POLITICA
Georgia: Tras las elecciones, se mantiene la puja entre Salomé Zurabishvili y Irakli Garibashvi
El conflicto político en Georgia está marcado por una profunda división entre la presidenta Salomé Zurabishvili y el primer ministro Irakli Garibashvili. Zurabishvili, quien tiene una trayectoria diplomática y fue exministra de Relaciones Exteriores, se ha destacado por su enfoque pro-europeo y su interés en integrar a Georgia en la Unión Europea. Garibashvili, por su parte, es un miembro clave del partido Sueño Georgiano y ha ocupado el cargo de primer ministro en dos ocasiones, siendo conocido por su postura pragmática y su capacidad para consolidar el poder interno. Mientras Zurabishvili busca acercar al país a la Unión Europea, Garibashvili ha optado por un enfoque equilibrado entre Europa y Rusia.
Las recientes elecciones en Georgia han sido intensamente disputadas. El recuento de votos reafirmó la victoria del partido gobernante, pero las acusaciones de fraude y la agitación en las calles reflejan la intensidad del momento político que atraviesa el país. La Comisión Electoral, en un esfuerzo por mantener la transparencia, concluyó el recuento confirmando la victoria del oficialismo, mientras que organismos internacionales observaban de cerca los acontecimientos. Sin embargo, la situación ha atraído la atención de figuras internacionales como el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, quien ha manifestado preocupación por el resultado.
La relación entre el oficialismo y la oposición se ha vuelto cada vez más tensa. Las manifestaciones en las calles de Tiflis reflejan el descontento de una parte significativa de la población, que no solo denuncia el supuesto fraude electoral, sino que también critica la falta de avances en el proceso de integración europea. La presidenta Zurabishvili, pese a sus intenciones pro-europeas, se ha encontrado limitada por la falta de apoyo para impulsar reformas fundamentales. Esto ha dejado a Garibashvili y su partido con el control político, gestionando el equilibrio entre las aspiraciones europeas y la necesidad de mantener relaciones pragmáticas con Rusia.
La situación política en Georgia, a la luz de las acusaciones de fraude electoral, puede ser comprendida a través del análisis del poder según Bertrand de Jouvenel. Jouvenel argumentaba que el poder en manos de una élite debe sostenerse no solo mediante el control institucional, sino también a través de la aceptación popular. En el contexto georgiano, la oposición y algunos sectores de la sociedad perciben al oficialismo como una élite desconectada que se mantiene en el poder solo gracias al aparato estatal. Sin embargo, el recuento de votos y la confirmación de los resultados sugieren que el gobierno ha logrado cierta legitimidad, apelando a la voluntad popular, tal como señala Jouvenel. La legitimidad del poder no se construye únicamente a través de la fuerza institucional, sino que también depende de cómo la población perciba la capacidad del gobierno para brindar estabilidad y progreso. En este sentido, el oficialismo busca consolidarse mediante resultados tangibles que refuercen su narrativa de estabilidad y crecimiento.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski fue contundente en sus declaraciones, afirmando que Rusia ganó en Georgia y advirtiendo del riesgo de que otros países sigan un camino similar. Su llamado a Occidente fue claro: evitar que situaciones como la de Georgia se repitan en otras naciones, sugiriendo que la influencia rusa amenaza la independencia georgiana. Por otro lado, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, mostró un fuerte respaldo al gobierno de Georgia en medio de la controversia electoral. Durante su visita a Tiflis, Orbán enfatizó la soberanía y autonomía del gobierno georgiano como valores fundamentales que deben ser respetados por Europa. Este apoyo se ha interpretado como un intento de contrarrestar la narrativa crítica impulsada por los líderes occidentales, particularmente por aquellos que consideran que Georgia está cayendo bajo la influencia rusa.
El camino que Georgia decida tomar en este contexto será crucial para su futuro político y social. Entre el apoyo de líderes como Orbán y la presión de Occidente liderada por figuras como Zelenski, el gobierno georgiano enfrenta un delicado equilibrio en un contexto geopolítico cada vez más incierto. Las denuncias de fraude han llevado a la fiscalía a investigar las irregularidades electorales, mientras las manifestaciones de la oposición continúan en las calles de Tiflis. Sin embargo, el recuento de votos confirmó la victoria del partido gobernante, lo cual refuerza su legitimidad y demuestra que, a pesar de las críticas y tensiones, el oficialismo cuenta con el respaldo suficiente para continuar guiando al país hacia su visión de estabilidad y soberanía.
Aunque las tensiones persisten, el liderazgo de Irakli Garibashvili se mantiene firme, proyectando una imagen de control y resistencia frente a las adversidades. Esta narrativa sugiere que el gobierno está decidido a seguir adelante con su agenda, buscando consolidar un camino que equilibre las relaciones exteriores con la estabilidad interna. Sin embargo, es fundamental recordar que la verdadera soberanía reside en el pueblo y que el respeto a la voluntad popular debe ser la base de cualquier gobierno legítimo. Solo garantizando que la decisión de la gente sea respetada, Georgia podrá avanzar hacia una estabilidad duradera y una integración que refleje el deseo de toda su sociedad. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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POLITICA
Euforia por los resultados en el comando trumpista en Florida, donde solo se espera el anuncio final para desatar “una fiesta”
WEST PALM BEACH, Florida.- Con el camino al triunfo de Donald Trump ya prácticamente allanado, la expectativa está puesta en el discurso del líder republicano en el megaevento electoral del candidato republicano, que revolucionó West Palm Beach, en Florida, el lugar elegido por su equipo de campaña para lo que será su fiesta de victoria, de desquite casi personal de la derrota de 2020.
