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Bullrich entrena fuerte para el debate y carga sobre los puntos débiles de Massa y Milei: la crisis y la casta

La precandidata presidencial argentina Patricia Bullrich, en el acto de cierre de su campaña electoral antes de las primarias (Foto: REUTERS/Matias Baglietto/Foto de archivo)El candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, apuesta a polarizar con su rival de La Libertad Avanza, Javier Milei (Foto: NA – Damián Dopacio).Javier Milei, candidato a presidente de La Libertad Avanza (Foto: Reuters)

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Ser simple, concisa, evitar el discurso acartonado, confrontar con el ministro que está dejando más de 40% de pobres –además de una inflación anual de tres dígitos y un agujero fiscal cada vez más grande- y con el candidato que “entregó el ‘cambio’ antes de asumir”: con esos objetivos y con la idea de que el evento será importante para la definición del voto, Patricia Bullrich termina su entrenamiento para el debate presidencial del domingo y prepara señales tanto arriba como abajo del escenario.

En un estudio de televisión en Belgrano, la candidata de Juntos por el Cambio tendrá este viernes su último simulacro. Viene preparándose hace semanas y el miércoles completó el cuarto ensayo. Con el tiempo ajustado entre actos, caravanas en el AMBA y en el interior del país con la “Patoneta”, entrevistas, y demás actividades de campaña, las prácticas fueron breves.

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Este viernes, se dedicaría casi exclusivamente a practicar. Y de hecho, quizás una señal de la relevancia que le otorga a la ocasión, estará concentrada en el debate sin grandes actividades de campaña hasta el domingo.

Bullrich entrena con un equipo que coordina el economista Martín Siracusa y está integrado por algunos de los colaboradores más cercanos a la candidata, como Juan Pablo Arenaza, Hernán Lombardi y Laura Alonso, que este viernes se pondrán en el papel de los demás presidenciables y simularán el tipo de preguntas que podrían hacerle. Pero también participó activamente de la preparación su potencial ministro de Economía en caso de llegar al Gobierno, Carlos Melconian.

Economía no solo será uno de los ejes temáticos del debate de este domingo, sino que será el eje clave. Por el perfil de Sergio Massa y Javier Milei con quienes debe confrontar, porque es la preocupación principal del electorado en medio de la crisis y porque Bullrich sabe que tiene que romper con la idea de que su punto débil es, justamente, el económico.

El candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, apuesta a polarizar con su rival de La Libertad Avanza, Javier Milei (Foto: NA - Damián Dopacio).
El candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, apuesta a polarizar con su rival de La Libertad Avanza, Javier Milei (Foto: NA – Damián Dopacio).

Los otros ejes serán Educación -en el que la asistió el diputado radical Fabio Quetglas- y Derechos Humanos y Convivencia Democrática -donde intervino la mirada del filósofo Santiago Kovadloff, con un discurso más “humano” con el que busca chocar con la mirada “mercantilista” del candidato libertario.

Aunque no hubo sorpresas, en el equipo de campaña de Bullrich tomaron nota de lo que sucedió durante el debate de candidatos a vicepresidente en TN, y el modo en el que Victoria Villarruel -vice de Milei- y Agustín Rossi -compañero de fórmula de Massa- buscaron estratégicamente confrontar entre sí, excluyendo al radical Luis Petri del centro.

“Patricia no va a tener problemas para imponerse si es el caso. Tiene experiencia política, tiene experiencia televisiva, en choques con figuras muy complicadas como Moyano. Pero sobre todo Milei no es Villarruel. Es impredecible lo que pueda pasar con Milei el domingo, el problema lo tiene él. No nos preocupa eso”, asegura uno de los responsables de la estrategia bullrichista.

“La estrategia es que sea 100% ella, no sirve que finja otro estilo, ni el coaching, se nota. Massa es el más fácil, alcanza con describir la realidad y que es imposible cambiar con quien ya está hoy en el Gobierno”, anticipa otro.

“La disputa con Milei es por el cambio. Hay que mostrar que uno ya empezó a entregar el cambio antes de asumir y que la casta la tiene con él”, concluye un tercero.

