Hay algo seguro a esta hora detrás de la confirmación efectuada por el teniente Diosdado Cabello de que el gendarme argentino Nahuel Agustín Gallo está detenido en Venezuela y que está acusado de ingresar a ese país para “cumplir una misión”: la perspectiva para que el Gobierno logre la liberación del joven efectivo es cada vez más sombría.

La situación sigue embarrada: a la tarea titánica de lograr un salvoconducto para seis venezolanos opositores que están asilados en la residencia argentina en Caracas desde hace nueve meses, asediados por las fuerzas del régimen, ahora hay que sumarle la de averiguar adónde se llevaron a un chofer que trabajaba como empleado local de la sede argentina y desapareció y más grave aún, la delicada situación del gendarme argentino acusado de espionaje y cuyo paradero también se desconoce. Son demasiados frentes abiertos para la diplomacia de la gestión de Javier Milei.

Ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, pero sobre todo uno de los hombres más fuertes de la línea dura de la dictadura venezolana, Diosdado Cabello también acusó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, de “fascista”.

El mensaje fue directo para la máxima responsable de la Gendarmería que a estas horas explora nuevas alternativas, gestiones desesperadas porque todo se va enredando más y más. Y la debilitada Cancillería argentina no pudo movilizar acciones por el gendarme ni de Brasil, ni de Colombia ni de Francia al momento.

Más aún, no tiene ni interlocutores latinoamericanos que puedan hablar con Maduro, y para peor, el presidente Milei se lleva mal con la mayoría. Argentina depende de la conciencia internacional sobre la gravedad de la situación que viven los asilados y ahora de la detención de Gallo para movilizar favores.

Una salida que se explora ahora es la de llegar hasta el Papa Francisco, que tiene diálogo fluido con Maduro. Es más, su mirada sobre la dictadura es contemplativa. Para movilizar al Papa por el gendarme Gallo hay que pasar por el Nuncio Apostólico. La otra puerta es la de los contactos que busca abrir la Gendarmería con el obispado castrense en Caracas.

Con todo, las negociaciones ni siquiera empezaron. A través de altas fuentes diplomáticas que hablan con el Gobierno venezolano Clarín pudo saber que la intención del gobierno de Maduro es la de no negociar una eventual liberación del gendarme antes del 11 de enero, lo que no sólo es simbólico sino que la desventura del efectivo argentino se mezcla con la situación política interna y tormentosa de Venezuela.

Ocurre que el 10 de enero es la fecha de la jura en el cargo de Nicolás Maduro, quien se autoproclamó ganador de las elecciones presidenciales del 28 de julio pasado, en la que el opositor Edmundo González Urrutia -cuya jefa es la líder María Corina Machado- dijo haber ganado. González Urrutia, que debió huir hacia España en una suerte de “exilio” negociado, ha dicho que volverá a su país para tomar él las riendas del Gobierno.

Pero el régimen venezolano acaba de ordenar el cierre espacio aéreo del país desde el 20 de diciembre hasta el 11 de enero próximo. Una medida que refleja la inquietud de Maduro por su seguridad, cuando la mayoría de las democracias occidentales no reconocieron el triunfo del dictador y otras -entre ellas el gobierno de Milei-, directamente reconocieron a González Urrutia como presidente.

Las fuentes del régimen consultadas a través de embajadas extranjeras que están en Caracas y hablan con Clarín afirman que para ellos los argentinos “sólo cometen” errores y sostienen que “el tono” del gobierno de Milei para con ellos “sólo empeora las cosas”. Y ponen como ejemplo las relaciones que mantienen con gobiernos de la derecha europea o mantuvieron con latinoamericanos como el fallecido presidente de Chile Sebastián Piñera para decir: “se puede tener diferencia, podemos llevarnos muy mal, pero así con eses tonito de Milei, no”.

Las mismas ponen también sobre la mesa la situación de los asilados, que es desesperante, pero que para el régimen “se exceden” en las redes sociales con sus mensajes.

Esas mismas fuentes dicen que la Cancillería cometió un gran error cuando hacia mayo pasado mantenía conversaciones con el ex encargado de negocios argentino en Caracas, Gabriel Volpi, para encontrar una salida a los seis asilados. Experimentado, Volpi había abierto un canal diplomático con Yvan Gil, el canciller venezolano. Pero la Cancillería argentina inesperadamente y sin avisarle a su propio diplomático decidió hacer un cambio por Andrés Mangiarotti y jubiló a Volpi.

Ese cambio de negociadores dejó las conversaciones en un punto cero y lo que siguió fue el triunfo de la línea dura del régimen.