El reconocido historiador Alejandro Cataruzza cree que en el modo en que el Gobierno reivindicó a Cristóbal Colón y volvió a referirse al “día de la Raza” (en lugar del Día del Respeto a la Diversidad Cultural, como se instituyó en 2010) hay una intención de seguir polarizando, con el sector al que denomina “progresismo” e incluso con el movimiento universitario “derrotado, al menos coyunturalmente” la semana pasada en la batalla por el financiamiento universitario. En Los usos del pasado (2012), Cataruzza trabajó específicamente el contexto en que se instituyó como fiesta nacional el 12 de octubre por un decreto de Hipólito Yrigoyen, en 1917.
-Otra vez vuelve a estar en debate el 12 de octubre, un gobierno que parece que está discutiendo lo que hizo el kirchnerismo antes, que quitó el “día de la raza” por “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”.
-Sí, tal cual. Es un excelente ejemplo de cómo el pasado es escenario y objeto de una lucha política presente. En ese sentido, el pasado es un problema político porque todo lo que se pueda hacer con él, esto es: investigarlo científicamente, falsearlo, utilizarlo para batallas que son de otros tiempos -que no son las que libraron los actores de aquellos procesos-, cualquier cosa que uno haga con el pasado lo hace desde el presente: evocarlo, transformarlo, abolirlo… entonces eso hace del pasado un lugar de combate presente y al ser presente es político. Y en este caso, es sin duda un intento de diferenciación de políticas que no son sólo las de los gobiernos kirchneristas, es en realidad el atentado contra la Constitución Nacional, la del 94. Así que me parece que eso demuestra, por un lado la actualidad de las disputas por el pasado y por otro una vocación casi de provocación. Creo que es una provocación o por lo menos una actitud muy disruptiva frente al universo de lo que el gobierno actual imagina de lo que llama el progresismo, o comunismo o alguna otra cosa más dura todavía.
-El cambio de Día de la Raza a Día del Respeto a la Diversidad Cultural, se hizo en 2010.
-Fue en ese momento y remite al momento del Bicentenario, que es un momento muy atravesado por ciertas lecturas propias del kirchnerismo en el poder del pasado nacional, que incluían la recuperación de estos reconocimientos que figuraban en la constitución reformada en el 94.
-Ahora, ¿estos usos del pasado nos permiten conocer el pasado o ese pasado, que es el trabajo del historiador, no tiene nada que ver con estos usos?
-Bueno, esa es la pregunta clave. Yo creo que hay algún tipo de relación. Hay algo que un gran historiador marxista, Edward Thompson, ponía en juego a la hora de estos análisis, que es la cuestión de los valores.Junto a la discusión de qué fue lo que efectivamente pasó, que es una versión muy tosca de la discusión del historiador, hay en juego otras cuestiones que tienen que ver con perspectivas de cómo es el mundo, de cómo debe ser, cuáles son los valores que se aprecian, cuáles no. Más allá de lo que efectivamente haya ocurrido, cuando se conmemora una efeméride que remite al respeto a la diversidad cultural, se ponen en juego ciertas perspectivas sobre cómo deben ser las cosas, y cuando se las celebra como la llegada de la civilización a un lugar de brutalidad y demás, porque si no, no se entiende la relación a la figura civilizatoria, se ponen en juego otras. Esto no impide que el trabajo científico o el trabajo con vocación científica del historiador se lleve adelante, pero está claro que esta es una disciplina que va, como todas las demás, cambiando, y en la que los debates no faltan. Si vos me preguntás, pero esto sería un poco arriesgado, yo creo que hay una porción importante de los historiadores que se dedican al estudio de las cuestiones que entrañan a la colonización o a la conquista del desierto, a apreciar los costados de la represión, de falta de respeto a las perspectivas culturales de los derrotados. Esto que sabemos, hay una propensión a echar luz sobre esos aspectos en la investigación de hace 40, 50, 60 años, aspectos que habían quedado ocultos, no voluntariamente ocultos, no se había puesto el foco sobre ellos.
