Joe Biden llegó al Jardín de las Rosas de la Casa Blanca y se paró frente a un puñado de sillas blancas donde se ubicaban bajo el sol de otoño sus funcionarios, periodistas y también sus nietas, sentadas en primera fila. Se quitó sus clásicos anteojos oscuros de aviador y con tono emocionado, quizás resignado a lo que pudo haber sido otra historia, el presidente de los Estados Unidos elogio la campaña de Kamala Harris y prometió que el 20 de enero “habrá una transición pacífica de poder” a su sucesor, Donald Trump.
Fue su primer discurso público tras la derrota de su vicepresidenta en manos del magnate, por un margen mucho más amplio de lo que la mayoría de las encuestas vaticinaban. El desempeño de Harris fue sustancialmente más pobre que el de Biden en 2020: de hecho, ella sacó menos votos que el presidente en todos los condados del país.
Sin embargo, en un discurso que duró poco más de 10 minutos, él defendió el desempeño de Harris: “Ella dio todo su corazón y su esfuerzo” en una campaña “inspiradora”, dijo el presidente, de 81 años, a quien Harris reemplazó tras fuertes presiones del partido demócrata para que él renunciara, envuelto en enormes dudas sobre su capacidad mental.
“Perdimos esta batalla», dijo. Y agregó: «Las derrotas son inevitables, pero rendirse es impensable». «Estamos en una democracia, la voluntad del pueblo siempre es la que manda», siguió. Y contó que el miércoles había llamado a Trump para felicitarlo.
«El país elige a uno o a otro. Aceptamos la elección que el país ha hecho. He dicho muchas veces que uno no puede amar a su país solo cuando gana», dijo Biden, en una manifiesta referencia a Trump, que siempre se negó a aceptar su derrota en las presidenciales de 2020, una posición que alentó el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2012 por seguidores trumpistas.
En ese sentido, Biden buscó marcar un fuerte contraste con Trump, que se atrincheró en la Casa Blanca hasta último momento, sin facilitar reuniones entre sus funcionarios y los del demócrata electo para organizar la transición, como es habitual. Y que, además, no asistió a la jura de Biden como presidente. “Voy a cumplir con mi deber como presidente, voy a cumplir mi juramento y voy a honrar la Constitución. El 20 de enero, tendremos una transición pacífica del poder en Estados Unidos”.
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Si bien Biden ha mostrado en público apoyo a la campaña y una resignación ante los resultados, en privado está furioso de que esté siendo culpado por el fracaso de Harris. Según informó Político, desde el entorno demócrata lo acusan de haberse resistido a hacer una primaria y de no haber abandonado antes, lo que le hubiera dado a la vicepresidenta una mejor chance de prepararse para competir.
Biden sigue convencido de que sus vínculos de larga data con los sindicatos y los hombres de la clase trabajadora podrían haber arrastrado muchos más votos de ese sector que Harris. Incluso hasta el final de la campaña, insistió en que habría vencido a Donald Trump.
Algunos conteos aún continúan, pero Harris habría logrado alrededor de 67 millones de votos, mientras que Biden en 2020 había conquistado 81 millones de votos, la mayor cantidad que consiguió un candidato en una elección a la Casa Blanca.
Lo más preocupante para los partidarios de Biden fue el desempeño de Harris en Pennsylvania, los estados del «Muro Azul», donde perdió, y en bastiones obreros confiables como Nueva Jersey y Nueva York, en donde ella ganó, pero con mayorías muy reducidas.
El entorno de Biden culpó a los asesores de Barack Obama por los errores de Harris, que finalmente le costaron cualquier esperanza de llegar a la Casa Blanca.
«No hay una razón singular por la que perdimos, pero una gran razón es porque los asesores de Obama alentaron públicamente las luchas internas demócratas para expulsar a Joe Biden, ni siquiera querían a Kamala Harris como nominada, y luego se inscribieron como los salvadores de la campaña solo para ejecutar libros de jugadas obsoletos de la era de Obama para un candidato que no era Obama», dijo un ex funcionario de Biden a Político.
Las críticas al Partido también vinieron desde el ala más de izquierda. Tras las elecciones, el senador Bernie Sanders emitió una declaración mordaz sobre la campaña «desastrosa» del partido. «No debería sorprender mucho que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora los ha abandonado».
La pesadilla esperada recomenzó en Europa con la reelección de Donald Trump. La guerra en Ucrania, la desprotección militar, el debilitamiento de la OTAN y la consecuente inseguridad son la inmediata secuela de su llegada a la Casa Blanca el próximo 20 de enero.
Europa se prepara para esta nueva etapa y es evidente este jueves en la Cumbre de Seguridad en Budapest. Francia, con uno de los pocos ejércitos europeos, y Gran Bretaña, con unas fuerzas desmanteladas por el bajo presupuesto pero aun operativas en un eventual conflicto, están inquietos ante las exigencias de gastar el 2 por ciento del PBI en defensa, según Trump.
La cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), organizada en Budapest este jueves, cuya lista de miembros es mayor que la de la Unión Europea, fue creada por iniciativa de Emmanuel Macron en mayo de 2022, unos meses después del estallido de la guerra en Ucrania por parte de Rusia.
Desde Hungría, el presidente francés instó a Europa a «hablar con una sola voz» en este «momento histórico», dos días después de la elección de Donald Trump en Estados Unidos.
Macron llamó a la comunidad europea a «actuar» y «defender» los «intereses nacionales y europeos» y los «intereses económicos estratégicos».
«Donald Trump defenderá los intereses de los estadounidenses. La cuestión es si estamos dispuestos a defender los intereses de los europeos», declaró. Y agregó: “Los europeos no pueden delegar su seguridad en los estadounidenses para toda la eternidad”, instando así a la creación de una Europa de la Defensa, sin perjudicar el funcionamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
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Autonomía estratégica
El presidente francés reafirmó su deseo de reforzar la autonomía estratégica del continente europeo tras la elección de Trump.
“Creo que nuestro papel aquí, dentro de la Unión Europea, no es comentar sobre la elección de Donald Trump, saber si es buena o no. Fue elegido por el pueblo estadounidense y defenderá los intereses de los estadounidenses. Es legítimo y es algo bueno. La pregunta es: «¿Estamos preparados para defender los intereses de los europeos?» Creo que ésta es nuestra prioridad», declaró el Jefe de Estado en la reunión de la CPE.
Antes de continuar: «Esto no debe consistir ni en un transatlánticismo que sería ingenuo, ni en el cuestionamiento de nuestras alianzas, ni en un nacionalismo estrecho, que no nos permita asumir este desafío contra China y los Estados Unidos de América. Este es un momento de la historia para nosotros, los europeos, que es decisivo».
Sentado junto a Mark Rutte, ex primer ministro holandés y actual secretario general de la OTAN, el presidente francés pidió acelerar el desarrollo de la defensa europea, compatible con el marco de la alianza atlántica pero también autónoma de ésta.
«Ha habido un despertar estratégico que debemos asumir: nosotros, los europeos, no tenemos que delegar nuestra seguridad a los estadounidenses para la eternidad», dijo Macron sobre este tema.
“El mundo está formado por herbívoros y carnívoros. Si decidimos seguir siendo herbívoros, los carnívoros nos comerán. No quiero ser agresivo, pero no quiero dejar Europa en manos de carnívoros que vendrán y se comerán a los herbívoros”, concluyó.
Diálogo entre Macron y Donald Trump
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El “bromance” entre el presidente Emmanuel Macron y el presidente electo estadounidense Donald Trump, la comida en la torre Eiffel, su primera presidencia, están lejos de estos tiempos. Al ganar su segunda presidencia, Trump y Macron hablaron este miércoles por teléfono. Un debate durante el cual el jefe de Estado francés “subrayó la importancia del papel de Europa”.
Tras la elección del republicano como presidente de Estados Unidos, Macron y Trump expresaron su «deseo de trabajar por el retorno de la paz y la estabilidad» ante las «grandes crisis internacionales en curso», durante su primera conversación telefónica.
En este «muy buen intercambio de 25 minutos», que comenzó hacia las 18 horas del miércoles, el jefe de Estado francés «subrayó la importancia del papel de Europa y dijo al presidente Trump que estaba dispuesto a continuar esta conversación y a trabajar juntos en estas cuestiones», en particular Ucrania y Oriente Medio, «cuando asuma el cargo» a finales de enero de 2025, añadió el Elíseo.
“Acordaron permanecer en estrecho contacto para continuar las discusiones sobre estos temas”, dijo la Presidencia de la República.
Horas antes, Macron fue uno de los primeros líderes en enviar sus «felicitaciones» al presidente electo Donald Trump. Dijo que estaba «dispuesto a trabajar juntos, como hemos podido hacerlo durante cuatro años», en el primer mandato de Donald Trump.
“Con sus convicciones y con las mías. Con respeto y ambición. Por más paz y prosperidad”, agregó el presidente de la Francia en su cuenta en X.
El mismo Trump, un Macron diferente
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Pero Macron no es el mismo. Ha sido debilitado por las elecciones legislativas, por su falta de mayoría y las divisiones en su propio partido y su gobierno de derecha.
Emmanuel Macron siguió de cerca los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses durante la noche del martes al miércoles. Vio cómo la victoria de Donald Trump tomaba forma con correr de las horas.
Entre enero de 2017 y enero de 2025, el jefe de Estado mantuvo con el líder estadounidense unas relaciones inicialmente cálidas, antes de volverse francamente tormentosas.
