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SOCIEDAD

El parque nacional español donde se ha rodado ‘La sociedad de la nieve’

Este entorno ofrece parajes naturales increíbles. De hecho, alberga la montaña y la estación de esquí más alta de la península

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Sierra Nevada, en Granada (Shutterstock).
Sierra Nevada, en Granada (Shutterstock).

Durante el invierno, uno de los destinos españoles más demandados es Sierra Nevada. Esto no es de extrañar, ya que alberga una de las estaciones de esquí más espectaculares de Europa y la más alta de España. Esto es gracias a sus 3.300 metros de altitud, lo que hace de ella un oasis tanto para los amantes de este deporte como para los que no, pues su oferta turística va más allá.

Sin duda, lo que más llama la atención son sus paisajes de película. Algo que se puede definir de forma literal, pues en sus picos y valles se ha rodado una de las películas más destacadas de este año. Se trata del fenómeno, ya mundial, de La Sociedad de la Nieve. Su director, Juan Antonio Bayona, eligió las cumbres granadinas para recrear el trágico accidente del avión 571 de la Fuerza Uruguaya, el cual se estrelló contra la cordillera de los Andes.

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El pico más alto de la península

Para muchos el argumento les es familiar, pues se hizo una película basada en esta tragedia, ¡Viven!, dirigida en el año 1993 por Frank Marshall y que contaba con Ethan Hawke o John Malkovich al frente de su reparto. Aquella película estaba basada en la novela de Piers Paul Read Alive: The Story of the Andes Survivors, mientras que la de Bayona toma como material de referencia La sociedad de la nieve, de Pablo Vierci, escritor uruguayo que recogió los testimonios de los 16 supervivientes del desastre tras el estreno del documental Náufragos. Vengo de un avión que cayó en las montañas.

Ahora, Bayona ha trasladado el set de rodaje a estos picos del sur de España, donde se encuentra el más alto de la península ibérica: el Mulhacén (3479 metros). Igualmente, Sierra Nevada fue declarado parque nacional en 1998 y Reserva de la Biosfera por la Unesco.

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Senderismo y mucha nieve

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Estación de Sierra Nevada, en Granada (Shutterstock).
Estación de Sierra Nevada, en Granada (Shutterstock).

Uno de los principales atractivos de este macizo es el ya mencionado Mulhacén. Este pico recibe a miles de visitantes cada año que se aventuran a realizar su ascenso, convirtiéndose en un importante desafío para montañeros y excursionistas. No obstante, para aquellos que buscan una experiencia menos exigente, Sierra Nevada ofrece un sinfín de rutas y senderos de variadas dificultades, que permiten disfrutar de su diversidad de flora y fauna.

Otro punto destacado es el pico de la Veleta, punto donde se ubica la estación de esquí de Sierra Nevada. . Se trata de una de las estaciones más concurridas de nuestro país no solo por su altitud, sino también por la gran calidad de sus pistas. De hecho, ha sido sede de numerosos campeonatos de esquí como el Mundial en 1996, pruebas del Campeonato del Mundo en 1977 o la celebración del campeonato mundial de Freestyle y Snowboard en 2013.

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A su vez, la gran iluminación que albergan sus pistas permiten disfrutar de ellas hasta de noche, pues el cierre suele ser hasta las 22:00 horas. A esto se le suma la acumulación de 111 kilómetros esquiables en sus 133 pistas disponibles, más los 1.200 metros de desnivel, siendo el mayor de España.

SOCIEDAD

Tuvo polio a los 14 años, no se dejó vencer y ayudó a miles de personas

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«Me hubiese gustado que se escribiera más de lo que se logró a través de la Fundación Par, y menos de mi vida», dice Jacqueline de las Carreras a propósito del libro «Discapacidad en primera persona», recién publicado. Pero ocurre que la historia de Jackie -así le dicen- merece ser contada.

Familia de alcurnia, poliomielitis a los 14 años, tratamientos y una silla de ruedas eterna. Pero nada le impidió estudiar, trabajar, tener amantes, casarse, ser madre, dirigir una fundación. Como adelanta el subtítulo del libro, «Jacqueline de las Carreras: una mujer audaz que transformó su época».

«¿Si me arrepiento de algo?», se pregunta ahora, a los 87 años. «Yo creo que siempre se puede hacer algo más, pero bueno, fue así». Lo que hizo fue un montón. La Fundación Par, que ella resalta y busca poner en primer lugar, brindó talleres, capacitaciones y oportunidades durante 32 años para que miles de personas con distintas discapacidades pudieran conseguir empleos o avanzar en sus carreras.

«Fue un trabajo en equipo, lo que hicimos logró impactar en la sociedad y logró un cambio importante de actitud frente a las personas con discapacidad. Además, influimos en las políticas públicas, y ese fue un gran logro», dice Jacqueline a Clarín.

«Todas las vidas merecen ser contadas, pero hay algunas cuyo impacto potencial en otros puede marcar una gran diferencia. Esta es una de ellas. Es una historia inspiradora, de superación, de resiliencia, que invita a vibrar, a emocionarse, a involucrarse cada uno desde su lugar para ayudar a los demás; a sentir que la vida vale la pena ser vivida, a derribar estereotipos», se lee en el prólogo de Luciana Mantero, autora del libro.

El diagnóstico: un antes y un después

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Jacqueline de pequeña, en un concierto en el Hotel Plaza.