Javier Milei, en la mira del gobierno brasileño (Foto: Reuters)
Javier Milei, candidato a presidente de La Libertad Avanza (Foto: Reuters)

En el equipo opositor hacen un cálculo: entre apertura, cierre, la exposición de los temas, las cuatro preguntas, las respuestas, y el “derecho a réplica”, ningún candidato hablará este domingo más de 20 minutos en total.

En ese sentido, advierten, la clave está en desarrollar ideas concisas, conceptos sencillos, pero “contundentes”, evitar enroscarse en el discurso y chocar con los límites que impone el formato fijo del debate. Un dato: por sorteo, Bullrich tendrá a cargo el minuto final de cierre del debate y buscará aprovecharlo.

La candidata viajará a Santiago del Estero el sábado. Visitara el Centro de Convenciones Provincial Forum, donde se desarrollará el domingo el debate, y probará cómo será el ingreso al escenario, el sonido, las luces y la interacción con las cámaras. Luego quedará un último repaso para afianzar el discurso, sobre todo para la exposición de ejes temáticos.

Bullrich no buscará dejar solamente mensajes sobre el escenario. Cada candidato puede llevar invitados. Al debate en Santiago del Estero, ella llevará una veintena. Entre ellos estarán, además de quienes la acompañaron en la preparación y del propio Carlos Melconian, algunos de los gobernadores -actuales y electos, radicales y del PRO- con quienes armó una foto de unidad en las últimas horas.

La presidenciable del JxC busca que los mandatarios jueguen fuerte sobre el territorio en las próximas tres semanas de campaña. En las PASO, Milei salió primero en la mayoría de las provincias, con excepción de aquellas en las que hubo elección local el mismo día que la nacional. Pero Bullrich busca mostrar, además, la diferencia de sustento político y de capacidad de “cambio” que existe entre el libertario y la coalición opositora.

Viajarán, entre otros, el mendocino Alfredo Cornejo, el correntino Gustavo Valdés, el chaqueño Leandro Zdero, de la UCR y el chubutense Ignacio “Nacho” Torres, del PRO. Por otra parte, figuras como Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri estarán presentes en el debate del 8 de octubre, en la Ciudad de Buenos Aires.

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Señales de alarma para preocuparse

Milei retomó su lucha contra “la casta”.

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Columna publicada originalmente en Clarín

Desde que sufrió una sucesión de traspiés parlamentarios (fondos reservados para la SIDE, compensación jubilatoria y Comisión Bicameral de Inteligencia), Javier Milei ha debido incorporarse a una escena pública que le sienta incómoda. Esa que, en los últimos días, por ejemplo, lo encontró departiendo con diputados propios y colaboracionistas del PRO. Un encuentro y una fotografía denostados por su principal asesor, Santiago Caputo. “Un tiro en los pies”, lo calificó el joven prestidigitador de las redes.

Es muy posible que el intento presidencial por enmendar aquel paso no haya sido una casualidad. Tampoco, impulsado por una sola razón. Sin decir nada a nadie firmó el decreto que limita el acceso a la información pública. Un derecho de la sociedad y de los medios de comunicación. El Gobierno no estaría obligado desde ahora a brindar información del ámbito de la vida privada de los funcionarios públicos ni de todo aquello que sea preparatorio de una decisión estatal.

Al margen del carácter restrictivo de la determinación oficial, no puede pasarse por alto otro detalle. La norma modificada fue uno de los aciertos institucionales que dejó como herencia la administración de Mauricio Macri. El PRO emitió un duro comunicado de repudio. El jefe del bloque de Diputados, Cristian Ritondo, aseguró que se lo dijo al Presidente. El macrismo, vale recordarlo, es el aliado principal que tiene el Gobierno para gestionar políticas en el Congreso que La Libertad Avanza, por su volumen escaso y conocimiento precario, no está en condiciones de encarar.

