantenga la obsesión por retirar liquidez a toda costa y dificultar más el accionar del sistema financiero, las tasas entrarán en una verdadera «montaña rusa».
«Lo que viene es más volatilidad. Lo que va a pasar es que un día van a estar todos los bancos y las empresas desesperados por plata y van a pagar cualquier cosa, y al día siguiente van a estar desesperados por devolverla y van a regalar la plata, y lo que va a pasar es que la tasa se va a seguir moviendo», agrega el ejecutivo consultado por iProfesional.
Adiós al Punto Anker: el nuevo rol de los bancos
Desde el otro lado del mostrador, Toto Caputo dio su versión sobre que estaba ocurriendo. El ministro ha recibido muchas críticas por su persistencia en sostener que «el dólar flota» y que «la tasa de interés es endógena», luego de las probadas muestras de intervencionismo gubernamental en el mercado de futuros para contener al tipo de cambio y para elevar los rendimientos de los títulos de deuda en pesos.
La expectativa que se había generado antes del miércoles era que, tal vez, un bajo nivel de «rolleo» de la deuda no sería necesariamente una mala noticia, porque los pesos «sobrantes» serían destinados a ayudar a los bancos a cumplir las normas de encajes y porque, además, se descomprimiría el nivel de tasas que tiene al mercado en un virtual congelamiento crediticio.
Sin embargo, Caputo demostró que tiene una preocupación prioritaria, y que todo lo demás queda supeditado a resolver ese problema: evitar que haya un excedente de pesos que eventualmente puedan desestabilizar la economía, ya sea presionando al dólar o a los precios.
Y dio una argumentación que generó polémica en el mercado: dijo que, ante un «rolleo» menor al vencimiento, como el del miércoles pasado, que dejó $5,8 billones en la calle, se produce un aumento de la base monetaria, y que ese aumento puede ser positivo o negativo, dependiendo del momento.
Es su forma de justificar por qué ahora cambió de actitud. Hasta hace pocos meses, era motivo de celebración en el gobierno que una licitación no alcanzara a todo el vencimiento de deuda, porque era el síntoma de que, en una economía pujante, los bancos necesitaban más pesos para dar crédito.
Es por eso que una de las frases preferidas y más repetidas por el ministro es «logramos que los bancos vuelvan a trabajar de bancos». Y reivindicaba el hecho de que el sistema financiero prefiriera canalizar la liquidez a la financiación del sector productivo y del consumo, antes que alojarla en el Tesoro a cambio de una renta libre de riesgos.
Cuando eso ocurría, Caputo y sus colaboradores afirmaban que se había llegado al denominado «Punto Anker», algo que irritaba a algunos economistas preocupados por la expansión de la base monetaria.
La hora del torniquete monetario
Pero ahora, según el propio Caputo, la situación cambió. El hecho de que los bancos pidan liquidez y no renueven la deuda -pese a la altísima tasa de 69,2% ofrecida en la última licitación- es visto por el gobierno no como un incremento genuino en la demanda de dinero, sino como el producto de una situación especulativa.
«Si esta cancelación de deuda (aumento de la base monetaria) es entendida por el BCRA como un aumento en la demanda de dinero o de crédito («Punto Anker»), este aumento de base monetaria no se esteriliza. Si la no refinanciación del 100 por ciento de la deuda no fuera entendida de esta manera por el Banco Central (como es la situación actual, producto del escenario pre-electoral), esos pesos se esterilizarán», fundamentó Caputo.
Lo que dejó sin responder es la multitud de preguntas respecto de cómo, cuándo y mirando qué indicadores es que el BCRA se da cuenta de si la demanda de dinero es genuina y tiene como fin el crédito productivo o si está motivada por el temor que genera un eventual triunfo electoral de la oposición política.
