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Los pro y los contra de la tendencia de comer una sola vez al día

La dieta OMAD impone un única comida al día y 23 horas de ayuno. (Foto: Adobe Stock)La dieta OMAD y sus contraindicaciones para la salud. (Foto: Adobe Stock)

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¿Qué tienen en común el primer ministro británico, Rishi Sunak, y el cantante Bruce Springsteen? Forman parte de un grupo cada vez mayor de figuras públicas que promocionan los beneficios de comer solo una comida al día.

Como resultado, la dieta de una comida al día (OMAD) es la última tendencia de pérdida de peso que llama la atención. Los defensores afirman que conduce a un éxito rápido y a largo plazo en la pérdida de peso y a una mejor salud, incluido el retraso del proceso de envejecimiento.

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Al igual que la mayoría de los programas de pérdida de peso, la dieta OMAD hace grandes y audaces promesas. Esto es lo que necesita saber sobre comer una comida al día y lo que significa para perder peso.

Explicación de la dieta OMAD

Esencialmente, la dieta OMAD es un tipo de ayuno intermitente, en el que se ayuna durante 23 horas y se consumen todas las calorías diarias en una sola comida en una hora.

Las reglas de la dieta OMAD se presentan como simples y fáciles de seguir:

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  • Se puede comer lo que se quiera, siempre que quepa en un plato estándar, sin restricciones calóricas ni pautas nutricionales a seguir.
  • Se puede tomar bebidas sin calorías durante todo el día (agua, té negro y café).
  • Hay que seguir un horario de comidas constante, comiendo un único plato aproximadamente a la misma hora todos los días.

Además de crear un déficit calórico, lo que resulta en la pérdida de peso, los defensores creen que el período de ayuno prolongado de la dieta OMAD conduce a cambios fisiológicos en el cuerpo que promueven una mejor salud, incluido el aumento de su metabolismo al desencadenar un proceso llamado cetosis, donde su cuerpo quema grasa almacenada para obtener energía en lugar de glucosa.

¿Qué dice la evidencia sobre la dieta OMAD?

Desafortunadamente, la investigación sobre la dieta OMAD es limitada. La mayoría de los estudios han examinado su impacto en los animales, y el estudio primario con humanos involucró a 11 personas jóvenes y delgadas que siguieron la dieta OMAD durante solo 11 días.

Las afirmaciones sobre la dieta OMAD generalmente se basan en la investigación sobre el ayuno intermitente, en lugar de la dieta OMAD en sí. Existe evidencia que respalda la eficacia del ayuno intermitente para lograr la pérdida de peso. Sin embargo, la mayoría de los estudios se han centrado solo en los resultados a corto plazo, por lo general considerando los resultados logrados en 12 semanas o menos.

La dieta OMAD y sus contraindicaciones para la salud. (Foto: Adobe Stock)
La dieta OMAD y sus contraindicaciones para la salud. (Foto: Adobe Stock)

Un estudio a más largo plazo de 2022 asignó aleatoriamente a 139 pacientes con obesidad a una dieta restringida en calorías con una alimentación restringida en el tiempo entre las 8 a.m. y las 4 p.m. todos los días, o a una dieta con restricción calórica diaria solo durante 12 meses.

Después de 12 meses, ambos grupos habían perdido aproximadamente el mismo peso y experimentaron cambios similares en la grasa corporal, el azúcar en la sangre, el colesterol y la presión arterial. Esto indica que la pérdida de peso a largo plazo lograda con el ayuno intermitente no es superior y está a la par con la lograda por los enfoques de dieta tradicionales (restricción calórica diaria).

Entonces, ¿cuáles son los problemas con la dieta OMAD?

