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POLITICA

El nuevo rumbo de Uzbekistán de la mano de Shavkat Mirziyoyev

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Uzbekistán, ubicado en el corazón de Asia Central, es un país sin acceso al mar que limita con Kazajistán al norte, Kirguistán y Tayikistán al este, Afganistán al sur y Turkmenistán al suroeste. Con una población de aproximadamente 35 millones de personas, es el país más poblado de la región y tiene una rica historia vinculada a la antigua Ruta de la Seda, que conectó Oriente y Occidente durante siglos. Su capital, Taskent, es el centro político y económico del país, mientras que sus ciudades históricas, como Samarcanda y Bujará, son conocidas por su notable patrimonio cultural y arquitectónico.

Por más de dos décadas, Uzbekistán estuvo liderado por Islam Karimov, quien gobernó con mano dura desde la independencia del país tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 hasta su fallecimiento en 2016. Bajo el régimen de Karimov, Uzbekistán se caracterizó por un estricto autoritarismo, un control absoluto de la economía y un aislamiento internacional profundo. Las libertades civiles eran prácticamente inexistentes y la represión de la oposición política era una constante. La economía, altamente centralizada, se veía afectada por la corrupción, lo que frenaba el desarrollo y limitaba las oportunidades de crecimiento y apertura del país.


El fallecido ex presidente, Islam Karimov.

Un cambio significativo ocurrió con la llegada de Shavkat Mirziyoyev al poder en 2016. Mirziyoyev, quien había sido primer ministro durante muchos años bajo el liderazgo de Karimov, prometió una transformación económica y política profunda. Desde que asumió el cargo, el país ha comenzado a implementar una serie de reformas enfocadas en la modernización y la apertura, tales como la liberalización del tipo de cambio, la creación de un entorno atractivo para la inversión extranjera, la reducción de la burocracia y la privatización de empresas estatales. Aunque estos cambios enfrentan desafíos, han contribuido a que Uzbekistán sea visto por la comunidad internacional como un país dispuesto a integrarse en el mercado global y a mejorar las condiciones de vida de su población.

En el ámbito político, Mirziyoyev también ha buscado ampliar ciertas libertades civiles y reducir el nivel de represión característico del régimen anterior. Se han implementado medidas para mejorar la transparencia gubernamental, combatir la corrupción y promover una mayor libertad de prensa. Sin embargo, las organizaciones de derechos humanos señalan que, a pesar de estos avances, persisten problemas significativos, como la falta de una oposición política efectiva y el control del gobierno sobre la mayoría de los medios de comunicación.

En términos de relaciones internacionales, Uzbekistán ha intentado mejorar sus vínculos, especialmente con sus vecinos de Asia Central. El país ha trabajado para resolver disputas fronterizas y ha promovido una mayor cooperación regional, fortaleciendo así su posición en la región. Además, la política de diversificación económica y la búsqueda de nuevas rutas de exportación han contribuido a reducir la dependencia de socios tradicionales como Rusia. Uzbekistán también ha reforzado su relación con instituciones internacionales, atrayendo financiamiento para proyectos de infraestructura y desarrollo, lo cual ha sido crucial para impulsar la modernización del país.

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El proceso de reformas y modernización de Uzbekistán puede entenderse a través del enfoque presentado en el libro Competencia y Empresarialidad de Israel Kirzner. Kirzner sostiene que la empresarialidad es esencial para identificar nuevas oportunidades y corregir desequilibrios del mercado. En el caso de Uzbekistán, el gobierno de Mirziyoyev ha comenzado a adoptar un enfoque que fomenta la iniciativa empresarial y la participación del sector privado en la economía, lo cual concuerda con la visión de Kirzner sobre la importancia de liberar el potencial empresarial para alcanzar un desarrollo sostenible. Al reducir la burocracia y permitir una mayor libertad económica, Uzbekistán está creando un entorno propicio para que la creatividad empresarial florezca, ayudando a superar los problemas heredados del pasado autoritario y promoviendo una economía más eficiente y competitiva.

Uzbekistán se encuentra en una etapa crucial de su historia, transitando de un sistema autoritario y cerrado hacia una economía moderna y abierta al mundo. Las reformas iniciadas por el presidente Mirziyoyev han generado un cambio profundo, creando nuevas oportunidades para el desarrollo y mejorando las relaciones internacionales del país. Sin embargo, el éxito de estas transformaciones dependerá de la capacidad de Uzbekistán para enfrentar desafíos persistentes en el ámbito político, como la falta de una oposición efectiva y la limitada libertad de prensa, así como para asegurar que los beneficios económicos lleguen a toda su población. Si se mantiene el impulso reformista y se fortalece el estado de derecho, Uzbekistán tiene el potencial de convertirse en un modelo de modernización y crecimiento sostenible en Asia Central, desempeñando un papel relevante tanto en el contexto regional como en la economía global. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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Hotesur, la firma que alimentó el patrimonio de los Kirchner y quedó en la mira de la justicia por lavado de dinero