Claro que el macrismo no estuvo solo. Todas las fuerzas políticas condenaron aquel decreto de Milei. Incluido el kirchnerismo, amante siempre del oscurantismo informativo. Se montaron en el repudio centenares de organizaciones civiles y se aprestan presentaciones en la Justicia por el carácter presuntamente inconstitucional del decreto.

Guillermo Francos soportó, a propósito, una firme interpelación cuando asistió en Diputados a cumplir con su primer informe como jefe de Gabinete. El veterano dirigente improvisó una respuesta que no poseía. Aclaró que aquel decreto presidencial podría ser revisado. Difícilmente ocurra, por un motivo: la decisión le permitió a Milei retomar su guerra contra “la casta”. Alineada casi sin fisuras, a juicio suyo, en oposición al límite establecido para el acceso a la información pública.

Nunca la relevancia del líder libertario ha estado ligada a la política o a los asuntos institucionales. Esos menesteres le desagradan, según confió a los diputados que lo visitaron en la Casa Rosada. Su fuerte radica en la economía-financiera, el equilibrio fiscal, la lucha contra la inflación. ¿A la sociedad le importan más esas cosas o los cambios en el acceso a la información pública?, fue el interrogante que hicieron circular los libertarios en las últimas horas. Antes que una pregunta pareció una explicación sobre lo ocurrido.

Aquel episodio representó apenas el prólogo del renovado embate de Milei contra “la casta”. El primer mandatario no se guardó nada al hablar en el Foro de Madrid que se realizó en Buenos Aires. Un mitin con escasa asistencia, organizado por el partido Vox de la ultraderecha española, encabezado por su numen, Santiago Abascal. Sopapeó a “la casta” y al socialismo. Como no lo había hecho nunca, llamó a Alberto Fernández “autócrata golpeador”. Alentó a quienes vociferaban insultos desde las plateas.

Milei se guardó un tramo de la alocución para hablarle a los propios. Advirtió sobre la dispersión y las peleas internas. Exhortó a la unión para poder llevar adelante la difícil tarea que les espera. Una señal alentadora: sabe con evidencia lo que ocurre en el pandemonio libertario. Una comprobación: parece no haber hallado todavía la manera de conducir dos cuerpos (Diputados y el Senado) que batallan muchas veces por cuestiones incomprensibles.

El jefe del bloque de la Cámara baja, el cordobés Gabriel Borboroni, fue vapuleado por los pares que no resultaron invitados a aquella primera cumbre con Milei en la Rosada. La diputada Lilia Lemoine es acusada desde adentro de manipular supuestos videos extorsivos. ¿Contra quién? En el Senado saltó una liebre: los seis senadores de LLA reúnen 88 asesores. El presidente provisional, Bartolomé Abdala, confesó que varios de los suyos trabajan en su provincia, San Luis. Aspira a ser el próximo gobernador. Ni macristas, ni kirchneristas, ni radicales, ni los “lilitos” podrían haber perfeccionado ese cuadro.

Javier Milei vs la UIA: los industriales no quisieron hacerse cargo de nada

El Presidente se entusiasma en agitar la bandera de la lucha contra “la casta”. Puede que le siga dando réditos. Debe darse cuenta, sin embargo, que la campaña electoral quedó muy atrás. Camina ahora sobre terreno embarrado. La semana pasada fue la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y algunos aliados no libertarios quienes impidieron o postergaron otra amargura a Milei en el Senado. El naufragio final del DNU de la SIDE, la ampliación del presupuesto universitario y, probablemente, la imposibilidad de habilitar la Boleta Única para las legislativas de 2025.

Más allá de la insistencia de Milei con el veto a la compensación a los jubilados, exhibido como muestra de autoridad y firmeza, el Gobierno parece estar balanceándose entre esa postura de aparente avance y una estrategia de defensa a la cual lo obliga, de manera paulatina, la oposición. No de modo excluyente el kirchnerismo.

El Gobierno se enfrenta a dos amenazas que exceden a “la casta”. La postura intransigente contra los jubilados, en defensa del equilibrio fiscal, acarreará, antes o después, un costo político y social. El líder libertario lo advirtió en abril cuando fue sorprendido por una marcha multitudinaria, repleta de votantes suyos, en defensa de la educación pública y los fondos universitarios. Permitió sin interferencias la catarsis y recompuso el rumbo.

