ECONOMIA
Las cuentas de Caputo, bajo la lupa: por qué el mercado pone en duda que alcancen los dólares del FMI

Ya se está tornando un hábito: las declaraciones de Toto Caputo destinadas a tranquilizar al mercado terminan generando más confusión e incertidumbre. Había ocurrido la vez en la que puso en duda la continuidad del crawling peg. Y ahora, al querer disipar los temores sobre el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, también se generó el efecto opuesto.
No lo ayudó mucho el presidente Javier Milei, que insiste en la poco creíble cifra de $600 como tipo de cambio «de equilibrio» una vez que ingrese la asistencia financiera del FMI y se pase a un esquema cambiario sin controles.
Lo que en el fondo está ocurriendo en el mercado es que el debate se corrió bruscamente a una nueva discusión: la de si es correcta la matemática del equipo económico, que sostiene que su «ancla monetaria» es la garantía de que no habrá devaluación.
La argumentación se hace cada vez más difícil de sostener para el gobierno porque, para colmo, hay malas señales también en el frente de la inflación. Y, además, por otro detalle fundamental: siguen cayendo, lento pero sin pausa, los depósitos bancarios en dólares -que ya se ubican en u$s29.600 millones frente a un stock prestado de u$s14.300 millones-. Los economistas señalan que ese mercado, uno de los principales canales por los cuales el Banco Central conseguía divisas, está alcanzando su meseta.
A la soja no le gusta el carry trade
Peor aun, Caputo no encuentra la forma de salir de la trampa más temida por todos los ministros de economía: la expectativa dolarizadora que hace que, mientras los importadores pidan divisas para mantener compras encima de u$s6.000 millones por mes y los turistas sigan llevándose u$s800 millones mensuales al exterior, la exportación agrícola siga virtualmente «freezada».
Hablando en números, el ritmo exportador diario cayó un 40% respecto de enero, a pesar de que en el medio estuvo el anuncio de la baja de retenciones. Es una actitud que sintetiza con elocuencia lo que piensan los productores sobre la recomendación que hace dos meses les había dado el director de ARCA -ex AFIP-, Juan Pazo. En una charla ante el Consejo Agroindustrial Argentino había dicho que lo mejor que podían hacer era vender de inmediato su stock y aprovechar las tasas altas en pesos para hacer «carry trade».
En aquel momento, el BCRA todavía se daba el lujo de comprar dólares todos los días, y nadie se preocupaba por la cotización del «contado con liqui», que apenas se despegaba un 15% del tipo de cambio oficial. Hoy, en cambio, la racha vendedora de ocho jornadas en marzo llega a u$s1.461 millones.
¿Las anclas pierden su magia?
Frente a las dudas cada día menos disimuladas por el mercado -que pide tasas de interés más altas para no abandonar las posiciones en pesos-, Caputo y su equipo se aferra como un mantra a su argumento de «las tres anclas».
Esto implica que, dado que hay superávit fiscal, el gobierno ya no necesita emitir pesos que financien al Tesoro, y por eso el tipo de cambio se moverá a una velocidad cada vez más lenta. Como resultado de las tres cosas, el IPC bajará hasta coincidir con la inflación internacional.
Parte fundamental de ese plan es el congelamiento de la «base monetaria amplia» -que suma dinero circulante, encajes bancarios, letras emitidas por el Tesoro y depósitos fiscales en el BCRA- en un nivel de $47 billones.
Durante algún tiempo, el debate entre los economistas giró en torno a cuándo sería el momento en que el dinero transaccional coincidiera con esa base y qué pasaría entonces. Algunos arriesgaban a que se alcanzaría ese punto antes de fin de año y que ese sería el momento indicado para abandonar el cepo. Pero últimamente la discusión se está corriendo hacia otro lado: se empieza a poner en duda la propia relevancia de los famosos $47 billones.
Hay economistas, como Miguel Kiguel, que cuestionan el argumento oficial sobre que el «excedente» monetario se limite a esos 47 billones. Sostiene que, si se piensa en un esquema de ese tipo, hay que pensar además en un potencial de u$s100.000 millones depositados en los plazos fijos en pesos, que fácilmente pueden hacerse líquidos y volcarse al dólar.
Y, además, hay otro stock problemático para el gobierno: el de las ganancias de empresas transnacionales que están «atrapadas» en el carry trade y no pueden remesar los dividendos a sus casas matrices. Hay diversas cifras que circulan respecto de qué tan grande ese ese remanente. Las más optimistas hablan de u$s7.000 millones, pero circulan también cálculos que duplican ese monto.
