SOCIEDAD
viaje en tren, cena sin postre y otras opciones «low cost» en Mar del Plata
El ticket de tren ya no cuesta el equivalente a un kilo de milanesas, como hace un mes y unos pocos días (aumentó el valor cuatro veces), pero continúa siendo el medio de transporte más económico para llegar a Mar del Plata y, como entonces, los vagones pullman y primera llegan con pasaje completo a la estación de la avenida Luro. Es en el mismo viaje donde puede comenzar la búsqueda de los mejores precios para aprovechar el fin de semana largo en tiempos de recesión, una búsqueda tácita que ejecuta la mayoría de los visitantes, más allá del tamaño de sus bolsillos, aunque con matices.
Del otro lado del mostrador, sobrentendido está para el comerciante marplatense que la apuesta debe estar atada a «llamadores», ineludibles promociones: el turista indaga el menú, lee la vidriera, busca qué descuento ofrece su billetera virtual, luego resuelve. Las opciones para disfrutar de una Mar del Plata “low cost” son múltiples.
Con 70% de reservas hoteleras en el comienzo, un buen número para la época, que podría alcanzar el 80% según los mismos operadores, en el segundo fin de semana largo con feriado consecutivo, con 12 grados y algo de sol, se hizo evidente que la primera opción siempre será distenderse con caminatas por el paseo costero, la rambla y a orillas del mar, por los centros comerciales y la banquina de los pescadores. Hay consumo, pero medido.
El acicate del Ente Municipal de Turismo y Cultura comprende una amplia cartelera que invita a visitas guiadas por los museos, música en vivo, literatura y cine, algunas actividades tienen un mínimo arancel, como el Festival de Jazz Emergente que ocurrirá viernes y sábado en los jardines de Villa Victoria, pero la mayoría son gratuitas.
Estarán abiertos todos los museos, la espectacular Casa sobre el Arroyo, Villa Mitre, Villa Victoria (además de la visita, habrá un encuentro literario sobre el vínculo entre Vicotira Ocampo y Gabriela Mistral), de Arte Juan Carlos Castagnino en la Villa Ortiz Basualdo y el de Ciencias Naturales.
El Museo de Arte Contemporáneo MAR, que mantiene una muestra con obras de Berni, Cancela y Vigo, entre otros, que celebra la colección centenaria del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Pettoruti, tendrá además tardes con música urbana, Hip Hop, y un ciclo de cine internacional: en el marco del Día del Orgullo #LGBTIQ+ se proyectará el film documental “Petite fille” dirigido por Sébastien Lifshitz (Francia – Dinamarca, 2020). Las actividades en el MAR son múltiples, conviene revisar sus redes.
El fin de semana, todos los espacios del teatro Auditorium estarán tomados por la esperada Feria Invierno, que convoca a editoriales artesanales, industriales, independientes y alternativas de todo el país, además de proyectos vinculados con el fanzine, la encuadernación, la ilustración y la serigrafía. Es la tercera edición, y la entrada es libre y gratuita.
“Tenemos un muy buen arribo, con un clima que se está portando como los dioses, lo que ayuda a todo lo que es cercanía, y las reservas están casi en un 70% pero muy desparejo: están funcionando con porcentajes de ocupación muy altos los hoteles y los departamentos en edificios que tienen servicios, como piscina, spa, amenities, son los que se alquilaron más rápido”, explicó a Clarín el director del Ente Municipal de Turismo de Mar del Plata, Bernardo Martín.
Martín entiende que el fenómeno se debe a que la ciudad “tiene tarifas muy buenas, competivas respecto de otros destinos. Como se sabe, Mar del Plata tiene una oferta muy amplia y da la opción de elegir”.
En cuanto a la gastronomía, la elección del segmento más popular de turistas -fenómeno que leyó el presidente de la Cámara Gastronómica de Mar del Plata, Hernan Szkrohal, que también integra el directorio de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica-, «hace a la salida y baja el valor del cubierto de manera ostensible: la pizza».
Sobre la peatonal San Martín, una de sus sucuersales, La Mini ofrece la grande doble muzarella a $ 11.500, y la especial de jamón, morrón y aceitunas, a $ 13.700; las empanadas de carne, jamón y queso, humita, pollo y caprese, cuestan $ 1.200; de carne cortada a cuchillo, $ 1.300. Si es para llevar, los precios caen 10%. En la elección, privilegiando la economía, siguen las pastas
Montecatini, un clásico, en el que fue el primero de sus locales que abrió en la ciudad, el de avenida Colón y Corrientes, en 1963, tiene en su carta canelones de espinaca y queso parmesano con fileto por $ 8.700; papardelle con bolognesa, $ 7.800 y ñoquis de calabaza con crema de hongos a $ 7.300.
En el mismo local, de sus «Clásicos», las costillitas a la riojana -con huevo frito, morrón asado, panceta y arvejas salteadas y papas españolas- sale $11.500. Las rabas con alioli, $ 10.500. En el puerto, el promedio de la porción de rabas es de $ 12.000.
En la búsqueda de bajar los costos, hay matices. En los establecimientos de mayor categoría, donde ofrecen platos más sofisticados, si bien no se resintió el volumen como en los demás segmentos, también se busca minimizar el impacto en la cuenta: «Se pide un vino no tan caro, se comparte o directamente no se pide postre», explicó el empleado de uno de ellos a este diairo.