El comienzo de un feriado
-Si vamos al momento que nace la celebración en la Argentina, encontramos el match de Milei con Hipólito Yrigoyen, tan denostado por Milei. Ahí empieza la decadencia hace 100 años, según la narrativa del gobierno actual, pero es justamente Yrigoyen quien instituye por decreto esta celebración.Usted recoge en su libro Los usos del pasado, el decreto de Yrigoyen: habla de “homenaje a España”, “la visión suprema de Colón”, y que “el descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos”.
– Tal cual, esto por una parte evidencia la ignorancia del primer mandatario, por lo pronto, y luego las decisiones tomadas acerca del pasado son tributarias del momento en el que se toman, también por supuesto tienen que ver, con el acontecimiento que se conmemora. No todos conmemoraban el mismo mayo, cuando conmemoraban Mayo, algunos leían el anuncio de una revolución independiente y republicana desde el comienzo, y otros conmemoraban otras cosas. Y lo mismo pasa con San Martín, y lo mismo pasa con héroes, batallas y acontecimientos que se supone pueden ameritar ser conmemorados. Yo creo que en el contexto de la conmemoración que establece Yrigoyen, hay dos o tres variables que juegan, por una parte el proceso de reconstitución de las relaciones con España, que no hay que olvidar que las relaciones, en la medida en que la revolución devino independentista, habían quedado rotas, venían mejorando.
España había reconocido la Independencia recién en 1864, y la presencia de inmigración española en la Argentina ya por 1917 (unos 830.000), que es cuando Yrigoyen tomó la decisión de establecer el 12 de octubre como día de la raza, ya era muy importante, importantísima, ya había habido algún acercamiento también vinculado a símbolos nacionales, como el Himno…
-El presidente Roca en 1900, que indica que las estrofas ofensivas hacia España no deberán cantarse.
-Exactamente. Y además había una cierta corriente de opinión en España, animada por algunas asociaciones, que tendría a imaginar el cierto hispanismo que debía incluir a los países de colonizaciones españoles, que habían estado llevando adelante acciones diplomáticas en sentidos semejantes a los que recogió Yrigoyen. También entre los intelectuales hispanoamericanos había cierta mirada que aprecia la herencia indígena.
Eso es por supuesto más visible en intelectuales mexicanos, como José Vasconcelos, que en los argentinos. Pero Rubén Darío ya ha hablado de la sangre indígena en un poema famoso, la Oda a Roosevelt, como una pieza que distinguía a América Latina de la América Sajona. Y Rubén Darío era un intelectual importantísimo, que además estaba situado en Buenos Aires. Y el propio Ricardo Rojas, ya por 1912, había hablado de algo que él llamaba indianismo, que leía en Mayo el proceso de recuperación de los derrotados por la conquista del territorio nacional. Quiero decir, no es que Rojas fuera un indigenista al estilo setentista actual, pero sí era una persona que, en el mismo horizonte o la misma galaxia ideológica que Vasconcelos y Rubén Darío, una mezcla de modernismo con vago antimperialismo, encontraba un módico lugar para la tradición indígena local. Entonces me parece que la conmemoración que instituye Yrigoyen es hija de su tiempo.
Video
El polémico video del Gobierno por el Día de la Diversidad Cultural
– Esta idea de la raza, polémica, se confunde con racismo, hay otra oposición que son los españoles versus lo que hoy llamamos los pueblos originarios. Parece que la idea era mucho más vaga por entonces, ¿Qué querían decir con raza?
-En general había una mezcla muy rara, José Ingenieros, que también era un intelectual importante, homologaba raza-nación y entonces hablaba con comodidad de la «raza argentina». Es un concepto cuyo sentido no está del todo estabilizado, porque incluso se lo usa en composiciones literarias con esta fórmula, la raza argentina. Vasconcelos que era un intelectual a escala hispanoamericana muy importante y que además es quien estabiliza el lema de la Universidad Autónoma de México, “Por mí raza hablará el espíritu”. La meta espiritualista, estaba muy fuerte allí, no quedaba claro por qué el espíritu iba a elegir alguna raza. Debe suponerse, esto es una atribución mía, porque Yrigoyen no era un hombre que escribiera demasiado, creo que en ese contexto (de 1917) puede suponerse que raza es la española/latina frente a otras, a la conquista anglosajona.
