DEPORTE
¿Qué tiene Guardiola en la cabeza?
A diferencia de otros entrenadores, exitosos pero más terrenales, la pregunta que surge al notar la vigencia de Pep Guardiola en lo más alto del fútbol mundial ya no es cómo hace para ganar sino cómo hace para no dejar de ganar. Quizá, es un caso que merezca ya un abordaje neurocientífico más que táctico/estratégico para poder descifrarlo. ¿De dónde sacará esa motivación para encontrar siempre un nuevo objetivo en su carrera? ¿Cuál será la fibra íntima que le activa tanto hambre de gloria? ¿En qué parte de su cerebro se encenderá esa ambición por superarse a sí mismo? Porque ahí radica justamente una gran diferencia con los otros técnicos de esa privilegiada élite. Pep hace rato que dejó de competir con sus colegas. Compite con Pep.
Y en esa competencia íntima es increíble ver cómo se supera y va coleccionando títulos y batiendo récords en cada nueva temporada. Lo difícil que debe ser ganar cuatro ligas consecutivas en el fútbol inglés que nadie pudo hacerlo en 136 largos años de historia. Pero Pep transforma lo imposible en algo posible, lo ilógico en algo razonable, lo extraordinario en algo cotidiano. Elevó tanto la vara que hoy parece normal que un equipo suyo salga campeón cuatro veces al hilo.
Cuando llegó a mediados del 2016 al Manchester City, la opinión mayoritaria en Inglaterra (periodistas e hinchas) era que Guardiola, a diferencia de sus etapas en España con el Barcelona y en Alemania con el Bayern Munich, no iba a poder dominar la Premier. Que su estilo no iba a adaptarse a la manera histórica en que se jugaba en la liga inglesa. La primera temporada terminó tercero y no levantó un solo trofeo, por lo que pareció darle la razón a aquellos pronósticos desalentadores. Gran error porque lo suyo no fue un retroceso… sólo estaba tomando impulso. En las siete temporadas posteriores ganó seis Premier League (fue subcampeón en la otra), además de 11 títulos más, entre FA Cup, Copa de la Liga, Community Shield, Champions League, Supercopa europea y Mundial de Clubes. Conclusión: guardiolizó la Premier. Los demás fueron los que tuvieron que adaptarse a él.
A fines de mayo del 2023, en una charla exclusiva con Olé el día después de ganar la Champions en Estambul, un Pep exhausto mentalmente aseguró: «Ya está. El trabajo está hecho». Al escuchar a ese hombre que por un lado había cumplido el deseo del club inglés de levantar por fin la Orejona y, por el otro, el propio deseo de volver a ganar ese torneo que muchos le achacaban que sólo lo había ganado con Messi, flotaba un misterio imposible de develar: ¿cómo hará ahora para motivarse la próxima temporada?
Evidentemente, este catalán de 53 años tan obsesionado por el fútbol que fue capaz de revolucionarlo, saca energía y hambre de donde no tiene. Una vez que su tanque se queda sin combustible, que se vacía, encuentra siempre un surtidor (¿emocional, espiritual, racional?) para volver a cargarlo. No sólo eso. También posee la capacidad de motivar a su plantel para continuar ese camino de éxitos, de invitarlos a esforzarse y arrancar de nuevo como si nada hubiera pasado. Como si ese Pep exitoso en realidad no existiera. Como si su memoria no recordara el ayer y se levantara hoy temprano para salir a ganar por primera vez en la vida. Y así, sucesivamente, en un loop constante. Hasta cuando él quiera.
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Pep Guardiola
DEPORTE
Con un gol de Salomón Rondón, Pachuca goleó 3-0 a Botafogo y lo eliminó de la Copa Intercontinental
Foto: EFE
Pachuca se despachó con el campeón de la Copa Libertadores, Botafogo. Los mexicanos vencieron 3-0 por la Copa Intercontinental.
Pachuca, con un golazo, una genialidad de Idrissi y otros dos del colombiano Deossa y el venezolano Rondón, goleó este miércoles 0-3 a un Botafogo de resaca y cansado, y se clasificó a las semifinales de la Copa Intercontinental que disputará contra el Al-Ahly egipcio.
Idrissi, neerlandés nacionalizado marroquí, se inventó una obra de arte en el minuto 50 para adelantar a los Tuzos, que bajaron de la nube a un Botafogo que ya se veía en la final contra el Real Madrid tras ganar la Libertadores y la Liga brasileña en una semana.
Nelson Deossa amplió distancias en el 66 y Salomón Rondón, el eterno goleador de la selección venezolana, sentenció en el 80 para los mexicanos, cuando el Fogão estaba volcado en busca de recortar distancias.
En el bautizado como Derbi de las Américas entre los campeones de la Libertadores y la ‘Concachampions’, el cuadro del uruguayo Guillermo Almada, más descansado, superó de principio a fin al cuadro carioca, que se desmoronó por completo en la segunda mitad.
En un intento por refrescar el once, el técnico del Botafogo, el portugués Artur Jorge, sorprendió con las rotaciones.
Titulares indiscutibles como Alex Telles, Marlon, el venezolano Jefferson Savarino y el argentino Thiago Almada se sentaron en el banquillo. Era el turno de la unidad ‘B’ con Luiz Henrique, la estrella del proyecto galáctico botafoguense, como faro del equipo.
Al Botafogo le costó encontrarse en el estadio 974 de Doha. Pachuca empezó y acabó mejor.
Montiel y Bautista repartieron juego con brillantez; Idrissi hizo virguerías en la banda y Rondón se encargó de pelear cada pelota dentro del área. El coloso venezolano se las tuvo y se las deseó con Alexander Barboza, mientras que Adryelson le acribilló a faltas. No le pararon.
En los diez primeros minutos, los mexicanos asustaron con un disparo venenoso de Montiel y otro de Rondón directo a las manos de John.
Los de Artur Jorge eran incapaces de saltar la línea de presión del campeón de Norteamérica, más asentado, con la defensa casi en el centro del campo.
El plan de Almada permitió además alejar del área a Luiz Henrique, que pese a todo fue el mejor de su equipo.
Por el exjugador del Real Betis pasó el poco peligro que generó el conjunto carioca en la primera mitad. Pisó poco el área, pero con metros por delante explotó toda su velocidad.
La única forma de tumbarlo fue a patadas. Bryan González se pegó una paliza persiguiendo al 7.
Pasada la primera media hora, Pachuca bajó de revoluciones en ataque, pero a Botafogo siempre pareció faltarle gas. Al descanso el marcador lucía como al principio: 0-0.
El arranque de la segunda mitad fue un reflejo de la primera, con la diferencia de Idrissi. El exjugador del Sevilla conectó con Bryan González, se metió al área, sentó a Adryelson, luego a Barboza y chutó firme para anotar el primero. Una auténtica maravilla. Botafogo respondió con un pírrico carrusel de cambios. Entró la caballería pesada: Almada, Savarino.
Pero justamente un error del mediapunta argentino propició el segundo del Pachuca, obra de Deossa, que había entrado desde el banquillo. John Victor pudo hacer algo más para detener el disparo a contrapié del colombiano.
Botafogo se fue a la desesperada en busca de un gol que le metiera en el partido y lo que se encontró fue con la sentencia de Rondón al contragolpe a pase de Deossa.
Fue la puntilla para un Botafogo que sufrió un bajón de adrenalina tras firmar la mejor temporada de su historia. Pachuca avanza con oficio y clase y ya mira al Al-Ahly.
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