Jacqueline Caminos nació el 14 de febrero de 1937 en Punta Arenas. Su familia -poderosa en lo financiero y en lo político- era dueña de gran parte de la Patagonia chilena y argentina. Su infancia se repartió entre Barrio Norte, Belgrano y el Sur, «entre algodones e institutrices», como dice el libro. Jackie jugaba al tenis, hacía ballet, tocaba el piano, nadaba, patinaba, practicaba equitación, esgrima y golf. Se educaba junto a sus hermanas, en su casa, en inglés.

Fue un sábado templado de abril de 1951 que se empezó a sentir mal. Se despertó con dolor de cabeza y fiebre. Igual se cambió y fue a jugar un partido de tenis, pero estaba tan floja que la raqueta se le caía. Llamaron al pediatra de la familia, que era Juan Pedro Garrahan, y quien les dio el diagnóstico: poliomielitis.

«Para la época en la que Jacqueline se enfermó había un brote masivo mundial, que fue llegando lentamente a Latinoamérica. La polio paralizaba a casi mil niños cada día en ciento veinticinco países alrededor del mundo«, informa Mantero en el libro.

«No podía mover casi nada de la cintura para abajo. Estaba acostada vestidita, en una camilla todo el día, como en una nebulosa de no entender qué estaba pasando. Me llevaban y me traían», recuerda Jackie sobre aquellos primeros días de enfermedad.

Al año siguiente su familia la llevó a Estados Unidos, para atenderse en el mejor centro de entonces, el Instituto de Medicina Física y Rehabilitación, de la Universidad de Nueva York. «Me transformó, porque acá en Argentina, socialmente, el Gobierno, los medios, la gente en general eran un drama con el tema. Lo ocultaban, decían cosas como ‘la lisiadita’. En Estados Unidos eras un ser humano, un ciudadano más«, dice Jackie.

Jacqueline de las Carreras. La polio no le impidió manejar. Jacqueline de las Carreras. La polio no le impidió manejar.

De vuelta en Buenos Aires, intentó hacer la vida de cualquier adolescente, salir, divertirse, ir a bailar. La llevaban sus amigos, la levantaban en andas, la subían y la bajaban del auto. Al terminar el secundario se embarcó en un crucero con sus primos hacia Nueva York. A bordo conoció el primer amor, el médico Bob Sullivan. Luego tendría otro novio en Buenos Aires, Diego Muniz Barreto Bunge, con quien salió dos años. Pero sería con Georgie de las Carreras con quien se casaría y tendría dos hijos, Jorge Y Fernando.

Jacqueline el día de su casamiento con Georgie de las Carreras.Jacqueline el día de su casamiento con Georgie de las Carreras.

El activismo por la discapacidad

A Jacqueline siempre le interesó la discapacidad en su dimensión social, y lentamente se volvió una activista del tema. A comienzos de los 70 formó parte de la Comisión Directiva de la Fundación VITRA (Vivienda, Trabajo y Capacitación para las Personas con Discapacidad). En el 76 le dieron el Premio ALPI, que se daba a las personas con discapacidad que habían logrado superarse y que podían inspirar a otros.

Formó parte de CADIS (Corporación Argentina del Discapacitado), una organización pionera de personas con distintas discapacidades, bajo el lema “Nada sobre nosotros sin nosotros”. Tenían un programa en Radio Nacional: «Derribando barreras». Empezó a viajar a Congresos Internacionales y representó a la Argentina en la primera reunión de la organización DPI, en Singapur. Fue la única mujer que pronunció un discurso en la Asamblea de apertura. Viajó por el mundo para promover cambios. Eran muchas horas de aviones, en las que no tomaba ni agua porque no podía ir al baño.

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Jacqueline en una reunión sobre discapacidad en Singapur. Jacqueline en una reunión sobre discapacidad en Singapur.

Con el gobierno de Raúl Alfonsín tuvo un rol clave para que se abriera la primera oficina del Estado dedicada al tema. Y en 1992 creó Fundación Par, una organización no gubernamental que durante 32 años se dedicó capacitar a personas con discapacidad y a convencer a las empresas de que les dieran una oportunidad; a difundir derechos, investigar y promover políticas públicas sobre el tema, a trabajar con escuelas comunes para que incluyeran a niños con discapacidad, a instalar la idea de que la inclusión enriquece a la sociedad.

«Mi problema no es andar en silla de ruedas, sino observar a cada paso el desconcierto que despierta la persona discapacitada en la sociedad. Es un miedo primitivo, irracional, casi visceral, que obviamente se relaciona con la ignorancia y con temores propios que cada cual reprime. Contra eso hay que luchar sin descanso», escribió hace muchos años.

“A través de su historia, Jackie muestra de qué modo la autodeterminación y la resiliencia de una persona pueden transformar las situaciones más adversas de la vida, y capitalizarlas para convertirlas en grandes aprendizajes”, dice en el libro Constanza Orbaiz, psicopedagoga con parálisis cerebral, dedicada a la educación inclusiva.

«¿Si me queda algo por hacer? Yo creo que ya a mi edad me tengo que dedicar más a mi familia, a mis nietas -asegura-. Y si surge algo siempre voy a dar una mano, porque esa es mi forma de ser, siempre darle una mano a alguien o a algo que lo requiere, eso sí».

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