INTERNACIONAL
Malas noticias desde el frente ucraniano a dos años de la guerra del fin del mundo
Hace dos años, el 24 de febrero, Vladimir Putin desde el trono de uno de los mayores arsenales atómicos planetarios presionó el botón que disparó la actual guerra medieval contra Ucrania. Lo hizo con un puñado de intenciones imperiales, la principal recuperar el respeto como segunda potencia global que detentaba la Rusia soviética.
Un objetivo atragantado de megalomanía y limitado por una realidad implacable que esmeriló la influencia del Kremlin junto a los escombros del campo comunista. Putin contaba, además, con mala información. Su comunidad de inteligencia le había asegurado que no habría reacción a la invasión sobre Kiev.
Los espías se basaban en una lógica supuestamente aceptable. El mundo venía de una enorme crisis por los efectos económicos, sociales y por lo tanto políticos de la pandemia. Había inflación creciente y preocupación entre los líderes occidentales para sostener sus gobiernos. Nada los distraería. Fue un error, grave.
El eje occidental, por el contrario, reaccionó con enorme energía y reconstruyó la Alianza Atlántica detrás de un concepto nítido: la derrota de Ucrania sería la de EE.UU. y de su influencia global. No debía suceder. La sociedad china con Rusia se sostiene precisamente en que ese supuesto se confirme.
Putin pretendía, además, una blitzkrieg, que en cuestión de días exhibiera el vigor de la Madre Patria rusa y su derecho natural como uno de los polos del equilibrio planetario. En el imaginario del Kremlin, un golpe relámpago contra Ucrania, cuya existencia como Estado Putin insiste en negar, modificaría a su favor el escenario regional y mundial.
El collar de naciones vasallas del Pacto de Varsovia que se contrapuso a la OTAN en las épocas soviéticas y se afiliaron a esa organización, se alinearían ahora con Moscú. De ese modo renacería el Ruskkiy Mir de Catalina la Grande con todo el universo eslavo rindiéndose al poder ruso.
El líder del Kremlin, en 2007en Münich, había reclamado contra la expansión de la OTAN como pretexto de su disgusto. Sobre esos argumentos explicó su teoría de que las naciones del vecindario ruso podían ser independientes, pero debían tramitar con Moscú su política interna, en particular las relaciones internacionales.
Esa construcción de espacios de influencia, centrales del concepto de potencia, ampliaría con un mercado cautivo las espaldas de Rusia, sobre todo las económicas para recuperar el lugar perdido tras la disolución soviética. Otro eje apuntaba a limitar idealmente la dependencia rusa de China, diez veces más grande, un hecho poco visitado por los analistas, pero que incomoda silenciosamente al zar del Kremlin, incluso con racismo como sucedía en la era de Stalin.
Putin lanzó la ofensiva con esas perspectivas. Eligió a Ucrania porque perdió el control de ese país en 2014 cuando un movimiento popular expulsó del poder a un corrupto regente ruso. Moscú debió conformarse con retener la península de Crimea donde se asienta su principal base naval. Hasta ahora insiste que fue un golpe de la CIA. Construcciones.
En el frente las cosas no se dieron como el zar de Rusia supuso o esperaba. No hubo blitzkrieg pero sí derrotas estruendosas iniciales y un manejo mediocre militar que revelaba el peso de la corrupción en la maquinaria de guerra. En el primer aniversario del conflicto, debido a esos padeceres, se descontaba la caída inminente de la aventura imperialista moscovita. No fue así.
La apuesta a extender la guerra bajo cualquier circunstancia, con un muro físico infranqueable frente a las cuatro provincias ocupadas desde el valle del Donbass a Crimea (17,5% del territorio ucraniano o 160 mil km2), paralizó el conflicto. Solo una fuerza aérea de la que carece Kiev podría quebrar ese límite y recuperar la iniciativa.
Rusia no ha avanzado más por la fuerte resistencia local y pérdidas espectaculares, pero también, como queda claro, por un cálculo político que entiende que lo beneficia. Veamos los números. Suman más de 300 mil las bajas rusas, 90% del personal militar regular antes del ataque según los analistas, similar del lado ucraniano.
El costo económico es también extraordinario. En el primer año ascendió hasta a 104.000 millones de dólares según datos, entre otras fuentes, de la Corporación Rand. En ese periodo se destruyeron hasta 322 mil millones de dólares de capital financiero medido en la bolsa de Valores de Moscú.
