ECONOMIA
La gran noticia que recibieron los inquilinos: qué pasó con los precios de los alquileres en octubre

Un informe reveló cómo evolucionaron los alquileres en octubre frente al mes previo. Cuánto cuesta desde un monoambiente hasta uno de tres meses
28/10/2025 – 18:32hs
Por segundo mes consecutivo, los valores de los alquileres en la Ciudad de Buenos Aires se mantuvieron sin cambios respecto de los meses previos. Sin embargo, al observar el comportamiento de los últimos doce meses, el panorama es mucho menos alentador para los inquilinos, especialmente para quienes buscan unidades pequeñas.
Un informe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) detalló que los monoambientes continúan publicándose a un promedio de $500.000, los dos ambientes en $600.000 y los tres ambientes rondan los $800.000, mismos valores registrados en agosto y septiembre.
A la falta de variación en los precios se suma la estabilidad del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVyM), que permanece en $322.200. Por eso, la relación entre ingresos y alquileres tampoco cambió: el SMVyM solo cubre 40,25% del costo de un monoambiente, 53,67% de un dos ambientes y 64,44% del alquiler de tres ambientes.
Cuánto aumentaron los alquileres en octubre en el último año
El freno reciente no alcanza a compensar lo ocurrido a lo largo del último año. Según CESO, la inflación acumulada hasta agosto fue del 31,8% y se estimaba cerca del 31,3% para septiembre. Contra ese parámetro, los inquilinos de dos ambientes fueron quienes más perdieron terreno.
Desde octubre de 2024, los alquileres subieron:
- 23,1% en tres ambientes
- 33,3% en dos ambientes
- 31,6% en monoambientes
Así, las unidades grandes aumentaron unos ocho puntos porcentuales menos que la inflación, los monoambientes acompañaron el alza del IPC, mientras que los dos ambientes lo superaron en aproximadamente dos puntos.
- Expensas más pesadas y más oferta en dólares
- Otro elemento que no pasa desapercibido es el incremento de las expensas: explicaban el 23% del precio de alquiler en septiembre y en octubre pasaron al 23,5%.
- El 27% de los avisos se publica en dólares
- La cantidad total de propiedades en alquiler aumentó 25,4% respecto de octubre de 2024
Por otra parte, CESO remarcó que «si bien alquilar puede implicar problemas a la hora de obtener garantías o pagar las comisiones, el costo del alquiler es la primera -y en muchos casos la mayor- barrera de ingreso«.
La entidad advirtió que en la Ciudad, «los altos precios impiden a gran parte de la población alquilar siquiera un monoambiente medio, empujándoles hacia zonas con infraestructura y servicios de menor calidad».
Cómo se ajustan los valores de los alquileres, según cada contrato
El mercado de alquileres de inmuebles en Argentina atraviesa una etapa de transición, marcada por la moderación de los aumentos y un nuevo contexto legal que convive con contratos firmados bajo normativas anteriores. Los incrementos muestran una desaceleración respecto de los picos de años recientes, aunque los desafíos siguen presentes tanto para inquilinos como para propietarios.
Dependiendo de cuándo fue firmado el contrato y bajo qué normativa, los ajustes previstos varían considerablemente:
- Contratos bajo la Ley de Alquileres (vigente hasta octubre de 2023): estos ajustes se calculan con el Índice de Contratos de Locación (ICL). En octubre de 2025, dichos contratos enfrentarán un aumento interanual estimado en 46,13%, la suba más baja desde que ese sistema cobró protagonismo.
- Contratos firmados entre octubre y diciembre de 2023: se rigen por la ley intermedia (Casa Propia), con ajustes semestrales. En octubre pueden aplicar un aumento del 27,58% para esos contratos.
- Contratos posteriores a la derogación de la Ley de Alquileres (desde diciembre de 2023): aquí prevalece la libertad contractual, de modo que arrendador e inquilino negocian la periodicidad de ajustes (trimestrales, cuatrimestrales, etc.) y el índice de referencia, que muchas veces es el IPC (Índice de Precios al Consumidor).
Por ejemplo, para quienes tienen un contrato con ajuste anual por ICL, un alquiler de $500.000 pasará a $730.648 en octubre. Mientras tanto, en contratos con ajustes trimestrales por IPC, el aumento estimado ronda el 5,49 % acumulado para el trimestre julio-agosto-septiembre.
