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ECONOMIA

El mercado pasó de un estado de pánico a aplaudir a Caputo por su nueva estrategia con dólar y tasas

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Hay clima de alivio, tanto en el Gobierno como en el mercado, tras la primera licitación de deuda pública post derrota electoral de Javier Milei. En otras circunstancias, tener que pagar una tasa mensual de 3,97% -es decir, el doble de la inflación- para convencer a los inversores de renovar un título en pesos, habría sido considerado un mal resultado. Sin embargo, en el contexto actual, podría decirse que es hasta una señal de confianza.

Para empezar, porque se logró una sustancial baja en las tasas. Es cierto que un 59,6% de renta efectiva anual no es para descorchar champan, pero supone una mejora drástica sobre la última licitación, en la que se debió convalidar un estratosférico 75,6% para asegurarse de que no quedaran pesos «excedentes» que trajeran el riesgo de presión inflacionaria o de fogonear la demanda de dólares.

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En definitiva, lo que se está interpretando en el mercado es un punto de inflexión, y una sensación de que lo peor ya pasó. La deuda venía mostrando una evolución preocupante desde que Toto Caputo decidió desarmar las LEFIs, una medida muy criticada por los bancos, que advirtieron que la consecuencia sería la volatilidad de tasas.

Fue así que el Tesoro, que hasta julio pagaba 38,9% para «rollear» los vencimientos, luego saltó al 47%, algo que escandalizó a los economistas, en un contexto de volatilidad extrema en las operaciones de caución. Pero esa cifra quedó pequeña cuando, dos semanas más tarde, se pagó 65% por las letras capitalizables y luego, en la licitación de agosto, cuando llegó a 69,2%.

Pero lo peor era que, por más que la tasa subiera, cada vez se conseguía un menor porcentaje de «rolleo». Era algo que marcaba tanto la falta de liquidez en los bancos como la expectativa de una devaluación post elecciones por parte de los inversores.

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Finalmente, en una admisión tácita del problema que se había generado, Caputo recurrió a la medida extrema de llevar los encajes al 53% y prácticamente obligar a los bancos a comprar un nuevo bono para dejarlo depositado en el Banco Central.

Clamor por la baja de tasas

Este miércoles, además de recortar la tasa de un 4,8% mensual a un 3,9%, se logró un buen nivel de «rolleo», de 91,4% de los $7,2 billones que vencían.

En el sistema financiero se recibió como una noticia positiva el hecho de que el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, haya rechazado parte de la oferta, para no convalidar mayores tasas.

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Y, sobre todo, se vio con buenos ojos el hecho de que se haya dejado «libre» una liquidez de $600.000 millones, en contraste con lo ocurrido en la última licitación de agosto, cuando se había absorbido liquidez adicional por $940.000 millones.

Para los bancos, esa liquidez implica un moderado oxígeno ante su situación de falta de liquidez, que en las últimas semanas se tradujo en un encarecimiento del crédito hasta niveles prohibitivos.

Claro que esta percepción cambiaría radicalmente si Caputo se asustara por ese sobrante monetario y decidiera una nueva suba de encajes. Pero, de momento, no es lo que se está percibiendo en el mercado.

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De hecho, el martes ya había generado una buena impresión la actitud del BCRA, que bajó del 45% al 40% la tasa que paga a los bancos por absorber pesos, algo que luego se reflejó en caída de las tasas en las operatorias para liquidez de corto plazo –como la caución y el «repo«-, que cayeron a un nivel de 35%.

Es claro que todavía falta para que se pueda hablar de una «normalización» del mercado, dado que la tasa que se pagaba por las LEFIs era de un 30% anualizado, es decir 10 puntos menos que la que está rigiendo ahora. Pero en el mercado se pondera el hecho de que haya un quiebre de tendencia.

La banda de flotación vive

El otro motivo de satisfacción para el gobierno es que el recorte de tasa se produjo aun cuando todos los títulos ofrecidos tienen vencimiento posterior a la elección legislativa de octubre.

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Esto implica que disminuyó el temor a una devaluación brusca en el contexto de un nuevo esquema cambiario. El comunicado oficial del Fondo Monetario Internacional, apoyando el programa de Milei, que avisó que no moverá «ni un milímetro» su programa económico, parece haber ayudado en ese sentido.