Aunque el ministro no lo expresó directamente, quedó en claro que hay dos temores principales. Uno es que la mayor liquidez lleve directamente a un salto inflacionario. Por eso, Federico Furiase, el principal asesor monetario de Caputo, dijo: «Cuando no hay convalidación monetaria juega Menger y se cambia el chip». Era una alusión al «principio de imputación de Menger», popularizado por Javier Milei, y que establece que los precios son los que determinan los costos, y no al revés.
Para el gobierno, al aplicar un torniquete monetario, no subirán los precios por el simple motivo de que no habrá pesos que convaliden los aumentos.
El dólar, ¿un temor infundado?
Pero, además, hay otro temor, que Caputo no menciona pero que se hace evidente en las medidas económicas diarias: una disparada del dólar en pleno cierre de la campaña electoral.
De hecho, el reproche que más se escuchó en estos días por parte de los banqueros es que toda la turbulencia con las tasas de interés se hizo para lograr el objetivo de que el dólar bajara un 5% desde el pico de $1.374 que había alcanzado a fines de julio.
Pero la preocupación de los analistas es que perciben que la tasa de interés experimenta un «rendimiento decreciente». Es decir, cada vez se requiere una suba mayor de la tasa para lograr una baja del dólar más acotada.
En todo caso, desde los bancos afirman que los temores del Gobierno son infundados, porque en agosto se está verificando un menor ritmo de compra de dólares por parte de los pequeños ahorristas.
Desde que se levantó el cepo, las compras venían en aumento acelerado. En junio los minoristas adquirieron dólares por u$s4.357 millones, contando las compras netas de billetes en los bancos por u$s2.020 millones y otras salidas netas de divisas por u$s2.308. La cifra implica una suba de 25% respecto de mayo -el primer mes completo sin controles cambiarios-, que a su vez había sido superior en 59% a abril.
Y, aunque todavía no está el dato oficial, se sabe que el dato de julio será todavía más abultado. «Hubo una tormenta perfecta, porque la gente tenía plata después de haber cobrado el aguinaldo, y justo el dólar estaba subiendo. Y no hay que olvidarse que en Argentina la gente compra cuando el dólar sube, no cuando baja», explican desde un banco del «top five» en el ranking de depositantes.
Pero aclaran que en agosto se dio un punto de inflexión y que la demanda de dólares cayó «sustancialmente».
El temor de Luis Caputo
Entonces, si el dólar volvió a $1.300, si los minoristas no están comprando y el crédito está virtualmente congelado, ¿cómo se explica que el gobierno quiera endurecer aun más su política monetaria contractiva, exigiéndole mayor nivel de encajes a los bancos?
Desde el punto de vista del Gobierno, la visión es clara: la base monetaria, en situación de inestabilidad política, es un arma peligrosa, porque la demanda de dinero puede caer de manera súbita. El propio Caputo lo escribió en un recordado informe de su consultora Anker, antes de ser designado ministro. Allí recordaba la experiencia del gobierno de Macri, en el que incluso con un ajuste fiscal y monetario, se produjo una turbulencia como consecuencia del repudio al peso ante un cambio de escenario político.
Sin embargo, lo que se escucha en los bancos es que Caputo y su equipo están sobre reaccionando. Sostienen que no hay ningún riesgo de que un mayor nivel de liquidez en los bancos vaya a presionar al dólar y que, más bien, contribuiría a una normalización de las tasas de interés.
Pero es una pulseada en la que el gobierno no está dispuesto a ceder: si los bancos no compran voluntariamente los títulos del Tesoro, lo harán obligados por la nueva normativa del BCRA. En otras palabras, el gobierno ya no celebra que los bancos «vuelvan a trabajar de bancos» sino que los está llevando a su vieja condición de «traders» del mercado de capitales.
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ECONOMIA
Lo que Scott Bessent no entiende sobre la Argentina y el peso

Argentina vuelve a dominar los titulares financieros, y por una razón conocida: la nación sudamericana propensa a las crisis está experimentando otro episodio de inestabilidad, el último de un ciclo de décadas de turbulencia económica y política.
