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Derrumbe de Villa Gesell: quiénes eran los tres obreros cuyos cuerpos fueron encontrados este martes en los escombros del hotel

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En la tarde del martes fueron encontrados tres cuerpos más entre los escombros de lo que queda del hotel Dubrovnik de Villa Gesell. Se trata de tres obreros que estaban realizando trabajos de arreglo en las instalaciones del hotel: Mariano Raúl Troiano (47), Ezequiel Juan Matu (38) y Matías Alberto Chaspman (27), los tres marplatenses.

Estaban en el segundo piso del hotel, o en lo que era ese sector hasta hace una exacta semana, cuando esa edificación y todos los demás pisos del hotel se desplomaron. Sus cuerpos, en notorio estado de deterioro, fueron rescatados entre los escombros.

Más temprano el martes, Raúl Troiano declaró ante la prensa: «Encontraron el cuerpo de mi hijo». Su hijo: Mariano Raúl Troiano, de 47 años, oriundo de Mar del Plata, del barrio Villa Evita, oeste de la ciudad. En ese mismo barrio fue alumno de la escuela Escuela de Educación Secundaria Nº19 «Vecinalista Hector Woollands».

Mariano Troiano, víctima del derrumbe del hotel Dubrovnik en Villa Gesell.

Actividad declarada por Troiano al fisco, como monotributista clase D: «Instalaciones de gas, agua, sanitarios y de climatización, con sus artefactos conexos (Incluye la instalación de compactadores, calderas, sistemas de calefacción central, etc.). Además, «Instalaciones para edificios y obras de ingeniería civil». Así, trabajando en lo suyo, encontraría la muerte.

Ezequiel Juan Matu, nacido el 26 de mayo de 1986 (38), también marplatense, carpintero, plomero y changarín, aunque incursionó en otros rubros para buscar y encontrar el mango: «Servicios de mensajerías (Incluye servicios puerta a puerta de correo y mensajería, comisionistas de encomiendas, transporte de documentos realizados por empresas no sujetas a la obligación de servicio universal)», se lee en su actividad declarada como monotributista clase A.

Ezequiel Juan Matu (38), de Mar del Plata, otro de los desaparecidos en el derrumbe del hotel Dubrovnik, de Villa Gesell.Ezequiel Juan Matu (38), de Mar del Plata, otro de los desaparecidos en el derrumbe del hotel Dubrovnik, de Villa Gesell.

Vivía en el barrio 2 de Abril, a una veintena de cuadras de la playa Varese. Algunas fuentes de Mar del Plata lo ubicaban en el Dubrovnik, no obstante, no como mensajero sino como un albañil. Un hombre sin dramas para arremangarse y salir adelante como se pueda.

Chaspman, Matías Alberto, el más joven. Murió a un día de su cumpleaños número 28, que sería el 30 de octubre. Horas antes, el hotel en que trabajaba se derrumbó, y dejó atrás una vida de padre de una nena y de ciclismo como pasatiempo. De pelo y ojos claros, hacía al menos ocho años que salía con Ariana, también aficionada al ciclismo y madre de su hija.

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Daniel Chaspman, una de las víctimas del derrumbe del hotel Dubrovnik en Villa Gesell.Daniel Chaspman, una de las víctimas del derrumbe del hotel Dubrovnik en Villa Gesell.

Su última foto en Facebook: parapetado en calzas y camiseta de ciclismo, haciendo OK con la mano izquierda, que descansaba sobre el asiento de su bicicleta verde manzana. Sobre el corazón, en la izquierda de la camiseta, se leían las siglas MDQ: un marplatense a mucha honra. En el pecho, en las mangas y en las calzas se lee Retro Sanitarios, una casa del ramo en el centro de la ciudad balnearia.

Las crónicas relativas al Dubrovnik, o a lo que era el Dubrovnik, lo ubicaban, al igual que Troiano y Matu, como obrero en el hotel: los tres obreros marplatenses.

El cuerpo de un carpintero, el primero recuperado este martes y un audio premonitorio

En las primeras horas del martes, los rescatistas encontraron el cuerpo de Fabián Javier Gutiérrez (54), un carpintero que, al igual que Troiano, Matu y Chaspman, trabajaba en refacciones del edificio del hotel Dubrovnik.