Las matemáticas de Caputo bajo la lupa
En todo caso, lo que se está cuestionando es la propia matemática que Caputo utilizó para dar su mensaje tranquilizador al mercado. En definitiva, que la cantidad potencial de pesos de la economía es mayor a la que dice el ministro, y que los dólares que habrá líquidos en el Central para respaldarlos serán muchos menos que lo que se está afirmando en el discurso oficial.
Para empezar, porque el ministro usa ahora el argumento opuesto al de hace algunos meses y trata de encontrarle una explicación «virtuosa» a la demanda de dólares por parte del público. Antes, decía que la demostración de que no había crisis cambiaria era que el BCRA compraba divisas. Ahora, se argumenta que, al vender dólares, se está contrayendo la base monetaria, y entonces, con menos pesos circulando, se resta presión a los precios.
«Por un lado, mientras el mercado junta más dólares, se queda cada vez con menos pesos. Por otro, en poco tiempo habrá más dólares en el BCRA que pesos líquidos en la economía», escribió el economista Agustín Monteverde, en un mensaje que luego Caputo retuiteó.
Más tarde el ministro hizo sus propias cuentas al respecto. Con los u$s20.000 millones que dará el FMI más una suma adicional que aportarán organismos de crédito como el BID y el Banco Mundial, se superarán los u$s50.000 millones de reservas brutas.
Y esa cifra excede duplica la cantidad de pesos de la economía – que tomada al cambio oficial da alrededor de u$s25.000- Si se considera la «base amplia», igualmente queda un sobrante de dólares de u$s15.000 millones.
Caputo destacó que ni siquiera durante el régimen de convertibilidad de los años ’90 hubo semejante nivel de respaldo para los pesos que circulan en la economía. Es, en otras palabras, su argumento para sostener que no tiene sentido hablar de un retraso cambiario.
Señales contradictorias
Sin embargo, siempre aparece gente dispuesta a buscar el cuestionamiento. Y en este momento se percibe escepticismo entre los analistas del mercado.
El día ya empezó complicado para Caputo: ni bien terminó su conferencia de prensa, la vocera del FMI, Julie Kozack, aclaró que la entrega de la asistencia seria en una secuencia gradual. Esto implica que el BCRA no alcanzaría en el corto plazo la cobertura a la que el ministro hace mención.
Mientras tanto, el mercado de dólar futuro, donde las cotizaciones venían en baja, el ruido político llevó a que las cifras empezaran a subir, aunque finalmente recortaron. Y, en la licitación del Tesoro, los bonos «dólar linked» tuvieron demanda por $1 billón, un 17% del financiamiento total obtenido.
¿Es un dato para festejar o para lamentar? Desde el punto de vista político, podría interpretarse como una derrota para el gobierno, que venía jactándose de que en las licitaciones anteriores nadie compraba dólar linked, y que eso demostraba que el mercado confiaba en el plan oficial. Siguiendo ese razonamiento, lo ocurrido en esta última licitación es el «principio de revelación» de que hay inquietud en el mercado. Pero, desde el punto de vista financiero, podría ser un gol de Caputo: si se llega a junio sin devaluación, entonces se habrá financiado a tasa negativa.
El mercado hace otras cuentas
Pero las críticas a Caputo están centradas, más que nada, en su argumento sobre la cobertura de los pesos. Primero, porque Caputo hace referencia a las reservas brutas del BCRA, mientras los economistas ponen la lupa sobre las reservas netas, que hoy tienen un nivel negativo por unos u$s8.000 millones-.
De manera que parte de ese dinero que el ministro cuenta como respaldo de los pesos está conformado por dólares de los depositantes.
Además, hay una confusión respecto de si los u$s20.000 millones mencionados por Caputo son enteramente de libre disponibilidad o si están destinados a cancelar los u$s14.000 millones que quedan pendientes en el calendario de pagos. Nunca el FMI dijo que la cifra mencionada por Caputo fuera neta, y de hecho la mayoría de los economistas creen que es un monto que engloba la renovación de deuda más un refuerzo del Central.
En ese caso, los dólares a los que hace referencia el ministro pasarían a ser u$s6.000 millones del FMI, más los que otorguen los organismos de crédito. El resto nunca ingresará al BCRA, sino que automáticamente será usado para cancelar vencimientos.
