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River, antes del superclásico: cinco preguntas y una certeza

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Con el aura positiva que le dejaron los festejos de los últimos dos clásicos, River prepara una semana trascendental. No será decisiva desde lo numérico, pero resulta crucial para el espíritu y la confianza de un equipo que todavía busca encontrar su mejor versión. Y aunque los números y el rendimiento reciente lo presenten como favorito, volverá a estar obligado a hacerse cargo del desarrollo del juego, aprovechar las 85 mil personas que colmarán el Monumental y doblegar a su rival para festejar en casa. Hay mucho en juego en una semana que tiene al menos cinco incógnitas por resolver.

1) ¿Cómo puede River sentirse más seguro defensivamente?

“Me pidieron que busque las espaldas de los defensores, porque a la hora de atacar tienen muy buen pie, pero a la hora de defender son distraídos”. Las palabras de Braian Galván, tras convertir el gol de Banfield en el Monumental, abrieron el debate. Porque más allá de que al Millonario solo le convirtieron dos goles en los primeros siete primeros partidos del año, la sensación es que el equipo aún no logra transmitir máxima seguridad al perder la pelota. Al ser siempre protagonista y asumir riesgos, se expone y apuesta a retroceder en velocidad o defender mano a mano y aún no pudo pulir esa faceta.

De cara al domingo, hay tres puestos en la defensa que parecen tener garantías de titularidad: González Pirez y Paulo Díaz en la zaga y Enzo Díaz en el lateral izquierdo. La lucha estará en la derecha: ¿Andrés Herrera o Agustín Sant’Anna? De los últimos cuatro partidos, el flamante refuerzo fue titular por Copa Argentina e ingresó en los tres partidos de la Copa de la Liga, acumulando 74 minutos.

Paulo Díaz, la cuota de seguridad en el fondo de River

2) Tres para dos puestos: ¿quiénes juegan en el medio?

En la línea del mediocampo, la figura de Rodrigo Villagra, por quien River invirtió más de ocho millones de dólares, emerge como una alternativa concreta para el clásico. Nicolás Fonseca y Rodrigo Aliendro fueron titulares los seis partidos del torneo en un esquema cambiante (4-2-3-1, 4-2-2-2 o 4-1-3-2), pero sus niveles no terminaron de convencer. El volante ítalo-uruguayo, que entró por la lesión de Kranevitter -volvería a los convocados el domingo-, fue de menor a mayor y despejó dudas iniciales, pero no tuvo un buen juego ante el Taladro: tiene pase claro hacia adelante, pero la marca y el retroceso no es su fuerte. En tanto, el ex volante de Colón aún está impreciso e incómodo, sin poder mostrar lo mejor de su conocido nivel.

“Entrenamos las tres variantes posibles en la mitad de la cancha con Fonseca, Villagra y Aliendro. Creo que entre esos tres pares, Aliendro es quien puede aportar más en ataque”, dijo Demichelis tras no utilizar a Villagra en el último partido. El DT debe definir si sostiene el eje Fonseca-Aliendro o si le da la oportunidad al ex Talleres: por sus características de quite y anticipo, es el único que podría sostenerse como único central.

Rodrigo Aliendro, una de las variantes que evalúa Demichelis para el domingo en el mediocampo

3) La duda del delantero: ¿llega Miguel Borja?

Con siete goles en seis partidos, Borja es el goleador del año de River. Pero la carrera de su implacable nivel se detuvo el miércoles pasado: sufrió una lesión muscular en la parte alta del aductor izquierdo ante Atlético y se perdió el 1-1 con Banfield. Deberá apostar a una intensa recuperación con kinesiología, gimnasio y tareas de campo para llegar al clásico. Su objetivo será recuperarse en 10 días.

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“Dentro de lo malo tuvimos la grata sorpresa de que la lesión no fue tan grave. Miguel es optimista y nosotros lo estamos acompañando, creemos que puede llegar bien”, dijo Demichelis. Y aunque por plazos parece difícil, el grado bajo de la lesión, la zona de la misma y la gran masa muscular del colombiano le permiten al cuerpo médico de River no descartarlo. En caso de no llegar, Solari, con gol incluido ante Banfield, parece liderar la carrera para reemplazarlo.

Pablo Solari, una opción para el ataque de River en caso de que no llegue Borja

4) ¿Cuántos minutos tendrán los juveniles?

Más allá de los posibles regresos de Kranevitter y Lanzini a la nómina de convocados, hay tres juveniles que seguirán en la lista de Demichelis: Mastantuono, Echeverri y Ruberto. Los tres juveniles tendrán su protagonismo en el Monumental: dos como posibles titulares y uno desde el banco.

Mastantuono viene de ser titular y es el suplente con mayor cantidad de minutos en el año: suma 319, repartidos en los siete juegos del calendario (fue tres veces titular), lo cual lo deposita con posibilidades de ir desde el arranque. Echeverri regresó el domingo tras el Preolímpico, entró 32 minutos y revolucionó el ataque millonario. Y Ruberto, aunque hoy es el único centro delantero natural que tiene disponible, posiblemente aguardará su chance en el banco con números interesantes: lleva dos goles en 142 minutos en siete juegos y Barovero le ahogó el tercero tras una buena definición ante Banfield. Todos tendrán sus oportunidad.

Mastantuono, con buenas chances de ser titular frente a Boca

5) Demichelis y su tarde especial: ¿cuánto se juega el DT?

Con la lupa encima por parte del hincha de River, el técnico vivirá otra jornada especial en el Monumental. Tendrá una oportunidad para continuar con su proceso de reconquistar al público: más allá del arranque con altibajos, River tiene cuatro victorias y tres empates; 15 goles a favor, dos en contra y un equipo que ha mostrado destellos del nivel que puede alcanzar.

