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IAEA warns that attacks on a nuclear plant in Russian-controlled Ukraine put the world at risk

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UNITED NATIONS (AP) — Russia and Ukraine on Monday traded blame before the United Nations Security Council for the attacks on Europe’s largest nuclear power plant, which the head of the International Atomic Energy Agency said have put the world «dangerously close to a nuclear accident.»

Without attributing blame, IAEA Director General Rafael Mariano Grossi said his agency has been able to confirm three attacks against the Zaporizhzhia Nuclear Power Plant since April 7.

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UKRAINE DENIES RUSSIAN CLAIM OF DRONE STRIKES ON EUROPE’S LARGEST NUCLEAR PLANT

«These reckless attacks must cease immediately,» he told the Security Council. «Though, fortunately, they have not led to a radiological incident this time, they significantly increase the risk … where nuclear safety is already compromised.»

Russia-Ukraine-War

The Zaporizhzhia nuclear power plant, Europe’s largest, is seen in the background of the shallow Kakhovka Reservoir after the dam collapse, in Enerhodar, Russian-occupied Ukraine, Tuesday, June 27, 2023. Officials at the Russian-controlled Zaporizhzhia Nuclear Power Plant said that the site was attacked on Sunday, April 7, 2024, by Ukrainian military drones, including a strike on the dome of the plant’s sixth power unit.  (AP Photo/Libkos)

The remote-controlled nature of the drones that have attacked the plant means that it is impossible to definitively determine who launched them, Grossi told reporters after the meeting.

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«In order to say something like that, we must have proof,» he said. «These attacks have been performed with a multitude of drones.»

Zaporizhzhia sits in Russian-controlled territory in southeastern Ukraine and has six nuclear reactors.

Fears of a nuclear catastrophe have been at the forefront since Russian troops occupied the plant shortly after invading in February 2022. Continued fighting between Russian and Ukrainian forces — as well as the tense supply situation at the plant — have raised the specter of a disaster.

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Ukraine and its allies on Monday again blamed Russia for dangers at the site, with the United States saying, «Russia does not care about these risks.»

«If it did, it would not continue to forcibly control the plant,» U.S. deputy ambassador Robert Wood told the Security Council, which met at the initiative of the U.S. and Slovenia.

Russia, for its part, said Ukraine was to blame for the attacks.

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«The IAEA’s report does not pinpoint which side is behind the attacks,» Russia’s U.N. Ambassador Vassily Nebenzia said. «We know full well who it is.»

«Over the last few months, such attacks not only resumed,» Nebenzia said, «they significantly intensified.»

Ukraine’s ambassador to the U.N., Sergiy Kyslytsya, called the attacks «a well-planned false flag operation by the Russian Federation,» which he alleged Russia had designed to distract the world from its invasion of its neighbor.

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The Zaporizhzhia facility is one of the 10 biggest nuclear plants in the world. Fighting in the southern part of Ukraine where it is located has raised the specter of a potential nuclear disaster like the one at Chernobyl in 1986, where a reactor exploded and blew deadly radiation across a vast area.

Neither Russia nor Ukraine in recent months has been able to make significant advances along the 1,000-kilometer (620-mile) front line crossing eastern and southern Ukraine. Drones, artillery and missiles have featured heavily in what has become a war of attrition.

Russia and Ukraine have frequently traded accusations over the Zaporizhzhia plant.

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The most recent strikes did not compromise the facility, which is designed to withstand a commercial airliner crashing into it, the IAEA said.

The plant’s six reactors have been shut down for months, but it still needs power and qualified staff to operate crucial cooling systems and other safety features.

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«No hablemos de eso»: 5 años después, la sombra china del COVID persiste

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Poco a poco, las huellas del confinamiento por coronavirus en Shanghái en 2022 han desaparecido del restaurante de salteados de Fu Aiying.

El olor a huevos podridos, de cuando las autoridades la llevaron a cuarentena sin permitirle refrigerar la compra, desapareció hace tiempo.

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Las cabinas de pruebas, atendidas por trabajadores con trajes de protección, han sido desmanteladas.

Incluso sus vecinos se han mudado del barrio centenario que registró una de las tasas de infección más altas de la ciudad.

Pronto, el propio barrio desaparecerá:

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las autoridades han programado su demolición, alegando que sus casas estrechas habían contribuido a la propagación del virus.

