El boom del jogging llegó en la década de 1960 y 1970 en Estados Unidos y, desde sus inicios hasta ahora, se consolidó como una práctica más social y menos ambiciosa, aunque eso no le resta beneficios potenciales.

Se refiere a una práctica deportiva en la que la persona también corre, pero lo hace de forma más lenta y pausada, a un ritmo lento y constante para conseguir hacer actividad física y estar más saludable.

Hay bastantes diferencias técnicas entre el jogging y el running, aunque, en realidad, la diferencia básica es la que marca la intensidad de la carrera: el jogging consiste en trotar de forma lenta, pausada y constante, pero sin afán de superación ni con la intención de entrenarse para una competición, mientras que el running se practica con más intensidad y otro ritmo de competencia.

Los runners se marcan metas y objetivos para superarse y conseguir mejorar sus marcas, se preocupan por su rendimiento, su evolución y su resistencia. Por su parte, los joggers tienen como objetivo hacer deporte y estar sanos. Si se viene de haber sido muy sedentario, lo ideal es empezar caminando y recién más tarde comenzar a hacer jogging.

Beneficios del jogging

– Mejora la resistencia aeróbica, lo que significa que hará tu corazón más fuerte, haciéndolo funcionar de una manera más eficiente acostumbrándolo a realizar actividades físicas durante períodos de tiempo más largos con poco esfuerzo y poca fatiga.

– Mejora el sistema cardiovascular: correr es un esfuerzo y el corazón responde bombeando más sangre al organismo.

– Aumenta la densidad ósea, fortalece huesos y articulaciones, lo que lleva a ser un mejor sostén para el individuo.

Diferencias entre jogging y running

En ambos estamos refiriéndonos a un mismo movimiento de traslación cuya única diferencia es la intensidad a la que se hace. Cuanta más intensidad le des a la carrera, más te alejás del jogging, aunque activarás el metabolismo anaeróbico y esa concentración de ácido láctico hará que ganes masa muscular. Si la intensidad del entrenamiento es aeróbico, estarás ganando resistencia cardiovascular, entonces:

– Jogging: se centra en generar resistencia del sistema energético aeróbico (producir energía con oxígeno).

– Running: debido a la mayor intensidad del entrenamiento, los músculos trabajan más y es entonces cuando entra en juego el umbral láctico (ácido láctico en el torrente sanguíneo). Superado ese umbral, el cansancio se incrementa.

Además, también hay algunas diferencias en la técnica. Por ejemplo, los joggers suelen balancear el pie en el suelo, sin esforzarse demasiado en la técnica de la pisada. En cambio, los corredores saben que la pisada es determinante. En el jogging, se mantienen los brazos delante del cuerpo, mientras que los runners los balancean.

Los que hacen jogging suben poco las rodillas, así, al reducir el movimiento se conserva más energía para trotar más tiempo. No se pierde peso, a diferencia del running, que ayuda a ganar músculo y a perder grasa. La delgada línea que separa una práctica de otra se llama intensidad y será la que marque la diferencia, no solo en el esfuerzo empleado sino también en los beneficios obtenidos.

Fuente: Con Bienestar