Me cuesta no comparar Lost Records: Bloom & Rage con el último Life is Strange: Double Exposure, porque son precisamente dos caras de una misma moneda. Un sistema de juego que ha evolucionado en todo hacia dos filosofías, hasta el punto de que sorprende cómo pueden ser tan parecidos y a la vez tan distintos. En Lost Records he visto a una DON’T NOD que tiene ganas de seguir evolucionando sobre la fórmula que ellos mismos han inventado. De hecho, han roto con su propia estructura de cinco capítulos para crear solo dos mucho más largos y en el que tú compras el primero y el segundo lo tendrás en abril gratuitamente cuando salga.

Esto ya tiene consecuencias narrativas fuertes. La estructura de capítulos, más allá de su uso para modalidades de pago y marketing, crea una forma de contar una historia que juega con los ritmos y los cliffhangers. Se preocupa tanto de terminar por todo lo alto y enganchar al jugador que puede afectar a todo lo demás. Con Lost Records, se nota que aquí el estudio quería contar una historia, sí, y que te hagas mil preguntas, pero nunca anteponerla a sus propios personajes, que son lo verdaderamente importante de Bloom & Rage.

Se llaman Swann, Nora, Autumn y Kat. Lo he dicho de memoria. Es un buen ejercicio para saber si los personajes realmente calan en el jugador; si eres capaz de recordar sus nombres. Las cuatro chicas de este pequeño pueblo del norte americano durante su aventura en 1995 se hacen querer. Son exactamente como fuimos a esa edad: un poco tontos e ingenuos, pero adorables y llenos de energía.

El ángulo aquí es que todo empieza 27 años más tarde, en 2022. La estructura me recuerda un poco a It, pero sin payaso. Cuatro adolescentes hicieron una promesa que les ha hecho volver a reunirse casi tres décadas después, siendo personas algo distintas. El cambio temporal, que se acentúa con la vista en primera persona, es también el punto de enganche de Lost Records. Desde el principio sabes que algo sucedió. Algo importante y sobrenatural. Pero no sabes exactamente qué. A medida que vayas descubriendo la historia de cómo se conocieron, entenderás mejor los acontecimientos y, sobre todo, las motivaciones.

Aquí veo a la vez una ventaja y un inconveniente. Me lo ha pasado genial con cada minuto que he compartido con estas chicas, llegándolas a conocer y entendiendo sus sueños, conflictos e inseguridades. Pero, a la vez, partir el juego en dos me ha cortado el rollo más de lo que temía. Al ser solo dos partes, el jugador avanza lo suficiente como para querer llegar hasta el final, pero pensar que no ocurrirá hasta dentro de dos meses solo va a tener consecuencias en mi capacidad para recordar toda la historia y estar tan emocionalmente predispuesto como lo estoy ahora.

Porque el juego se toma mucho, mucho tiempo para arrancar. Claramente DON’T NOD ha utilizado una historia de combustión lenta para acercarte más a los personajes que al misterio. Esto significa que, a diferencia de otros Life is Strange, no hay un giro temprano en el que la protagonista descubre sus poderes, o algo por el estilo, y los acontecimientos se precipitan. De hecho, lo sobrenatural no es en esta ocasión una mecánica de juego para nuestra protagonista, Swann. La verdadera mecánica es nuestra cámara de vídeo.

Lost Records te hace mirarlo todo a través de la lente

Por si no hemos captado lo suficiente que esta no es una obra más de personajes que de trama, la videocámara lo refuerza todo. Y lo hace de una forma magistral. Como si fuera el modo foto (que también tiene aparte) o la Polaroid de Max en Double Exposure, aquí tenemos una cámara de vídeo con la que podemos grabar cualquier cosa. DON’T NOD ha preparado unos movimientos, filtros y shaders que le dan al resultado final un aspecto increíble, de pobre calidad de imagen, llena de artefactos de compresión y aberración cromática, con movimiento irregular por el pulso. De hecho, os recomiendo encarecidamente que conectéis el DualSense porque aprovecha el sensor de movimiento perfectamente para enfatizar este efecto mejor que el stick derecho.

Si solo fuera grabar lo que queramos, estaría bien. Pero el estudio nos anima a centrarnos en temas: grabar la vida del pueblo, sus lugares y paisajes, sus animales y, por supuesto, nuestras amigas. Cada vez que completemos un tema, se crea una nueva «película» en la que vemos un montaje con nuestros propios clips y una narración de Swann. El efecto que consigue es muy poderoso. Te sientes un pequeño cineasta casero y es sorprendente el efecto que consigue saber que lo has grabado tú y que, a través de ese pequeño montaje, genera también una pequeña emoción.

Esto es en lo que Lost Records es fuerte: en esas pequeñas sensaciones que son constantes. En haber sabido compaginar la personalidad de Swann, una joven introvertida que aprende a mirar el mundo a través de su cámara. Y nosotros hacemos exactamente el mismo viaje. Por eso, aunque me da un poco de rabia que la trama se haya cortado cuando se ponía interesante, que haya usado ese elemento tan efectivo, pero algo tramposo cuando se estira demasiado, de hacer que te preguntes qué demonios pasó; en el fondo no me importa haber empezado ya el viaje de Lost Records. Porque lo verdaderamente interesante siempre fueron Swann, Nora, Autumn y Kat. Hacer que te enganches a personajes por encima de la historia es un mérito narrativo mil veces más difícil de conseguir.

Técnicamente, además, Lost Records es precioso. Cómo se nota que el estudio ya tiene unas tablas en el tema gráfico que han construido juego a juego, y que creo que dio un salto con su último Banishers. Eso sí, me da mucha pena haber retrocedido un paso atrás con el tema de la animación facial. Era sin duda el mejor aspecto de Double Exposure que marca en estos juegos una diferencia tremenda y, aunque Lost Records lo intenta, no es lo mismo. Aquí se nota el presupuesto de una Square-Enix amparando a Deck Nine a diferencia de una DON’T NOD editándose a sí misma. Pero esto, en sí mismo, también es su gran ventaja. Se le nota la libertad de haber hecho lo que han querido y como han querido. Han sabido decorar todo el juego con mil detalles que encontrar con tu cámara y que amplía muchísimo el trasfondo de algunos personajes secundarios para quien sepa dónde mirar, mientras que se han permitido el lujo de ir a contracorriente tomándose el tiempo para contar lo que querían con un estilo más cercano al slice of life que al thriller.

Aunque, como decía, me haya dejado a medias la partición en dos episodios, nada me va a impedir que acuda a la cita de abril para jugar a la segunda cinta de este Lost Records. Esta primera me deja claro que el estudio sigue teniendo esa sensibilidad única para construir personajes interesante y, sobre todo, humanos. Ahora falta ver si también logran cerrar sus arcos, elaborar la trama y concluir bien los misterios. En dos meses lo sabremos.

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