Por lo pronto, se disiparon los temores de que, si el tipo de cambio tocara el techo de la banda, el BCRA tuviera objeciones del Fondo para salir a vender los dólares frescos que se desembolsaron en abril pasado y que le dejan una liquidez de u$s14.000 millones para pulsear con el mercado.

Por cierto que sigue habiendo incertidumbre, como lo demuestra el hecho de que las posiciones del mercado de futuros A3 está mostrando cotizaciones por encima del techo de la banda a partir de octubre. Pero, en todo caso, se trata de una incertidumbre más acotada.

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De hecho, quienes tomaron las Lecap de plazo más cortos quedan cubiertos de una devaluación que lleve el tipo de cambio al entorno de $1.500 a fines de octubre -una cifra que coincide aproximadamente con los contratos de futuros-.

El festejo del dólar en el techo

¿Cómo se explica el cambio de humor del mercado respecto de las licitaciones anteriores, a pesar de la derrota electoral del gobierno, del desplome de los bonos y del riesgo país en 1.070 puntos?

Las primeras reacciones de los analistas lo atribuyen, sobre todo, a la suba del dólar, que le da al mercado más clima de flotación pura y menos intervención. Lo cierto es que, en medio de la volatilidad del mercado y la incertidumbre política, el gobierno tomó la decisión de abandonar el «sub techo» informal de $1.360 en el que topeaba al tipo de cambio, quemando divisas del Tesoro, que ya tiene muy acotado su poder de fuego.

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Y, de momento, no pasaron ninguna de las cosas graves que podían ocurrir: no se tocó el techo de la banda, así que no se sacrificaron reservas del BCRA: no hubo salidas masivas de depósitos bancarios; no hubo avisos de remarcaciones de precios. Y, en cambio, se insinuaron algunas cosas positivas, como la mayor venta del agro, estimulada por el precio; y una incipiente baja de las tasas de interés.

El dólar, que el miércoles de la licitación cerró a $1.423,50, se ubica a un 3,2% del techo de la banda -a diferencia de lo que ocurría la semana previa a la elección bonaerense, cuando el gobierno se empeñó en mantener esa distancia en 9%-. El de estos días es un tipo de cambio que ya no ofrece tantas críticas por su nivel de atraso. Y, además, el hecho de que el Tesoro no esté interviniendo dota de mayor credibilidad a la banda.

Esta situación, sumada al respaldo del FMI para que el BCRA use su poder de fuego, si ocurriera el caso de que los inversores quieran «testear» el precio máximo, lleva a que los niveles de tasas de interés de las últimas semanas luzcan como exagerados y se propenda a una baja.

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De hecho, el reclamo que más se escucha en el sistema financiero es que el Banco Central acompañe la tendencia, para que se pueda normalizar el crédito.

Extrañando al Punto Anker

Por cierto que todavía no puede hablarse de un regreso del «Punto Anker», es decir de aquel contexto en el que Caputo festejaba cuando el «rolleo» era menor al 100% porque interpretaba que esa situación equivalía a un aumento genuino en la demanda de dinero, en el marco de una economía pujante.

Todavía, y hasta pasada las elecciones, la tesitura del gobierno es que no hay una suba en la demanda del público por tener pesos, dado el ruido político y los reveses del gobierno en el Congreso, que pusieron en duda el mantenimiento del superávit fiscal.

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Sin embargo, las señales de esta última licitación parecen ir en el camino de una normalización.

En dos semanas -y ya con un panorama más claro sobre lo que pueda ocurrir en la votación de octubre-, Caputo tendrá un nuevo test con el mercado, cuando se produzca un nuevo vencimiento por $6 billones. Su desafío es obtener nuevamente un «rolleo» cercano al 100%, en simultáneo con un nuevo recorte de las tasas.

Un buen resultado podría interpretarse como la expectativa de que, sea cual sea el veredicto de las urnas, no habrá una crisis devaluatoria ni una disparada del riesgo país.