Los comentaristas han ofrecido diferentes explicaciones para esta nueva crisis: algunos apuntan a un tipo de cambio sobrevaluado (un argumento débil), mientras que otros destacan un posible regreso del peronismo que podría revertir las reformas promercado del presidente Javier Milei, una preocupación más convincente, al menos desde la perspectiva de un inversor. En mi opinión, la agitación actual del mercado se debe a una serie de errores del propio Milei, un recién llegado a la política que demostró ser más hábil para aplicar terapia de choque y reducir la inflación que para construir la amplia coalición necesaria para sostener sus reformas y protegerlo de sus inevitables consecuencias, incluyendo una erosión de los ingresos reales.
Sin embargo, ninguna de estas explicaciones llega al meollo del verdadero enigma: ¿Por qué Argentina es, bueno, Argentina? Tras décadas de experimentación con gobiernos de todo tipo, estabilizar la tercera economía más grande de América Latina aún parece imposible, y el éxito inicial de Milei ahora está en tela de juicio.
No es que el país esté en guerra ni enfrente una crisis humanitaria, a pesar de las exageraciones del presidente estadounidense Donald Trump sobre que los argentinos “se están muriendo”. Argentina sigue siendo la 25.ª economía más grande del mundo y sus ciudadanos acumulan colectivamente más de 250.000 millones de dólares en efectivo, tanto en el país como en el extranjero. Sí, la corrupción es profunda y el Estado es ineficiente; sí, los líderes políticos suelen ser egoístas y tienen ideas muy malas, sobre todo dentro del movimiento peronista nacionalista, donde… economía de la Tierra plana Es muy popular. Pero esto no es exclusivo de Argentina; es una característica de gran parte del mundo. Y, sin embargo, por razones que siguen siendo difíciles de entender, Argentina no ha logrado encaminar su economía hacia una estabilidad duradera, a diferencia de otras naciones, desde Perú hasta Grecia.
Historiadores y economistas han dedicado vidas enteras a buscar respuestas. Entre las muchas tesis, una característica parece particularmente convincente: el hecho de que Argentina fue una nación rica a principios del siglo XX, pero no logró seguir el ritmo del progreso mundial ni la consolidación institucional, cayendo en un declive a largo plazo, salpicado de ocasionales años de bonanza. Pocos países modernos han experimentado una recesión así. En la psique de una nación, esto es muy diferente de un país pobre que simplemente nunca se desarrolló o solo logró un progreso moderado.
La constatación de que una sociedad ya no puede mantener su nivel de vida anterior inevitablemente alimenta los conflictos distributivos, dificultando el consenso —y, por ende, las soluciones—. El desafío es aún mayor cuando un movimiento corporativista como el peronismo, que tiende a descartar las herramientas del mercado, domina el panorama político. Cada intento fallido de estabilización erosiona aún más la confianza en la posibilidad del éxito, mientras que la tolerancia pública hacia nuevos experimentos o errores políticos se debilita cada vez más.
Pero no puede ser solo eso. El politólogo Sebastián Mazzuca, del Tecnológico de Monterrey, ofreció recientemente una perspectiva fresca, argumentando en un ensayo largo que el pecado original de Argentina reside en una “disfunción territorial” que otorgó a las provincias del interior un poder político muy superior a su peso económico, lo que desencadenó una perpetua disputa por los recursos con los distritos costeros más ricos de Buenos Aires. “Para sorpresa de quienes se han visto impactados por la inestabilidad argentina”, escribe, “su territorio disfuncional y su estado patrimonial han sido obstinadamente persistentes. Quizás por eso el resto de la política del país —las reglas del juego, los gobiernos y las políticas económicas— ha sido tan frágil”.
De hecho, décadas de inestabilidad, hiperinflación e impagos de deuda han dejado un legado singular: la economía bimonetaria argentina. Si bien el peso sigue siendo la moneda oficial, los argentinos recurren al dólar estadounidense para ahorrar y realizar grandes transacciones. Un vistazo rápido a los listados de apartamentos en Buenos Aires muestra que muchos están cotizados directamente en dólares.