«Pase lo que pase, obviamente trabajaremos con la nueva administración», aseguró durante la noche un allegado al presidente, recordando «las exigencias» de Macron frente a «los estadounidenses».
Incertidumbre y temor
Es un mal sueño que comienza de nuevo. La única diferencia con respecto a 2016 es que esta vez los europeos no están realmente sorprendidos por la victoria de Donald Trump. Las instituciones y capitales europeas incluso lo anticipaban desde hace meses.
“Ningún estado de shock, ningún despertar con resaca”, aseguran. “Éste no es nuestro primer rodeo”, resumió un diplomático de alto rango.
Una crisis “mortal para Europa” en caso de victoria de Donald Trump: este era el oscuro escenario que alarmó a Thierry Breton, ex comisario europeo de Mercado Interior, el domingo. Temido por los europeos, este camino se hizo realidad eL miércoles, trayendo consigo su cuota de incertidumbres, especialmente en el ámbito económico. De hecho, muchos actores están preocupados por las consecuencias de la política defendida hasta ahora por el multimillonario republicano para las economías francesas, por un lado, y las economías europeas, por el otro.
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Recordando que Estados Unidos era «un socio comercial muy importante» de Europa, Thierry Breton estimó el fin de semana pasado que era «muy importante ver en qué contexto podrán continuar estas relaciones comerciales», en caso de un regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Estas preocupaciones no son infundadas. Durante su campaña, el magnate inmobiliario de 78 años insistió en su deseo de imponer recargos aduaneros del 10 al 20% a todos los productos importados a Estados Unidos.
“La elección de Trump no es una buena noticia para Europa. Esto significa una acentuación del proteccionismo, con un aumento considerable de los derechos de aduana”, explica Christian de Boissieu, profesor emérito de economía en la Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne.
Esto podría “penalizar a la mayoría de los productos industriales europeos”, advierte Anne-Sophie Alsif, economista jefe de la empresa de auditoría y consultoría BDO.
Donald Trump fue y será un presidente rencoroso. Le costará a Sir Keir Starmer haber mandado laboristas a participar en la campaña de la demócrata Kamala Harris. Mucho más defender su vínculo de aliado privilegiado en la guerra en Ucrania o ser miembro de la OTAN pos Brexit. Un gran test para Gran Bretaña, con tropas que no puede defenderse de una invasión por problemas presupuestarios y logísticos, aun como miembro de la OTAN.
Sir Keir Starmer está «impresionado» por la embajadora británica en Estados Unidos, Dame Karen Pierce y extendió su mandato. La diplomática superó con éxito el último año de Donald Trump en el poder en 2020.
Sir Keir Starmer está dispuesto a extender el mandato de Karen Pierce hasta al menos un año después de la elección de Donald Trump. El primer ministro ha estado «impresionado» por Pierce, de 65 años, desde que llegó al poder. Ella debía completar su puesto en enero de 2025. Pero Starmer postergó el nombramiento de su sucesor hasta después de las elecciones estadounidenses.
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David Miliband, Lord Mandelson y la baronesa Amos estaban entre los grandes del Partido Laborista considerados para el cargo, en caso de una victoria demócrata.
Sin embargo, la victoria de Trump probablemente resultará en la extensión del mandato de Pierce, dada su experiencia previa trabajando con él mientras estuvo en el cargo de 2017 a 2021.
Los embajadores británicos suelen servir unos cuatro años en Washington DC y Pierce ha estado en el cargo desde 2020.
Guerra comercial
Rachel Reeves ha insistido en que es «demasiado pronto» para empezar a rebajar las perspectivas de crecimiento de Gran Bretaña, después de que los economistas advirtieran de que la promesa de Donald Trump de imponer nuevos aranceles a las importaciones globales costaría a la economía 21.500 millones de libras el próximo año.
Estados Unidos es el mayor socio comercial del Reino Unido. El año pasado Gran Bretaña exportó 60.000 millones de libras de bienes a través del Atlántico que se verían afectados por los impuestos adicionales.
Trump ha prometido imponer aranceles del 10 por ciento a todos los productos importados a Estados Unidos y aranceles del 60 por ciento a las importaciones de China, en una medida que amenaza con desencadenar una guerra comercial global, impulsando la inflación.
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Otro embarazosa posibilidad es si Trump decide cumplir su promesa de revisar la visa con la que reside en Gran Bretaña en príncipe Harry, hijo del rey Carlos III, cuyas condiciones son un secreto de Estado, reconfirmado por la justicia norteamericana.
A pesar de la pésima relación entre el príncipe y su padre, esta actitud enfurecería y humillaría a la corona porque el presidente buscaría involucrarse en el drama familiar que los separa.