SOCIEDAD
La historia de Kate Middleton es mucho más que Kate Middleton
El frenesí en torno a la Princesa de Gales plantea cuestiones importantes, que se derivan de la extrema deferencia con la que ha sido tratada hasta ahora en comparación con la paliza que ha recibido su cuñada Meghan Markle
“¿Dónde está Kate Middleton?”, rezaba otro titular el lunes. La especulación pública a raíz de su operación abdominal no especificada, su larga ausencia de apariciones y su dudosa foto publicitaria se ha vuelto tan intensa que las personas razonables quizá quieran poner los ojos en blanco y desconectar. ¿No podemos simplemente desearle lo mejor y dejarla en paz?
Pero el frenesí en torno a Catherine, Princesa de Gales, plantea cuestiones importantes que van mucho más allá de las preocupaciones habituales de los observadores de la realeza. Estas cuestiones se derivan de la extrema deferencia con la que Catherine ha sido tratada hasta ahora, al menos en Gran Bretaña, en comparación con la paliza que ha recibido su cuñada, Meghan Markle, duquesa de Sussex.
A primera vista, la polémica sobre la foto de Catherine y su ausencia puede no tener nada que ver con Meghan. Sin embargo, la forma en que se está desarrollando -y el contraste con la forma en que se desarrollan las polémicas sobre la duquesa- tienen su origen en cómo nos han condicionado, la monarquía y sus aliados, a pensar en las dos. Su supuesta rivalidad ha sido manipulada durante años para generar nostalgia por las jerarquías sociales de un pasado idealizado.
“Pan y circo” es como el poeta romano Juvenal describió la estrategia con la que la Roma imperial aplacaba a las masas con limosnas y entretenimiento, a menudo espectáculos crueles y despiadados que implicaban la muerte ante multitudes enfervorizadas. En la Gran Bretaña moderna, la realeza ha desempeñado un papel similar de entretenimiento y distracción, un papel que persistió durante el declive del país tras el Brexit.
El Brexit se produjo por el más estrecho de los márgenes después de que una intensa campaña de propaganda azuzara los temores de los votantes sobre los extranjeros dispuestos a invadir y despojar a Gran Bretaña. La historia de la supuesta rivalidad entre Meghan Markle y Kate Middleton gira en torno a temas similares. Esa historia, promovida de forma sutil y abierta tanto por la prensa como por los admiradores de la princesa de Gales, presenta a Catherine como una “rosa inglesa” -bella, noble, blanca- y a su cuñada birracial como una recién llegada peligrosa y de pacotilla.
En enero, cuando se anunció que Catherine había sido operada y que su estancia y recuperación en el hospital serían inusualmente largas, la prensa británica pareció tomarse el asunto al pie de la letra. Repitió los vagos comunicados de prensa del palacio de Kensington, a pesar de que era evidente que estaba ocurriendo algo fuera de lo normal. Cuando una agencia de paparazzi tomó una foto granulada de ella en un coche conducido por su madre, ni los periódicos de calidad ni ninguno de los tabloides descaradamente agresivos publicaron las fotos, “por respeto”, como dijo un editor al explicar la decisión de su medio, “a su intimidad mientras se recupera”.
Compárese con la decisión del mes pasado del periódico británico de mayor tirada, The Daily Mail, de publicar fotos “exclusivas” de Meghan tomadas por paparazzi. Una figura diminuta, apenas visible en la imagen granulada, es descrita como “mostrando una sonrisa”.
“Meghan Markle sonríe mientras conduce cerca de su casa de Montecito, valorada en 14 millones de dólares, horas antes de que el príncipe Harry regresara a casa tras 24 horas en Londres para ver al rey Carlos, enfermo de cáncer”, cacareaba el tabloide, con la clara insinuación de que era materialista y no le conmovía la crisis de salud de su suegro mientras holgazaneaba en California.
El doble rasero se remonta a muchos años atrás.