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ECONOMIA
Dólar tras las legislativas: las claves que busca el Gobierno para sostener la calma cambiaria

El dólar oficial opera este martes 4 de noviembre con una caída de cinco pesos, a $1.495, en la pizarra del Banco Nación. En el segmento mayorista, la divisa se negocia a $1.468, y se aleja de del límite superior de la banda cambiaria. En cuanto a los dólares financieros, el contado con liquidación se vende $1.517 (-0,5%), y el MEP se ubica a $1.497 (00%). Por último, en el segmento informal, el blue se negocia a con una suba de diez pesos, en $1455.
El resultado de las elecciones legislativas reconfiguró por completo el tablero financiero argentino. La señal política redujo una parte importante de la incertidumbre y empujó a los activos locales a un rally que sorprendió por su magnitud. En paralelo, la discusión de fondo volvió a la agenda: con el riesgo país en baja y las tasas locales aún muy elevadas, el foco del mercado se corrió hacia el tipo de cambio y el ritmo de la normalización monetaria. La pregunta es directa: ¿puede consolidarse un dólar estable con tasas descendiendo y un contexto internacional más benigno?
En el muy corto plazo, la atención de los operadores y empresas pasa por el flujo. La oferta y demanda de divisas siguen condicionadas por la intervención pública, la liquidación del agro adelantada en las semanas previas y los eventuales movimientos de actores externos. En ese marco, cualquier gesto de coordinación entre política monetaria y frentes cambiarios tiende a amplificarse en precios. Si el financiamiento en pesos baja de costo sin perder anclaje, las coberturas en dólares deberían moderarse y, con ello, la presión sobre el mercado cambiario.
A la vez, el mediano plazo vuelve a depender de dos variables: acceso a crédito y acumulación de reservas. Si el país logra sostener una compresión del riesgo soberano y reanudar el vínculo con los mercados, el dólar financiero tenderá a estabilizarse por la entrada de capitales y por una menor necesidad de cobertura. De lo contrario, la inercia cambiaria podría reactivarse, especialmente si se diluye la oferta transitoria de divisas.
El telón de fondo incluye señales desde Estados Unidos. Una Reserva Federal más laxa suaviza la tasa global y mejora el apetito por riesgo emergente, pero el mercado local mira con lupa el eventual accionar del Tesoro norteamericano en el mercado local de cambios. La estabilidad del dólar argentino, por tanto, no solo depende de la agenda doméstica: también descansa en el flujo externo y en la consistencia de las próximas decisiones de política.
Dos llaves para bajar el riesgo y calmar el dólar
La reacción de precios post-electoral fue categórica: los activos argentinos saltaron cuando se despejó el «riesgo político» y se desplomaron cuando reapareció. El día posterior a los comicios, el Merval registró su mayor suba diaria en dólares en al menos tres décadas, un hito que refleja el cambio de expectativas y el potencial de compresión del riesgo si se confirma una agenda promercado.
El próximo paso para recortar el riesgo país y suavizar el tipo de cambio pasa por normalizar la política monetaria para bajar la volatilidad de tasas. El régimen actual, con metas de agregados poco transparentes y picos intradiarios y quincenales, tiene costos sobre la actividad y sobre el fisco. Un ajuste operativo —tasas más claras en el corto plazo y comunicación más previsible— podría ayudar a anclar expectativas y reducir la demanda de cobertura en dólares.
La segunda llave es la acumulación sistemática de reservas. Pese a una mejora reciente, el stock sigue por debajo de pares emergentes y de la trayectoria pactada con el FMI. Además, la baja monetización de la economía habilita compras oficiales sin encender presiones, aunque siempre importará el precio de esa acumulación en términos de tipo de cambio.
Si el riesgo país quebrara los mínimos de enero y el acceso a los mercados se recompone, la curva en dólares tiene margen para seguir normalizando. Ese cuadro ayudaría a estabilizar el dólar financiero por la vía del flujo y de la menor demanda precautoria. En paralelo, persisten dudas sobre la compatibilidad del esquema de bandas con compras de divisas «en escala», mientras los pagos al FMI y al BCRA siguen marcando el pulso de la caja en dólares.
