El deporte a edades tempranas produce beneficios fisiológicos y psicológicos. No todos los niños sean libres de elegir la actividad que más les gusta, ya que muchas veces están condicionados por el entorno, la familia e incluso los amigos.

Cuando se practica un deporte hay una serie de variables psicológicas a tener en cuenta, como la motivación, la autoconfianza y el planteamiento de objetivos. Todas ellas influyen de manera determinante en la forma de afrontar esa actividad y en cómo la disfrutará.

Motivación: es importante que desarrollen una motivación intrínseca, que sientan pasión. Que practiquen su deporte solamente por el placer y la satisfacción que sienten al hacerlo. Si no han descubierto su motivación, ayudalos a encontrarla.

Autoconfianza: deben ganar confianza en ellos mismos en base a conseguir pequeñas metas que le harán sentirse cada vez más seguros. Cuanto mayor sea, menor será el miedo a fracasar. Apreciá cada logro que consigan, por pequeño que sea, y estimular esa virtud mediante un refuerzo positivo.

Planteamiento de objetivos: deben ser realistas, concretos y cuantificables para que sean más fáciles de conseguir. No conseguir las metas propuestas por no haberlas planteado como es debido, puede dar lugar a un estado de frustración y, en caso de que se repita con frecuencia, al abandono. No es bueno enseñarles a ser muy ambiciosos al principio, ya que aumentaría las probabilidades de fracasar.

Lo mejor es inculcarle los valores que les van a ayudar a ser constantes en su práctica. Una buena forma es, por ejemplo, practicándolo en familia. Es un comienzo excelente para que aprendan a superar los miedos y las dificultades que, inevitablemente, van a encontrar en el camino.

Fuente: El nacional