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En el caso Vialidad se estableció que Cristina Kirchner y Lázaro Báez mantuvieron “lazos promiscuos”, con un fin concreto: favorecer al contratista con la obra pública vial. Contratos viales plagados de irregularidades, sobrecostos, direccionamiento de los contratos y estructuras de pago realizadas a medida, permitieron que el dueño del Grupo Austral obtenga el 86% de las licitaciones realizadas en Santa Cruz. En simultáneo, existieron más de veinte acuerdos comerciales entre Cristina y Báez, a través de los cuales el dueño del grupo Austral «devolvía» parte de los millonarios fondos irregularidades de la obra pública. La vía más usada para ese circuito era la de negocios con las empresas de los Kirchner, Hotesur y Los Sauces. Esa relación permitió el incremento patrimonial de la exvice.

La sentencia condenatoria que encontró responsable a la ex vicepresidenta del delito de administración fraudulenta en perjuicio del Estado, y que confirmó la Cámara Federal de Casación, sostuvo en los fundamentos que ella mantuvo un interés particular en beneficiar al dueño de Austral Construcciones.

Los beneficios que recibió Cristina Kirchner por parte de la compañía posibilitaron “el incrementó de su patrimonio” gracias a las rutas con sobreprecios y los contratos celebrados con el dueño del holding, que incluyó la inmobiliaria Los Sauces y a la empresa Hotesur.

Esas firmas familiares que fueron investigadas en dos expedientes -luego unificados- que por decisión de la Corte Suprema se discutirán en un juicio oral y público, tienen relación con la sentencia condenatoria del caso Vialidad. Allí se sostuvo que todo el dinero volcado a lo que la justicia calificó como “contratos simulados” entre Cristina y Báez tuvo como único origen las irregularidades en las obras viales.

Otros tiempos: Máximo Kirchner y Lázaro Báez, junto a Cristina Kirchner, saliendo del Mausoleo

Así se estableció el vínculo entre las maniobras que se corroboraron en el caso Vialidad y cómo en una segunda etapa una porción de esos fondos que obtenía Báez terminaban en operaciones comerciales simuladas a través de las empresas de la familia Kirchner.

En función de ese argumento se trazó un eje principal: Cristina y el dueño del Grupo Austral mantuvieron un estrecho vínculo comercial mientras él era proveedor del Estado a través de la obra pública vial. Un puente entre los hechos del caso Vialidad y lo investigado en Hotesur-Los Sauces.

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Hotel Alto Calafate, el inmueble de Hotesur. Foto: Francisco Muñoz/OPI Santa Cruz.Hotel Alto Calafate, el inmueble de Hotesur. Foto: Francisco Muñoz/OPI Santa Cruz.

“En 2007, Cristina Elisabet Fernández de Kirchner asumió la Presidencia de la Nación. En 2011 fue reelecta hasta el año 2015. Durante ese período temporal, junto con Lázaro Báez celebraron múltiples negocios privados que redundaron en constantes ganancias para la ex Presidenta”, indicaron los jueces que condenaron a la vice por administración fraudulenta. El daño ocasionado al Estado se estimó en 85.000 millones.

Un mismo camino: Vialidad – Hotesur

El circuito corroborado funcionaba de la siguiente manera: Báez cobraba irregularmente montos millonarios del Estado nacional, no sólo en concepto de lo que se consignaba en los pliegos licitatorios, sino también a través de las diversas modificaciones de plazos y montos que fueron definidos como sobrecostos por los fiscales del juicio.

Ese dinero, explicó la Justicia, se “destinaba a operaciones privadas con la ex Presidenta de la Nación, quien permitió y facilitó la erogación de ese dinero guiada por un claro interés personal”.

Según la argumentación judicial, Cristina Kirchner proveía “el beneficio económico de las empresas del Grupo Báez, que eran contratadas para ejecutar las obras públicas viales”. “O lo que es igual, de las empresas comandadas por el sujeto con quien la propia ex Presidenta y su familia realizaban negocios inmobiliarios y hoteleros mientras, en forma simultánea, se ejecutaba la maniobra de defraudación en perjuicio de los fondos públicos nacionales destinados a dichas obras públicas”.

El destino final de ese dinero, era “en parte, las empresas familiares de la ex Presidenta».

Los negocios con Los Sauces SA

La compraventas de inmuebles, fideicomisos para construcciones, permutas, préstamos dinerarios, son parte de los acuerdos celebrados entre los Kirchner y Báez, y en el caso Vialidad se tuvo en cuenta “especialmente aquellos de más extensa duración”, como otro puente entre ese caso y Los Sauces.