Esto puede resultar irónico considerando la persistente vitalidad del antiamericanismo en Argentina. En 1945, el embajador de Estados Unidos en el país, Spruille Braden, decidió enfrentarse a una figura populista emergente que, según él, perjudicaría los intereses estadounidenses: el entonces vicepresidente Juan Domingo Perón. El caudillo, percibiendo una oportunidad, aprovechó el enfrentamiento para avivar el nacionalismo, adoptando el lema “Braden o Perón” en la campaña presidencial entrante. Huelga decir que, 80 años después, seguimos debatiendo el papel del peronismo en la política nacional y los herederos del general intentan utilizar el mismo truco contra Milei. Apuesto a que nadie en la administración de Trump le contó esta historia a él ni a su secretario del Tesoro, Scott Bessent, antes de que decidieran meterse de lleno en los asuntos internos de Argentina.
Todo esto constituye un contexto esencial para comprender por qué Argentina se encuentra donde se encuentra hoy, a solo tres días de las cruciales elecciones intermedias que definirán la presidencia de Milei. El bimonetarismo suele ser pasado por alto por los observadores externos, pero es clave para comprender por qué los ahorristas argentinos se han apresurado a comprar dólares en las últimas semanas. Y si Bessent cree que puede frenar una corrida monetaria simplemente controlando la impresión de dólares, debería reconsiderarlo: cuando los argentinos tienen un incentivo para abandonar el peso y buscar dólares, siempre encontrarán la manera. Y esto es aún más cierto cuando se ve alimentado por la especulación de que el equipo económico de Milei podría permitir que la moneda flote libremente después de las elecciones.
Este proceso impulsado por las expectativas no está necesariamente ligado a los fundamentos de la economía. De hecho, el argumento de que el peso está enormemente sobrevaluado y a punto de una fuerte devaluación justo después de las elecciones dista mucho de ser convincente. El gráfico a continuación ofrece algunas pistas: tras una pronunciada apreciación en los primeros meses de la administración de Milei, el tipo de cambio real efectivo —el valor ponderado por el comercio del peso en relación con los principales socios comerciales de Argentina— ha ido ganando competitividad de forma constante, subiendo alrededor de un 31% desde su mínimo del 8 de abril. Ahora se encuentra en un nivel más competitivo que justo antes de que Milei asumiera el cargo y, en comparación con su promedio a largo plazo, se mantiene solo ligeramente apreciado, lo que no justifica una devaluación drástica. Siempre es complicado encontrar el valor justo de una moneda, pero Argentina ha registrado superávits comerciales mensuales durante la presidencia de Milei, y su déficit por cuenta corriente aún parece manejable.
No me atrevería a pronosticar el resultado de las elecciones del domingo. Las votaciones recientes han estado llenas de sorpresas. Las contiendas legislativas son más difíciles de interpretar y los encuestadores argentinos son notoriamente poco fiables, lo que hace que este sea un misterio. Esa incertidumbre explica por qué la ansiedad de los inversores ha sido tan intensa que ni siquiera la garantía de Bessent, de que todas las opciones de estabilización están sobre la mesa, logró calmar los mercados. Como dicen los argentinos, «el miedo no es zonzo».
Desde esa perspectiva, no sería sorprendente una reversión del mercado cambiario tras las elecciones. El peso podría recuperar algo de terreno una vez que se disipe la incertidumbre electoral, sobre todo si la coalición de Milei tiene un buen desempeño y él demuestra que puede empezar a reconstruir una alianza de gobierno, porque ni siquiera el mejor plan económico puede sobrevivir sin respaldo político. Sea cual sea el resultado, el gobierno debe actuar con rapidez el lunes para disipar los temores subyacentes y proporcionar… política y económica claridad sobre el camino a seguir.