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En caso contrario, habrá que prepararse para un mercado más complicado. Sobre todo, si se considera que el calendario financiero que sigue es exigente: el total de vencimientos en octubre es de $8,2 billones, en noviembre de 12,7 billones y en diciembre de 11,6 billones.

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INDEC reveló cuál es la ciudad más pobre del país

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El organismo estadístico registró un 31,6% de pobreza en el primer semestre de 2025, el nivel más bajo desde 2018. La lista de localidades más afectadas

25/09/2025 – 20:51hs

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El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó este jueves que el índice de pobreza en la Argentina fue del 31,6% en el primer semestre de 2025. Se trata del registro más bajo desde 2018 y un dato que el Gobierno celebró como signo de mejora, aunque revela fuertes contrastes entre las distintas regiones del país.

Concordia, la ciudad más pobre del país: el informe de INDEC

El relevamiento se realizó sobre 31 aglomerados urbanos y confirmó que Concordia, en Entre Ríos, mantiene el índice más alto del país: allí el 49,2% de sus habitantes vive bajo la línea de pobreza. La ciudad gobernada por Francisco Azcué, referente del PRO, prácticamente duplica el promedio nacional y también se ubica entre las localidades con mayor indigencia, con un 12,3% de su población sin ingresos suficientes para cubrir la canasta básica alimentaria.

El segundo lugar lo ocupa el área del Gran Resistencia, Chaco, que incluye Barranqueras, Fontana y Puerto Vilelas. En esa zona, con unos 386.000 habitantes, el 48,2% de la población es pobre y un 15,1% se encuentra en situación de indigencia. En Posadas, Misiones, el índice de pobreza alcanzó al 38,1% y en Corrientes al 37,4%. El quinto puesto lo ocupa el Gran San Juan —que agrupa la capital provincial y los departamentos Rawson, Rivadavia, Chimbas y Santa Lucía— con un 36,6% de pobreza.

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El informe del INDEC aclara que la incidencia de la pobreza y la indigencia surge de comparar los ingresos monetarios de los hogares con los valores de la canasta básica alimentaria (CBA) y la canasta básica total (CBT). Mientras que la pobreza implica la imposibilidad de cubrir necesidades básicas más allá de los alimentos, la indigencia refleja ingresos tan bajos que ni siquiera alcanzan para cubrir la canasta alimentaria mínima.

En términos de indigencia, además de Concordia y Gran Resistencia, se destaca Santa Rosa (La Pampa), donde el 9,7% de los habitantes no logra acceder a los alimentos necesarios. En el Gran Buenos Aires, que concentra más de 16 millones de personas, la indigencia es del 8,8%, mientras que en el Gran La Plata alcanza al 8%.

Pese a que el índice nacional marca una mejora general, el mapa de la pobreza muestra fuertes disparidades regionales y revela que en varias provincias del Litoral y el Norte argentino persisten los mayores desafíos socioeconómicos del país.

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La geografía del empleo argentino: de qué se trabaja en cada provincia

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En la mayoría de las provincias, el principal empleador ya no es la industria y el agro (Eduardo Parra / Europa Press)

Argentina posee la octava superficie del mundo, se destaca por su diversidad de climas y ecosistemas. La geografía del empleo tiene tanta diversidad como la territorial, pero cuenta con mixturas y, con el paso del tiempo, ese paisaje se ha modificado y el perfil del país también. En 1970, casi 1 de cada 3 pesos del PBI en Argentina provenía de la industria; hoy apenas 1 de cada 6. El peso de la industria en el PBI en la década de 1970 era de (31,54%) y los servicios menos de la mitad (48,08%). Hoy la industria pesa apenas un 15% y los servicios superan el 53%.

Diseño por Enrique Mendoza Tincopa
Diseño por Enrique Mendoza Tincopa

Este proceso de transformación no es exclusivo de la Argentina: la tercerización de la economía es un fenómeno global desde China hasta Estados Unidos, según los indicadores del Banco Mundial. En las últimas décadas, los países redujeron el peso de la industria y vieron crecer a los servicios, aunque con trayectorias y resultados diferentes. Algunos lograron sostener industrias sólidas al mismo tiempo que desarrollaron servicios sofisticados, mientras que otros, como Argentina, vieron cómo el comercio y las actividades básicas se convertían en las principales fuentes de empleo. Comparar este recorrido con otras experiencias nacionales permite dimensionar mejor dónde estamos parados y hacia dónde podemos proyectarnos.