Gutiérrez, a diferencia de los otros, era del conurbano de pura cepa. Tres de Febrero y Villa José Ingenieros, e Ingeniero Budge, en Lomas de Zamora, siempre sobre el eje oeste del AMBA.

Con amplia trayectoria en el ámbito de la construcción, el hombre nacido el 21 de agosto de 1970 era entendido del trabajo de la madera. Actividad secundaria declarada al fisco: venta al por menor de muebles para el hogar, artículos de mimbre y corcho.

Fabián Javier Gutiérrez, otro de los desaparecidos por el derrumbe del hotel Dubrovnik.Fabián Javier Gutiérrez, otro de los desaparecidos por el derrumbe del hotel Dubrovnik.

Quizás por capricho del destino, presentía cómo iría a morir: en un edificio «hecho pelota». El 1° de noviembre se difundió un audio que envió a amigos días antes del derrumbe: «Y estos, por ejemplo, acá, los de Gesell, y si bien están invirtiendo un montón de guita en algo que prácticamente está hecho pelota… Es como querer poner a punto la camionetita de Ale», ensayaba un chascarrillo para alguno de sus amigos, y se reía.

«Quieren darle una lavada de cara —seguía Gutiérrez en su audio—. Ya no quieren que sea apart hotel. Ya no va a ser apart. ¿Viste la parte que es un departamento? Prácticamente el hotel… Le van a sacar la heladerita, el bajo mesada, la mesada, y no sé con qué reemplazarán… con algún sofá (…) Que ya no sea más Appart (sic) Hotel Dubrovnik [como se leía en el cartel del establecimiento]. Y a los placares, por ahora, le van a dar una lavada de cara».

Y terminaba el audio: «Yo voy a hacer desde el sexto piso hasta el primero, más o menos acondicionarlos. Y el año que viene, o cuando termine la temporada, cuando seguiré, lo reemplazaremos todo con melamina. Y sin puertas, que quede todo abierto. No le convenció, no le gustó a la arquitecta, pero es lo que hay…«.

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Pero no habría ni año que viene ni temporada, porque del Dubrovnik, ese edificio «hecho pelota», hoy no quedan más que escombros.

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Lo encontraron en una zanja, supieron que lo habían atropellado en la autopista pero no imaginaron lo que pasaría después: “Tenía pulso pero respiraba con dificultad”

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Era una mañana ventosa de octubre cuando recibió un mensaje de Whatsapp de un compañero de trabajo que la alertaba sobre un perro atropellado en la autopista. Bajó apresurada del colectivo y se acercó al lugar que le habían indicado. Efectivamente, allí estaba el perro, tendido sobre el pasto. “Había aparecido metro y medio dentro de la zanja que linda la autopista Panamericana, estaba mirando hacia arriba en silencio como pidiendo ayuda. Un compañero que había ingresado horas antes lo vio y, sin dudarlo, se metió, lo sacó y lo dejó a un costado visible sobre la entrada de la puerta de ingreso al personal”, recuerda Victoria Catalano.

En cuanto se acercó, supo que el animal necesitaba ayuda de inmediato: estaba frío, temblando, lleno de barro, aun con pulso pero respiraba con dificultad, sus patas traseras no se movían. “Crucé rápidamente hacia el otro sentido por el túnel que conecta ambas manos y pedí una caja grande. Con ayuda de mi compañero lo tomamos en brazos y lo acomodamos cerca de mi puesto en la cabina del peaje”.

A Olaf lo encontraron atropellado en una zanja, al costado de la autopista.

Las horas que siguieron fueron de pura tensión. Aunque no era la primera vez que ayudaba a un animal en problemas, Victoria sabía que el tiempo corría en contra. Mientras trabajaba en la cabina del acceso Norte peaje Campana del km 33,7, monitoreaba al perro de pelaje blanco al que había bautizado Olaf: le daba agua, le ofrecía algo de comida, lo acariciaba y se aseguraba de que, poco a poco, recuperara la temperatura.

El pronóstico era reservado y grave, Olaf debía someterse a una cirugía pero las probabilidades de que saliera adelante eran muy bajas.