Los argentinos pueden ser emotivos y propensos a la exageración, pero son perfectamente racionales a la hora de proteger su dinero —incluso si eso alimenta la volatilidad— considerando el historial de su país. Ahora les toca a los líderes argentinos mostrar la misma racionalidad para sacar al país de otra crisis. En sus manos está no solo la monumental tarea de demostrar que el país finalmente puede estabilizarse, sino también la credibilidad de Bessent como salvador en jefe.
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ECONOMIA
Cambio en Cancillería:la llegada de Pablo Quirno refuerza el poder de Caputo

El jueves al mediodía, los pasillos del edificio de la calle Esmeralda al 1200 eran un hervidero. La filtración de la designación del actual secretario de Finanzas, Pablo Quirno, como próximo ministro de Relaciones Exteriores y Culto, en reemplazo del empresario Gerardo Werthein, fue una de las noticias que más sorprendió en el Palacio San Martín.
El de Quirno no figuraba entre los apellidos que se mencionaban desde el lunes pasado, cuando se conoció la renuncia de Werthein en la Cancillería.
Los candidatos eran Federico Pinedo, impulsado por el expresidente Mauricio Macri y la ministra Patricia Bullrich; Luis Eduardo Krecler, preferido por los funcionarios de carrera más cercanos al kirchnerismo que trabajan en ese edificio; el actual secretario de Culto, Nahuel Sotelo, un funcionario muy ligado al asesor presidencial Santiago Caputo; y el embajador argentino en Washington, Alex Oxenford.
Según pudo saber iProfesional, el ministro de Economía, Luis Caputo, habría sido quien convenció al presidente de la Nación, Javier Milei, y a la secretaria general, Karina Milei, para imponer a Quirno como nuevo canciller, quien asumirá luego de las elecciones del próximo domingo.
Caputo amplía su influencia dentro del Gobierno
Con esta jugada, y de acuerdo con la opinión de algunos analistas políticos consultados por iProfesional, Caputo gana más poder dentro del Gobierno. A partir de ahora, concentra tres puestos clave dentro de la estructura oficial: el suyo, el del titular del BCRA, Santiago Bausili, y el de Quirno en la Cancillería.
En los últimos meses, Quirno también se habría ganado la confianza de Milei por su tarea junto a Caputo, el viceministro José Luis Daza y Bausili. Junto al secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, y su segundo, Michael Kaplan, delinearon la estrategia para que el Gobierno lograra el respaldo financiero de la administración de Donald Trump y acceder al swap de monedas del Tesoro estadounidense por unos 20.000 millones de dólares. Ese acuerdo permitió atenuar los efectos de una posible corrida cambiaria preelectoral que podría haber obligado al Tesoro local y al BCRA a defender el valor del peso dentro del actual esquema de flotación del dólar entre bandas cambiarias.
Como dato adicional, y según cálculos del economista Amílcar Collante publicados en su cuenta de X, entre el 15 de septiembre pasado y ayer el Tesoro local, el BCRA y el Tesoro estadounidense, a través de tres bancos extranjeros, vendieron en conjunto en el mercado oficial unos 5.000 millones de dólares.
Negociaciones comerciales con Estados Unidos
El empoderamiento de Caputo podría aumentar si Quirno logra firmar definitivamente un acuerdo comercial de reducción de aranceles con Estados Unidos. Él, junto a Quirno y Werthein, fue uno de los que llevó adelante las tratativas con el Departamento de Comercio estadounidense para cerrar un acuerdo que se anunciaría en los primeros días de noviembre en Washington y que incluiría una nueva reunión entre Trump y Milei durante la firma.
El proyecto de acuerdo comercial, adelantado por iProfesional hace cuatro semanas, fue confirmado tanto por Caputo como por Werthein.
Este acuerdo apuntaría a ratificar el apoyo de Estados Unidos. Aunque su contenido es confidencial, fuentes diplomáticas en Washington comentaron que se trataría de un acuerdo de apertura recíproca.