Demichelis intentará alargar su buena racha en los clásicos

“Estamos en una etapa en la que no encontramos todavía nuestro mejor nivel. Estamos bien, pero se puede estar mejor. Imagino a un River protagonista contra Boca. Tenemos un rival al que le queremos ganar jugando bien”, explicó Demichelis, quien apuntó contra los rumores mediáticos y las posibles desestabilizaciones en la previa del clásico: “Es divertido, es parte de nuestra cultura. Me puedo equivocar como entrenador, pero antes de pelearme con un jugador me voy a mi casa. Todo lo que digan, pierden tiempo. Ah, y sigo viviendo en Libertador”. Y aunque el DT sabe que las miradas estarán puestas en su planteo, sus decisiones y el resultado, el clásico no será tan determinante como la Libertadores, su deuda hasta el momento como DT.



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River perdió el partido, los estribos y quedó envuelto por el escándalo en Mendoza

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No dio la talla. Faltó juego, asociaciones, temple y sobraron errores, desinteligencias, nerviosismo. La derrota 2 a 1 de River ante Independiente Rivadavia, en Mendoza, anuló la ilusión de los millonarios de batallar por el título. Ocho puntos separan al equipo que conduce Marcelo Gallardo del líder Vélez, con 12 unidades en juego. El gol de Ham, en el noveno minuto de adicional, decretó la caída y avivó el escándalo en la cancha y en el gimnasio del estadio Malvinas Argentinas, con una persecución de jugadores a Sebastián Villa y escenas que multiplicaron el descontrol. El final fue caótico, con corridas, gestos y golpes.

Un rato largo después de la derrota, Marcelo Gallardo dio la cara. El DT de River fue claro en su opinión: “Fue una reacción en caliente por un gesto que hace un adversario, y termina el partido. Nada justifica el comportamiento de los dos equipos. Nada lo justifica, esas cosas se dan a veces cuando estas en caliente. Creo que se metió mucha gente y fue muy confuso, no puedo detectar bien qué fue lo que pasó. No esta bueno, no me gusta. Hay que asumir la bronca y guardarse”. Y no eludió la autocrítica por el pobre rendimiento de su equipo: “Jugamos un muy mal segundo tiempo, no queda otra que reconocer que no nos salió nada”.

Una jugada repetida, pero que no deja de tener efectividad. Una acción conocida, que los directores técnicos remarcan, aunque las precauciones que se toman en la teoría se derrumban en la práctica. El pase de Tonetto al espacio, la corrida de Villa, el enganche del colombiano para la pierna hábil ante la marca de Gattoni y el latigazo de derecha para que resultara improductivo el revolcón de Armani.

Sencillo, pero vigente, el festejo del delantero es una escena que River padeció por cuarta vez: ahora, con la camiseta de Independiente Rivadavia; las anteriores, con la de Boca. Un gol que remarcó la endeblez de la fórmula de zagueros centrales, donde quien tomó al atacante fue engañado y González Pirez –que miraba de reojo al juez asistente Facundo Rodríguez– habilitó en el inicio de la jugada. En apenas siete minutos, los mendocinos descubrían la desnudez de un rival que debía marcar el pulso.

El resumen de la derrota de River

 

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Para revertir el resultado, River necesitaba tiempo, pero las acciones polémicas consumieron minutos para un equipo que manejó la tenencia de la pelota, aunque careció de creatividad para desarticular al rival. Un remate de Echeverri y otro de Bustos –tras un desborde de Colidio–, las situaciones de riesgo que levantaron al público millonario, que se vistió de neutral sin disimulo. Tres minutos se recuperaron en el primer tiempo de los casi diez que estuvo detenido, después de los dos penales que sancionó el árbitro Arasa: en el primero, Lucas Novelli –árbitro del VAR– anuló la mano de Sheyko Studer por posición adelantada de Solari. Más tarde, el mismo defensor bloqueó un remate de Echeverri y desde el VAR convocaron al árbitro principal para que repasara la jugada. Arasa defendió su interpretación y Colidio, con un remate de derecha y cruzado, igualó el marcador.

El escándalo del final

Nublado en ofensiva y errático en defensa, River sufrió tres veces en la misma jugada en el inicio del segundo tiempo, después de un error de Villagra: Sequeira, Ramis y Cardillo no pudieron con Armani, la gran figura riverplatense en la noche mendocina. La urgencia por un triunfo que mantuviera viva la esperanza de pulsear por el título invitaba a jugar a campo abierto: Villa pecó de individualista y definió desviado, cuando Ramis reclamaba el pase. Agazapado, Independiente Rivadavia era inteligente para romper los circuitos y veloz para correr hacia el arco rival. Armani con sus respuestas, como en el disparo de Tonetto, sostenía la ilusión.

La mejor respuesta colectiva de River la compusieron Meza y Echeverri, que de cabeza dejó la pelota en el techo del arco. Los ingresos de Borja, Mastantuono, Pity Martínez, Aliendro y Bareiro no modificaron el escenario, más allá de alguna situación –un cabezazo de Borja, una atropellada de Aliendro que no tuvo tiempo y espacio para definir- que puso en aprieto a Centurión, arquero que se forjó en las divisiones inferiores de los millonarios.

River resultó un equipo con poca chispa, adormecido, indolente, alejado de las formaciones con el sello que impuso Gallardo. Decidió jugar un ida y vuelta en el desenlace, pero no tuvo contundencia y mucha fragilidad en defensa e Independiente Rivadavia, un rival que estaría perdiendo la categoría si no fuera porque la AFA anuló los descensos en esta temporada, explotó con el tiro del final de Ham. River estaba obligado a ganar para sostener un sueño. Perdió y quedó envuelto por el escándalo.

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