El restaurante de Fu es uno de los pocos negocios que siguen abiertos, entre una hilera de vidrieras oscuras y señales de precaución pegadas en las puertas.

Un hombre con mascarilla sanitaria monta en una calesita de Shanghái (China), este viernes, víspera del día de Navidad. EFE/ Alex Plavevski

Pero las ventanas tapiadas no han contribuido a contener el legado emocional de aquella época:

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un confinamiento agotador de meses que afectó a 26 millones de personas.

Algunos residentes, que se enorgullecían de vivir en la ciudad más rica de China, se encontraron sin poder comprar comida ni medicinas.

Se preguntaban cuándo los llevarían a la fuerza a cuarentena, separados a la fuerza de sus hijos.

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Fu pasó 39 días en un centro de cuarentena masiva, sin tener ni idea de cuándo la dejarían salir.

Tras ser finalmente liberada en la ciudad, aún confinada, tuvo que colarse en su restaurante para comprar arroz y aceite, porque no tenía suficiente comida en casa.

Sentía que una parte de ella se había apagado para siempre.

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«Desde mi tiempo en cuarentena, ya no tengo temperamento. Ya no tengo personalidad», dijo Fu, de 58 años, entre lágrimas.

Metamorfosis

Quizás ningún país fue tan profundamente transformado por la pandemia como China, donde el brote comenzó en la ciudad central de Wuhan hace cinco años.

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Durante los tres años posteriores, más tiempo que en ningún otro lugar, el gobierno chino cerró las fronteras del país.

En el último año, 2022, se declaró una política especialmente severa de «tolerancia cero» para las infecciones, imponiendo confinamientos como el de Shanghái en todo el país.

Las autoridades insistieron en las restricciones incluso cuando el resto del mundo decidió reabrir y convivir con el virus.

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Años después, la sombra de aquella experiencia aún persiste.

En otro barrio de Shanghái, que tuvo la dudosa distinción de haber estado confinados durante más tiempo (91 días), una mujer comentó que la escasez durante ese tiempo la obligó a pagar 11 dólares por un repollo.

Ahora acumula provisiones para al menos una semana.

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Otra mujer, Yan Beibei, consejera universitaria de unos 30 años, planeó comprar una casa en las afueras de Shanghái, con precios más asequibles.

Pero durante el confinamiento, sus vecinos la ayudaron a asegurarse de tener comida.

Ahora quiere estar cerca de personas de confianza, incluso si eso significa retrasar la compra de una vivienda.

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«Hay que descubrir qué lugares son más seguros», dijo.

Antes de la pandemia, el control del Partido Comunista en el poder podía parecer lejano para muchos chinos, o una compensación que merecía la pena por las enormes ganancias económicas del país.

Pero los confinamientos dejaron claro que el partido estaba dispuesto a sacrificar esas ganancias, y la seguridad de la población en general, por los caprichos de un solo hombre: Xi Jinping.

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Solo en 2022, los gobiernos locales gastaron decenas de miles de millones de dólares en pruebas, vacunación, pagos a personal sanitario y otros gastos relacionados, según informes presupuestarios incompletos.

Con dificultades para recuperarse financieramente, algunas localidades han retrasado los pagos a los funcionarios públicos o recortado las prestaciones a los jubilados.

Los hospitales han quebrado.

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La gente común también duda en gastar dinero.

Muchos vieron cómo sus ahorros se reducían a medida que los confinamientos obligaban a empresas y fábricas a cerrar.

Es común ver vidrieras vacías incluso en los principales centros urbanos.

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Fu, la dueña del restaurante, comentó que el negocio estaba a la mitad de lo que había estado antes de la pandemia.

Aun así, Fu no quería detenerse en sus recuerdos.

«Incluso pensar en ello es doloroso», dijo.

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“No hablemos de ello”.

Silencio

El silencio puede ser un mecanismo de defensa para algunos residentes.

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Pero también es cuidadosamente aplicado por el gobierno chino.

Las restricciones en ocasiones provocaron una intensa ira pública, incluyendo las mayores protestas en décadas.

El gobierno se ha esforzado por silenciar cualquier debate sobre su respuesta a la pandemia, y mucho menos los intentos de abordarla.

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Se han cancelado exposiciones de arte sobre los confinamientos.