El Gobierno de Milei otorgaría beneficios para inversiones norteamericanas en el país en el marco del RIGI, y, a cambio, las empresas argentinas podrían obtener facilidades en las negociaciones para reducir aranceles.
El comercio bilateral entre Argentina y Estados Unidos
Los impuestos a las importaciones o aranceles de Estados Unidos anunciados por Trump el 2 de abril representan, según se interpreta en los círculos de poder norteamericanos, el mayor cambio de reglas de juego en el comercio internacional desde los Acuerdos de Bretton Woods en 1944.
En esta nueva negociación, la Argentina aspira a que sus productos paguen menos por entrar a Estados Unidos, que es su tercer socio comercial en bienes, después de Brasil y China.
De acuerdo con un estudio de la consultora ABECEB, el intercambio comercial entre ambos países promedia los 12.000 millones de dólares por año y representa entre el 8% y el 9% del total argentino.
En 2024, las exportaciones argentinas a Estados Unidos alcanzaron 6.500 millones de dólares, y ese país fue el segundo destino en importancia, detrás de Brasil, con un 8% del total. Las importaciones, en tanto, treparon a 6.200 millones de dólares, el tercer origen más relevante después de Brasil y China, con un 10% del total.
Impacto de los aranceles y medidas compensatorias
«El superávit comercial fue de 230 millones de dólares y la Argentina solo tiene saldo positivo en años de recesión o con un peso muy competitivo», explica el informe de la consultora. Además, señala que en los últimos 35 años solo se vendió más de lo que se compró a Estados Unidos en 1990, 2002, 2006 y 2024.
Los principales productos argentinos afectados por los aranceles son el acero y el aluminio, por unos 500 millones de dólares, aunque estarían fuera de la discusión actual.
Los aranceles a ambos bienes no se aplicaron por «reciprocidad» —hecho que está siendo cuestionado ante la Corte Suprema de Estados Unidos—, sino por la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962, que protege al país de productos que puedan afectar su «seguridad nacional».
Para compensar este movimiento, el Gobierno quitó la semana pasada las retenciones o derechos de exportación hasta fin de año al acero que exporta Techint y al aluminio que vende al exterior Aluar.
Un posible acuerdo por fuera del Mercosur
En relación con las inversiones, hay que señalar que Estados Unidos es el país con mayor cantidad de inversiones directas en la Argentina en los últimos años, por encima de otros socios como China, Brasil o España. Desde 2021 hubo financiamiento por casi 10.000 millones de dólares, lo que triplicó el monto proveniente de China. De acuerdo con fuentes diplomáticas cercanas a Washington consultadas por iProfesional, el novedoso acuerdo entre Trump y Milei, adelantado por este medio el domingo pasado, sería una especie de tratado de libre comercio entre ambos países, por fuera del Mercosur, para unas 150 posiciones arancelarias.
Este tipo de acuerdo se podría concretar gracias a una cláusula especial establecida en la última reunión de los países del bloque, ya que el Mercosur prohíbe a sus miembros realizar acuerdos arancelarios con terceros países de manera individual.
«En la reunión de presidentes del Mercosur del 30 de junio pasado se estableció que los países del bloque podrán incrementar en 50 la cantidad de productos exentos del arancel externo común. Por lo tanto, veo factible un acuerdo de esas características», explicó a iProfesional el economista Marcelo Elizondo, titular de la consultora DNI.
«El Consejo del Mercado Común firmó el acuerdo el jueves 26 en Montevideo. Esto implica que Brasil y Argentina podrán aumentar de 100 a 150 los productos en la lista de excepciones al arancel para 2028. En el caso de Uruguay, la cantidad aumentará de 255 a 275 para 2029, y en Paraguay pasará de 649 a 699 para 2030″, agregó Elizondo.
Agenda de gestión y reestructuración en Cancillería
Esa reducción arancelaria para los 50 artículos adicionales solo será aplicable cuando las exportaciones de un producto hacia un miembro específico del Mercosur no superen el 20% del total del código arancelario correspondiente.
