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SOCIEDAD

Un multimillonario subasta su increíble colección de vinos: “Es más de lo que se puede tomar en una vida”

La casa Sotheby’s anunció que la venta podría alcanzar la asombrosa suma de 50 millones de dólares

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Pierre Chen Yageo Corporation portada
El magnate taiwanés Pierre Chen.

El magnate taiwanés Pierre Chen ha puesto en subasta una asombrosa colección de 25.000 botellas de vino, anticipándose a que algunos de los ejemplares más raros alcancen una impresionante cifra de hasta 190.000 dólares cada uno.

Sotheby’s, la prestigiosa casa de subastas encargada de organizar la venta en cinco partes, proyecta que esta colección de vinos, la más grande y costosa ofrecida hasta la fecha, podría alcanzar la asombrosa suma de 50 millones de dólares.

George Lacey, director de Sotheby’s Wine para Asia, elogió el conocimiento excepcional de Chen en el mundo del vino, situándolo en una “liga propia”. La colección, que ha sido ensamblada durante cuatro décadas por el fundador y presidente de Yageo Corporation, ha sido descrita como “asombrosa tanto en volumen como en variedad”, comentó CNN.

“Actualmente hay más vino en sus bodegas del que cualquier individuo podría esperar beber en su vida, pero el vino es para beber”, expresó Lacey. Aunque la casa de subastas no confirmó la dimensión exacta de la colección, se reveló que asciende a las seis cifras, y las botellas que están siendo subastadas representan solo una fracción de las tenencias totales de Chen.

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La colección incluye algunas de las «cosechas más buscadas e icónicas» jamás producidas en el viñedo La Tâche, dijo Sotheby’s. (Courtesy Sotheby’s)

Forbes ubica a Pierre Chen como la décima persona más rica de Taiwán y la 515ª del mundo, con una fortuna estimada en 5,500 millones de dólares. Según el comunicado de prensa de Sotheby’s, Chen inició su colección en la década de 1970, enfocándose inicialmente en vinos de Burdeos antes de expandirse a las menos conocidas pero igualmente apreciadas variedades de la región vinícola de Borgoña.

El medio de noticias indicó que los lotes más destacados en esta subasta son los burdeos rojos, especialmente las cosechas raras de La Tâche. Dos “matusalenes” de 1985, valuados entre 120.000 y 190.000 dólares cada uno, encabezan la lista. Otro matusalén de 1999 se espera que alcance entre 100.000 y 130.000 dólares, mientras que un “jeroboam” de tres litros de 1971 tiene un precio estimado entre 110.000 y 140.000 dólares.

En adición a estas joyas vinícolas, la subasta también incluye una codiciada botella de seis litros de Château Pétrus de 1982, un tinto de Burdeos considerado de “estatus legendario entre los coleccionistas de vino”, que se espera alcance hasta 65.000 dólares. La venta abarcará, además, burdeos blancos y champagnes de casas reconocidas como Dom Pérignon y Krug.

Bajo el título colectivo de “El Atlas del Epicúreo”, las cinco ventas se llevarán a cabo a lo largo de un año, centrándose en diferentes regiones y tipos de vino. CNN confirmó que la primera de estas subastas está programada para noviembre en Hong Kong, y se esperan eventos posteriores en París, Nueva York y Beaune, la región vinícola de Borgoña.

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Una botella de Château Pétrus de 1982 que se espera alcance hasta 65.000 dólares. (Courtesy Sotheby’s)

Adicionalmente a su pasión por el vino, Pierre Chen está a punto de inaugurar su primer restaurante, Le Restaurant Blanc en París, donde ofrecerá vinos de su propia colección y fungirá como sumiller principal. El magnate continúa su incursión en el mundo vinícola al producir su propio vino en el prestigioso viñedo Grand Cru Musigny, del cual adquirió una parcela en 2015.

Estas millonarias ventas suceden en menos de cinco años después de que Chen subastara vinos por un valor de 15 millones de dólares a través de Sotheby’s. Además de su notoriedad en el ámbito vinícola, Chen es también un destacado coleccionista de arte, poseyendo obras de maestros como Pablo Picasso, Gerhard Richter y Francis Bacon.

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SOCIEDAD

Murió Melina Furman, la especialista en educación que proponía incentivar la curiosidad como arma para comprender la realidad

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Melina Furman, la bióloga, investigadora y referente en educación que se convirtió en una voz autorizada en innovación pedagógica, murió tras una dura lucha contra el cáncer de colon. Tenía 49 años.

Furman fue una figura destacada en el ámbito científico y educativo a nivel nacional y regional. Fue alumna del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, donde cursó la carrera de Ciencias Biológicas. También realizó un máster y un doctorado en Educación en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, e impulsó varios proyectos educativos en colaboración con UNICEF, la UNESCO y el Instituto Nacional de Formación Docente.