Normalizar la política monetaria para aflojar las coberturas
Tras las elecciones, el principal desafío doméstico es reducir la volatilidad y el nivel de tasas observado entre agosto y octubre. Tanto el Banco Central como el Tesoro comenzaron a dar señales de normalización: una baja incipiente de encajes, un menor costo de financiamiento en pesos y la ausencia de demanda por instrumentos dollar-linked en el primer test de deuda post-electoral apuntan a un giro gradual hacia condiciones más previsibles.
La primera licitación posterior a las legislativas dejó una tasa promedio de LECAP de 2,87% mensual, alineada con el mercado secundario. El Tesoro adjudicó 6,9 billones de pesos frente a vencimientos por 11 billones, con una inyección de liquidez reforzada por recompras. En un contexto de tasas extraordinariamente altas —84% TNA en adelantos y 67% en interbancarias—, el 100% de la colocación fue a tasa fija, con vencimientos extendidos hasta 2026 y 2027, mostrando una mayor confianza del mercado.
El Banco Central volvió al cómputo mensual de encajes (95% al cierre del día), luego del esquema diario vigente desde agosto. Aunque el nivel de exigencia sigue en máximos desde 1993 y las tasas reales continúan elevadas, algunas referencias ya aflojaron: la caución cerró en torno al 20% y el repo en 30%. Falta que el resto de las tasas converja hacia niveles más razonables para que la actividad económica, estancada desde febrero, empiece a reactivarse.
Una política monetaria más predecible y flexible tiende a moderar la demanda de cobertura cambiaria. Si el descenso de tasas se consolida sin desanclar expectativas, el costo de oportunidad de dolarizar carteras sube y la presión sobre el tipo de cambio se atenúa. Menos estrés financiero, más pesos retenidos en instrumentos locales y un dólar financiero menos exigido: esa es la secuencia esperada.
Flujos externos: Tesoro de EE. UU., Fed y el canal al dólar
Hacia adelante, será clave monitorear el accionar del Tesoro de Estados Unidos. Si vuelve a vender dólares en el mercado local, aumentará la oferta en el MULC y contribuirá a la estabilidad cambiaria; si, en cambio, se retira, podría elevar la demanda de divisas y reavivar presiones de corto plazo. Es un factor táctico decisivo para la trayectoria del dólar.
El contexto externo también juega a favor. La Reserva Federal mantiene un sesgo más laxo, lo que mejora las condiciones financieras internacionales y el apetito por riesgo emergente. Ese viento de cola global favorece que el país retome gradualmente el acceso a financiamiento en los próximos meses, siempre y cuando el riesgo país siga cayendo hacia la zona de 400–500 puntos básicos.
El mercado cambiario seguirá sensible al balance entre cobertura y oferta genuina. Con la liquidación del agro anticipada antes de las elecciones, la oferta podría ser menor que la habitual, por lo que los flujos oficiales y del sector externo serán determinantes para sostener la calma. Cada decisión desde Washington o el regulador local puede alterar la brújula del dólar.
La secuencia ideal combina tasas en baja, un flujo de dólares estable y un acceso renovado a los mercados internacionales. Si esos tres factores convergen, la demanda precautoria de divisas debería disminuir y el tipo de cambio encontrar un nuevo equilibrio sin sobresaltos.
Reservas, bandas y el puente al financiamiento
La acumulación de reservas en forma sostenida es condición necesaria para darle credibilidad al régimen cambiario y anclar expectativas sobre el dólar. La baja monetización del PBI ofrece margen para compras oficiales sin presiones, pero aún existe incertidumbre sobre la compatibilidad entre el esquema de bandas y las compras masivas de divisas. Ese dilema será central para el sendero del tipo de cambio.
Aunque las reservas mejoraron frente a los peores momentos, todavía se ubican por debajo de los emergentes comparables y del compromiso con el FMI. Los próximos pagos de intereses y capital exigen una coordinación fina entre Tesoro y Banco Central, ya que la administración de esos flujos incide directamente sobre la oferta de dólares y la estabilidad del mercado cambiario.
Si el riesgo país continúa cediendo y el acceso a financiamiento externo se reabre, la presión sobre el tipo de cambio disminuirá. La compresión de spreads observada tras los comicios respalda esa lectura: una Argentina con menor prima de riesgo tiende a estabilizar su dólar financiero mediante confianza y flujo de capitales.