El país sin embargo se reactivó en 2023 y registra crecimiento pese al bloqueo mundial, aupado en sus exportaciones de commodities energéticos con fuerte dependencia de China e India. Según los especialistas, Rusia puede soportar estos costos durante años, pero la guerra fulminó el enorme crecimiento, valor crediticio y capacidad de consumo interno previos al conflicto. Un defecto que Putin espera resolver con una eventual victoria que imagina inevitable y amplifique su superioridad regional.
Entre tanto el conflicto le ha servido para barrer a la oposición remanente limitando con dosis brutales de chauvinismo y cárcel cualquier cuestionamiento contra el gobierno, el país y la guerra. La reciente sospechosa muerte de su principal cuestionador político, Alexei Navalni, forma parte de ese armado inclemente.
También, la uso para abortar las tensiones internas en el régimen que se evidenciaron con el alzamiento de agosto pasado de su ex aliado, el líder paramilitar, Yevgeny Prigozhin, quien llevó su ejército desafiante hasta las propias puertas del Kremlin. Apenas meses después el rebelde acabó fulminado en un oportuno accidente aéreo. Como con Navalni, Putin no acepta refutadores.
El momentum ruso
En este segundo aniversario, al revés que el anterior, el momentum parece efectivamente claro a favor de Moscú. Esa percepción no se debe a que el Kremlin haya mejorado su perfil militar. Es la parte Occidental la que está retrocediendo, exhausta y distanciándose de Ucrania, en medio de contradicciones existenciales que en gran medida son las que explican la existencia de este conflicto.
La reciente cumbre de Defensa en Münich, la misma en la que habló Putin en 2007, exhibió el espasmo de las naciones de la OTAN ante la posibilidad este año del regreso al poder de Donald Trump en EE.UU., quien ha multiplicado sus señales de complicidad con Putin. Un dato clave de ese cortejo es el bloqueo que los legisladores trumpistas imponen a la ayuda militar a Kiev, una asistencia que el ex presidente considera “una estupidez”.
Sin EE.UU. no existe la Alianza Atlántica. Trump la desacreditó en su primer gobierno y sugiere que la desactivará en este posible segundo mandato. Un dato que ayuda a despejar la teoría de que la guerra fue consecuencia del vigor expansionista de la OTAN. No existía tal cosa. Por el contrario Rusia había logrado aumentar la dependencia energética europea al quebrar la oposición de EE.UU. a la habilitación del gigantesco gasoducto Nord Stream 2.
El bloque ahora confronta la necesidad de un salto histórico que le permita escudarse sin esperar al imprevisible Washington. Pero construir una defensa insumiría costos gigantescos y al menos un lustro, más de lo que necesita Rusia para reamarse y fijar condiciones.
Los enemigos de EE.UU., incluyamos también a Norcorea e Irán, confirman en la creciente influencia de Trump el declive de la potencia norteamericana. Una visión frecuente en la prensa china. Es un fenómeno que se combina con una ordalía de ultraderechas o pseudo izquierdas alrededor del mundo que coinciden en su simpatía pro rusa. Este escenario es el que hace posible un conflicto bélico absurdo que en otras épocas sería inviable y rápidamente neutralizado.
En esta proyección la guerra de Ucrania, lejos de las anteriores en Asia, Irak o Afganistán, debe ser observada como la vidriera de una transformación global que refleja tanto el enanismo de los liderazgos actuales como las hegemonías inquietantes que se insinúan.
En los actos por el 350 aniversario del nacimiento de Pedro el Grande, el líder del Kremlin proclamó los funerales de Occidente, sosteniendo que sus líderes “viven en el pasado… en un mundo ilusorio” y se niegan a ver los cambios globales. Estos serían la emergencia de Rusia y China como los nuevos polos del sentido común mundial. La guerra del fin del mundo.
INTERNACIONAL
Pope Francis shares written message while continuing hospitalization
A first-person written message from Pope Francis was shared Sunday as the leader of the Roman Catholic Church continues his hospitalization in Rome.
«I have recently received many messages of affection, and I have been particularly struck by the letters and drawings from children,» Pope Francis posted on X Sunday. «Thank you for your closeness, and for the consoling prayers I have received from all over the world!»
