La posibilidad de que Donald Trump regresara a la Casa Blanca por otros cuatro años se corporizaba en la madrugada de este miércoles -con la confirmación de su triunfo en el estado de Pensilvania, con algunos datos de las urnas que entusiasmaban al ex presidente y a sus seguidores de su movimiento Make America Great Again (MAGA) y a otros fuera del partido, que habrían priorizado la economía, el precio de los alimentos en el supermercado, sobre el cuidado de la democracia y las instituciones en esta elección crucial.
Aún cuando el conteo, que es distinto en cada estado, no estaba completado ni mucho menos, ya parecía clara una victoria del ex presidente. Además del voto presencial del martes, había que contabilizar el anticipado y el que llega por correo, un trámite que es más lento, pero Trump quedaba a apenas tres electores de la certeza.
No obstante, ya había señales de que el mensaje del magnate había calado profundo entre el electorado porque los estadounidenses parecían haber decidido su voto por el bolsillo, dejando de lado las preocupaciones por el estilo de Trump, su retórica agresiva, su desdén por las instituciones, su condena por delitos graves y el enorme disgusto que representaba su figura para una buena parte del electorado.
Las encuestas señalaban que los estadounidenses estaban disconformes con el rumbo del país que había tomado con el gobierno de Joe Biden y querían un cambio. El desafío parecía ser quién tomaba la bandera. Claramente el presidente no lo era y por eso los demócratas eligieron cambiar por Kamala Harris en medio del camino.
A pesar de que ella lo intentó con todas sus fuerzas, y las encuestas estuvieron ajustadas hasta último momento, si la tendencia de votos se confirmaba Trump parecía haber tomado las banderas del cambio que querían los estadounidenses. El magnate, que en 2016 venció a Hillary Clinton, estaba a punto de derrotar a otra mujer.
El relato sobre la economía
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Según pudo comprobar y contó Clarín en su recorrida por los estados clave, Trump logró implantar en la calle la narrativa de que la economía del país era un desastre, a pesar de que los números no están mal, ya que Estados Unidos crece al 2,7% (más que otras potencias), la inflación bajó a niveles del 2,1% anual y el desempleo orilla el 4%.
Sin embargo, no era la sensación de la gente y eso es lo que cuenta a la hora del voto. En la calle la gente se queja de los precios altos. De que la leche costaba 2,7 dólares el galón durante la época de Trump y que ahora costaba 3,7. No importa si los salarios subieron a un ritmo similar: los precios estaban más bajos con Trump. Ese mensaje explotaba el magnate: “Trump, precios bajos. Kamala, precios altos”
De hecho, el 75% de los votantes dijo que la economía estaba en mal estado en una encuesta del New York Times/Siena de octubre.
Algunos datos de las encuestas boca de urna avalaron esta idea. Según un amplio sondeo de AP entre votantes, un 40% dijo que la economía y el empleo eran los principales problemas que el próximo presidente deberá afrontar. Y veían a Trump como un hombre de negocios que podrá arreglar la economía y un líder fuerte que lidiaría con los conflictos mundiales.
En el sondeo de CNN, un 21% de los votantes expresó que la inflación le había causado un daño severo a su familia, mientras que un 53% dijo que el daño había sido moderado y un 24% que no lo había padecido.
También logró imponer el mensaje de que Estados Unidos está “invadido” por inmigrantes “que envenenan la sangre del país”. Más allá de sus discursos, sus avisos de campaña incluían imágenes en blanco y negro que mostraban a inmigrantes corriendo para cruzar la frontera o merodeando por las calles de las ciudades. Pidió la pena de muerte para los inmigrantes que mataran a agentes del orden. “Los suburbios están siendo atacados”, dijo demonizando a los inmigrantes sin papeles con falsedades.
Pero ese mensaje caló fuerte en la calle. E incluso votantes demócratas, independientes y hasta latinos coincidían con que hay que frenar la inmigración y no gastar dinero en ellos. De hecho, un 20% de los votantes dijo que la inmigración es un problema y apenas un 10% mencionó al aborto, uno de los caballos de batalla de Harris.
A las puertas de un segundo mandato, la performance de Trump mostraba que su mensaje no solo caló profundo entre sus seguidores sino también en buena parte del electorado moderado e independiente que votó con el bolsillo a pesar de todas las polémicas que rodean.
Los números de las urnas que alentaban un triunfo de magnate calmó los ánimos de una jornada que muchos estimaban que podría derivar en violencia.
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Pero los trumpistas ya festejaban y el posible regreso del magnate a la Casa Blanca también alentará a otros mandatarios en el mundo que lo miran con simpatía. Pero sobre todo muestra que el movimiento MAGA, que él supo mantener encendido durante cuatro años fuera del poder, está más vivo que nunca.
Una semana después de las catastróficas inundaciones, las familias no saben si sus parientes están vivos bajo el lodo y los escombros.
El gobierno aún no ha hecho público el conteo de desaparecidos.
Algunas familias españolas pasaron el martes planeando funerales, días después de que se encontraran los cadáveres de sus parientes entre los escombros dejados por las inundaciones que ocasionaron el fallecimiento de al menos 215 personas.
Otras, atrapadas entre el dolor y la esperanza, seguían esperando noticias.