La hoja de ruta conecta cuatro piezas: tasas menos volátiles, reservas en aumento, riesgo país en baja y mercados abiertos. Si el Gobierno logra encadenar esos hitos, el dólar debería moverse en un corredor más previsible; si alguno falla, la cobertura volverá. La coherencia de señales económicas será decisiva en la próxima etapa.
Señal de precios y próximos pasos: cómo se ancla el tipo de cambio
El éxito del ancla cambiaria depende de que la flexibilización monetaria avance a un ritmo controlado, evitando desbordes de expectativas. Tasas a la baja, menos ruido y más previsibilidad son condiciones para que la cobertura cambiaria pierda fuerza y el mercado conviva con un dólar estable.
La credibilidad del esquema mejora si el Banco Central logra comprar reservas sin dañar la dinámica de precios y si el riesgo país perfora los mínimos recientes. Con financiamiento externo disponible y menor volatilidad de tasas, el dólar financiero tendería a estabilizarse tanto por los flujos como por las expectativas.
El corto plazo dependerá del equilibrio entre oferta y cobertura, con el Tesoro de EE. UU. como factor táctico y del ritmo al que baje el «costo peso». La victoria oficialista ordenó el mapa; ahora la consistencia de las decisiones será la que determine si el dólar entra o no en una etapa de estabilidad sostenida.
En suma, el escenario base combina normalización monetaria, reducción de spreads y mayor acumulación de reservas. Si ese combo se concreta, el dólar tendrá menos razones para sobresaltos y más chances de moverse dentro de un corredor previsible y estable.
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ECONOMIA
Anses: cuándo cobro la Asignación Universal por Hijo en noviembre 2025 y de cuánto es

En el mes de noviembre de 2025, la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) confirmó tanto las fechas de pago como los nuevos montos de la Asignación Universal por Hijo (AUH), una de las principales prestaciones sociales del Estado argentino.
Este beneficio, que asiste de manera directa a casi 2,5 millones de familias y a unos 4,3 millones de menores en todo el país, experimenta un incremento mensual atado a la variación de la inflación, lo que representa una modificación clave respecto de los años anteriores. Las familias pueden consultar su fecha de cobro y el monto a percibir a través de la plataforma “Mi Anses”, donde también se realizan otros trámites asociados a la prestación.
A partir de noviembre de 2025, el monto establecido (bruto) para la Asignación Universal por Hijo se ubica en $119.714 por cada menor a cargo. No obstante, los titulares recibirán efectivamente $95.958, debido a que ANSES retiene el 20% del valor total hasta que se presente la Libreta AUH. Este formulario acredita el cumplimiento de escolaridad y controles de salud de los niños que reciben la asignación.
El programa, que cumple la función de resguardar y potenciar el ingreso de los hogares más vulnerables, ajusta el monto mes a mes conforme a la evolución de los precios. En este caso, el valor se definió en base a la variación inflacionaria del mes de septiembre, que arrojó un 2,1% según el índice oficial. Así, esta prestación registra un aumento del 2,08% respecto al mes previo.

De acuerdo con el sistema de actualización implementado desde abril de 2024, el ajuste dejó de ser trimestral y pasó a ser mensual, atendiendo al índice de precios al consumidor registrado por el INDEC dos meses antes del pago. Esta dinámica permite que los montos acompañen más de cerca la realidad económica y amortigüen el impacto de la inflación en los ingresos de quienes dependen de la AUH.
Comparando los valores actuales con los vigentes al cierre de 2023, se observa que la AUH muestra una variación real positiva interanual del 5,3%. Este incremento se suma a otros refuerzos, como el beneficio complementario de la Tarjeta Alimentar, que aporta $52.250 extra para quienes tienen un solo hijo, aunque su valor permanece sin cambios desde junio de 2024. A pesar de ello, el monto real combinado de ambos beneficios registra una caída marginal del 0,1% respecto a 12 meses atrás.
Junto con la AUH clásica, otras asignaciones universales gestionadas por la ANSES también reciben el ajuste correspondiente en noviembre. La Asignación Universal por Hijo con Discapacidad se eleva a $389.808,61 (Bruto) para el mismo período, un monto diferencial que se otorga sin límite de edad para personas con discapacidad a cargo. En tanto, la Asignación por Embarazo(Bruto), destinada a personas gestantes que cumplen condiciones similares a las de la AUH, se ubica en $119.714,66.