Reconocida por su carisma y su capacidad para explicar conceptos científicos complejos en palabras simples y ejemplos prácticos, esas habilidades contribuyeron a que sus conferencias TED sumarán más de un millón de reproducciones. También fue jurado del Premio Docentes que Inspiran de Clarín y Zurich desde su primera edición, hace cuatro años.

«Ya no se habla solo de alfabetización centrada en la lecto-escritura, hoy está muy consensuado que hay otras alfabetizaciones, como la digital y la científica. Estas primeras semillas del pensamiento crítico y más riguroso, de la posibilidad de hacer experimentos y analizar datos, es importante activarlas desde la infancia porque es un terreno muy fértil», decía Furman en una entrevista con Clarín.

Melina Furman era bióloga, doctora en educación e investigadora del CONICET. Foto Facebook

Y sobre su visión de la educación era clara en cuanto a qué era necesario cambiar: «La construcción de una mirada científica transversal en la escuela es una de las prioridades que están llegando. Ya los ciudadanos de hoy requieren cierto saber científico y tecnológico para entender el mundo y tomar buenas decisiones para el futuro que quieren para su país».

De espíritu curioso permanente, que acompañaba con una alta autoexigencia y una incansable militancia a favor del cierre de la brecha digital para favorecer la aplicación de las nuevas tecnologías al aprendizaje, Furman también escribió varios títulos de divulgación y pedagogía, entre ellos “La aventura de enseñar ciencias naturales” y “Guía para criar hijos curiosos”.

El recuerdo de sus allegados

“Te vamos a extrañar Meli. Tan joven, tan brillante. Qué tristeza”, escribió un usuario en un posteo de la red social “X”. Estos mensajes se repetían una y otra vez, “tan joven”, “tan brillante” y “tan humilde”. Ocurre que para quienes la conocían, “Meli” era esto, simplemente así.

“Con sus papers de investigación, sus programas y sus libros, fue una de las personas que académicamente más aportó a la innovación educativa de nuestro país. Cuando se paraba al lado de cualquiera su estrella siempre estaba brillando, no se achicaba. Era muy humilde, muy de la escucha, muy mentora y muy sonriente”, describe Mariana Jasper, amiga y compañera del equipo de TedxRiodelaplata. Ambas se habían conocido desde 2012 y desde ese momento forjaron una amistad muy especial.

La carrera de base de la pensadora era la Biología, lo que le permitía saber y conocer sobre las ciencias naturales de manera profunda. “Reunía todo el bagaje del pensamiento científico de la investigación basada en evidencia. Tenía una capacidad enorme de entender cómo nos vinculamos las personas. Además, creó muchos programas de educación informal que fueron y son revolucionarios como ‘Expedición ciencia’, ‘Club TED-Ed’, ‘El mundo de las ideas’, era miembro del equipo de TedxRíodelaPlata y puso su impronta pedagógica en el Instituto Baikal”, manifestó Jasper.

“No sé cómo tenía tiempo para todo”, admite, y todavía se sigue preguntando, Mariana. Ocurre que además de ser una gran académica, Melina además era madre de mellizos, Ian y Galo. Fiel a su visión, la pensadora logró innovar una vez más y se dio el lujo de poder crear un libro junto a sus hijos titulado “Curiosidad extrema”, que tenía tres personajes principales: ella misma y sus dos hijos.

“El libro buscaba nuevas formas de enseñarles a descubrir el mundo cuando eran más pequeños y hablaba de cómo hacer experimentos en casa. Era una madre muy dedicada, de hecho escribió ese libro a seis manos con ellos”, manifestó. Su vocación siempre fue guiada por la necesidad de saber cómo facilitar el aprendizaje, «y no lo hacía con miradas estereotipadas, sino estudiando la evidencia de cómo aprendemos».

Pese a su diagnóstico de cáncer de colon, Furman continuó adelante: la enfermedad nunca fue un impedimento para seguir enseñando ni mucho menos para continuar sus investigaciones. “Fue súper consciente de su enfermedad, hizo los tratamientos, pero mantuvo siempre su profesión y actividades e incluso fue la anfitriona con Diego Golombek en el último evento de TedxRiodelaplata en el Movistar Arena”, recordó.

En 49 años, la investigadora hizo muchísimo y, así como dejó muchas enseñanzas, también dejó una huella imborrable en quienes eran sus amigos. “Era una de las personas más brillantes que conocí. Muy aguda, con una mirada muy certera para entender los problemas. Bailaba muy bien y cantaba muy lindo, también le gustaba la cerámica y tejer. Era súper buena amiga. Estaba muy atenta a tus necesidades y sus consejos eran siempre justos, perfectos. Le debo muchísimo de mi crecimiento profesional y como persona”, dijo Jasper al terminar.

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