Siguiendo con el plan de acción predefinido, ahora sería el momento de conformar el Consejo de Mayo, que debería encargarse de «traducir cada uno de los incisos» del Pacto a un proyecto de ley para su aprobación en el Congreso. Pero las actitudes del gobierno de ningunear a la política para luego victimizarse y así conseguir el resultado esperado no siempre tendrán éxito. Las bancadas “colaboracionistas” le advirtieron sobre esto inmediatamente después de la aprobación de la ley Bases y del Paquete Fiscal. Pero, una vez más, hizo oídos sordos.

Para seguir avanzando en la consolidación institucional de los cambios propuestos, Javier Milei precisa inexorablemente del apoyo de los legisladores del Pro y de la heterogénea bancada de la Coalición Federal, liderada por Miguel Pichetto. Pese a las advertencias recibidas, el gobierno continuó con su lógica habitual: ya que Pichetto y los suyos no asistieron al evento en Tucumán, como represalia el oficialismo dejó fuera de la Comisión Bicameral de Inteligencia a ese bloque, designando en cambio a dos legisladores libertarios, Gabriel Bornoroni, el jefe de la bancada, y César Treffinger. Pichetto no calló su enojo, y adelantó que no tendría intención de sumarse al Consejo de Mayo. 

Por el lado del Pro la cuestión es aún más espinosa. Recuperado el liderazgo por parte de Mauricio Macri, el desplante que sufrió en Tucumán no anticipa un clima favorable de respaldo al gobierno ni a sus iniciativas parlamentarias. El ex presidente estaba disfrutando cómodamente de su estadía europea, asistiendo al Abierto de Wimbledon y a la Eurocopa, cuando recibió la solicitud de Guillermo Francos de asistir a la firma del Pacto de Mayo. Macri venía de advertirle al gobierno nacional sobre la necesidad de liquidar la coparticipación y la deuda con la CABA por ese ítem que había dispuesto la Corte Suprema, pero aun así accedió a estar presente. Sin embargo, tras su llegada al país en el fin de semana, Francos le confesó que Karina Milei y Santiago Caputo estaban haciendo todo lo posible para minimizar su participación en el acto. Tan es así que ni siquiera dispusieron la reserva de una silla con su nombre y la transmisión oficial sólo lo tomó de manera aleatoria.

Así Macri quedó excluido de la foto con los gobernadores; debió saludar a Patricia Bullrich, quien le respondió con desgano; y apenas si recibió un saludo de Milei. Su firma fue sola una más entre las de los 800 asistentes al evento.

El enojo del presidente fue indisimulable, a punto tal que ni siquiera subió publicación alguna de su asistencia en su cuenta de X, y evitó asistir al desfile militar del 9 de Julio. Inmediatamente se volvió a Europa, convirtiéndose en el hazme reír de los trolls libertarios. El problema para el gobierno es que los enojos de Pichetto y Milei se conviertan en la muralla que impida el avance legislativo de las iniciativas de LLA. Hasta ahora ha tenido fortuna con sus agraviados, como el gobierno Chino, “Lula” o las “ratas” del Congreso Nacional. Pero un día, como decía Tu Sam, “puede fallar”. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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