«I urge you to continue your apostolate with joy and to be a sign of a love that embraces everyone, as the #GospelOfTheDay suggests,» another post said. «May we transform evil into goodness and build a fraternal world. Do not be afraid to take risks for love!»
The language was similar to part of Pope Francis’ longer homily, which Archbishop Rino Fisichella read on his behalf while celebrating the Holy Mass for the Jubilee of Deacons on Sunday.
POPE FRANCIS HAD PEACEFUL NIGHT’S REST AT HOSPITAL FOLLOWING RESPIRATORY CRISIS, VATICAN SAYS
Pope Francis holds his homily during the weekly General Audience at the Paul VI Hall on Feb. 12, 2025, in Vatican City, Vatican. (Vatican Media via Vatican Pool/Getty Images)
The Vatican released a copy of the text «prepared by the Holy Father.»
«Brothers and sisters, happy Sunday!» the pope’s homily began. «This morning, in Saint Peter’s Basilica, the celebration of the Eucharist with the Ordination of some candidates to the diaconate was celebrated. I greet them and the participants in the Jubilee of Deacons, which has taken place in the Vatican in these days; and I thank the Dicasteries for the Clergy and for Evangelization for the preparation of this event.»
Pope Francis urged the deacons «to continue your apostolate with joy and – as today’s Gospel suggests – to be a sign of a love that embraces everyone, that transforms evil into goodness and engenders a fraternal world.»
«Do not be afraid to risk love!» the homily continued. «On my part, I am confidently continuing my hospitalization at the Gemelli Hospital, carrying on with the necessary treatment; and rest is also part of the therapy! I sincerely thank the doctors and health workers of this hospital for the attention they are showing me and the dedication with which they carry out their service among the sick.»
In the pre-prepared statement, Pope Francis added that Monday «will be the third anniversary of the large-scale war against Ukraine: a painful and shameful occasion for the whole of humanity!»
Balloons are attached at the statue of John Paul II where people come to pray outside the Gemelli hospital where Pope Francis is hospitalized for pneumonia, in Rome on Feb. 23, 2025. (ALBERTO PIZZOLI/AFP via Getty Images)
«As I reiterate my closeness to the suffering Ukrainian people, I invite you to remember the victims of all armed conflicts, and to pray for the gift of peace in Palestine, Israel and throughout the Middle East, Myanmar, Kivu and Sudan,» the message said.
POPE FRANCIS’ MEDICAL CONDITION: WHAT TO KNOW ABOUT BILATERAL PNEUMONIA
«In recent days, I have received many messages of affection, and I have been particularly struck by the letters and drawings from children,» the pope added. «Thank you for this closeness, and for the prayers of comfort I have received from all over the world! I entrust you all to the intercession of Mary, and I ask you to pray for me.»
The Vatican said Pope Francis was conscious but still receiving high flows of supplemental oxygen on Sunday, following a respiratory crisis and blood transfusions. He remains in critical condition with a complex lung infection.
The Holy See Press Office’s brief statement early Sunday did not mention if Pope Francis was out of bed or eating breakfast, which it had on previous days.
Deacons take part in a mass for their jubilee in St. Peter’s Basilica at The Vatican, Sunday, Feb. 23, 2025, that was supposed to be presided over by Pope Francis who was admitted over a week ago to Rome’s Agostino Gemelli Polyclinic. (AP Photo/Alessandra Tarantino)
«The night passed quietly, the pope rested,» it said.
The Vatican later said Francis was conscious, continuing to receive supplemental oxygen and that further clinical tests were being conducted. A more detailed medical update was said to be later Sunday.
The 88-year-old pope was admitted to Rome’s Gemelli hospital on Feb. 14 due to a worsening case of bronchitis.
On Saturday, doctors said Pope Francis, who had part of one lung removed as a young man, was in critical condition after suffering a prolonged asthmatic respiratory crisis while being treated for pneumonia and a complex lung infection.
The pope received «high flows» of oxygen to help him breathe through a nasal tube. He also received blood transfusions after tests showed low counts of platelets, which are needed for clotting, the Vatican said in a late update.
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The Saturday statement also said that the pontiff «continues to be alert and spent the day in an armchair although in more discomfort than yesterday.» Doctors said the prognosis was «reserved,» and that the pope’s condition is touch-and-go, given his age, fragility and pre-existing lung disease. His condition has revived speculation about what might happen if he becomes unconscious or otherwise incapacitated, and whether he might resign.
The Associated Press contributed to this report.
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