Dentro del conjunto de asignaciones, la ANSES también otorga otros valores según el tipo de evento: la Asignación Universal por Hijo con Discapacidad escala a $389.808, mientras que el monto para la Asignación Universal por Embarazo para Protección Social alcanza los $119.714.

Por otra parte, la Ayuda Escolar Anual está estipulada en $85.000 (Bruto) por hijo; el pago por Nacimiento asciende a $69.776; para Adopción, el importe es de $408.616; y la prestación Cuidado de la Salud parte desde $117.252.
Estos valores forman parte del esquema integral de protección social, donde las distintas asignaciones, ya sean familiares o universales, se actualizan mensualmente con el objetivo de hacer frente a los cambios económicos y garantizar la cobertura de necesidades básicas para la niñez y adolescencia argentina.
El calendario de pagos de la AUH dispuesto por ANSES para noviembre de 2025 organiza las fechas según la terminación del número de Documento Nacional de Identidad (DNI) de cada titular. El orden es el siguiente:
- DNI terminados en 0: lunes 10 de noviembre
- DNI terminados en 1: martes 11 de noviembre
- DNI terminados en 2: miércoles 12 de noviembre
- DNI terminados en 3: jueves 13 de noviembre
- DNI terminados en 4: viernes 14 de noviembre
- DNI terminados en 5: lunes 17 de noviembre
- DNI terminados en 6: martes 18 de noviembre
- DNI terminados en 7: miércoles 19 de noviembre
- DNI terminados en 8: jueves 20 de noviembre
- DNI terminados en 9: martes 25 de noviembre
Para consultar la fecha y el lugar específico de cobro, los beneficiarios pueden ingresar a la página oficial de ANSES y completar el formulario habilitado con su número de CUIL o de beneficio. De esta forma, el sistema le informará la fecha exacta en que estará disponible el pago.
Pueden acceder a la Asignación Universal por Hijo madres, padres, tutores o responsables de menores de 18 años que vivan en el mismo hogar y se encuentren en situación de desempleo, inserción laboral informal o presten servicios en el ámbito doméstico. Para personas con discapacidad a cargo, la prestación se extiende sin límite de edad, siempre que se cumplan los requisitos establecidos por ANSES.

El sistema establece que el 20% del valor mensual se retiene hasta la presentación de la Libreta AUH. Este trámite, obligatorio para recibir el pago total, acredita la concurrencia escolar y los controles sanitarios de los menores beneficiarios. El procedimiento se puede realizar en forma digital, accediendo a la plataforma “Mi Anses” con CUIL y Clave de la Seguridad Social, lo que simplifica y agiliza el proceso.
Cada mes, ANSES acredita el monto correspondiente según la cantidad de menores anotados por cada titular en sus cuentas bancarias o a través de las vías habilitadas, en un sistema dinámico y con alcance federal. La AUH juega así un papel fundamental en el esquema de protección e inclusión social de Argentina, ajustándose de manera automática al ritmo de la economía y garantizando cobertura a quienes más lo necesitan.
ECONOMIA
Estos son los 7 «pecados capitales» del ahorrista argentino al invertir pesos o dólares

En la economía argentina, la historia no se repite, pero rima. Cada movimiento del dólar o de tasas renueva un ritual conocido: la búsqueda de refugio, la desconfianza y la carrera por anticiparse al mercado. En un país donde en una semana pueden ocurrir más cambios que en varios meses de otras economías, lo que hoy parece una estrategia segura puede convertirse mañana en fuente de pérdidas.
Detrás de esas decisiones hay algo más profundo que los números: patrones que se repiten, impulsos y viejos hábitos que moldean la forma en que los argentinos ahorran o invierten. Por eso, seleccionamos siete pecados capitales del ahorrista argentino, un recorrido por los errores más comunes del año que, con disciplina y perspectiva, aún se pueden corregir.
Pecado N° 1: no tomar en cuenta el contexto
Si hay algo que distingue al ahorrista argentino del resto del mundo es su capacidad de reacción. Lo que a menudo falta no es reflejo, sino perspectiva. En un país donde las variables cambian casi a diario, tomar decisiones sin mirar el panorama completo puede transformar una buena intención en una pérdida segura.