Esto implicaría un cambio drástico en el argumento del ministro, porque -una vez que se restan los encajes bancarios- y sin considerar los dólares para refinanciar vencimientos, el respaldo que tendrían los pesos sería sustancialmente menor al indicado por Caputo. La cifra puede variar según qué tan severo sea el cálculo -cómo se considera el swap chino, por ejemplo-, pero podría caer debajo de la mitad de los u$s50.000 mencionados por Caputo.
Traducido, el mercado sospecha que la capacidad real de respaldo del BCRA respecto de los pesos circulantes será muy inferior a la que afirma el gobierno. Lo cual implica que, para no sufrir presiones devaluatorias, será necesario ir al mercado de capitales a buscar más fondos frescos, una vez que el acuerdo con el FMI haga posible acceder a una tasa pagable. Cualquiera sea la solución que se busque, la exigencia de desarmar el cepo aparecerá en la agenda.
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ECONOMIA
Superávit fiscal: para cumplir con el FMI, en el último trimestre el gobierno deberá profundizar el recorte del gasto

El Gobierno nacional enfrenta un desafío clave en el cierre del año. Según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), para alcanzar el objetivo de superávit primario del 1,6% del PBI acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), será necesario profundizar el ajuste del gasto público, especialmente en los rubros que no están atados a la inflación.
De acuerdo con el trabajo elaborado por el economista Nadin Argañaraz, la administración de Javier Milei deberá acelerar la reducción del gasto no indexado —que incluye salarios, subsidios a la energía y al transporte, transferencias a provincias e inversión real directa—, llevándolo de una baja del 10% real interanual en los primeros nueve meses del año a una caída del 16% en el último trimestre.
“El gasto no indexado debe bajar todo lo necesario, con tal de cumplir con el objetivo de superávit primario”, señaló Argañaraz en el informe. El especialista recordó que el compromiso de un resultado fiscal positivo del 1,6% del PBI fue incorporado en el último staff report del FMI y que constituye “el pilar fundamental de la actual administración de gobierno”.
El estudio del IARAF destaca que el año 2025 implica un desafío fiscal importante para el Gobierno, especialmente por la pérdida de recaudación del impuesto PAIS, que había sido una de las principales fuentes de recursos en 2024. De hecho, el objetivo fiscal de este año implica una leve baja respecto al superávit primario del 1,8% del PBI alcanzado el año anterior.
Durante los primeros nueve meses de 2025, los ingresos totales del sector público nacional no financiero cayeron 1,4% en términos reales interanuales, con un descenso del 1% en los ingresos tributarios y del 5,8% en los no tributarios. Por su parte, el gasto primario total aumentó 2,1% real interanual, producto de comportamientos muy dispares entre los distintos componentes.

El gasto indexado —que incluye jubilaciones, pensiones no contributivas y la Asignación Universal por Hijo (AUH)— aumentó 18,4% real interanual en los primeros nueve meses del año. En cambio, el gasto no indexado bajó 10,3% real interanual, lo que permitió contener parcialmente el avance del gasto total.
Argañaraz explicó que “una buena parte del gasto tiene que verse reducida inclusive en términos reales, es decir, en capacidad de compra”, ya que el ajuste recae principalmente en los componentes no sujetos a actualización automática por inflación.
El informe subraya que en septiembre el superávit primario cayó 35% real interanual, en línea con la trayectoria descendente esperada por el Gobierno. Ese mes, el gasto indexado creció 8% real interanual, mientras que el gasto no indexado se redujo 6%, con lo cual el gasto total se mantuvo en niveles similares a los de septiembre de 2024.
Asimismo, los ingresos tributarios disminuyeron 6,8% real interanual, lo que afectó el resultado fiscal mensual. “Fue el quinto mes del año con caída del superávit”, precisó el IARAF, y agregó que esta tendencia está en sintonía con la reducción del resultado primario del 1,8% al 1,6% del PBI.
De acuerdo con las proyecciones del instituto, si se mantiene la actual dinámica de ingresos, el gasto primario debería bajar un 6% real interanual en el último trimestre para cumplir con la meta fiscal del FMI. En ese escenario, el gasto total de 2025 terminaría con una leve suba real de apenas 0,4% respecto a 2024, en un contexto de crecimiento económico estimado en torno al 4%.
