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En plena crisis de los alquileres, surgió un nuevo «cuento del tío» y advierten cómo evitar las estafas

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“Las visitas se coordinan, sin excepción, con previa reserva (seña) con el propietario”, es lo que dice un supuesto agente inmobiliario a personas interesadas en un alquiler publicado en Facebook. Los usuarios denuncian que luego de dar un adelanto la persona desaparece y borra la publicación. Son varios los usuarios que han denunciado esta estafa en las últimas semanas.

Pese a que la Ley de Alquileres se derogó, la crisis por conseguir un departamento en la ciudad Autónoma de Buenos Aires sigue. Y es que ahora sin una regulación se dejó el acuerdo de tiempo de contrato y ajustes a la negociación de dueño e inquilino, que no siempre es justo, según denuncia la organización Inquilinos Agrupados.

En Marketplace y en grupos de Facebook, varios inquilinos han denunciado que hay cuentas que ofrecen departamentos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y piden un anticipo para poder ir a ver el lugar. Su excusa, en su mayoría, es que se pide el monto para garantizar que el inquilino asista a la cita.

Ximena Lanza fue una de las víctimas. Comentó a Clarín que en su caso le dijeron que tenía que depositar 6.000 pesos para reservar la cita. La persona con la que se contactó se identificó como un agente inmobiliario y aseguró que los dueños no viven en la ciudad, por lo que solo estarán un día y para garantizar que no vayan en vano hacen esta solicitud.

“La propietaria pide una seña para ir a hacer la visita. En caso que cuando lo vea no quiera reservar se le devuelve el dinero”, le dijeron a Lanza. Ante la presión de que había varios interesados y que le podrían ganar la posibilidad de alquilarlo, ella aceptó.

Capturas de pantalla de dos conversaciones con falsos dueños que piden seña para ver departamentos.Capturas de pantalla de dos conversaciones con falsos dueños que piden seña para ver departamentos.

«Ese momento pensás que es buena opción, cuando entrás a grupos ves que hay varios que preguntan entonces temés que te ganen, con lo difícil que es conseguir un buen departamento a un precio aceptable, con la inflación encima», destaca. Cuando llegó el día acordado, fue a la dirección, pero no encontró a nadie y ya no le respondieron. Luego denunció la publicación y se enteró que no fue la única que cayó con ese engaño.

Sin posibilidades de incrementar sus ingresos y con los días contados en el lugar donde vive, «uno entra en desesperación por encontrar un alquiler», remarca Lanza. Esta zozobra es usada por estafadores para pedir una seña a los interesados en un departamento antes de verlo y así robarles dinero.

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También los estafadores crean varios perfiles falsos para generar confianza en la persona que trata de alquilar y ahí engañarla. Verónica López comentó que puso su aviso de búsqueda de departamento en un grupo de Facebook y en el primer día varias personas le escribieron, tanto en su publicación como a su chat personal, recomendando un lugar.

“Es bueno, yo alquilo ahí, recomendable”. Ella creyó en las recomendaciones y al contactarlo le pidió una seña de 15.000 pesos para reservarle el departamento hasta el día que lo vaya a ver. Ella accedió, pero cuando llegó la fecha en que acordaron reunirse, el supuesto propietario tampoco se presentó y no la contactó más.

Estas estafas ocurren con frecuencia y no solo en CABA, según comenta el administrador de un grupo de alquileres en Facebook Sergio Balzano. Él narra que conoce de casos similares en la Costa y que incluso ahora vio que los estafadores usan fotografías o el DNI de otras personas para cometer estos crímenes.

“Hace un rato acabo de leer en otros grupos donde una señora está recibiendo injurias de parte de un usuario de Facebook que la está acusando de haberle robado y de ser estafadora; y al parecer a esta señora le han robado las fotos de su propiedad en alquiler, de sus publicaciones junto con los datos y la foto de perfil”, relata Balzano.