Si trasladamos la comparación con otras trayectorias nacionales como las de Australia y Estonia, observamos que Argentina tiene los mayores desafíos de ambos mundos: una gran dependencia de commodities como el caso australiano pero a pesar de tener un sistema muy tecnificado y de punta, aún no logra la misma productividad, y la expectativa digital de Estonia pero limitada a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y algunos centros urbanos, lo que marca una dualidad que condiciona el futuro de todos los jóvenes que estén en la búsqueda laboral.

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En el caso australiano tiene muchas semejanzas con Argentina, fuerte base de recursos primarios (minería y agricultura) pero la diferencia radica en servicios de mayor sofisticación y particularmente de gran inserción internacional. Por otra parte, Estonia es un claro ejemplo de tercerización pero con un direccionamiento muy fuerte hacía los servicios digitales y tecnológicos con un alto nivel de productividad.

Los datos relevados del Banco Mundial permiten identificar cómo Argentina se consolida como país de servicios a partir de la década del 70 principalmente al inicio de la dictadura militar de 1976. Posteriormente, con el regreso de la democracia esta tendencia no se revirtió y su punto de inflexión sucedió durante los ‘90. Actualmente el crecimiento en servicios es sostenido y la industria anhela su pico. Este devenir histórico nos permite llegar a entender la foto de un país con altos grados de tercerización y tendencia a la caída del sector industrial.

El perfil de Argentina como generador de empleo sufre una transformación estructural donde la participación del trabajo en la industria viene en caída década tras década hacía la economía de servicios, como se menciona en el informe del Banco Mundial de mayo de 2025 “Panorama Laboral Regional: Un análisis basado en encuestas de la fuerza laboral América Latina y el Caribe” donde refleja que el Estado argentino es uno de los países de América Latina que experimentó un aumento en la proporción del empleo en varios sectores de baja productividad y una disminución en la de los sectores de alta productividad. En la mayoría de las provincias el principal empleador ya no es la industria ni el agro, sino el comercio minorista, junto con la construcción y algunos servicios básicos.

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Diseño por Enrique Mendoza Tincopa
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Sebastián Etchemendy es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de California, Berkeley, Profesor de Economía Política en el Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, e investigador del CONICET y menciona que esta situación no es una particularidad de Argentina. “En todo el mundo el sector industrial está en retirada. En algunos países desarrollados, como el caso de Alemania o Corea del Sur mantienen una base fuerte”.

Asimismo, explica que los servicios tienen distintas aristas, que pueden ir desde un modelo de servicios básicos, con baja productividad y sin valor agregado a un modelo de servicios de alta complejidad con alto nivel de valor agregado como es el caso de Estonia, que es un hub tecnológico en Europa. Para finalizar agrega: “En el caso de Argentina diría que se identifica una dualidad, ya que tiene servicios muy básicos y al mismo tiempo muy complejos”. Esta dualidad enfrenta un escenario muy complejo para el país.

Los índices encontrados en data.worldbank.org revelan que Argentina todavía no logra consolidar empleo industrial fuerte ni servicios de alta productividad homogéneos en su territorio. Este cambio presenta desafíos para la integración productiva y para garantizar oportunidades laborales de calidad en todas las provincias. Donde se evidencian las asimetrías entre los centros urbanos donde se encuentran lagunas de rubros con alta competitividad y desarrollo y el interior de las provincias.

Como menciona Etchemendy, Argentina está muy lejos de Corea del Sur y Alemania. Pero, ¿cómo está Argentina en comparación con países de América Latina?

