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Qué delito cometió el nuevo novio de Morena Rial, quien se encuentra preso en la cárcel de Batán

Morena Rial estaría apostando al amor con un preso. (Foto: captura de elnueve)Morena Rial, mimosa con su novio presidiario. (Foto: X/ejercitodelam)Jorge y Morena Rial, un vínculo que parece más que terminado. (Foto: instagram/jrial)Morena Rial era muy unida a su papá, pero él le cortó los víveres y no lo soportó. (Foto: Movilpress)

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Morena Rial habría apostado nuevamente al amor. Según unas imágenes que salieron a la luz en las últimas horas, estaría viviendo un romance con un preso, llamado Agostino Carriño. El joven se encuentra en la cárcel de Batán, donde ella lo visitó el último fin de semana.

El delincuente se encuentra privado de su libertad hace un tiempo. Según 0223 de Mar del Plata, en 2021 lo sentenciaron a 7 años y medio de prisión por un robo a mano armada en el barrio Los Troncos, de esa ciudad. Durante el episodio, maniató a los dueños del lugar y a dos empleadas domésticas.

Leé también: Fue novio de More Rial y ahora busca trabajo como recolector de residuos: la historia de Martín Casar

Carriño y otro hombre tocaron el timbre en una propiedad de la calle Formosa al 1300 y se presentaron como miembros de la Dirección Departamental de Investigaciones. Les dijeron que venían a tomarles declaración y una vez en el interior apuntaron a todos. Ante la resistencia de la víctima a la que intentaron colocarle unas esposas en las muñecas, y tras robar un iPhone X y una cartera con documentación, se retiraron por una ventana trasera. Minutos después, se enfrentaron a los tiros con la policía.

Morena Rial, mimosa con su novio presidiario. (Foto: X/ejercitodelam)
Morena Rial, mimosa con su novio presidiario. (Foto: X/ejercitodelam)

Jorge Rial, avergonzado del nuevo romance de Morena con un preso

La relación entre Jorge Rial y su hija Morena se rompió definitivamente este año. Muy molesta por algunas situaciones que marcaron a fuego su vida familiar, la mediática no dudó en ventilar muchas cuestiones privadas de su papá y repitió en más de una oportunidad que no tenía interés en acercarse nuevamente a él.

En medio de esta crisis, el equipo de Poco Correctos (eltrece) conversó con el ex Intrusos y le preguntó cuál fue su reacción al ver las fotos que confirman el romance de la joven con un preso. “El otro día hablé con ella y creo que se va a vivir a Córdoba otra vez. Eso es todo lo que sé. Y después, con respecto a las imágenes, lo lamento mucho”, sostuvo.

Jorge y Morena Rial, un vínculo que parece más que terminado. (Foto: instagram/jrial)
Jorge y Morena Rial, un vínculo que parece más que terminado. (Foto: instagram/jrial)

Por último, expresó su desilusión por verla “en el mundo marginal” en el que eligió vicularse. “A mí me da mucha vergüenza verla en esa situación, pero es grande y elige hacia ese lado. No me gustan ese tipo de compañías y yo, en ese sentido, me cuido un poco”, cerró angustiado.

Morena Rial era muy unida a su papá, pero él le cortó los víveres y no lo soportó. (Foto: Movilpress)
Morena Rial era muy unida a su papá, pero él le cortó los víveres y no lo soportó. (Foto: Movilpress)
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Adiós a «Bobby» Fernández Taboada, orfebre del periodismo

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Alto, corpulento, con ese andar firme de sus años jóvenes que le confería cierto sentido de autoridad, fue un trotamundos de las redacciones en la época de oro de los diarios y las revistas en papel, cuyos pisos y plantas supo recorrer de punta a punta con el estilo propio de las jefaturas que ejerció desde edad temprana.

Quizá los jóvenes colegas que lo hayan visto por primera vez, cincuenta años atrás, pudieron haberse sentido incomodados por esa silueta que de a poco cedió a las tentaciones de la buena vida, que tanto celebraba, en particular a la hora de poner a prueba su refinado paladar gourmet y su “nariz y boca” de sommelier vocacional. El paso de los años, circunstancia que nunca lo incomodó demasiado, no fue para él una mochila que lo mortificara, incluso solía ignorarla con mordacidad adolescente cuando se acercaba el tiempo del retiro, aquí en charlas dispersas en la redacción de Clarín.

Con la vida encima, aquel colectivo de compañeros que daba sus primeros pasos en las redacciones híper competitivas de aquellos tiempos, lo recuerdan hoy con cariño personal y reconocimiento profesional.

Roberto Fernández Taboada, Bobby en la jerga de los escribas de la “Galaxia Gutenberg”, fallecido a los 79 años en una clínica de Pilar, donde estaba internado, dio combate hasta donde pudo a un fulminante cáncer de páncreas.