El último estallido del público llegó con las proyecciones de que el magnate se quedó con Pensilvania, uno de los estados que se preveían cruciales. Solo faltaba sumar oficialmente un puñado más de votos en el Colegio Electoral para que Trump se convierte en el 47 presidente de Estados Unidos.
“¡Se acabó!”, festejó un hombre en medio del en griterío que parecía un punto sin retorno. Un joven con una gorra de Make America Great Again subió la apuesta. “¡Que se joda Joe Biden! ¡Que se joda ella!”, dijo en referencia a Kamala Harris, la rival de Trump en las elecciones.
La multitud, eufórica, coreaba: “¡Estados Unidos! ¡Estados Unidos!”. Ahora están reunidos cerca del escenario esperando que Trump entre y pronuncie un discurso. Todo es entusiasmo, abrazos y sonrisas, en un búnker al que siguen llegando invitados, como Tucker Carlson, recibido como una estrella.
“Se va a terminar este desastre [del gobierno demócrata]. Hoy será una fiesta. ¿Alguna duda de eso?”, señaló más temprano Magali, que llevaba un vestido brillante con los colores de la bandera norteamericana. “Me quedaré hasta el final para escuchar a nuestro líder”, añadió la mujer, junto a un grupo de amigas, todas vestidas para una fiesta. Tras una cena múltiple que ofreció en su club Mar-a-Lago a personas de su entorno y donantes de campaña –el multimillonario Elon Musk fue uno de los invitados estelares-, Trump ya se dirige al Palm Beach County Convention Center para dar un discurso.
Con el avance del recuento oficial y el mapa de estados que poco a poco se pintó más de rojo que de azul, como era esperado con los primeros anuncios, la confianza en el búnker trumpista iba en aumento. También por las proyecciones que circulaban en redes sociales y medios de comunicación sobre las mayores posibilidades de victoria republicana en el Colegio Electoral, la llave para volver a la Casa Blanca. Nadie despegaba su mirada de las pantallas y los celulares, atentos a cada dato. De todas formas, ninguno se quería adelantar a los resultados finales.
“Esperamos un triunfo, sin dudas, aunque sabemos que el anuncio oficial puede tardar. Habrá que tener paciencia”, dijo a LA NACION Matt Moore, que viajó especialmente desde Wisconsin para el evento. “Es difícil confiar en el sistema electoral, ya vamos viendo lo que pasa en Pensilvania”, advirtió, mientras mostraba en su celular una publicación de Trump en Truth Social, aún en plena votación, en la que denunciaba “masivas trampas en Filadelfia”.
En medio de un fuerte operativo de seguridad desde temprano en torno al centro de convenciones, unos 5000 republicanos invitados se congregaron para seguir los resultados. El merchandising trumpista estuvo a la orden del día: con gorras rojas MAGA (Make America Great Again), banderas con la cara del magnate y otras norteamericanas, y remeras estampadas con la fórmula Trump-Vance 2024.
El primer grito llegó con la confirmación del amplio triunfo republicano en Florida. “¡Trump! ¡Trump! ¡Trump!”, cantaron los simpatizantes cuando el extremo sudeste del mapa se pintó de rojo, en el estado de residencia del expresidente. “¡Flo-ri-da! ¡Flo-ri-da!”, corearon sus simpatizantes.
Las encuestas preveían un triunfo cómodo de Trump –por unos siete puntos- en el estado del sol, convertido en un bastión republicano después de haber sido un distrito en disputa en elecciones pasadas (Barack Obama se impuso en 2008 y 2012). El candidato republicano se aseguró esos 30 votos para el Colegio Electoral, con la sorpresa de una victoria aplastante: 13 puntos de ventaja sobre Kamala Harris. Fue una diferencia mucho mayor a la pronosticada, lo que consolidó el amplio predominio conservador en el estado (en cada elección en la que participó, Trump aumentó aquí sus márgenes de victoria).
Además, Trump se convirtió en el primer candidato presidencial republicano en ganar Miami-Dade, el condado más poblado de Florida, desde 1988. Biden lo había ganado por siete puntos en 2020.
Un grupo de afroamericanos con remeras de Black Voters for Trump también se hizo presente en el evento trumpista. “Confiamos en él, las cosas no han sido mejores cuando tuvimos a un presidente afroamericano y demócrata”, señala uno de ellos, en referencia a las administraciones de Barack Obama.
Ante la fuerte demanda de medios de prensa de todo el mundo, el equipo republicano rechazó el acceso a decenas de periodistas internacionales, lo que provocó fuertes quejas. Además, según informó la cadena CNN, en represalia por su cobertura se les quitó la acreditación a periodistas de Politico, Voice of America y Mother Jones.
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