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Por ejemplo, hubo operaciones realizadas con otras constructoras del grupo Austral, como terreno cedido por Cristina a su inmobiliaria familiar Los Sauces (a título de aporte irrevocable), en el que firma Loscalzo y Del Curto construyó un edificio de cuatro departamentos que, posteriormente (el 30 de diciembre de 2008), se entregó en locación a Kank y Costilla SA. Todas esas eran empresas de Lázaro Báez.

“Recordemos que en virtud de ese concepto la sociedad familiar le facturó a Kank y Costilla 1.652.422,46 pesos sin IVA por el período que va desde enero de 2009 hasta octubre de 2015. Una relación de larga data y por demás fructífera para la sociedad conyugal de los ex Presidentes”, se explicó.

Además, se firmó un fideicomiso para la construcción de unos departamentos que se inscribieron a nombre de Los Sauces para después ser alquilado por dos empresas de Báez.

Cristina Kirchner y Lázaro Báez, en el mausoleo de Néstor Kirchner en Río Gallegos.Cristina Kirchner y Lázaro Báez, en el mausoleo de Néstor Kirchner en Río Gallegos.

Otro complejo de departamentos de la inmobiliaria, construidos por Austral Construcciones, fueron alquilados a la firma.

Mientras Austral Construcciones se imponía en cuanta licitación se presentaba, la firma de Báez pagó sólo en concepto de alquileres 40 millones de pesos a los ex presidentes. Además, permutó un terreno tasado en 14,7 millones de pesos con la vicepresidenta y compró diez propiedades por 2 millones de dólares.

Los hoteles también

Hotel Alto Calafate propiedad de la familia Kirchner, fue administrado por Lázaro Báez. Foto:Francisco MuñozHotel Alto Calafate propiedad de la familia Kirchner, fue administrado por Lázaro Báez. Foto:Francisco Muñoz

Entre 2008 y 2009, Néstor Kirchner y sus empresas Hotesur y Los Sauces encomendaron el gerenciamiento de los hoteles Alto Calafate, Las Dunas y La Aldea del Chaltén a la empresa Valle Mitre, de Lázaro Báez. En su alegato, el abogado de Cristina Carlos Beraldi había simplificado todo: “unos alquilaban y otros pagaban”. Pero los jueces desecharon esa explicación.

Esos alquileres se “acordaron en sumas realmente significativas, superiores en conjunto a los cien mil dólares mensuales y por montos finales millonarios en pesos”. Esto, añadieron, “no sólo les permitió a sus dueños neutralizar todo riesgo inherente al rubro (turismo) sino que, principalmente, les aseguró el sostenimiento de un emolumento constante sin contingencias posibles”.

Por ejemplo, en diciembre de 2007 Austral le prestó a los ex presidentes 8.329.596,60 pesos. Esos fondos permitieron concretar la adquisición de Hotesur, dueña del hotel Alto Calafate en febrero de 2008. Hacia mayo del mismo año, firmaron un contrato de locación con Valle Mitre, propiedad de Báez.

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Pero la vicepresidenta señaló que es «falso que tales contratos representen supuestos retornos en favor de la familia Kirchner, pues son actos en los cuales se intercambian prestaciones recíprocas».

El dinero y la maniobra sospechada

Desde 2009 a julio de 2013, el empresario condenado por lavado de dinero pagó a la ex presidenta 27.592.110 pesos a través de Valle Mitre, por la explotación del hotel Alto Calafate, la hostería Las Dunas (que originalmente perteneció a Lázaro Báez y la vendió a los Kirchner para después alquilarlo) y La Aldea de El Chaltén, que se construyó sobre un terreno a nombre del dueño del Grupo Austral.

El alquiler del Alto Calafate incluyó otro valor significativo: entre 2010 y 2011, el 50% de lo facturado por el complejo turístico fue gracias a seis empresas de Báez que alquilaron habitaciones y el salón de conferencias del lugar. Una misma caja. Abonó más 6.829.240 pesos hasta 2013, después pagó 2.937.672 pesos.

A esos acuerdos, que para la defensa sólo fueron negocios del ámbito privado, se debe sumar el alquiler de habitaciones por parte de siete empresas del Grupo Austral, garantizando ingresos por 11 millones de pesos. Muchas de esas habitaciones, además, jamás se usaron.

¿De dónde provenían los ingresos de Valle Mitre y de las demás empresas de Báez? de Austral Construcciones. La compañía que recibía contratos viales, proporcionaba dinero a las demás empresas del Grupo, y después estas «emitían cheques a favor de los hoteles de Cristina Kirchner», sostuvo la fiscalía. Hubo créditos internos de la constructora por 71 millones de pesos, y Kank y Costilla -otra firma del Grupo Báez- también aportó 1.8 millón de pesos.

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