DEPORTE
El tierno diálogo de Dybala con Oriana Sabatini
Paulo Dybala y Oriana Sabatini son pareja desde hace varios años y el próximo sábado formalizarán su relación con el casamiento en Exaltación de la Cruz. Y en la previa de la fiesta, la modelo entrevistó a su novio, futbolista de la Roma, en su canal de Spotify.
Se generó un diálogo muy espontáneo entre ambos y Olé te reproduce una parte de sea conversación.
Oriana: «Me encanta tenerte acá y tener la posibilidad de preguntarte todo esto porque son curiosidades que me imagino que tengo yo y muchas otras personas. Y está bueno que tengan esta posibilidad de conocerte desde este lugar. La primera cosa que te quería preguntar es ¿te acordás el momento, por ahí fue un partido, un gol, una charla incluso, no tiene que haber sido dentro de la cancha, donde dijiste vos de chico, me quiero dedicar al fútbol?
Paulo: «No tengo un momento en el que haya tomado como esa decisión yo nací con el fútbol en mi casa siempre se vivió fútbol se respiró fútbol se miraba fútbol tengo dos hermanos más grandes que tuvieron que crecieron como yo, mi viejo creció como yo, mi abuelo creció como yo todos crecimos en torno al fútbol y toda mi familia vive en torno al fútbol vivió en torno al fútbol. Es verdad que hay una historia muy linda cuando yo era chico que estaba un poco cansado del fútbol. Pero te hablo que tenía siete años, ocho años. Quise empezar a jugar básquet y nada, me anoté en una escuela de básquet en un club de mi pueblo, y empezamos con los entrenamientos, a conocer un poco, porque no conocía nada, o sea, nunca había, en mi casa, una pelota de básquet, no se miraba básquet, nada, no sé por qué. Creo que era más la desesperación de hacer otra cosa que el deporte en sí. Y el primer partido como oficial, yo levantaba la pelota cuando venía muy baja con el pie. No me agachaba a agarrarla con la mano. Entonces, cuando terminó el partido, el entrenador me dijo: ‘O empiezas a levantar con la mano o volvés a jugar al fútbol, porque acá se juegan con las manos’ Y ahí dije, no, tengo que volver al fútbol. Y fue, no te miento, menos de un mes.
Oriana: «¿Y por qué te habías cansado del fútbol tan chiquito?»
Paulo: «No sé si cansado del fútbol, creo que quería hacer otra cosa. Me gustaba mucho el tenis, pero bueno, el tenis es un deporte un poco más caro, digamos, necesitás de instrumentos que son un poco más caros que el básquet. El básquet en el club es como el fútbol, o sea, hay profes, las pelotas son del club, entrenas igual que el fútbol, tenés compañeros, es prácticamente lo mismo, pero cambia el deporte. En cambio, en el tenis, necesitas instrumentos de tenis, zapatillas de tenis, raqueta obviamente, la ropa es diferente. En el fútbol te dan todo, o sea, tenés que llevar los botines solamente. Pero nada, creo que después me di cuenta de que el fútbol era lo mío, todos mis amigos jugaban al fútbol. Era mi mundo, no sé si donde tenía que estar, pero era lo que todos hacíamos y la gente alrededor mío lo que hacía era jugar al fútbol. Entonces jugaba al fútbol»
Oriana: «¿Qué sueño tenías de chiquito cuando todavía lo hacías por diversión? Cuando te decían ‘¿qué te gustaría lograr en el fútbol?’».
Paulo: «Cuando era muy chico, también, no me olvido más, iba a una escuela de verano en la pileta de uno de los clubes de mi pueblo y hacíamos fogones, nos quedábamos a dormir en carpas. Era un plan muy divertido cuando éramos chicos. Y siempre una noche en ese fogón, cada uno agarraba una leña, una madera y la tiraba al fogón y pedía un deseo. Ok. Y yo había pedido ser el mejor jugador del mundo del fútbol».
Oriana: «¿Cuántos años tenías?»
Paulo: «Diez años. O sea, era muy chico. Pero claro, o sea, vos pedís algo así, en un pueblo, Laguna Paiva, donde no tenés nadie cercano que haya conseguido algo tan grande al cual digas ‘lo tengo cerca, puedo llegar’. Es difícil, o sea muy difícil, ya llegar a hacerlo es muy difícil desde un pueblo donde todo es más difícil, mucho más. Pero bueno, o sea, en mi inocencia de un nene de 10 años, yo quería eso.