Finalizada la jornada, Victoria llevó a Olaf a su veterinaria de confianza. “El panorama era desolador, nos habían dicho que Olaf había sido indudablemente atropellado, un auto había impactado de manera muy violenta sobre él y el golpe lo había arrojado con fuerza en la zanja donde lo habíamos encontrado. El diagnóstico era complicado: cadera fracturada -pubis e isquion del lado izquierdo-, fractura multifragmentada en tibia y peroné en una de sus patitas traseras, y su vejiga rota con el abdomen lleno de orina y coágulos de sangre. El pronóstico era reservado y grave, ya que presentaba vómitos, y las posibilidades de pasar la cirugía eran de un 20%. Nos sugirieron la eutanasia. Fue bastante duro escuchar todo sin desmoronarnos. Sin embargo, decidimos enfrentar la situación, confiar en él y depositar nuestra esperanza y todo nuestro amor, eligiendo quizás el camino más difícil y duro, pero que al fin y al cabo fue lo que le salvó la vida a Olaf y le dio una segunda oportunidad”.

Había llegado el momento de dedicar todos los esfuerzos a juntar el dinero necesario para poder costear la cirugía, que en ese momento no teníamos, una situación a la que se enfrentan a diario todos los que rescatan animales. “Entre la desesperación y la esperanza publicamos en nuestras redes sociales. Y, gracias a la cadena que se realizó y la colecta interna solidaria que emprendieron los compañeros de peaje -y la idea de la hija de 10 años de una compañera, se armó una cajita de cartón solidaria en el comedor-. Así pudimos juntar el dinero y finalmente solventar la cirugía que teníamos que pagar”.

Luego de varias horas en el quirófano, Olaf pasó la cirugía. Cuando le dieron el alta, Victoria lo llevó a su casa, acondicionó un espacio para él y lo monitoreó de cerca, minuto a minuto para asegurarse de que todo saliera según lo indicado. El cuidado y amor hacia Olaf le permitió a Victoria mostrar todo el trabajo que realiza en forma silenciosa hace más de ocho años.

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“Desde que ingresé a trabajar en la autopista, comencé con el rescate de animales que aparecen en la traza de la Panamericana. En muchos casos se encuentran perdidos, en otros simplemente deambulan a su suerte y terminan ingresando a la traza. Afortunadamente hemos tenido muchos reencuentros y finales felices y en otros casos les damos una segunda oportunidad y les buscamos una familia de adopción”.

Olaf se convirtió en el motivo por el que muchos de los compañeros de trabajo de Victoria se levantaban cada mañana para aportar su granito de arena en la recuperación del perrito. “Pronto se corrió la voz y se fueron sumando nuevos compañeros al grupo de rescate que tímidamente se estaba formando. El entusiasmo fue enorme, había otros como yo que amaban un montón a los animales, y eso nos unía cada día más”.

Hoy Victoria ya no está más sola. Junto a sus compañeros conforma @rescataditosdelsol, un equipo de 30 personas que se mantienen alerta en el peaje, asisten a animales atropellados perdidos y juntan dinero para poder costear el alimento y los tratamientos veterinarios de cada uno de los rescatados. “Desde nuestro espacio tratamos de trabajar en la concientización, en la adopción responsable, en la convivencia responsable, en la importancia del traslado seguro de nuestros amigos de 4 patas, en el uso del cinturón de seguridad para ellos también y en caniles de protección para que no ocurra ningún accidente y podamos viajar seguros en familia”.

Y continúa: “ojalá nuestra historia sirva para que nos conozcan, para contagiar las ganas a otros, para que estos gestos se repliquen en otros concesionarios y ramales. Ojalá en algún momento podamos tener las herramientas suficientes para poder atender todos los casos, porque es tan alta la demanda que no llegamos con todos ellos. Soñamos con tener algún espacio físico, para poder armar caniles, transitar de forma segura y rescatarlos a todos para poder ponerlos a salvo”.

Olaf estuvo cinco meses en la casa de Victoria. Atravesó diferentes cirugías y pasó con éxito su tratamiento. Hoy tiene una vida feliz y plena, lejos de la calle, lejos del peligro con una nueva familia que lo ama y lo quiere. “Su mamá es Valeria. Vale estaba atravesando una enfermedad en ese momento, así que ambos se conocieron de una forma muy especial en sus vidas, el amor fue instantáneo, ambos sanaron juntos y a la par. Sin duda alguna, involucrarse salva vidas y Olaf es un claro ejemplo de que la empatía es el camino”.

Si tenés una historia de adopción, rescate, rehabilitación o ayudaste a algún animal en situación de riesgo y querés contar su historia, escribinos a bestiariolanacion@gmail.com

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