Incluso hoy, muchos usuarios de redes sociales usan palabras clave como «era de mascarillas» para evitar la censura.

El gobierno tampoco ha reducido mucho la vigilancia ampliada que implementó entonces.

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Ha instado a las ciudades a contratar más trabajadores vecinales encargados de rastrear los movimientos de los residentes durante la pandemia, para fortalecer el monitoreo del sentimiento público.

En la calle Urumqi de Shanghái, donde se produjeron algunas de las mayores protestas, en 2022, un camión de la policía sigue estacionado en una concurrida intersección de boutiques y restaurantes de moda.

Algunos trabajadores de los negocios de la zona se negaron a hablar de la pandemia, alegando la sensibilidad política.

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Pero el silencio no es lo mismo que el olvido.

Muchos chinos se vieron conmocionados por la aparente arbitrariedad de las restricciones, así como por la brusquedad de la decisión del gobierno, en diciembre de 2022, de levantarlas.

El gobierno no había almacenado medicamentos ni advertido a los profesionales médicos antes de hacerlo, y los hospitales se vieron desbordados ante el aumento vertiginoso de las infecciones.

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La madre de Carol Ding, una contadora de 57 años, enfermó durante esa ola.

Ding logró conseguirle a su madre una cama de hospital muy solicitada (otros pacientes dormían en los pasillos o eran rechazados, recordó Ding), pero el hospital no tenía suficientes medicamentos.

«Si se tenía tanto poder para confinar a la gente, se debería tener el poder de preparar medicamentos», dijo Ding.

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Añadió que el tiempo no había aliviado su dolor emocional.

«Creo que tardarán al menos 10 años en desaparecer o en diluirse», dijo.

Secuelas

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Para el observador casual, estas secuelas de la pandemia pueden no ser evidentes de inmediato.

Los turistas vuelven a pasear por el reluciente paseo marítimo Bund de Shanghái.

Las cafeterías hipster y los puestos de dumplings de sopa vuelven a atraer largas filas de clientes.

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El aparente bullicio, sin embargo, enmascara una economía en crisis.

Ante la dificultad de encontrar empleos bien remunerados, cada vez más personas recurren al trabajo por encargo.

Sin embargo, sus ingresos han disminuido a medida que crece la población.

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Y cada vez luchan por menos dinero a medida que la gente reduce sus gastos.

Lu Yongjie, quien regenta una estación de reparto de paquetes en un barrio obrero de Shanghái, comentó que las compañías de envíos antes le pagaban 20 centavos por paquete.

Ahora, esa cantidad ha bajado a unos 14 centavos, comentó.

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Aun así, tuvo que aceptar los precios más bajos:

«Si no lo haces tú, alguien lo hará».

Si existe una cura para la resaca pos-COVID en China, podría residir en lo que impulsó el auge del país antes de la pandemia:

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la tenacidad y la ambición de la gente común, como Marco Ma, un restauranteur de 40 años.

Desde la pandemia, Ma había cerrado cuatro de los seis locales de su restaurante de comida callejera coreana.

Su hijo de cuarto grado, que antes era un alumno estrella, ahora tenía dificultades para prestar atención, lo que Ma atribuyó a la prolongada escolarización online.

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Esperaba que el año siguiente fuera mejor, pero en realidad, el negocio solo empeoró.

Aun así, «creo que 2025 será un punto de inflexión», dijo.

«Uno se aferra a cualquier noticia o lo que sea para animarse.

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¿Qué le vamos a hacer? Hay que seguir viviendo».

c.2025 The New York Times Company

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Russia presents US with demands that need to be met before ending Ukraine war: report

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Russia has laid out a list of demands to U.S. authorities that need to be met in order for the war in Ukraine to end, Reuters reported, citing two people «familiar with the matter.»

The requests are also aimed at resetting the Kremlin’s relations with Washington, D.C., the outlet noted.

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The list of demands came just before Russia’s Defense Ministry announced it has taken over Sudzha, the biggest town in the Kursk region that has been overrun by Ukrainian forces since the surprise cross-border offensive in August 2024. The takeover came after Russian President Vladimir Putin visited military headquarters in the region and spoke to military commanders there.

The exact contents of Russia’s list of demands are not yet known, but they are allegedly similar to demands previously presented to Ukraine, the U.S. and NATO. 

Russian and American officials have allegedly discussed the terms over the past few weeks in person and virtually, the people told Reuters.