Oriana: Estás hablando del Paulo niño, ¿no? Me recuerda mucho a esto que veo yo todos los días teniéndote al lado. Vos generás mucha felicidad en un montón de personas, gracias a tu trabajo y a lo que hacés. Y te pasa también que estás en un lugar que así como el Paulo niño soñaba estar, muchos otros niños sueñan con estar. Y por ahí, quizás vos no vas a dar una entrevista y contar todos los sacrificios y todo lo que cuesta y el esfuerzo, porque te estarías hablando un montón de tiempo y no siempre todo el mundo tiene tanto tiempo. Pero a veces, cuando se pone difícil, no es que querés bajar los brazos porque no te veo que quieras hacer eso, pero cuando se pone más difícil y por ahí no cuesta más recordar el lugar privilegiado en el que estás, ¿te entra como culpa de no estar disfrutándolo más?».
Paulo: «Me ha pasado en algunos momentos de mi carrera, en momentos de mucha felicidad sentía que no estaba disfrutando. O sea, me entraban como vacíos. Donde, por ejemplo, terminaba un partido en el cual había hecho un gol muy importante para el equipo, donde todo el equipo estaba festejando, donde había mucha felicidad en el vestuario porque era un logro para todos y que a lo mejor yo estaba sentado y no sentía nada, no era feliz después del logro. Había mucha distancia entre uno y el otro, claro, y a mí me costaba un montón entenderlo, no sabía qué me pasaba y me pasaron en dos o tres momentos muy puntuales que me acuerdo y que después no me volvió a pasar nunca más. Después como que disfrute siempre todo lo que me fue pasando y nada en los momentos malos. Creo que también forman parte de esos momentos buenos. Entonces, sí me pasó, como te dije recién, dos o tres momentos muy puntuales donde tenía todo para estar súper feliz. Y me fui a mi casa vacío, muy vacío, sabiendo que había hecho feliz a miles de personas».
Oriana: «¿Y en algún momento entendiste por qué te había pasado eso? ¿Cómo no estar en ese mismo estado de felicidad de tus compañeros? Porque por ahí a mí se me ocurre, de repente, lo veo incluso en vos, que a veces te fue bien en un partido, quizá no en un partido importante, pero vos no jugaste como querías y estabas un poquito de mal humor. ¿Por ahí en ese momento te había pasado algo así? ¿O todavía no le encontraste una explicación a eso?
Paulo: «No, no busqué una explicación. Como que me pasó y bueno, me pasó.
Oriana: «Y en ese momento cuando te diste cuenta ¿te asustó? En el sentido, claro, de decir como me está dejando de hacer feliz.
Paulo: «Exactamente, no sé, no es lo mismo. No lo disfruto ¿qué me pasa? Lo primero que te preguntás es, ¿qué me pasa? O sea, como te digo, yo estaba festejando afuera de la cancha con los hinchas, mis compañeros, y entro al vestuario y se apagó la compu. De la nada, o sea, no había nada. O yo pensaba, o toqué el pico máximo y empezás y empezás a ir para abajo, Pero no sé, nunca lo trabajé. Bueno, hay tiempo todavía».
Oriana: «¿Te ha pasado de quizá la gente siempre por ahí recuerda momentos en finales o en mundiales como los que has estado y mucha gente a vos te recuerda porque mandaste a volar la pelota de Mbappé que yo creo que la gente para mí recuerda eso porque es lo que hubiese hecho cualquiera. Como que se quedan con esos momentitos que los hacen sentir más cercanos. Vos, adentro, hablo del Mundial, porque fue lo más importante en estos últimos años, ¿cuál es tu punto de vista desde el Mundial? ¿Cuál es el momento que a vos te has acordado? Que quizás no tiene que ser el penal. Por ahí fue, no sé, algo que nadie vio».
Paulo: «Sí, hay un momento en particular que obviamente no se vio porque fue muy rápido que cuando nosotros pasamos a ganar 3-2, quedaba muy poco para que termine el tiempo extra del partido, y pasa lo del penal, que empata Francia el 3-3, y nada, a mí se me vino el mundo abajo, al punto de empezar a casi lagrimear porque en el deporte, en el fútbol, estas situaciones, vas a los penales y perdés. Vas ganando, te empatan. O sea, vos como futbolista pensás que cuando vas a los penales perdés. No, no, no, Depende cómo se dio el partido. Es como decir todo esto pasó porque tenemos que perder. Ok. Si no, el partido terminaba 3 a 2, no había penal, Francia no lo empataba de nuevo. Entonces en ese momento yo entro como a lagrimear y en ese lapso de minutos que faltan entre que termine el partido y el gol de Francia. Entonces, no había tiempo ni para lagrimear, ni para pensar, ni para nada, son minutos donde pueden pasar miles de cosas, donde no te esperas un llamado, queda un solo cambio, hay muchos jugadores. El técnico tiene que tomar decisiones y me tocó entrar. Entonces, ahí las emociones quedan un poco aparte, de lado y es full concentración enfocado en lo que tenés que hacer, que lo mío era prácticamente estar muy concentrado para los penales y nada más. Entonces el momento que un poco me marca a mí es el empate de Francia, donde yo me vengo abajo emocionalmente, al nivel de casi llorar.