El primer punto de inflexión llegó en abril, con el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por u$s20.000 millones y el levantamiento del cepo cambiario. A partir de ese momento, el mercado vivió una reconfiguración profunda: el dólar oficial y el blue convergieron por primera vez en años, borrando prácticamente la brecha. Desde entonces, incluso se puede ver el fenómeno inverso, un dólar paralelo más barato que el oficial, reflejo de un mercado que opera bajo nuevas reglas. Los ahorristas debieron adaptarse a tomar decisiones donde el tipo de cambio responde a otras fuerzas.
En septiembre, las elecciones legislativas provinciales reintrodujeron la incertidumbre política y contagiaron a los mercados. El escándalo que involucró a un candidato oficialista tensó el clima y elevó la demanda de cobertura. Como suele ocurrir, el miedo se tradujo en compras de dólares y tasas al alza. En esos días, los inversores más atentos aprovecharon las oportunidades que dejó la sobre-reacción, mientras otros, movidos por la costumbre del refugio inmediato, se perdieron el rebote posterior.
El 22 de septiembre, la eliminación temporal de las retenciones a las exportaciones y el respaldo público de Scott Bessent, jefe del Tesoro de EE.UU., marcaron otro punto importante. El anuncio fue recibido con entusiasmo, pero la euforia duró poco: al no materializarse los beneficios esperados, muchos que compraron activos vinculados al agro o apostaron por una entrada masiva de divisas terminaron con rendimientos negativos. Otra vez, el contexto, y no el titular, fue el factor determinante.
Un mes después, el 20 de octubre, el Banco Central anunció un acuerdo de estabilización cambiaria con el Tesoro estadounidense por hasta u$s20.000 millones, una señal clara de respaldo externo que redujo el pánico y estabilizó al dólar. El ahorrista que entendió el alcance del acuerdo se mantuvo en pesos o aprovechó tasas atractivas, mientras que quien reaccionó por impulso, temiendo una devaluación inminente, perdió margen justo antes de que llegaran las elecciones nacionales. El 26 de octubre, el oficialismo dio vuelta el resultado de septiembre y ganó las legislativas. Al día siguiente, el mercado respondió con alivio: el dólar bajó, las acciones subieron y el riesgo país retrocedió. La calma había vuelto, al menos por un rato.
El año deja una enseñanza evidente: el contexto no solo influye, sino que define. Los precios, las tasas y el dólar se mueven según la historia que los rodea, y no leer esa trama es el primer pecado capital del ahorrista argentino. En una economía donde cada noticia puede cambiar el tablero, el error no es moverse, sino moverse sin brújula.
El año 2025 deja una enseñanza evidente: el contexto no solo influye, sino que define
Pecado N° 2: dolarizarse por completo
Durante años, dolarizarse fue casi un reflejo automático. En 2025, sin embargo, quedó claro que refugiarse en el billete verde no siempre garantiza protección, y que lo que parece seguro puede resultar menos rentable.
A lo largo del 2025, el dólar mostró relativa estabilidad gracias a las medidas anteriores, con menos sobresaltos y una inflación en desaceleración. Quien compró dólares obtuvo un rendimiento de 14,63%, apenas un respiro frente a la inflación; mientras que quien permaneció en pesos, aprovechando instrumentos conservadores, llegó a ganar hasta un 30,22 por ciento.
El año también premió a los que se animaron a diversificar. Quienes combinaron posiciones, una parte en pesos invertidos y otra en dólares financieros o activos dolarizados, lograron rendimientos cercanos al 57% en términos de pesos. En otras palabras, no fue necesario asumir grandes riesgos, sino entender que las oportunidades aparecen cuando uno no se encierra en una sola moneda.
Este comportamiento refleja un patrón típico del argentino: la búsqueda de seguridad inmediata, aun cuando esa seguridad implique perder rentabilidad. En un año donde el tipo de cambio se movió menos de lo que muchos esperaban, dolarizarse por completo fue más un acto de fe que una decisión racional.
Pecado N° 3: comprar caro y vender barato
En los mercados, hay una diferencia sutil pero crucial entre tomar decisiones a tiempo y creer que podemos adivinar el tiempo perfecto. Ese es uno de los pecados más persistentes del ahorrista: confundir intuición con estrategia.