Acota que entre los diferentes casos que ve cada día también notó que hay quienes piden el 50% del alquiler para “reservar” la propiedad sin que el inquilino la haya visto. Un hecho así le ocurrió a Mariel Pacheco que depositó 100.000 pesos para reservar el departamento sin conocerlo, dado que no reside en CABA. Luego de haber pagado, el supuesto propietario borró la publicación y la bloqueó.

El presidente de la Cámara Inmobiliaria de Argentina, Ivan Ginevra, remarcó a Clarín que bajo ninguna circunstancia en el procedimiento regular de alquileres se pide una seña o anticipo para mostrar un departamento.

Estafas con departamentos deshabitados

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Otro caso que denuncian los internautas es de personas que además de hacerse pasar como dueños, muestran departamentos vacíos para estafar. En estos casos, luego de enseñarte el lugar, te piden un adelanto para cerrar el trato y cuando acuerdan una cita con el escribano, desaparecen y en el edificio aseguran no conocer a la persona con la que te contactaste.

Esto le pasó a Karen Hernández. Según contó a este diario, pese a estar al tanto de los engaños, igual cayó en uno. Ella relató que pudo ir a ver el departamento y le dijeron que si lo quería tenía que hacer un depósito para asegurarlo y que borren la publicación. “Ellos te entregan un recibo de que pagaste, firmado y te dan una cita para firmar el contrato para oficializarlo”, relata.

Al acudir al escribano, Hernández se topó con que no había ninguna cita programada y al tratar de contactarlos nuevamente ya no le contestaron más. Al volver a la dirección del departamento, le dijeron que ese lugar está desocupado desde hace tiempo y no conocen a la persona que ella contactó.

Ante la crecida de estos casos, Balzano trata siempre de recomendar a los miembros de su grupo de alquileres de Facebook que no entreguen dinero sin antes ver el departamento e incluso pedir una constancia de que quien les muestra el lugar es el verdadero propietario o alguien autorizado. Como él, varios internautas piden desconfiar de publicaciones que anuncien precios bajos en zonas céntricas e imágenes de lugares nuevos.

Maestría Clarín – Universidad de San Andrés



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20 años de Cromañón: el día que la Legislatura porteña se transformó en el lugar de la tragedia

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La oscuridad es total. La respiración del público sentado se escucha como agitada. El escenario vacío se va poblando. Se enciende una linterna que asemeja una bengala. Unas veinte personas que aparecen en escena hacen pogo y arengan. El público mudo, incómodo. Un nudo retuerce el estómago y por un instante se viaja 20 años en el tiempo… Estamos en Cromañón, en la noche del 30 de diciembre de 2004. La oscuridad ficticia muta a penumbra y luego a un atisbo de claridad. Se deja ver una bandera de Callejeros, suenan los primeros acordes de «Distinto» y el bullicio es atronador.

A pensar, a reaccionar, a relajar, a despotricar / A decir estupideces, a olvidarme de olvidar / A recordar lo que vendrá, a arriesgar una y mil veces. Se escucha lo que podría ser la voz de Pato Fontanet, pero la entona la masa de jóvenes entre alegría e histeria. Aquella linterna encendida, ahora pestañea diez, cien, mil veces… y el efecto teatral pone los nervios de punta. De aquel lado reinan el caos y la confusión, de éste, donde está el público, gobierna un silencio que retumba. Desde el escenario se advierten las siluetas que van cayendo como muñecos, entre llantos, gritos de desesperación y pedidos de auxilio. Se escuchan a lo lejos las sirenas que ganan en intensidad.

Por primera vez la Legislatura porteña fue sede de una obra teatral y su bautismo fue nada menos que con «Un minuto», una inspiración de la tragedia de Cromañón, que costó la vida de 194 personas y más de 3.000 heridos, a cargo de directora Flora Casale y 20 actores de Teatro Integral. A días de cumplirse el 20 aniversario de «la masacre», como denominan los familiares de las víctimas, la pieza fue elegida por Nilda Gómez, abogada y presidente de la ONG Familias por la Vida, quien gracias a su gestión produjo que la obra se viera en la Legislatura, en un salón donde no hubo legisladores.