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La comparación con los países de la región es ilustrativa. Tanto Brasil como México, a pesar de tener una mayor desigualdad que Argentina, muestran un sistema industrial más fuerte con sectores competitivos a escala global como la industria automotriz mexicana o el caso del complejo metalúrgico brasilero y su desarrollo en la industria bélica que amortiguan la heterogeneidad productiva. Distinto es el caso de Chile, que muestra una dependencia mayor de los servicios, similares a los de Argentina pero con un mayor nivel de formalidad laboral y menor brecha territorial, además en Chile el Estado orientó el crecimiento hacia la minería como columna vertebral y en el caso argentino todavía no queda claro cuál es ese anclaje sectorial que le permita planificar el país. ¿Será la minería y el petróleo? ¿Los servicios de alta productividad con las grandes empresas tecnológicas nacionales que se insertan en el mercado global?¿El agro ampliará su encadenamiento productivo? Una de las discusiones más importantes que se dieron en la última década fue repensar el país cuando fueron exitosas las perforaciones de Vaca Muerta. La historia económica indica que la energía barata posibilita una industria competitiva. A eso se puede sumarle otros minerales como el litio y ¿el cobre? para (re)pensar cadenas productivas en el país.

Si a estos indicadores del Banco Mundial, que nos permiten observar un diagnóstico general de la situación en Argentina, le agregamos los datos que se relevan a partir de las estadísticas e indicadores regionales de OEDE de la subsecretaría de empleo del ministerio de Capital Humano, podemos obtener un mapa de los principales trabajos de cada una de las provincias y en él podemos identificar la brecha entre la estructura productiva nacional y la realidad laboral en las provincias.

Pero para entender de verdad el mapa del trabajo en la Argentina no alcanza con mirar los números nacionales. La distribución del empleo es profundamente federal: mientras en la mayoría de las provincias predomina el comercio minorista como empleador principal, en otras regiones el peso lo tienen sectores específicos como la construcción en el NOA, el petróleo y el gas en la Patagonia o la agricultura en el Noroeste. La heterogeneidad productiva del territorio argentino condiciona tanto las oportunidades de inserción laboral de los jóvenes como las políticas públicas necesarias para equilibrar el desarrollo.

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La idea planteada por Etchemendy toma fuerza ya que los servicios son dominantes en el PBI, pero con el empleo anclado en sectores tradicionales y poco sofisticados. En 12 provincias la principal rama de empleo es el comercio minorista, 3 provincias tienen a la construcción como sector dominante (Salta, San Juan y Catamarca). Sólo 2 provincias dependen de la extracción de petróleo y gas (Neuquén y Santa Cruz) y Tierra del Fuego tiene como principal actividad la producción de electrónicos (radio y TV).

En provincias agrícolas, como Tucumán, La Rioja y Río Negro, el empleo principal sigue siendo la agricultura y ganadería.

Diseño por Enrique Mendoza Tincopa
Diseño por Enrique Mendoza Tincopa

El mapa muestra el desafío por delante que hay para el empleo en Argentina:

1. ¿De qué manera se puede generar un puente hacia sectores más dinámicos, vinculados a la tecnología, la industria o los servicios profesionales cuando hay un mercado laboral polarizado?

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2. ¿Cómo desarrollar mayores oportunidades iniciales hacia empleos de mayor valor agregado cuando esas oportunidades son limitadas y se centran en los grandes centros urbanos?

El comercio minorista es la principal fuente de trabajo con casi uno de cada cuatro empleos (24,9%), seguido por los servicios profesionales y empresariales (23,9%) y la enseñanza (19,8%). Sectores como la industria (15,1% del PBI) y la agricultura (6%), que históricamente fueron motores de desarrollo, hoy tienen menor peso en la generación de riqueza y, al mismo tiempo, menos capacidad de absorber trabajadores.

Diseño por Enrique Mendoza Tincopa
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¿Este camino sinuoso será una oportunidad que se pueda aprovechar o se profundizará este proceso? La respuesta dependerá de las políticas públicas, las inversiones y la capacidad de transformar la matriz productiva. Revertir esta situación exige un gran esfuerzo mancomunado de todos los sectores políticos, sindicales, empresariales y religiosos, ya que las potencialidades de Argentina están a la vista.

Australia, Estonia, Corea del Sur, Alemania, México, Brasil y Chile han decidido con sus soles y bemoles su norte, Argentina tiene el desafío de encontrar una brújula que se pueda usar más allá de quien gobierne en el país, ya que marcará no solo el futuro del mercado laboral, sino también el perfil productivo del país en las próximas décadas.