«Hay que reinventarse. Hoy tenemos un problema grave que son los costos altos, la luz, los impuestos, entre otros, y en los valores de cartas es donde se resigna rentabilidad para que no se planche la actividad», explica Szkrohal la situación que atraviesan los locales gastronómicos. «La materia prima nunca estuvo por encima del 33%, promedio, y ahora se fue al 40/45%, y eso no puede ser trasladado a la carta». Por eso, apunta, «todos tenemos un disparador».
Se trata de un incentivo, un estímulo para el cliente. Lo hacen desde las tradicionales cadenas de hamburgueserías, que ofrecen combos algo más enjutos y económicos, hasta los clásicos restaurantes, donde en los menúes sobresalen el pastel de papas, los guisos de lentejas o mondongo, nunca más oportunos para el crudo invierno (inicia lluvioso mañana, sábado y domingo fríos), potajes calóricos y, básicamente, baratos.
SOCIEDAD
Hace 10 años, la exmujer de Elon Musk dijo que una de las mejores técnicas del multimillonario es saber usar sabiamente la psicología de la oposición
Originaria de Canadá, Justine Musk es una reconocida escritora de fantasía que, además de por sus novelas, es conocida mundialmente por haber sido la primera esposa de Elon Musk. Allá por 2014, seis años después de separarse del multimillonario, realizó una charla TED en la que compartía uno de los secretos del éxito de la persona más rica del mundo: la psicología de la oposición y el saber decir ‘no’.
Además de encumbrar el talento de Elon Musk, su exmujer destacaba que una de las habilidades que le habían catapultado hasta donde está ahora al propietario de Tesla y SpaceX era algo tan aparentemente simple como decir ‘no’ a todo aquello que fuese capaz de consumir su tiempo de forma improductiva, favoreciendo así todo lo demás que pudiese empujarle hacia el éxito. Suena más fácil de lo que realmente es.
El secreto del éxito de Musk: decir ‘no’
Según la escritora, lo único igual de importante que saber decir no en la carrera de Elon Musk era obsesionarse con su objetivo. En la conferencia explicaba que se trata de una filosofía de vida que, en cualquier caso, estaba estrechamente ligada a esa psicología de la oposición: «Dijo que no a las personas que querían su tiempo, atención y energía. Dijo que no de una manera que protegiera sus recursos para poder canalizarlos hacia sus propios objetivos. Y entendí que detrás de cada no hay un ‘sí’ más profundo a lo que quieres. Tu sí profundo es tu derecho a soñar».
Justine Musk recogía en su charla que se trata de una habilidad innata que ella misma había perdido con el paso del tiempo, pero que resulta crucial entre quienes alcanzan un éxito como el de Elon Musk. Incluso antes de llegar hasta él, dominar el ‘no’ refleja dos capacidades de poder: la de saber confrontar reacciones negativas de quienes reciben esa oposición, y la de la precisión en el gestión del propio tiempo que implica ganar esa posibilidad.
Otro reconocido multimillonario, Bill Gates, apuntaba que su amigo Warren Buffett es otro de los ejemplos clave de cómo el ‘no’ a menudo se convierte en la primera piedra del camino hacia el éxito: «El hecho de que sea tan cuidadoso con el tiempo, tiene días en los que no hay nada en su agenda…sentarse y pensar puede ser una prioridad mucho mayor. No es un indicador de tu seriedad el hecho de que hayas ocupado cada minuto de tu agenda».
Es un curioso mantra que también mantenía Steve Jobs, que bajo la filosofía de «sé rápido para decir que no y lento para decir que sí», apuntaba que, como en el caso de Elon Musk, decir que sí a todo implicaba dejar atrás tareas que eran mucho más importantes, ya sea para un desarrollo personal o para la compañía que se apoyaba sobre sus hombros. El problema detrás de la psicología de la oposición es que, pese a que nacemos con ella, la sociedad nos ha invitado paradójicamente a decirle que no.
La psicología de la oposición como supervivencia evolutiva
Decir ‘no’ es fruto de la evolución de la raza humana. Un mecanismo de supervivencia tan válido como el miedo o la desconfianza, que nos ha mantenido con vida al ofrecernos la posibilidad de evitar amenazas y riesgos de carácter social. Es algo que, como recogía en su conferencia Justine Musk, pertenece a una capacidad innata que resulta clave en el desarrollo infantil y que aparece entre los 18 meses y los 3 años.
Sin embargo, tal y como ocurre también con el miedo o la desconfianza, esa etapa de desarrollo temprana de la psicología de la oposición ha terminado convirtiéndose en un estigma social que arrastramos hasta la edad adulta. De hecho, no es casualidad que en culturas como la japonesa decir ‘no’ sea visto como una falta de respeto y mala educación.
Negarse a algo suponía colocarse en una situación en la que el riesgo de rechazo podía significar el aislamiento del individuo, lo que derivaba en una pérdida de recursos que limitaba la supervivencia dentro de un grupo. Es ese miedo al rechazo lo que, sumado al deseo de agradar y evitar confrontaciones, nos empujó a abandonar el ‘no’ como constructo social y abrazar la aceptación. Lo que antaño se había convertido en una herramienta de supervivencia, pronto se convirtió en algo que sólo estaba al alcance de quienes tenían suficiente poder para decir ‘no’ sin consecuencias.
Consciente de su valor en sociedad, pero también de su peligro, la psicología ha estudiado cómo el ‘no’ es capaz de mejorar nuestras relaciones y autoestima sin dañar nuestro entorno social, elaborando técnicas como el sándwich positivo que invita a incluir el ‘no’ entre dos aspectos positivos para minimizar su impacto sin suavizar su poder. Que dominarlo es importante para alcanzar el éxito es algo que, con casos como el de Elon Musk, queda más que demostrado.
Imagen | Daniel Oberhaus
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