Además, para evitar la concentración en un sector económico particular, las exenciones se limitan al 30% de los nuevos códigos arancelarios.
En la agenda de Quirno también figura la idea de reincorporar a la Cancillería la Agencia de Inversiones y Comercio Exterior (AICE) —ex Fundación Exportar—, que hoy está bajo la órbita de la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Karina Milei, y actualmente dirigida por el abogado Diego Sucalesca. Ese organismo estuvo inicialmente en Cancillería durante la gestión de Diana Mondino, pero luego fue transferido por razones estratégicas.
También se destaca el poder que tendrá Quirno en el área de relaciones internacionales, ya que está a cargo de la Secretaría de Relaciones Internacionales desde el año pasado, cuando Juan Pazo pasó a ser director general de ARCA.
Otro de los interrogantes es quién será el secretario de Relaciones Exteriores —función equivalente a la de vicecanciller—, ya que desde la renuncia de Eduardo Bustamante el cargo está vacante. Habría tres funcionarios con posibilidades: el secretario de Asuntos Latinoamericanos, Fernando Brun; el secretario de Culto, Nahuel Sotelo; y la directora de Recursos Humanos, Úrsula Basset, quien responde a Karina Milei.
El perfil financiero del nuevo canciller
Según pudo saber iProfesional, para el puesto de secretario de Finanzas que dejará Quirno habría varios candidatos: el viceministro José Luis Daza, el director del BCRA Federico Furiase y el director del BICE Martín Vauthier.
El último aspecto que genera tensión interna en la Cancillería está vinculado al plano gremial, ya que durante la gestión de Mondino se produjo una crisis con los diplomáticos que derivó en el primer paro de actividades en la historia del ministerio.
La designación de Quirno como canciller generó sorpresa y preocupación en el ámbito diplomático. El secretario de Finanzas no estaba en el radar y su nombramiento da lugar a diversas especulaciones.
La primera lectura es que se trata de un movimiento que concentra poder en el ministro Caputo y convierte a la Cancillería en un puesto clave para las negociaciones financieras, comerciales y políticas con el Gobierno de Donald Trump.
Es la primera vez que el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Argentina será dirigido por un ex «Lobo de Wall Street», ya que Quirno desarrolló gran parte de su carrera en Nueva York como directivo del banco J.P. Morgan, entidad en la que también trabajaron Caputo, Bausili, Daza y el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning.
Quirno, del JP Morgan al Palacio San Martín
El nuevo canciller trabajó casi 18 años en J.P. Morgan, donde llegó a desempeñarse como director para América Latina y miembro del Comité de Gerenciamiento Regional.
El lunes pasado, Quirno anunció que ese banco, junto al Citi, Santander y Morgan Stanley, actuará como asesor financiero para la recompra de bonos de deuda soberana argentina en el mercado secundario.
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ECONOMIA
Reforma tributaria lo que viene: Ganancias más bajo y simple, IVA dividido y revisión de regímenes especiales

En la previa de las elecciones legislativas, que ahora son consideradas más importantes que las del 2027, el Gobierno prometió la baja del impuesto a las Ganancias mediante la reforma tributaria que enviará al Congreso.
Fue el ministro de Economía, Luis Caputo, quien durante su participación en la Bolsa de Comercio de Córdoba, aseguró que luego del domingo, el oficialismo enviará al Congreso las reformas de segundo orden en donde está la tributaria que incluirá la baja, eliminación y simplificación de impuestos.
“Parte es lo que viene, la reforma tributaria, que va a favorecer a todos. Cuando digo a todos es a Nación, provincias, empresarios, a la gente. Vamos a un esquema de simplificación de impuestos, de menores impuestos, de baja de impuestos. Va a haber baja de impuesto a las Ganancias a los individuos”, afirmó Caputo.
Pero funcionarios del Ministerio de Economía ya dieron precisiones sobre por dónde pasará la reforma tributaria sobre todo respecto al impuesto a las Ganancias y el Impuesto al Valor Agregado (IVA).
