Si bien el ministro de Justicia había sido citado por la la Comisión de Mujeres y Diversidad de la Cámara de Diputados para que explicara la situación de las políticas de género, qué pasó en estos meses de gobierno libertario y qué acciones se tomarán a futuro, el funcionario dio una polémica presentación en la que se despachó con conceptos en contra de la diversidad, negó la violencia sistemática contra las mujeres e insistió con las «falsas denuncias». Sus dichos generaron masivos repudios, que incluyeron el pedido de juicio político y hasta su renuncia. De todas maneras, el Gobierno salió a respaldarlo.

Ya en su campaña electoral el hoy presidente Javier Milei había adelantado que cerraría el Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidad, cosa que hizo ni bien asumió. Entonces creó la subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género que duró un par de meses hasta que decidió disolverla y la temática quedó bajo la orbita del Ministerio de Justicia.

El 1° de julio, Clarín publicó una entrevista a Cúneo Libarona, en la cual el ministro aseguraba que «el área de género tendrá prioridad absoluta». Detallaba cómo iba a funcionar en uno de los edificios de la Ex ESMA, que tenía presupuesto, que las víctimas serían acompañadas por abogados y que habría asignaciones económicas. Al día siguiente, desde el área de prensa del propio ministerio buscaron desmentir al ministro. Aseguraron que el Gobierno «no va a tener política de género. La violencia no tiene género».

Con esa línea se presentó Cúneo Libarona este martes en el Congreso. Llegó a decir que «el género se acabó». Y que ahora el eje es «la familia». El ministro habló de su propia familia «cristiana», y de los valores.

También dijo que “la violencia debe ser castigada sin importar el género del destinatario». Marcelo Ruiz, uno de sus asesores se le acercó para hacerle un comentario en privado. El ministro, sin darse cuenta que tenía el micrófono prendido, le dijo: “No, boludo, esto está textual del discurso de Milei”.

Y en ese contexto afirmó: «Nosotros rechazamos la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología». La frase causó abucheos y repudios inmediatos de varios legisladores, que salieron a recordarle al ministro que Argentina tiene desde 2012 la ley de Identidad de Género.

Las críticas siguieron este miércoles. «El ministro de injusticia en su medieval diatriba ignoró cuestiones constitucionales, convencionales y legales básicas. La igualdad ante la ley del art. 16 proveniente de la Constitución de 1853 se completa con la no discriminación alojada por la reforma de 1994 que tiene entre las categorías prohibidas el género, la orientación sexual y la identidad de género», sostuvo el abogado constitucionalista Andrés Gil Domínguez. .

“No se acabó el género. Lo que se está acabando es la diversidad, el pluralismo y la paciencia”, dijo el exministro de Cultura Pablo Avelluto. “Palabras que se usaron hoy al tuntún y sobre las que deberíamos conversar con mayor profundidad: hostigamiento, género, familia, diversidad, cultura. Estamos fritos si manipulan esas palabras y empiezan a nombrar cualquier cosa”, escribió la escritora Claudia Piñeiro.

«Ningún funcionario público puede desconocer la legislación vigente porque su obligación es garantizar su cumplimiento pero es especialmente grave si quien desconoce las leyes de identidad y violencia de género y la normativa constitucional y legal anti discriminación es el ministro de Justicia que tiene que aplicarlas. En la función pública se aplican las leyes vigentes le gusten o no a quien las aplica, así funciona un Estado de derecho», opinó la diputada del PRO Silvia Lospennato, .

El Frente Orgullo y Lucha, integrado por numerosas organizaciones del colectivo LGBT, pidió al Congreso que «convoque a una interpelación y evalúe el juicio político al ministro de Justicia, Mariano Cuneo Libarona, por mal desempeño en el ejercicio de su cargo, la ilegalidad e inconstitucionalidad de sus dichos, el desmantelamiento de las políticas de género, y por el ámbito y jerarquía desde el cual emitió este mensaje».

«Las declaraciones del Ministro de Justicia son una nueva muestra de su desconocimiento sobre las leyes vigentes y su total desinterés por las obligaciones del Estado que debe garantizar por su función institucional. Al mismo tiempo, busca distraer con sus posiciones inadmisibles la única realidad inobjetable: la desarticulación de las políticas públicas para atender las violencias. Busca que la conversación pública se dirija a responder los términos discriminatorios de su discurso en lugar de confrontarlo con los datos que muestran la profundidad del daño que causa su gestión al frente del Ministerio», afirmó Natalia Gherardi, abogada al frente del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género.

Al ser consultado durante su habitual conferencia de prensa respecto a si Cúneo Libarona debiera renunciar por sus declaraciones, el vocero Manuel Adorni lo negó y remarcó que desde el Poder Ejecutivo se pregona la libertad de elección en todos los ámbitos.

«Sé lo que piensa el ministro Cúneo Libarona, no hay mucho más para aclarar. Nosotros no queremos negocios con la política de género, no queremos que se discrimine absolutamente a nadie, y pretendemos que el que se autoperciba, no exija a otro que reconozca esa autopercepción. Tenemos que ser más libres y no cuestionarnos tanto», sentenció Adorni.

Sobre las políticas que detalló Cúneo Libarona, explicó que habría un área para atender violencias contra mujeres, y varones también, porque «la violencia no tiene género», que la Línea de atención 144 funciona y que habrá ayuda económica en casos fundados. Sobre el Programa Acompañar que hoy está discontinuado -fue el más importante del Ministerio de Mujeres Géneros y Diversidad, por el cual durante seis meses se les pagaba un salario mínimo a víctimas de violencia, y llegó a 352.000 mujeres-, el Gobierno propone dar tres meses de pago y sólo si hay denuncia judicial.

Varios legisladores le explicaron al ministro que las mujeres no denuncian por miedo, porque no tienen dónde ir, porque están amenazadas o porque tienen temor de perder a sus hijos. De todas maneras, incluso el 20 por ciento de las mujeres que denuncian violencia terminan siendo víctimas de femicidios. En Argentina hay un femicidio cada 30 horas. El último registro de la Corte Suprema de Justicia relevó 252 femicidios en 2022 y 2500 en la última década.