Apenas unos meses después del nacimiento del primer hijo de Meghan y Harry -durante el cual la pareja fue criticada por esperar unos días antes de publicar fotos de su hijo y pedir más privacidad-, un columnista de The Sunday Times de Londres, se burló de ella por “intentar destrozar el contrato de la familia real con el público: Nosotros pagamos, ellos posan”.
Pero el ataque ha continuado incluso después de que la duquesa dejara de trabajar como miembro de la realeza y, por tanto, de cobrar. Los tabloides británicos publican ahora docenas de artículos negativos -y francamente, a menudo desquiciados- sobre ella en un solo día. La BBC calcula que, en una semana de marzo de 2021, se publicaron más de 25.000 artículos sobre ella. El bombardeo continúa a día de hoy.
Así que el contrato no era “nosotros pagamos, tú posas”: era que a Meghan nunca la dejarían en paz, sin importar cómo se ganara la vida. La habían echado a los leones. Las multitudes se unieron a este frenesí de odio desde las gradas, o como las llamamos en el siglo XXI, las redes sociales.
Al principio, no presté mucha atención. Pero el año pasado me metí en el asunto para decir que Harry tenía razón al afirmar que los tabloides británicos habían invadido su intimidad y la de su esposa, y que ese comportamiento tenía consecuencias perjudiciales mucho más allá de la familia real. El vitriolo con el que me topé a raíz de ello, a pesar de que sus afirmaciones han sido reivindicadas en los tribunales en numerosas ocasiones, fue espeluznante. En Reddit hay un grupo de más de 60.000 personas dedicado exclusivamente a odiar a Meghan. Y las redes sociales están llenas de afirmaciones de que sus hijos son muñecos, o de otra persona y, por tanto, una amenaza para la monarquía hereditaria.
La situación de Catherine, por el contrario, podría no haberse cuestionado nunca si William, el Príncipe de Gales, no hubiera tomado la muy inusual medida de retirarse en el último minuto de un servicio conmemorativo familiar, sin más explicación que la de que se trataba de un “asunto personal”. Imagínense si hubieran sido Harry o Meghan con una cancelación de última hora – incluso en una fiesta de cumpleaños para un compañero de clase de uno de sus hijos. Creo que la prensa británica podría haber pedido un asalto total a la casa de la pareja en Montecito.
Lo que nos lleva a una foto publicada por el palacio de Kensington el domingo. La imagen, supuestamente tomada por el Príncipe de Gales, muestra a la princesa feliz y en compañía de sus hijos. Sin embargo, pronto quedó claro que la fotografía había sido burdamente alterada. Muchos medios de comunicación y agencias fotográficas la retiraron. El palacio se negó a publicar la versión íntegra.
El resultado: otra flagrante muestra de doble rasero.
La columnista Celia Walden había insistido anteriormente en que, como miembro de la familia real (a la que se refería como “esa corporación”), Meghan no tenía derecho a la intimidad. Cuando se descubrió la manipulación de la fotografía, Walden saltó a proteger la intimidad de Catherine. “La vergonzosa especulación sobre la salud de la princesa de Gales”, escribió, “tiene que parar”.
La Gran Bretaña posterior al Brexit tiene problemas importantes y sustanciales, problemas que son mucho mayores que cualquier controversia sobre una foto trucada de la princesa de Gales. Y atrapar a las mujeres en roles públicos limitados, enfrentándolas entre sí y reduciéndolas a símbolos de virtud o vicio es una distracción poderosa y políticamente conveniente. Pero es perjudicial para todos y, a la larga, como demuestra la fotografía trucada, puede resultar contraproducente si va acompañada de una manipulación de mano dura. Los encubrimientos flagrantes alimentan teorías conspirativas que pueden salirse de control, una dinámica social que se aplica a mucho más que una sórdida historia de dos princesas.
