Las durezas en los pies son una afección común, saber cómo tratarlas ayuda para prevenir complicaciones y mantener una buena salud podológica. Aunque sean un problema habitual, no por ello debemos restarle importancia.

Estas durezas son un engrosamiento de la capa más superficial de la piel del pie a causa de un aumento de células muertas y descamadas. Son un mecanismo de protección ante la presión o roce continuado y puede crecer hacia capas más profundas de la piel.

Los síntomas más comunes son:

– Piel endurecida sin bordes definidos.

– Color amarillento (por el cúmulo de queratina).

– Textura áspera al tacto.

– Sequedad.

– Generalmente no provocan dolor o molestia.

Suelen aparecer como respuesta del cuerpo a la fricción o presión excesiva sobre la piel. Aunque factores como el uso de calzado inadecuado son determinantes, existen otras causas que contribuyen a su formación.

Mala pisada

Muchas veces las durezas aparecen en los mismos sitios y el motivo es una incorrecta forma de pisar. No apoyamos y repartimos bien la carga y la presión sobre el pie, por ello hay zonas que siempre se ven afectadas. Por lo tanto, un estudio biomecánico de la pisada será fundamental para corregirlo.

Calzado inadecuado

El calzado inadecuado con punta estrecha, así como los zapatos de taco, fomentan la aparición de durezas ya que oprimen el pie y los dedos.

Medias

Si no las usamos cuando nos calzamos, la piel del pie rozará directamente con el material rígido del calzado, provocando durezas. Las medias mal colocados o arrugadas también pueden potenciar su aparición.

Deshidratación del pie

Es un factor que también ayuda a la presencia de hiperqueratosis y es muy frecuente sobre todo en la zona de los talones.

Deformidad del pie

Si se tiene una deformidad en el pie, como juanetes o dedos en garra, martillo o mazo, también se es propenso a poder sufrirlas, ya que producen más presión entre la piel y el calzado. Las durezas también pueden aparecer por tratamientos de síntomas de cáncer en el pie, que afecten al estado y la salud de la piel de forma general.

En cuanto a los tratamientos, se encuentra la quiropodia, que es lo más frecuente y donde través de la deslaminación se podrá eliminar la acumulación de células muertas en la piel.

Por otro lado, con un completo estudio biomecánico de la pisada, y gracias a la plataforma de presiones, se podrán conocer los puntos de mayor presión al caminar y, con unas plantillas personalizadas, reequilibrar las presiones y poder descargar esos puntos de máxima presión para evitar que aparezcan las hiperqueratosis plantares a corto y largo plazo.

Respecto a los callicidas, no eliminan la causa del problema, sino que generan una herida y quemadura en la piel que agrava la situación.

Sobre las medidas de prevención, se recomienda acudir regularmente al podólogo y que el calzado que compras tenga unas determinadas características:

– Que sea amplio de horma para prevenir la presión en los dedos.

– Que aporte estabilidad y con contrafuertes rígidos para sujetar bien el pie, además de evitar las suelas finas.

– Estar fabricados con materiales de calidad y con tejidos transpirables.

– Evitar el uso de tacos (no más de 3-4 centímetros)

– No usar siempre el mismo zapato, alternar con diferentes tipos para que la fricción no se produzca en las mismas zonas.

Usar piedra pómez para exfoliar las pieles muertas ayudará a prevenir la aparición de durezas, pero es importante hacerlo de forma superficial. Sin embargo, no es un tratamiento ni una solución definitiva, por lo que ante cualquier lesión o irritación acudir al podólogo. Por último, lavar los pies y, sobre todo, secarlos en profundidad, más allá de una correcta hidratación, es fundamental.

Fuente: Podoactiva