«Se ve que estaban ocupadísimos craneando ideas y pensando en cómo pueden cambiar el mundo. ¿Qué podemos esperar de esta gente que nunca se hizo cargo? Parecen gerentes de sus propios kioscos, escondidos en sus despachos, intentando que no les salpique su propia inoperancia», dice Carolina Benítez, que perdió a su hermano Mariano en el boliche de Once.

Una escena conmovedora de «Un minuto», obra teatral de Flora Casale que llegó a la Legislatura a pocos días de cumplirse 20 años de la tragedia.

En el mismo tono, pero con muestras de hastío, Andrea Belzunce remarca que «hace tiempo que en este lugar se legisla lejos del alma y del bien común… Se legisla según los intereses de los políticos. Si la masacre de Cromañón es sinónimo de corrupción, ¿qué político va a dar la cara por todo lo adeudado, cuando hay 194 muertos y se van a cumplir 20 años de desatención y violencia hacia las víctimas?», pregunta la mujer que después de horas buscando a su hermano Rubens, lo encontró al otro día «en una bolsa, en la morgue».

Hace dos años que «Un minuto» se exhibe en centros culturales y escuelas de Los Polvorines y San Miguel. «Para mí poder llegar a la ciudad de Buenos Aires y a la Legislatura es un salto enorme, porque con la obra buscamos crear conciencia y mantener viva la memoria», explica la hacedora Flora Casale. «Yo tengo alumnos que están por terminar el secundario y que no tenían la menor idea de lo que fue Cromañón, lo que me motivó con mi grupo de Teatro Integral para armar algo y poder contarles de qué se trató». Recuerda que en una de las funciones se hizo presente Nilda Gómez quien, impactada, motorizó la iniciativa de llevar el proyecto a la Legislatura.

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La directora de la obra Flora Casale (derecha) abraza a una familiar de una víctima de Cromañón. Foto: Santiago García DíazLa directora de la obra Flora Casale (derecha) abraza a una familiar de una víctima de Cromañón. Foto: Santiago García Díaz

Volvemos a la ficción y el salón Presidente Perón de la Legislatura se convierte por un rato en Cromañón. «¡Celeste! ¡Nicolás! ¡Luchi!». Una madre desesperada hace el esfuerzo a toda costa por entrar al boliche, pero no se lo permiten. Otros padres claman por sus hijos. Desde más allá se escuchan gritos desesperados y la escena cobra veracidad. En la platea, mayormente copada por familiares y amigos de las víctimas, hay lágrimas y llanto. No lo ocultan, aunque un señor se levanta y sale. «No puedo escuchar ruido de sirenas, me trauma», alcanza a decir.

Aparecen flashbacks en «Un minuto» y se pone el foco en historias de cómo había sido la previa al recital. Como ese padre culposo que sorprendió a su hija comprándole una entrada. «Papi, quedate tranquilo, me voy a cuidar. Me hiciste feliz con este regalo». O como esa chica que le avisó a su novio que lo acompañaría después de conseguir un ticket. «Amor, sabés que a esta banda me gusta ir solo, porque me engancho con las letras». O esa otra joven que se escapó a pesar de que tenía el rotundo no de su madre. «No me gusta el tipo de gente que va y mucho menos ese lugar», la había advertido. «Te odio mamá», fue la réplica y lo último que hablaron.

Actores de la obra "Un minuto" y familiares y amigos de las victimas de Cromañón posan en la puerta de la Legislatura porteña. Foto: Santiago García DíazActores de la obra «Un minuto» y familiares y amigos de las victimas de Cromañón posan en la puerta de la Legislatura porteña. Foto: Santiago García Díaz

«Un minuto» tocó las fibras más íntimas de los allí presentes -cronista incluido- y ni hablar de los familiares. «Es demoledora, refleja lo sucedido y por un instante me sentí en Cromañón. Hoy, a 20 años, siento que me estoy muriendo de a poquito… Tengo diabetes, ¿cuánto tiempo más puedo luchar? Cada vez tengo menos fuerzas«, reclama Aída Isabel Rodas, mamá del fallecido Abel Rodolfo González.