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EVEN IF TRUMP SECURES UKRAINE-RUSSIA PEACE DEAL, CAN PUTIN BE TRUSTED?

Russia has reportedly laid out its demands for ending the war in Ukraine and they mirror previous requests made to Kyiv, the U.S. and NATO. (Aleksey Babushkin, Sputnik, Kremlin Pool Photo)

Earlier requests included not allowing Ukraine to join NATO, an agreement to not deploy foreign troops to Ukraine and international recognition of Russian President Vladimir Putin’s claim that Russia owns Crimea and four provinces.

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As of Wednesday, President Donald Trump was still waiting to hear if Putin would agree to a 30-day truce that Ukrainian President Volodymyr Zelenskyy agreed to during cease-fire talks in Saudi Arabia.

US-Ukraine talks in Saudi Arabia

Ukrainian representatives met with U.S. officials in Jeddah, Saudi Arabia, on Tuesday to discuss a ceasefire deal that will be presented to Russia. (Saul Loeb/Pool Photo via AP)

RUSSIA WAITING FOR US-UKRAINE CEASE-FIRE PROPOSAL DETAILS, KREMLIN SAYS 

Also on Wednesday, the Kremlin said it was waiting for more details about the proposal before issuing any comment. Secretary of State Marco Rubio has said he would brief Russia.

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«We’re going to bring it to them directly,» Rubio told reporters, referring to Russia. «We’re going to say that Ukraine is prepared to stop all battlefield activity and begin an immediate process of negotiating an enduring end of the war. And we’ll see what their response is. If their response is yes, then we know we’ve made real progress, and there’s a real chance of peace. If their response is no, it will be highly unfortunate, and then it’ll make their intentions clear.»

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Russia has so far opposed anything short of a permanent end to the conflict and has not accepted any concessions.

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Trump’s special envoy to the Middle East, Steve Witkoff, is expected to travel to Moscow this week, a source familiar with the matter told Fox News on Tuesday.

Fox News Digital’s Stephen Sorace and Reuters contributed to this report.

Fox News Digital’s Bradford Betz and The Associated Press contributed to this report.

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La democracia muere con la ignorancia

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Solía ser de dominio público —no solo entre legisladores y economistas, sino también entre estudiantes de secundaria con nociones de historia— que los aranceles son una idea terrible.

La frase “empobrece a tu prójimo” significaba algo para la gente corriente, al igual que los nombres del senador Reed Smoot y el representante Willis Hawley.

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Los estadounidenses comprendieron ampliamente hasta qué punto sus aranceles de 1930, junto con otras medidas proteccionistas y aislacionistas, contribuyeron a convertir una crisis económica global en otra guerra mundial.

Trece presidentes sucesivos juraron no volver a repetir aquellos errores.

Hasta su llegada, ningún presidente estadounidense ha sido tan ignorante de las lecciones de la historia.

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Hasta que llegó al poder, ningún presidente estadounidense ha sido tan incompetente a la hora de poner en práctica sus propias ideas.

Mercados

Esa es la conclusión a la que parecen haber llegado los mercados bursátiles al desplomarse tras el triple golpe de Trump:

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Un vendedor sostiene un busto del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el cruce fronterizo de San Ysidro, en Tijuana, México, el 12 de marzo de 2025. REUTERS/Aimee Melo

primero, amenazas de aranceles contra nuestros mayores socios comerciales, que implican costos mucho más elevados;

segundo, dos suspensiones de un mes de duración para algunos de esos aranceles, lo que significa un entorno empresarial de previsibilidad cero;

por último, su admisión tácita, a Maria Bartiromo de Fox News, de que Estados Unidos podría entrar en recesión este año, y que es un precio que está dispuesto a pagar para lograr lo que califica como una “gran cosa”.

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En resumen, un presidente voluntarioso, errático y despreocupado está dispuesto a arriesgar tanto la economía estadounidense como la mundial para hacer valer su ideología.

Eso no va a terminar bien, sobre todo en un gobierno sin contrapesos, caracterizado por un equipo de aduladores y adláteres a ultranza.

¿Qué otras cosas no van a acabar bien, al menos para este gobierno?

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El Departamento de Eficiencia Gubernamental no terminará bien.

Ni es un departamento ni es eficiente, y la “eficiencia gubernamental” es, por diseño madisoniano, un oxímoron.