  1. Puede causar deficiencias nutricionales y problemas de salud. La falta de orientación nutricional de la dieta OMAD sobre qué comer en esa comida al día genera muchas señales de alerta.También es probable que ayunar durante 23 horas al día provoque hambre y genere antojos incontrolables, lo que puede significar que se coma constantemente alimentos que no son buenos para la salud cuando llega el momento de comer.
  2. Es poco probable que sea sostenible. Las dietas extremas, especialmente las que prescriben períodos prolongados de ayuno, no son agradables, lo que lleva a sentimientos de privación y aislamiento social durante las comidas. La alimentación restrictiva también puede conducir a una relación poco saludable con la comida, lo que hace que sea aún más difícil lograr y mantener un peso saludable.
  3. Las soluciones rápidas no funcionan. Al igual que otros métodos populares de ayuno intermitente, la dieta OMAD atrae porque es fácil de digerir y los resultados parecen rápidos. Pero la dieta OMAD es solo otra forma elegante de reducir las calorías para lograr una caída rápida en la balanza.

A pesar de la exageración, la dieta OMAD es insostenible y no da como resultado mejores resultados de pérdida de peso que sus predecesoras. Nuestros viejos hábitos vuelven a aparecer y nos encontramos luchando contra una cascada de cambios fisiológicos para asegurarnos de recuperar el peso que perdimos.

Perder peso con éxito a largo plazo se reduce a:

  • Perder peso en pequeños tramos manejables que se pueda mantener, específicamente períodos de pérdida de peso, seguidos de períodos de mantenimiento de peso, y así sucesivamente, hasta que se alcance el peso ideal.
  • Hacer cambios graduales en el estilo de vida para asegurarse de formar hábitos que duren toda la vida.
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Adiós a «Bobby» Fernández Taboada, orfebre del periodismo

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Alto, corpulento, con ese andar firme de sus años jóvenes que le confería cierto sentido de autoridad, fue un trotamundos de las redacciones en la época de oro de los diarios y las revistas en papel, cuyos pisos y plantas supo recorrer de punta a punta con el estilo propio de las jefaturas que ejerció desde edad temprana.

Quizá los jóvenes colegas que lo hayan visto por primera vez, cincuenta años atrás, pudieron haberse sentido incomodados por esa silueta que de a poco cedió a las tentaciones de la buena vida, que tanto celebraba, en particular a la hora de poner a prueba su refinado paladar gourmet y su “nariz y boca” de sommelier vocacional. El paso de los años, circunstancia que nunca lo incomodó demasiado, no fue para él una mochila que lo mortificara, incluso solía ignorarla con mordacidad adolescente cuando se acercaba el tiempo del retiro, aquí en charlas dispersas en la redacción de Clarín.

Con la vida encima, aquel colectivo de compañeros que daba sus primeros pasos en las redacciones híper competitivas de aquellos tiempos, lo recuerdan hoy con cariño personal y reconocimiento profesional.

Roberto Fernández Taboada, Bobby en la jerga de los escribas de la “Galaxia Gutenberg”, fallecido a los 79 años en una clínica de Pilar, donde estaba internado, dio combate hasta donde pudo a un fulminante cáncer de páncreas.

Supo llevarse consigo la mayor gloria a la que cualquier persona aspira al llegar al final del camino: tomado de la mano de su ser amado, en este caso Natalia, su mujer, con quien se eligieron mutuamente hace tiempo, con la certeza de que ya nada ni nadie los separaría. Por eso aguardaron el final juntos y abrazados en una cama de cuidados paliativos.

Bobby se despidió en “estado de gracia”, podría decirse en esa hora amarga, quizá sabiendo que una generación, la suya y de tantos otros, empezó el ritual de la despedida con la frente alta: aún con los errores naturales que la prisa caliente de la profesión impone, esa estirpe que nació con olor a tinta, bobinas de papel y rugido de rotativas a su alrededor, puede atesorar la certeza de haber hecho todo cuanto pudo para honrar el buen periodismo. Y hasta de haber sido el envión primero de la transición a la era digital, proceso del cual Fernández Taboada participó activamente en sucesivos rediseños de Clarín que se solaparon con la llegada de las plataformas digitales.

