Sobre sus mismas palabras, contó:«Lo único que se me ocurrió es que viniera una ambulancia con un clínico, un psicólogo y un psiquiatra. A los pocos minutos tocan el timbre y suben todos los profesionales. Me dijeron que estaba muy alterada, que la iban a internar. Y yo cuando dejé a esa niña que me decía ‘tío’ todo el tiempo, supe que la habían internado. Guillermo Marín no me deja mentir, compadre del papá de esta chica. Termina internada en el sanatorio Finochietto. Ahí se labra un diagnóstico, ella queda internada en un psiquiátrico de la zona de Almagro. Con el pelado Marín éramos los únicos pelotud*s que íbamos a visitarla, que al grito de ‘sacame de acá, yo me voy a volver loca acá adentro’».

«Tenía que soportar ese cuadro dantesco de gente con serios problemas neurológicos que estaba conviviendo con una chica que para mí no tenía ningún tipo de desvarío mental. Pero yo no era su familia, su sangre, ni quien la había educado o criado, acompañé desde la cercanía o lejanía de la situación como pude. A los pocos días le dan el alta, y cuando esa persona empezó a llamarme pidiéndome salir en medios queriendo contar su verdad, yo elegí que esa verdad no trascendiera», contó el conductor.

«Pero yo conozco esa verdad… Y cada una de las palabras que esa persona me contó, porque yo vi, las escuché. Ahora nos hacemos todos los buenos, damos mensajes éticos, ‘yo no tengo nada que ver’, ‘es mayor de edad’, nos lavamos las manos… y a lo mejor, quien lleva el peso hoy y está en todos los medios es la persona menos responsable de todas… El día que realmente tome la decisión de contarlo se van a dar cuenta por qué. No deleguemos a jóvenes que se equivocaron y habría que preguntarse por qué», cerró Luis.