En cuanto al impuesto a las Ganancias, la baja de la que habló el ministro para personas humanas (individuos y jubilados) vendría por el lado del aumento del Mínimo No Imponible (MNI) y las deducciones.
Con la aprobación del capítulo fiscal (Ley 27.743) se dio marcha atrás al régimen cedular que impulsó el ex ministro de Economía, Sergio Massa, que establecía un piso de 15 Salarios Mínimos Vitales y Móviles (SMVM) para comenzar a pagar el impuesto y se volvió al esquema tradicional de liquidación.
“La única baja posible en el impuesto a las Ganancias es levantar el MNI y las deducciones personales que hoy están bastante bajas”, sostuvo el CEO de Lisicki, Litvin & Abelovich, César Litvin. Una baja de impuesto que podría trasladarse al consumo hoy golpeado.
Con la última actualización en julio, por el acumulado de la inflación de los primeros seis meses del año, los asalariados solteros comienzan a pagar el impuesto a partir de los $ 2.624.000 y los casados con dos hijos desde $3.464.000.
“Hay una serie de deducciones a parte de MNI que están bajas. Por ejemplo, por servicio domestico se puede descontar del impuesto hasta $326.000 igual que alquiler de vivienda mientras que crédito hipotecario son $16.000. Ahí hay lugar para aumentar esas deducciones”, marcó Litvin.
Pero además de ello, el Gobierno con el envió al Congreso de la Ley de Inocencia Fiscal para el plan colchón, que impulsa el Régimen Simplificado de Ganancias (RSG). El cual, su adhesión ya se encuentra vigente en el sitio oficial de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) y ya cuenta con 13.400 adherentes según confirmaron fuentes oficiales.
Se trata de una iniciativa que para aquellos contribuyentes que adhieran quedarán exceptuados de cumplir con la obligación de informar su patrimonio desde los períodos fiscales iniciados a partir del 1° de enero de 2025. Aunque, con la condición de tener fuente de ingreso argentina.

Y si bien se encuentra vigente por Decreto, Litvin destacó que la aprobación de la Ley sería importante para terminar de cerrar el círculo al permitir la adhesión también a contribuyentes con fuente de ingreso extranjera y dar la seguridad jurídica para quienes saquen los dólares sin declarar del colchón.
Lo que no se debe perder de vista es que la baja del impuesto a las Ganancias -por medio de la suba de MNI y deducciones- traerá una caída en la recaudación y con ello de la coparticipación federal. En su momento, el ex ministro de Economía y candidato a presidente, Sergio Massa, les prometió a los gobernadores el impuesto a los combustibles a cambio.
A mediados de año, frente a la propuesta del ex titular de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) Osvaldo Giordano de tener un “Súper IVA”, Caputo confesó que su propuesta será un “IVA dividido”.
“La idea es generar competencia impositiva entre las provincias”, afirmó el titular del Palacio de Hacienda, en una entrevista en el streaming La Casa. Y agregó: “Lo vamos a dividir (el IVA) entre nacional y provincial. Nosotros cobraríamos el 9% sobre el 21%“.
Ante la consulta a fuentes del Ministerio de Economía sobre si aún sigue sobre la mesa la propuesta que deslizó Caputo a mediado de mayo, no quisieron hacer comentarios al respecto.
Otra de las alternativas que piensan en Economía son la revisión de los regímenes tributarios, lo que fue puesto sobre la mesa por la subsecretaria de Ingresos Públicos, Claudia Balestrini. La funcionaria de la gestión de los Fernández que le vendió la idea al secretario de Hacienda, Carlos Guberman, de que los quebrantos no se actualizan.
«Hay que revisar los regímenes promocionales porque cada régimen promocional implica un gasto tributario y cada gasto tributario sí o sí tiene que estar asociado a una política pública definida y debe responder a una necesidad que se detectó“, afirmó.
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