El gasto indexado continuaría moviéndose de manera automática, con una variación real interanual del 2,9% en el último trimestre y un incremento acumulado del 13,9% en todo 2025. En cambio, el gasto no indexado debería profundizar su caída, pasando del 10% al 16% real interanual entre septiembre y diciembre.
“De esta forma, el gasto primario real de 2025 debería ser prácticamente igual al de 2024”, apuntó Argañaraz. Pero aclaró que para alcanzar ese resultado será necesario un ajuste mayor en los rubros que no están protegidos por la inflación.
Según el IARAF, de cumplirse este escenario, el superávit primario caería 6% en términos reales interanuales, lo que sería consistente con la meta del 1,6% del PBI. El informe concluye con una advertencia: “Quedan tres meses de mucha intensidad fiscal. Habrá que ver la línea que sigue el gobierno para sostener al pilar fundamental de su programa económico”.
ECONOMIA
El método CLAVE para calcular el incremento del IPC en el alquiler

Luego de la derogación de la Ley de Alquileres, coexisten distintos tipos de contratos de alquileres. Sin embargo, el más popular es el que se basa en el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Es decir, toma como parámetro de ajuste a la inflación. De hecho, recientemente el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dio a conocer el dato de inflación de septiembre, el cual sirve para determinar la próxima actualización de los contratos de alquiler.
Qué es el IPC y cómo se calcula
El Índice de Precios al Consumo (IPC) es un indicador que se encarga de medir la variación de precios de la vida y el poder adquisitivo de los ciudadanos de un lugar.
Si el mismo es positivo, significa que los precios, en términos generales, subieron y si, por el contrario, es negativo, significa que bajaron. En pocas palabras, inflación y deflación.
En Argentina es calculado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y toma como referencia los productos más consumidos, lo que se conoce como la canasta de compra y, posteriormente, lo compara con los precios de los meses anteriores.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente al mes de septiembre fue del 2,1%. De esta forma, el índice acumula un alza de 22% en lo que va del año, mientras en la comparación con los últimos doce meses, la variación fue del 31,8%.
Estos datos son fundamentales para definir los aumentos de los alquileres que se actualicen por IPC y que cumplan con el lapso pactado para una nueva suma. Para esto, se debe sumar los porcentajes según el tiempo pactado en el contrato, ya sea tres, cuatro o seis meses previos (lapsos más habituales).
Por ejemplo, un contrato que se inició en julio de este año a un costo de $500.000, con una actualización trimestral basándose en el IPC, pasará a pagar un total aproximado de $530.083. El cálculo para llegar a dicho resultado es el siguiente:
- IPC de julio: 1,9%
- IPC acumulado hasta julio: 1,9%
- IPC de agosto: 1,9%
- IPC acumulado hasta agosto: 3,8361%
- IPC de septiembre: 2,1%
- IPC acumulado hasta septiembre: 6,0166%
Cabe recordar que un error muy común que cometen las personas es sumar la inflación de cada mes, pero no tienen en cuenta el impacto del mes anterior. Es de suma importancia tener presente que el aumento de precios se da sobre el nuevo nivel de precios anterior.
Por ejemplo, si un artículo valía en $1.000 y subió un 1,9% en julio, el nuevo valor fue de $1.019. Si en agosto, subió un 1,9% nuevamente, lo hizo sobre $1.019 y no sobre $1.000. Por lo tanto, la fórmula para calcular el acumulado es el siguiente:
- IPC acumulado= IPC mes 1 + IPC mes 2 + (IPC mes 2 x IPC mes 1)/ 100
- En este caso: IPC acumulado= 1,9 + 1,9 + (1,9 x 1,9)/100
- IPC acumulado= 3,8 + (3,61/100)
- IPC acumulado= 3,8 + 0,0361
- IPC acumulado= 3,8361
En pocas palabras, el producto pasó a costar, en este cálculo hipotético, $1.038,361 en lugar de $1.038. Si bien la diferencia parece mínima, con el paso del tiempo el impacto es mayor.
No obstante, si no se desea realizar el cálculo de forma manual, se puede optar por páginas como www.arquiler.com, donde simplemente se ingresa el valor inicial de alquiler, la fecha de inicio de contrato, el tiempo de actualización y el índice correspondiente.
Luego, se tienen que cargar los datos, según si se firmó antes o después de la derogación de la Ley y la fórmula de actualización, ya sea IPC, ICL, Casa Propia u otra modalidad. En este caso, se elige IPC y arroja el cálculo exacto del valor a pagar.