Oriana: «Uno de afuera ve a los deportistas y son como el símbolo de la salud física, del bienestar físico, del prime físico básicamente, como que es raro escuchar hablar a un deportista de cómo está emocionalmente, no solo de la salud mental, Y sentís que a veces hace falta prestarle un poco más de atención a eso, porque yo te veo a vos, solito, una personita que, está bien, tenés 30 años, pero sos un niño y cargás con tanto en los hombros que como no sé, digo, ¿cómo haces? ¿Cómo haces, amor?».
Paulo: «No sé, la verdad. A veces es un poco ir para adelante, ¿no? Yo tuve que crecer, también, muy de golpe. Me fui muy joven de mi casa. Chocás con muchas cosas. No es que todo color de rosa, todo lindo. Es que por eso. O sea, te das varios palazos en el camino hasta que, bueno, vas aprendiendo algunas cosas, otras a lo mejor las voy a ir aprendiendo más adelante. Tengo mucha gente que me ayuda y que me ha ayudado durante el tiempo, pero sí, también uno va creciendo, tiene que ser responsable de las cosas que vive, de las cosas que tiene y nada. Como cosas que la vida me fue poniendo en el camino y otras cosas las tuve que aprender, crecer, apoyarme en gente que me enseñe todo, básicamente. Pero, como te dije recién, yo me fui muy chico y muchas cosas también las vas aprendiendo en la calle».
Oriana: «¿Es importante la gente que tenés cuando volvés a casa en ese sentido? Porque, por ahí en el club, ¿es normal preguntarse cómo están?».
Paulo: «No. Claro. No, para nada. Por eso. En el fútbol difícilmente se hable de emociones. O de qué le pasa a uno. Sí, yo creo que si se llega a un cierto nivel y uno ya lo necesita porque a un cierto nivel no puede más. Pero es raro que en el vestuario se hable de ir al psicólogo o que necesitás ayuda para tu parte emocional. No te digo que esté mal visto porque ha cambiado mucho en los últimos años. Se ve totalmente de otra forma. Pero es raro. No se habla. Los clubes hoy en día tienen psicólogos. Pero es una figura como que está ahí. Sí, que no está tan presente».
Oriana: «Yo como espectadora pregunto esto, lo pregunto por los momentos malos y al revés, también lo pregunto por los momentos buenos, como ustedes tienen una vida donde pasan de extremos re fuertes, como felicidad total, ganar un Mundial, a de repente no sé, te lesionaste y uno tiene que estar preparado y tener herramientas para poder lidiar con eso. O de repente algunos van por la vida y no se lo cuestionan. Algo que yo a vos te pregunté mucho después del Mundial, que tuvimos esa conversación… Por ahí es loco y la gente va a escuchar esta pregunta y dice, ¿qué? Pero, ¿cómo no te sentiste, más allá de toda la felicidad, un poco vacío después del Mundial? Porque con 30 años sos joven. Todavía te quedan años de carrera y conseguiste algo casi lo más grande ¿cómo haces para no sentir que después de eso ya está?».
Paulo: «Yo te puedo responder muy fácil la pregunta. O sea, si es verdad que para un futbolista es lo máximo, pero yo tengo muchos otros objetivos también a nivel futbolístico. Tengo otros trofeos que quiero ganar, quiero marcar cierta cantidad de goles, quiero tener cierta cantidad de presencias, quiero jugar cierta cantidad de años. Entonces, sí, es lo máximo, pero me quedan muchas cosas. Entonces como que en ningún momento hubo un vacío para mí. O sea, yo después de haber ganado el Mundial, tuve otra final muy importante para jugar con la Roma y perdimos la final y a mí me mató. Estaba destruido, no podía más, yo quería irme a mi casa, no salir de mi casa, estar ahí, a mí me pegó muy fuerte haber perdido esa final, porque yo sé que para nosotros en ese momento hubiese sido algo histórico como fue ganar el Mundial. Yo sé que para la gente de la Roma hubiese sido algo único en toda su historia. Y yo hacía un año que estaba ahí y todos me preguntan ‘cómo lo sentiste tan así?’. El vivir en la ciudad, el conocer la gente, al grupo… me mató haber perdido esa final. Puede que me haya dejado un vacío a lo mejor más grande que el que vos me preguntaste recién y no hay comparación entre una cosa y la otra. A nivel de magnitud de escenarios, pero eso es real eso. Pero es lo que yo sentí, es lo que yo viví y siento que está re bueno que eso te pase porque le seguís dando la misma importancia a las cosas de tu trabajo, que es tu pasión, por más grandes o chiquitas que sean para los demás. La Europa League era re importante y por ahí esto, la gente lo veía de fuera y era ‘pero ya ganaste un Mundial’. Y eso habla un poco también de la pasión que seguís sintiendo por el trabajo».