Exhala profundo Daniel Ranieri, hermano de Silvina, que perdió la vida en Cromañón «Fue dura la obra, más de lo que imaginaba. Me llegó hondo, me perturbó también y me hizo revivir aquella noche del infierno. En un momento cerré los ojos y esa ambientación oscura, con los gritos y las sirenas, fue sin duda como viajar en el tiempo». Se acerca Nilda Gómez, que ya había visto la obra y les pide perdón a familiares desprevenidos: «Es que la obra sacude, es la más real, pero confieso que no es para todo el mundo».

Nilda Gómez (derecha), presidente de la ONG Familias por la Vida, quien motorizó la llegada de la obra "Un minuto" a la Legislatura Porteña. Foto: Santiago García DíazNilda Gómez (derecha), presidente de la ONG Familias por la Vida, quien motorizó la llegada de la obra «Un minuto» a la Legislatura Porteña. Foto: Santiago García Díaz

La recta final de la puesta imagina reencuentros de familiares con víctimas, produciendo otra vuelta de ese nudo que ahora contractura. «Me hubiera gustado poder decirle a mi vieja que no la odiaba para nada». «A mí me hubiera gustado convertirme en madre y haberle dicho te amo a mi novio». «A mí me hubiera gustado poder escuchar la canción completa y que me encontraran antes de que mis pulmones se llenaran de humo».

Uno de los actores rasga las cuerdas de una guitarra y canta junto a una actriz. «Estaba empezando a preguntarme cosas raras / ¿Qué busca la gente cuando uno sólo canta? / Será la necesidad de no sentirse nadie. / Soy uno más de ellos y menos uno en casa. / La vida dibujó una sonrisa en mi cara y en un minuto triste la borró como si nada. /A y de mí, ay de vos, ay de todos… Se trata de un fragmento del tema que compuso León Gieco y que en algunas oportunidades, post Cromañón, interpretó con Fontanet.

Se encienden las luces y los rostros humedecidos de los presentes hablan por sí solos. El aplauso es cerrado, el salón deja de ser la pista de Cromañón y vuelve a llamarse Presidente Perón. «Por los pibes, por los sobrevivientes y por los padres que ya no están», exclaman desde el escenario y hay eco en la platea. Una bandera argentina reza «Los chicos de Cromañón presentes ahora y siempre» y se ven las 194 fotos de los fallecidos.

En la puerta de la Legislatura, sobre la calle Perú, se despiden los familiares, que mastican bronca, impotencia y hartazgo. Pero antes sale el tema de la serie recientemente estrenada. «Fue una ficción muy básica, que representa una mínima parte de lo que pasó. Pero aburre esto de representar una sociedad de sexo, drogas y rock&roll. Ojalá dejen de poner la lupa siempre sobre las víctimas y hagan una película sobre cómo trataron de zafar los políticos responsables», afirman.

«Acá, nosotros no lo queremos a Fontanet, que es el único que sigue lucrando con Cromañón y nuestros muertos. Porque Chabán, que fue el único que pidió perdón, está muerto. Aníbal Ibarra, ex intendente, es un muerto político. (Rafael) Levy, ex dueño de Cromañón, dicen que está fuera del país. Entonces nuestro foco es Fontanet, que en su banda Don Osvaldo tiene al baterista Juano Falcone, que es el nieto de Estela de Carlotto y ahora el grupo es intocable».

Se ponen la mano en la boca para evitar groserías. «Pensar que las primeras misas después de la masacre de Cromañón las daba Bergoglio... Mirá las vueltas de la vida, ahora como Papa se saca una foto con Fontanet y Falcone. ¿Qué favores le estará debiendo el Papa a Carlotto?», se preguntan sarcásticos y ahora sí se despiden. «Nos vemos el jueves», día en el que la Legislatura se debatirá la ley para declarar como vitalicia la asistencia a familiares de víctimas y sobrevivientes.

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