Se preguntaban si tal vez, milagrosamente, algún familiar desaparecido podría seguir vivo en algún lugar en medio del lodo.
Una semana entera después de las catastróficas lluvias, el gobierno de España aún no ha publicado una cifra oficial sobre el número de desaparecidos.
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“Queremos ser muy prudentes”, dijo Óscar Puente, ministro español de Transportes y Movilidad Sostenible, en una entrevista radiofónica el lunes.
Los funcionarios han intentado descartar las informaciones no confirmadas de que hay casi 2000 personas desaparecidas; Puente señaló que los miembros del gabinete habían hablado de una “cifra bastante baja, pero no tenemos confianza en que esas cifras respondan a la realidad”.
Sin embargo, muchas familias no han esperado a que el gobierno empezara a dar la voz de alarma.
Mientras los voluntarios acudían con tractores y escobas para ayudar a limpiar, otros recurrían a internet.
Las redes sociales se han llenado de fotos de los desaparecidos.
Un mapa colaborativo de la zona de Valencia registra sus últimas ubicaciones conocidas.
Otro recoge información en tiempo real sobre las cosas que los residentes necesitan con más urgencia.
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“Teníamos que actuar rápido, porque la gente estaba sin recursos básicos”, dijo Jorge Sáiz, de 32 años, quien creó ese mapa de ayuda junto con su esposa, Sandra Navarro, de 31 años.
La semana pasada, una página llamada “DANA Desaparecidos” empezó a compartir fotos e información sobre personas desaparecidas.
Las fotos de sus rostros sonrientes se han convertido en un sombrío álbum del duelo suspendido en España.
En uno de los cientos de publicaciones, un hombre de cara redonda sonríe, con los ojos arrugados sobre unas mejillas rechonchas.
Su nombre es Luciano Bravo Morales.
Bravo, de 58 años, estaba paseando por Catarroja, un pueblo cercano a la ciudad de Valencia, en el este de España, cuando las aguas empezaron a subir el pasado martes por la noche, dijo Alexia Romero, su sobrina, en una llamada telefónica.
Llamó a su familia y se trepó sobre un coche, dijo.
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Después se aferró al toldo de un bar.
“Lo último que dijo fue:
‘El agua está subiendo mucho, me va a llevar el agua’”, dijo Romero, de 32 años.
Su familia llamó a una línea de atención telefónica que había establecido el gobierno local y presentó un reporte oficial de persona desaparecida.
También compartieron su fotografía en redes sociales.
Romero dijo que la diferencia en las respuestas les impactó.
Explicó que ningún funcionario ha llamado a su familia, pero las personas que manejan las páginas de redes sociales se han puesto en contacto con ellos para preguntarles si necesitan ayuda.
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“Yo sé que hay que limpiar las calles, pero —con el debido respeto— creo que deberían priorizar buscar a las personas desaparecidas”, dijo Romero.
“La vida de una persona es más importante que limpiar los bajos de una casa”.
Tras días esperando noticias, su familia solo quiere saber qué le ocurrió a Bravo.
“No sé cuánto tiempo nos queda”, dijo.
“Ha pasado una semana, esperamos lo peor, pero cuanto antes podamos saberlo, mejor”.
El gobierno tiene previsto publicar en breve un conteo provisional de los desaparecidos, dijo Nieves Goicoechea, directora de comunicación del Ministerio del Interior español, en una entrevista telefónica.
Pero los reportes son complicados.
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Varias personas podrían haber llamado para reportar a la misma persona, dijo Puente.
Eso podría originar un conteo excesivo.
También podría haber un conteo que se quede corto.
La gente solo puede presentar un reporte oficial en persona, cosa que algunos aún no han podido hacer.
Además, muchas comisarías de policía han resultado dañadas o destruidas.
“El gobierno no puede declarar como desaparecida a una persona a través de una llamada”, dijo Goicoechea.
Y añadió: “Hay transparencia, pero nuestra transparencia debe ser responsable”.
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Mientras el gobierno intenta organizarse, el enojo de las familias aumenta.
Samuel Ruiz, de 28 años, sigue buscando a su padre, Francisco Ruiz Martínez.
Dijo que Ruiz Martínez, de 64 años, llevaba a sus sobrinos en coche cerca de Montserrat, una localidad próxima a Valencia, cuando el vehículo se quedó atrapado en las inundaciones.
Ruiz Martínez rompió la ventanilla para subir a los niños —de 5 y 10 años— al techo.
Pero cuando intentó subir él mismo se resbaló, según dijo su hijo.
“El agua se lo llevó”, afirmó Ruiz en una entrevista telefónica.
La familia también llamó a la línea de emergencia y reportó su desaparición. Presentaron un reporte en persona y dieron una muestra de ADN. Tampoco han recibido ninguna información oficial. “La respuesta de las autoridades ha sido lamentable”, dijo Ruiz.
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También dijo que, en redes sociales, la gente ha estado publicando la foto de su padre tratando de difundir la noticia.
“La mejor gestión ha sido la de los voluntarios y todo el vecindario de la zona”, afirmó.
“Si no hubiera sido por ellos —y hubiéramos esperado la respuesta de las autoridades— esta catástrofe habría sido mucho peor”.
Amelia Nierenberg es reportera de noticias de última hora para The New York Times en Londres y cubre noticias internacionales.