La política nacional no detiene su demoledora dinámica por el verano. Muy por el contrario, todas las fuerzas y los principales actores políticos formulan anuncios, toman decisiones y redefines sus estrategias de cara a un escenario electoral que, más que de elecciones legislativas de medio término, parece ser el de posicionamiento para las presidenciales de 2027 y de plebiscito para el programa económico del gobierno nacional.

Las últimas 48 horas provocaron el paroxismo en una dirigencia que va muchos pasos por detrás de sus referentes, y parece no ser tenida en cuenta en las decisiones, así como sucede también con la ciudadanía, que parece asistir como testigo sordomudo a los virulentos cambios y reposicionamientos que tienen lugar.

Primero fue la trampa que le tendió Javier Milei a Mauricio Macri, quien terminó difundiendo un comunicado de aceptación a la posibilidad de una alianza nacional que, en caso de concretarse, significaría el fin del Pro y de su propia carrera política. Hasta entonces el expresidente podía postularse como candidato a senador nacional por su propio partido, con chances ciertas de cumplir ese objetivo. Pero el eventual entendimiento con Milei significaría, en la práctica, la liquidación del Pro para decantar en La Libertad Avanza, con una distribución de lugares en las listas electorales que dejaría a sus integrantes en posiciones periféricas. Macri se apresuró a aceptar la oferta de Milei sin detenerse a analizar en qué consistía realmente. Hoy el resto de quienes siguen todavía a su lado se lo reprocha en malos términos.

En definitiva, difícilmente la alianza llegue a concretarse, pero el amague de Macri ha desgastado aún más su figura política, que viene en caída libre desde hace más de dos años. Pésimamente asesorado, el fundador del partido amarillo ha optado por todas las alternativas equivocadas cada vez que debió tomar partido, y sólo cabe esperar mayores migraciones hacia LLA.

Si bien hasta antes de la oferta de Milei las tres opciones principales en la CABA –el Pro, LLA y Unión por la Patria- estaban más o menos equilibradas un poco por encima de los 30 puntos en las preferencias según los encuestadores, el derrape de Macri no sólo fue celebrado por LLA, sino también por Cristina Fernández de Kirchner, quien comenzó a tomar muy en serio la posibilidad de cambiar de distrito para presentarse en los comicios porteños. La razón es de manual: en CABA se eligen senadores nacionales, cosa que no sucede en la Provincia de Buenos Aires. La fuerza más votada se lleva dos escaños y la segunda uno. Si el Pro y LLA confirman su alianza se quedarían con dos bancas, pero Cristina tendría asegurado su lugar en el Senado sin necesidad de esperar a que se celebren los comicios. Pero, si la alianza no se cierra y los partidos de derecha van por separado, es dable suponer que, con los errores constantes de Mauricio Macri los electores antiperonistas preferirán el “voto útil” a LLA a la división de sufragios entre ambas fuerzas. De este modo, Unión por la Patria tendría serias chances de salir segunda, y así Cristina podría retornar a la cámara alta.

Cristina quiere volver al Senado porque allí encabezaría el bloque mayoritario, y cree poder hacerse un picnic ante la limitada capacidad de la mayoría de los senadores. Además podría meter cizaña en el conflicto entre la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y el gobierno nacional.

La movida de Javier Milei y la desafortunada reacción de Mauricio Macri modificaron radicalmente el escenario electoral, pero no puede creerse que se trate de una casualidad: LLA quiere hacer desaparecer al Pro de la faz de la tierra, para luego dar la batalla final contra Unión por la Patria en las presidenciales de 2027. La estrategia diseñada por Santiago Caputo viene cumpliéndose a la perfección hasta ahora, demostrando una vez más que sólo el gobierno tiene protagonismo en el juego político, y las diversas fuerzas y actores opositores reaccionan como monigotes, lentos, aburridos y fuera de tiempo. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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