SOCIEDAD
Escondido en Caballito: cayó un peligroso narco rosarino prófugo por homicidios y buscado por amenazar al gobernador
La Policía de la Ciudad, junto a la de Santa Fe, detuvo este fin de semana en el barrio porteño de Caballito a Jonatan “Jonita” Riquelme, un peligroso narco rosarino buscado por homicidios y presuntamente vinculado al clan de Esteban Alvarado.
Los efectivos porteños arrestaron a “Jonita” Riquelme, prófugo de la Justicia de Rosario, que le atribuye, entre otros delitos, haber participado de homicidios, formar parte de una asociación ilícita y por las amenazas al gobernador provincial, Maximiliano Pullaro.
Jonita es hermano de Francisco “Fran” Ezequiel Riquelme, un criminal que está detenido en el penal federal de Marcos Paz y que aparece como principal sospechoso de las amenazas de muerte sufridas por Pullaro desde que asumió al frente de la gobernación de Santa Fe, hace poco más de un año.
La detención se concretó en la madrugada del anteayer, al cabo de un procedimiento realizado por personal de la División Investigaciones Antidrogas Zona III de la Policía de la Ciudad y por efectivos provinciales en el residencial barrio porteño. El delincuente ya fue entregado a las fuerzas santafesinas para su traslado a Rosario.
“Como hicimos con el narco peruano Henry Hans Zambrano, que detuvo nuestra Policía de la Ciudad en el Barrio 31 y fue expulsado del país, ahora agarramos a otro peligroso narco de Rosario en Caballito. Queremos ser claros, en la Ciudad no hay lugar para delincuentes y los vamos a perseguir allí donde se escondan”, sostuvo el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri.
Operativo de inteligencia
La captura se logró a partir de la investigación que encabezó la Unidad Fiscal Especial de Homicidios Dolosos del Ministerio Público de la Acusación (MPA) de la 2ª Circunscripción –de Rosario– quien solicitó la colaboración de la Policía de la Ciudad para realizar tareas investigativas junto a personal de la Central de Inteligencia y Operaciones Especiales de Santa Fe, ante la sospecha de que podría estar escondido en territorio porteño.
El ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff, sostuvo: “Hace un mes agarramos al peligroso narco de Santa Fe, [José Mauricio] Maturano, y hoy capturamos a otro narco con pedido de captura por doble homicidio, en un trabajo conjunto entre las fuerzas de la Ciudad y de la provincia de Santa Fe. Lo dijimos a principio de año y lo sostenemos: donde estén, los vamos a buscar”.
Wolff agregó: “Felicito a las fuerzas policiales por el trabajo conjunto. El delito no conoce de fronteras y el abordaje mancomunado entre jurisdicciones da resultados. A los narcos no les tenemos miedo, los vamos a ir a buscar”.
En este sentido, gracias a las tareas de campo se logró identificar a Riquelme en un inmueble de la calle Giordano Bruno al 700, donde fue detenido junto a una mujer.
“Hay que destacar el trabajo conjunto entre los ministerios y las fuerzas de seguridad de Santa Fe y de CABA. Algo que afortunadamente se da cada vez más y que se ve plasmado cada vez con más frecuencia en resultados positivos como este. También quiero felicitar al equipo de la Central de Inteligencia y Operaciones Especiales de Santa Fe, que trabaja de manera silenciosa y muy efectiva para dar con estos delincuentes que creen que cruzando a otras jurisdicciones van a escaparse de la ley”, afirmó el ministro de Justicia y Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni.
Riquelme fue entregado antenoche al gobierno santafesino y trasladado con una fuerte custodia a su provincia del mismo modo que semanas atrás se hizo con José Mauricio Maturano, tras su captura en la villa del barrio de Retiro.
En la entrega estuvo presente el ministro de Seguridad de la Ciudad, Waldo Wolff, junto a Virginia Villar, subsecretaria de Inteligencia Criminal, y Esteban Santantino, secretario de Análisis y Gestión de la Información.
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