A comienzos de enero, el Merval marcó un máximo histórico, impulsado por la euforia y las expectativas de un nuevo ciclo económico. Muchos entraron tarde, comprando en pleno auge. Semanas después, el escándalo de la criptomoneda $LIBRA borró gran parte de esas ganancias: una corrección de hasta 10% bastó para que la confianza se transformara en miedo.
El mismo patrón se repitió durante el año. Cada pico de entusiasmo fue seguido por una toma de ganancias o una corrección, y quienes reaccionaron con el pulso, no con el análisis, quedaron atrapados en la montaña rusa. Incluso tras las elecciones provinciales de septiembre, cuando el índice se desplomó por debajo de 1.800.000 puntos, hubo quienes vendieron justo antes del rebote.
Porque tras la victoria oficialista de octubre y el acuerdo con EE.UU., el Merval se disparó por encima de 2.500.000 puntos. El mercado volvió a premiar a los pacientes, no a los ansiosos.
Pecado N° 4: no medir el riesgo
Ignorar el riesgo puede ser costoso: incluso instrumentos que parecen «seguros» pueden sorprender con su volatilidad. Medir el riesgo es clave para no quedar expuesto a pérdidas inesperadas.
Las cauciones son un buen ejemplo: protegen el capital frente a incumplimientos, pero la rentabilidad depende de la liquidez del sistema. La tasa a un día puede caer al 2% anual cuando sobra dinero y escalar hasta 148% en solo 48 horas. La seguridad no siempre equivale a estabilidad, y el inversor que no evalúa este riesgo puede encontrarse con rendimientos que desaparecen o se multiplican de manera extrema.
Pecado N° 5: avaricia
La avaricia en las inversiones surge cuando el deseo de obtener más ganancias nubla el juicio. Quien no sabe cuándo tomar ganancias corre el riesgo de ver cómo su capital se evapora, persiguiendo máximos hipotéticos o ignorando señales de alerta del mercado.
Controlar la avaricia implica fijar objetivos claros, gestionar el riesgo y mantener disciplina. Tomar ganancias parciales y respetar límites evita que la búsqueda de «más y más» se transforme en pérdidas reales, asegurando que el éxito alcanzado no se disuelva por decisiones impulsivas.
Pecado N° 6: soberbia financiera
La soberbia financiera aparece cuando la confianza excesiva en la propia intuición o en los buenos resultados previos, reemplaza al análisis y la planificación. Este exceso de seguridad suele traducirse en errores repetidos: operar sin asesoramiento, ignorar comparaciones de tasas, no diversificar y pasar por alto el calendario económico.
Creer que se puede «ganarle al mercado» sin preparación convierte pequeñas decisiones en grandes pérdidas; reconocer los límites propios y apoyarse en información y asesoría es clave para no caer en este pecado.
Pecado N° 7: gastos hormiga
Muchas personas creen que no tienen suficiente dinero para invertir y terminan dejando pasar la oportunidad, mientras que pequeños gastos diarios se comen silenciosamente su presupuesto. En Argentina, donde el gasto social y cotidiano suele ser alto, esto es común: compartir un café tres veces por semana, a u$s2,70 cada uno, representa casi u$s32 al mes, aproximadamente $50.000 que podrían invertirse.
No hace falta un gran capital para empezar: incluso montos pequeños, invertidos de manera consistente, pueden generar un impacto significativo con el tiempo. La clave es tomar conciencia del consumo diario, ajustar hábitos y redirigir, aunque sea una parte hacia inversiones, demostrando que todos podemos empezar a crecer financieramente, paso a paso.
En definitiva, este año mostró cómo cualquier inversor, incluso los más atentos, pueden caer en alguno de los «7 pecados»: desde la avaricia que nos hace postergar ganancias, hasta la soberbia que nos lleva a decisiones impulsivas o el descuido del riesgo que creíamos controlado. Cada uno de estos errores deja enseñanzas claras: el timing importa, la diversificación protege, el contexto es clave y la disciplina es más valiosa que cualquier intuición momentánea.
Reconocer estos pecados no es un reproche, sino una oportunidad para mejorar. Identificar cómo, cuándo y por qué podemos caer en ellos permite tomar decisiones más conscientes, ajustar hábitos y, sobre todo, construir un camino de inversión más sólido y seguro, empezando incluso por pequeños pasos, evitando que errores del pasado se repitan en el futuro.
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