-Volviendo al mensaje de la Casa Rosada, hablar de la civilización que “llegó” en 1492, cuando hoy por ejemplo es un contenido escolar básico la existencia de civilizaciones precolombinas en el continente americano. Una vuelta al etnocentrismo cultural del siglo XIX, la «civilización» europea versus las culturas «atrasadas» del resto del globo.
-Revela un modo de entender la cuestión por parte de la actual administración. Y que es civilizatorio aquello que, para ponerlo en términos duros, es blanco, y europeo y conquistador. Ninguna forma cultural previa a eso, o ajena a eso, merece considerarse civilizada.
-¿Y a quién se le habla el Gobierno con este mensaje? ¿A España, en línea con el partido Vox con el estampado de “Nada por lo que pedir perdón” sobre las tres carabelas? ¿Retoma polémicas del Quinto Centenario?
-Yo pienso que un sector al que esto está dedicado, admito que también aquí puede haber sobreinterpretación, es a un actor al que Milei le acaba de propinar un golpe duro en el Parlamento. Es probable que atribuyan al movimiento universitario, y como una pieza de ese adoctrinamiento que el gobierno entiende que se ejecuta en la universidad pública, que una pieza sea lo que pueden llamar indigenismo o algo por el estilo. Y entonces, frente a eso que atribuye a este adversario que acaba de derrotar, al menos coyunturalmente, insistir. Creo que el progresismo en general, o eso que la actual administración llama progresismo.
– O sea, es un discurso que busca polarizar.
-Para mí es funcional a la polarización, frente al eje Constitución Nacional 93-94, Bicentenario, con reconocimiento de derechos, pueblos indígenas, y diversidad cultural como un valor. Frente a esto, yo vuelvo a sacar el día de la raza, y eso va a ahondar las diferencias. No es un discurso de brazos abiertos para nada, ni para las comunidades indígenas, ni para los sectores del mundo político, que proponen una mirada un poco más atenta a la diversidad cultural, justamente.
– Podríamos agregar, todo fue un mensaje breve y un video, ni siquiera un paper o un ensayo.
-Es un texto mínimo, centrado en jugar en el mundo de lo efímero, en el mundo de los trolls.
-Dejando de lado al actual gobierno y su intervención, el Día de la Raza tuvo mala prensa los últimos años, quizás cuesta pensar que en 1917 tenía otro significado, cuando nació este feriado nacional.
-Esto de la diferencia de los contextos. Cuando salió este decreto de Yrigoyen, no había habido ninguna protesta, al menos que yo conozca. Los indios estaban derrotados, para decirlo de mala manera; la izquierda levantaba a otras identidades, que eran los trabajadores, ni gaucho ni indios decían los tipos, nosotros somos trabajadores, lo que estaban impugnando era no su condición étnica, lo importante es que vendemos nuestra fuerza de trabajo y capital, eso es lo que nos unifica. Luego de que se instaura aquí el Día de la Raza, se empieza a instaurar en otros países hispanoamericanos, hasta culminar en México en el año 28, también con la fórmula del Día de la Raza.
Perfil de un historiador
Alejandro Cataruzza es historiador; profesor de Teoría e Historia de la Historiografía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del CONICET y ex directordel Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani”. Dirigió el Tomo VII de la Nueva Historia Argentina, Crisis económica, avance del estado e incertidumbre política 1930-1943, (Sudamericana, 2001), y el Tomo VI, Argentina 1930-1960, de la colección “América Latina en la historia contemporánea”, de Taurus-Mapfre. Entre sus obras se cuentan M.T. de Alvear. El compromiso y la distancia (Fondo de Cultura Económica); Políticas de la historia. Argentina, 1860-1960 (Alianza, 2003, junto a A. Eujanián); Los usos del pasado (Sudamericana, 2007) e Historia de la Argentina 1916-1955 (Siglo XXI).