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ECONOMIA

Las reservas del BCRA crecieron u$s300 millones y en la City creen que el Tesoro compró dólares

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Después del respaldo político y financiero que Estados Unidos expresó al Gobierno, el mercado detectó nuevos movimientos oficiales en el frente cambiario. Según estimaciones privadas, el Tesoro habría vuelto a intervenir con compras de divisas, lo que se reflejó en un incremento de u$s317 millones en las reservas internacionales del Banco Central.

La variación se registró este jueves en el balance del BCRA. Como no hubo ingresos de organismos internacionales ni cambios relevantes en las cotizaciones, operadores descuentan que la suba se debió a una adquisición directa del Tesoro. Desde el Ministerio de Economía, sin embargo, prefirieron no confirmar ni desmentir la operación al ser consultados.

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El economista Gabriel Caamaño escribió en su cuenta de X: «Esto es consistente con una compra significativa del Tesoro. Suba de las reservas brutas por más de u$s300 millones». Y agregó: «u$s1050 millones informa CIARA que liquidó hoy, eso es más que la suma de rueda mayorista en Divisa y MEP. Otra vez es indicativo de compra en bloque significativa».

Por su parte, Amílcar Collante señaló que «los depósitos del Gobierno en dólares subieron u$s85 millones el 23 de septiembre«, lo que da más pistas sobre estas operaciones.

Dólares del agro y apoyo de EE.UU.: el escenario ideal para el Gobierno

El refuerzo de reservas llega luego de los anuncios de Washington, que incluyeron asistencia a través de swap de monedas, compra de bonos argentinos y un préstamo directo del Tesoro norteamericano. Se trata de un respaldo clave en un momento de tensión financiera y de expectativas crecientes en el mercado cambiario.

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En el último informe de Jefatura de Gabinete se detalló que durante junio y julio el Tesoro había realizado compras por u$s1464 millones a un tipo de cambio promedio de $1260,13. Posteriormente, tras la volatilidad que siguió a las elecciones bonaerenses, buena parte de esos dólares se usaron para intervenir y contener al mercado.

El secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, confirmó en las últimas horas que negocia con la Argentina un swap por u$s20.000 millones para apuntalar al BCRA. También aseguró en redes sociales que está «listo» para comprar bonos de la deuda argentina en dólares, y anticipó que podrían otorgar un crédito directo para reducir la presión financiera en plena campaña electoral.

Incluso fue más allá: «Inmediatamente después de las elecciones, comenzaremos a trabajar con el gobierno argentino en el pago de su principal deuda«, adelantó Bessent.

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El apoyo de Estados Unidos llega en un contexto en el que los organismos multilaterales siguen advirtiendo que el talón de Aquiles de la economía argentina es la escasez de reservas. Gita Gopinath, ex número dos del FMI, lo planteó con claridad: «El apoyo estadounidense sin duda ayuda a prevenir fluctuaciones cambiarias especulativas. Sin embargo, un progreso duradero requerirá que Argentina adopte un régimen cambiario más flexible, acumule reservas y genere apoyo para sus reformas internamente».

Comprar o que baje el precio del dólar: dos opciones para Javier Milei

Tal como sucedió durante la liquidación de la cosecha gruesa, el Gobierno tiene la chance de «dejar pasar» la oportunidad —no comprar los dólares— y usar esa oferta para que baje la cotización del dólar.

La alternativa es hacer algo bien diferente: es decir, aprovechar la llegada de dólares para que el Tesoro o el BCRA compren esas divisas.

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De acuerdo a fuentes de la City, el Tesoro ya habría adquirido una parte de las liquidaciones, tanto el martes como ayer miércoles. Entre operadores sospecharon que el Tesoro compró unos u$s1.500 millones en esos dos días.

Y se vienen más compras, dada la fuerte oferta ya programada para las próximas jornadas.

Por otra parte, el BCRA tuvo una postura que hace prever una actitud más realista respecto del escenario económico.

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Ante la tormenta de dólares, el Banco Central sorprendió con una baja de las tasas de interés —en total de 10 puntos en las repo— que es uno de sus principales instrumentos de política monetaria. La tasa repo a un día pasó de 35% a 25% anual.

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