Supo llevarse consigo la mayor gloria a la que cualquier persona aspira al llegar al final del camino: tomado de la mano de su ser amado, en este caso Natalia, su mujer, con quien se eligieron mutuamente hace tiempo, con la certeza de que ya nada ni nadie los separaría. Por eso aguardaron el final juntos y abrazados en una cama de cuidados paliativos.

Bobby se despidió en “estado de gracia”, podría decirse en esa hora amarga, quizá sabiendo que una generación, la suya y de tantos otros, empezó el ritual de la despedida con la frente alta: aún con los errores naturales que la prisa caliente de la profesión impone, esa estirpe que nació con olor a tinta, bobinas de papel y rugido de rotativas a su alrededor, puede atesorar la certeza de haber hecho todo cuanto pudo para honrar el buen periodismo. Y hasta de haber sido el envión primero de la transición a la era digital, proceso del cual Fernández Taboada participó activamente en sucesivos rediseños de Clarín que se solaparon con la llegada de las plataformas digitales.

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Hace tiempo había elegido vivir en la quietud de la sociedad uruguaya, pero con un pie en el glamour de Punta del Este. Casi una definición de su paso por la vida. No desentonaba en ningún escenario. Y si lo hacía, no le importaba. Era un polemista consumado, casi al borde de la provocación: le encantaban los debates, cuanto más encendidos mejor. Sabía pisar el freno a tiempo y ensayaba un gesto amistoso: con un chasquido de dedos, el mismo que ensayaba en sus patrullajes por las redacciones, ponía en marcha la mudanza de los enojos homéricos a la ternura de una broma piadosa que acompañaba con su propia risotada. Era difícil pelearse con él y era fácil amigarse al toque. Lo que se dice un cabrón querible.

«Bobby» Fernández Taboada murió a los 79 años.

Sus orígenes profesionales más notorios se remontan al El Cronista Comercial, a mediados de los 70, donde desarrolló la compleja función de Secretario de Cierre, una tarea sacrificada, con la riesgosa responsabilidad que suele acompañar el registro de la última palabra que un medio gráfico decidía entonces publicar, en el proceso selectivo del final de cada día.

De allí pasaría a la vieja Editorial Atlántida. Se destacó en dos vidrieras de época como Gente y Somos, en tiempos de la dictadura, cuando las palabras debían medirse con centímetro porque estaba en juego la vida, donde fue el segundo de Julio Scaramella, uno de sus amigos hasta el tiempo final. En aquella redacción se formaron profesionales hoy destacados, de gran trayectoria, que conocieron de cerca al Bobby: Silvia Fesquet, hoy en Clarín, Alfredo Leuco, Pablo Sirvén, Ana D’Onofrio, Enrique Vázquez y Alberto Catena (ya fallecidos), Ernesto Jakcson, también en Clarín, al igual que Graciela Bruno.

En El Cronista Comercial había compartido redacción con quienes luego serían sus jefes en Clarín, Roberto Guareschi y Ricardo Kirschbaum, actual editor general. En este diario, dicho por él mismo en esas improvisadas ruedas de café de toda redacción antigua, vivió su etapa de más alto rendimiento profesional. Hizo de todo. Desde escribir sus “Charlas de Verano”, divertidos reportajes a políticos de vacaciones en las playas; a editar secciones a su cargo como Información General, un vastísimo territorio noticioso que incluía Policiales, Sociedad y Ciudad y, en particular, a nutrir los procesos de modernización de las ediciones, acorde a los diarios de vanguardia en el universo europeo.

En Clarín, además de esa gestión en Información General, y sin dejar de aportar a las ediciones cotidianas, recaló luego en un área entonces incipiente, que elevaría los estándares del diario en circulación, innovación y calidad: colecciones de libros, videos, guías de turismo, DVDs. Les dio un valor agregado a las colecciones: que sean útiles para la educación sin desatender nuestra idiosincrasia y los valores latentes en el inconsciente colectivo de varias generaciones de argentinos. Así nacieron colecciones como “La Biblioteca de la Literatura Universal” en las que Clarín publicó autores como Borges, Sábato, García Márquez, Vargas Llosa, junto a incunables de José Hernández y William Shakespeare. Con su sello, hicieron época los coleccionables de informática, cocina, música clásica, diccionarios de inglés, guías de turismo de la Argentina, resonantes éxitos editoriales todos ellos.

Tocó todas las cuerdas: la redacción, la edición, los procesos de transformación editorial de un diario que lo tuvo y lo tendrá entre sus activos humanos más valiosos. No se exagera si se lo define como un orfebre en las sombras del periodismo, un clásico del anonimato de los periodistas de diarios, lejos de los focos de la televisión. Hincha de River, piropeador y galante, de tiempos en que no era un pecado serlo, sino un gesto de caballerosidad, como cuenta Ricardo Roa, editor general adjunto de Clarín, en nota aparte, se lo va a extrañar. Y mucho. Sus restos serán despedidos a las 13 de este jueves en el Crematorio privado de Boulogne, en San Isidro.

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