El Servicio de Impuestos Internos, con escaso personal, no reducirá tus impuestos:

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retrasará tus devoluciones.

El despido masivo de miles de empleados federales no originará una mano de obra más productiva.

Significará una década de litigios y miles de millones de dólares en costos judiciales.

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Las eliminaciones de gastos superfluos (algunos reales, otros no) no harán mella en el gasto federal.

Enmascararán los motores intocables de nuestra deuda de 36 billones de dólares:

Medicare, Medicaid, Seguro Social y la defensa.

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Las amenazas a nuestros aliados no finalizarán bien.

Puede parecer divertido, más o menos, trolear a Justin Trudeau diciendo que es el “gobernador” del “gran estado de Canadá”.

Sin embargo, es grotesco, horripilante e idiota inventar pretextos falsos para embarcarse en una implacable guerra comercial contra nuestro vecino más amistoso, entre otras cosas porque ha impulsado repentinamente la fortuna política del sucesor de Trudeau, Mark Carney, a expensas del líder conservador, Pierre Poilievre.

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Es razonable intentar expulsar a las empresas chinas del Canal de Panamá.

Pero amenazar con anular un tratado ratificado por el Senado para recuperar el canal por la fuerza está destinado a sembrar una desconfianza permanente hacia Estados Unidos.

Es interesante contemplar la compra legal y voluntaria de Groenlandia.

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Pero amenazar, en un discurso ante el Congreso, con tomar Groenlandia “de un modo u otro”, amenazando así a un aliado de la OTAN que es soberano de su territorio es algo que recuerda a Vladimir Putin.

El acercamiento a la extrema derecha europea no acabará bien.

Uno de los principales problemas de partidos como el AfD alemán o la Agrupación Nacional francesa es que odian todo lo estadounidense:

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nuestra cultura vulgar, nuestra repugnante comida rápida, nuestro capitalismo rapaz y nuestras pretensiones imperiales.

Quizá el mayor logro del siglo XX fue la destrucción, tanto física como espiritual, del militarismo alemán y la amenaza que implicaba para los numerosos vecinos de Alemania.

Pero la estrategia de Estados Unidos de alejarse de la OTAN mientras se le da poder a esos partidos antiestadounidenses no logrará una mayor seguridad para nadie, incluidos nosotros mismos.

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Eso desencadenará que Alemania vuelva a ser liderada por fascistas y se muestra dispuesta a armarse con armas nucleares.

Las negociaciones sobre Ucrania no acabarán bien.

Si el gobierno de Trump quiere poner fin a la guerra de forma duradera, haría todo lo posible públicamente para apoyar a Kiev, incluida una reunión amistosa con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, una entrega más rápida de armas, negociaciones sobre una garantía de seguridad estadounidense a largo plazo y la adhesión a la Unión Europea.

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También haría todo lo posible para oponerse a Moscú, incluso confiscando los activos congelados de Rusia para financiar las compras militares de Ucrania.

Luego utilizaría esa influencia para lograr que Zelenski aceptara un acuerdo que implicara la pérdida de territorio ucraniano.

Estrategia fallida

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Lo que el equipo de Trump ha conseguido es lo contrario:

una Rusia que ve aún menos motivos para llegar a un acuerdo, una Europa que ve más motivos para seguir su propio camino, una China que cree que Estados Unidos terminará plegándose y una Ucrania traicionada una vez más que tendrá aún menos motivos para confiar en las garantías internacionales de su seguridad.

la detención y amenaza de deportación el domingo de Mahmoud Khalil, titular de un permiso de residencia y activista propalestino en Columbia, puede incluso hacer que los libertarios civiles proisraelíes defiendan sus derechos, mientras que la extrema izquierda lo convierte en un mártir.

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Pero la pauta está clara.

Ignorando el corolario político de la Tercera Ley del Movimiento de Newton —que toda acción tiene una reacción igual y opuesta—, el gobierno cosechará ahora precisamente lo que debería evitar.

Los críticos de Trump siempre se apresuran a ver el lado siniestro de sus acciones y declaraciones.

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Un peligro aún mayor puede residir en la naturaleza caótica de su política.

La democracia puede morir en la oscuridad.

Puede morir en el despotismo.

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Con Trump, es igual de probable que muera por la ignorancia.

c. 2025 The New York Times Company

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