El desafío podría replicarse si, como afirma, aplica otro veto al presupuesto adicional para las universidades que aspira a sancionar el Senado. Sería el momento de repensar ciertas cuestiones. Nadie puede discutir que el Estado ha recuperado el control de la calle después de estar por décadas bajo la tutela de piqueteros y movimientos sociales. No todas las situaciones deben auscultarse bajo un mismo cristal.

Existió una reprimenda desproporcionada en una protesta de empleados judiciales –no más de 50—que reclamaron por una paritaria mejor. Es cierto que viejos y mañeros dirigentes se filtraron en la protesta de los jubilados frente al Congreso. Pese a eso, cabría una pregunta: ¿Hacía falta semejante despliegue policial para controlar a un millar de personas? Quizá le alcance a Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad, con bajar simplemente un cambio.

Un gesto así, a lo mejor, ayudaría a aplacar un clima político y social que se advierte muy tenso. Encima de una grieta. Originado en las penurias objetivas producto del ajuste y de la crisis. La dirigencia arroja combustible en esa tea con demasiada indolencia. Sería prudente que Milei rehaga su lenguaje cotidiano insultante y provocador hacia cualquiera. También ayudaría que dirigentes como el senador K José Mayans desista de las alusiones psiquiátricas contra el mandatario. O Pablo Moyano, uno de los secretarios de la CGT, deje de augurar desestabilizaciones del Gobierno.

Esos contextos son los que suelen propiciar situaciones sorprendentes, graves e inexplicables. Ocurrió el jueves con un paquete explosivo que estalló en la oficina del titular de la Sociedad Rural, Nicolás Pino. No tuvo consecuencias insolubles. Representa una alerta inquietante. Nadie en el Gobierno, ni fuera de él, entiende las razones y el origen. Se apunta a grupos periféricos. La patrulla digital libertaria, burda, cargó culpas contra el macrismo y otros por no aprobar los fondos reservados para la SIDE.

Aunque se trate de episodios muy distintos, resulta difícil no parangonarlo con aquel umbral de tragedia a la que se asomó la Argentina en septiembre de 2022. Fue el intento de magnicidio contra Cristina Fernández. Pese a la investigación judicial y el juicio en curso a los responsables, la ex presidenta nunca pudo aceptar que haya sido obra de un grupo de marginales. Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Gabriel Carrizo. Llamados “los copitos”. Personas resentidas que incubaron odio y violencia al amparo del concepto bélico que impuso por décadas el kirchnerismo en el poder.

La escalada de ese clima enrarecido puede haber contribuido a diluir algunos trámites políticos que se hacían con discreción. Uno de ellos refiere a la nominación de los jueces Ariel Lijo y Manuel García- Mansilla para la Corte Suprema. La parálisis sucedería por una hábil maniobra de Cristina: dejó correr todas las discusiones, nunca negó consultas oficiales con su entorno, pero cerca de la hora de los bifes blanqueó condiciones. No habría lugar para aquellos jueces si no se discute una ampliación del máximo Tribunal donde el kirchnerismo pueda terciar.

Tantas idas y vueltas no resultan ajenas a los cuatro magistrados de la Corte. En diciembre debe dejar su cargo el cordobés Juan Carlos Maqueda. La indefinición general estaría induciendo al cuerpo a anticipar una decisión: renovar en cualquier momento la presidencia de Horacio Rosatti, respaldado por el propio Maqueda y por Carlos Rosenkrantz. Ricardo Lorenzetti toca otra melodía.

Ese status quo no convence a Cristina. En el Tribunal terminarán cayendo, al final, sus causas por corrupción. De allí la idea de ampliarlo. La ex presidenta, antes de eso, considera que habría que atender la evolución de la realidad económico-social. Sostuvo un chicaneo con Milei y formuló consideraciones no todas desechables. El problema de su palabra es siempre el mismo: la historia y el prontuario.

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