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Una de las principales cadenas de supermercados del país cerró varias sucursales y dejó a más de 100 empleados sin tareas

El sector supermercadista argentino afronta una nueva ola de cierres. Una de las cadenas de supermercados más importantes cerró al menos cuatro sucursales en diversos puntos del país y dejó a más de cien empleados sin tareas, según confirmaron fuentes del sector a Infobae. El impacto se distribuyó entre localidades de varias provincias y refleja los movimientos de una de las empresas líderes del mercado en un escenario de baja en las ventas y cambios profundos en los hábitos de compra.
Las sucursales afectadas pertenecen a Vea, una de las principales marcas bajo el control de Cencosud, conglomerado que también opera otros formatos como Jumbo, Easy y Disco. De acuerdo con información de fuentes del sector y consultas a medios locales, las bajas ocurrieron en San Martín (Catamarca), Moreno y Castelar (ambas en la provincia de Buenos Aires) y Villa Krause (San Juan). En total, la decisión dejó a más de 100 empleados sin tareas regulares, aunque en algunos casos la empresa propuso reubicaciones o indemnizaciones.
El cierre de la sucursal de Castelar, en el oeste del Gran Buenos Aires, generó particular preocupación entre los trabajadores y la comunidad local, según informó el portal local Primer Plano Online. El mismo medio consignó que la sucursal de Castelar tenía 80 empleados, cifra que contribuye de manera significativa al total de afectados.
En lo referente a la provincia de Catamarca, fuentes del sector indicaron a este medio que el cierre de la sucursal ubicada sobre la avenida San Martín implicó la salida de todo el personal, aunque no trascendió la cifra oficial de empleados involucrados. La decisión sorprendió a los trabajadores y generó consultas desde los sindicatos, atentos a otros movimientos similares en el sector minorista.
En la provincia de Buenos Aires, además del cierre de Castelar, la sucursal de Moreno también se sumó a la lista, aunque no se estableció el número exacto de empleados que quedaron sin funciones.

El caso de Villa Krause, en San Juan, muestra particularidades propias. Fuentes del sector precisaron a Infobae que 17 empleados perdieron su puesto en esa localidad, tras el cierre repentino de la sucursal. A pesar del escaso margen de aviso, parte de esos empleados recibió propuestas de reubicación en otros locales de la cadena, como Jumbo o Vea.
Consultados por Infobae acerca del alcance y los motivos de la decisión, voceros de Cencosud eligieron no hacer declaraciones. Desde la empresa evitaron brindar precisiones tanto sobre la cantidad de trabajadores afectados como sobre los pasos futuros en la reconfiguración de su red de tiendas.
En los últimos meses, diversas fuentes del sector mencionaron dos causas principales detrás de estos movimientos de cierre. Por un lado, la empresa encara una reestructuración orientada a más eficiencia operativa, en respuesta tanto al descenso en los niveles de consumo registrados durante este año, como al cambio en los hábitos de los compradores. El análisis sectorial apunta a una menor frecuencia de visita a las tiendas y a un ajuste generalizado del gasto en productos de la canasta básica, lo que obligó a los operadores a ajustar su estructura.
Por otro lado, desde el sector se observa que Cencosud participa en el proceso de competencia por la adquisición de la operación de Carrefour en la Argentina. Este contexto, según comentaron fuentes consultadas por Infobae, obliga al grupo a optimizar sus recursos y desprenderse de algunos locales, especialmente aquellos que presentaban bajos niveles de rentabilidad o duplicaban coberturas en zonas clave, para fortalecer su posición de cara a una eventual compra. El proceso implica también la necesidad de mostrar cuentas ordenadas y capitalizarse financieramente ante un mercado concentrado y en plena transformación.
El impacto sobre los empleados varió según la localidad. En algunos casos, como en Villa Krause, la firma ofreció reubicaciones en otros supermercados del grupo. En otros, los trabajadores fueron notificados del cierre y debieron iniciar conversaciones para acceder a las indemnizaciones de ley o buscar alternativas en el mercado laboral local.
La política de Cencosud en los últimos años priorizó una presencia fuerte en las grandes ciudades y capitales provinciales, junto a una apuesta sostenida en el sector mayorista y en el canal digital. Las recientes noticias de cierres, reconocidas por fuentes del sector, ocurren mientras la empresa mantiene su interés en expandirse mediante la compra de competidores relevantes y en consolidar su portafolio de activos de mayor rendimiento.
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