Oriana: «O sea, ¿vos sos de las personas que creen que tienen que trabajar sí o sí de su pasión? Si vos decís ‘si ya no me importa o no lo disfruto, no siento una pasión por esto, lo dejo de hacer’. Es que si no lo disfrutás la vas a pasar mal».
Paulo: Claro, disfrutás, la vas a pasar mal. Es difícil ponerse en el lugar de todos los trabajos de toda la gente, no podés porque cada persona a lo mejor tiene una necesidad o lo vive de otra forma desde mi punto de vista. A lo mejor te dicen ‘no, sí bueno. Pero vos sos deportista, jugás en ciertos niveles es fácil para vos decirlo’. A lo mejor, la gente tiene razón, pero yo hablo desde mi experiencia y si yo no disfrutara el fútbol yo me levantaría todas las mañanas y sufriría y yo disfruto un montón ir a entrenar, estar con mis compañeros, almorzar ahí, viajar con mi equipo es normal que a veces decimos ‘hoy no tengo ganas de ir a entrenar tengo ganas de seguir durmiendo’. Te veo a vos que te quedas todos los días durmiendo y quiero seguir durmiendo yo también. Pero yo disfruto un montón jugar y lo sigo disfrutando, lo disfruté mucho antes del Mundial. Lo disfruté durante el Mundial, lo sigo disfrutando. El fútbol es una pasión, es lo que siempre quise, lo que quiero y lo disfruto hasta que, bueno, a lo mejor, en algún momento mi cuerpo me dice ‘che, mirá, yo no estoy disfrutando más’. A lo mejor vos sí, pero el cuerpo no lo está disfrutando más. Hoy en día lo disfruto y me levanto cada mañana feliz de poder ir a entrenar».
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Paulo Dybala
DEPORTE
Con Ángel Di María y Nicolás Otamendi Benfica empató 0-0 con Bologna por la fecha 6 de la Champions League
Foto: EFE
El equipo de Fideo Di María y Otamendi ni pudo con Bologna, pero se mantiene en la zona de clasificación en la Champions League.
Benfica se mostró incapaz y sin acierto en la visita a Da Luz del Bolonia, y se tendrá que jugar el pase a la siguiente ronda de la Liga de Campeones en sus dos duelos restantes, contra el Barcelona en Lisboa y ante el Juventus, en Turín.
El conjunto luso ha perdido fuelle y no ha logrado mantener la dinámica de su goleada ante el Atlético Madrid. Ahora tiene diez puntos, es decimoquinto. Perdió una buena ocasión de dar un paso al frente ante un rival que no ha ganado y que logró su segundo empate.
Los italianos llegaron a Lisboa con un solo punto en su haber y, tras el susto de un gol encajado en el minuto 2 que fue anulado por fuera de juego, logró hacerse con la posesión y encerrar al Benfica en su campo.
La tranquilidad de los italianos a la hora de pasar el balón contrastaba con la incomodidad de los portugueses, a los que les costaba enlazar con la verticalidad que caracteriza su fútbol.
Sólo a través de transiciones rápidas, apoyadas en la técnica y veteranía del exmadridista Ángel Di María, el Benfica amenazó la portería del Bolonia.
La mejor ocasión de la primera parte llegó en los instantes finales, cuando el español Álvaro Carreras se deshizo de un defensa, entró en el área y sirvió a Di María, cuyo disparo de primeras fue atajado por el internacional polaco Lukasz Skorupski.
La segunda mitad, aunque comenzó con el delantero del Bolonia Thijs Dallinga poniendo a prueba al guardameta Trubin, trajo a un Benfica mucho más enérgico, con Carreras causando muchos problemas a Urbanski por la banda izquierda.
Ante la avalancha ofensiva de las ‘águilas’, el meta Skorupski se convirtió en el salvador de su equipo ante las constante ofensiva encarnada. A pesar del ritmo frenético, la contienda terminó sin goles, por lo que el Benfica tendrá que intentar sumar puntos en sus dos próximos partidos, contra el FC Barcelona en casa y contra Juventus en Turín.
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