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Hace tiempo había elegido vivir en la quietud de la sociedad uruguaya, pero con un pie en el glamour de Punta del Este. Casi una definición de su paso por la vida. No desentonaba en ningún escenario. Y si lo hacía, no le importaba. Era un polemista consumado, casi al borde de la provocación: le encantaban los debates, cuanto más encendidos mejor. Sabía pisar el freno a tiempo y ensayaba un gesto amistoso: con un chasquido de dedos, el mismo que ensayaba en sus patrullajes por las redacciones, ponía en marcha la mudanza de los enojos homéricos a la ternura de una broma piadosa que acompañaba con su propia risotada. Era difícil pelearse con él y era fácil amigarse al toque. Lo que se dice un cabrón querible.

«Bobby» Fernández Taboada murió a los 79 años.

Sus orígenes profesionales más notorios se remontan al El Cronista Comercial, a mediados de los 70, donde desarrolló la compleja función de Secretario de Cierre, una tarea sacrificada, con la riesgosa responsabilidad que suele acompañar el registro de la última palabra que un medio gráfico decidía entonces publicar, en el proceso selectivo del final de cada día.

De allí pasaría a la vieja Editorial Atlántida. Se destacó en dos vidrieras de época como Gente y Somos, en tiempos de la dictadura, cuando las palabras debían medirse con centímetro porque estaba en juego la vida, donde fue el segundo de Julio Scaramella, uno de sus amigos hasta el tiempo final. En aquella redacción se formaron profesionales hoy destacados, de gran trayectoria, que conocieron de cerca al Bobby: Silvia Fesquet, hoy en Clarín, Alfredo Leuco, Pablo Sirvén, Ana D’Onofrio, Enrique Vázquez y Alberto Catena (ya fallecidos), Ernesto Jakcson, también en Clarín, al igual que Graciela Bruno.

En El Cronista Comercial había compartido redacción con quienes luego serían sus jefes en Clarín, Roberto Guareschi y Ricardo Kirschbaum, actual editor general. En este diario, dicho por él mismo en esas improvisadas ruedas de café de toda redacción antigua, vivió su etapa de más alto rendimiento profesional. Hizo de todo. Desde escribir sus “Charlas de Verano”, divertidos reportajes a políticos de vacaciones en las playas; a editar secciones a su cargo como Información General, un vastísimo territorio noticioso que incluía Policiales, Sociedad y Ciudad y, en particular, a nutrir los procesos de modernización de las ediciones, acorde a los diarios de vanguardia en el universo europeo.

En Clarín, además de esa gestión en Información General, y sin dejar de aportar a las ediciones cotidianas, recaló luego en un área entonces incipiente, que elevaría los estándares del diario en circulación, innovación y calidad: colecciones de libros, videos, guías de turismo, DVDs. Les dio un valor agregado a las colecciones: que sean útiles para la educación sin desatender nuestra idiosincrasia y los valores latentes en el inconsciente colectivo de varias generaciones de argentinos. Así nacieron colecciones como “La Biblioteca de la Literatura Universal” en las que Clarín publicó autores como Borges, Sábato, García Márquez, Vargas Llosa, junto a incunables de José Hernández y William Shakespeare. Con su sello, hicieron época los coleccionables de informática, cocina, música clásica, diccionarios de inglés, guías de turismo de la Argentina, resonantes éxitos editoriales todos ellos.

Tocó todas las cuerdas: la redacción, la edición, los procesos de transformación editorial de un diario que lo tuvo y lo tendrá entre sus activos humanos más valiosos. No se exagera si se lo define como un orfebre en las sombras del periodismo, un clásico del anonimato de los periodistas de diarios, lejos de los focos de la televisión. Hincha de River, piropeador y galante, de tiempos en que no era un pecado serlo, sino un gesto de caballerosidad, como cuenta Ricardo Roa, editor general adjunto de Clarín, en nota aparte, se lo va a extrañar. Y mucho. Sus restos serán despedidos a las 13 de este jueves en el Crematorio privado de Boulogne, en San Isidro.

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